Transferencia y Contratransferencia – François Martín-Vallas

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François Martin-Vallas, MD, PhD, es un psiquiatra y analista junguiano francés. Ha publicado numerosos artículos en diversas revistas, tanto francesas como internacionales, y es editor de la Revue de Psychologie Analytique. Es miembro supervisor de la SFPA y también director de su Instituto CG Jung. Documento tomado de la página web de la IAAP. Traducido del inglés por Juan Carlos Alonso.

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El término transferencia, en el sentido en que se utiliza en psicoanálisis, apareció por primera vez en los Estudios sobre la histeria de Freud, publicados en 1895. Fue después del fracaso del tratamiento hipnótico catártico de Anna O, a quien Freud estaba tratando con Breuer, que se dio cuenta de que, de hecho, la paciente había trasladado a los terapeutas un modo infantil de relación ya establecido en su infancia. Fue el descubrimiento de este fenómeno lo que llevó a Freud a renunciar a la hipnosis como medio para tratar las neurosis, renuncia que marcó su separación de su maestro, Breuer.

Aunque no utilizó explícitamente el término transferencia, fue también durante un tratamiento hipnótico en 1905/1906 cuando Jung se encontró con el mismo fenómeno. Lo relata en Recuerdos, sueños, pensamientos (1995, cap. IV). Se trata de una mujer a la que curó dos veces mediante hipnosis, sin poder comprender el origen de estas curaciones. Parecían mágicas. Luego le preguntó sobre su vida y comprendió que esta mujer le había transferido sus esperanzas de tener un hijo talentoso, esperanzas que habían sido destruidas cuando, años antes, dio a luz a un hijo discapacitado. Después de que Jung le explicó esto, la mujer no volvió a recaer.

Podemos ver aquí que desde el comienzo mismo de su confrontación con el fenómeno de la transferencia, las actitudes de Freud y Jung fueron muy diferentes. Freud se propuso inmediatamente descubrir las raíces en la infancia, mientras que Jung, y con él su paciente, se conformaban con un problema no resuelto de la vida adulta.

El término contratransferencia apareció en la correspondencia de Freud con Jung (carta del 6 de julio de 1909) en conexión con la relación amorosa que este último tenía con Sabina Spielrein, sobre la cual Jung acababa de hablar sinceramente con él. Aquí nuevamente se puede notar una diferencia esencial entre los dos hombres. Mientras que Jung se había dejado llevar por la agitación emocional que se había manifestado en la relación con su paciente, Freud respondió que, con el tiempo, Jung sería capaz de construir un caparazón para protegerse de tal tormento. Éste no es el camino que siguió Jung.

Freud se dio cuenta muy rápidamente de que, al devolver los problemas no resueltos de la infancia del paciente al corazón de la relación analítica, la transferencia podría ser el principal instrumento para la comprensión y la fuerza impulsora en el trasfondo de la relación analítica. En este punto, Jung estuvo desde el principio totalmente de acuerdo con Freud, incluso si la naturaleza infantil y sexual de la transferencia no le parecía en absoluto obvia, o al menos no lo era de manera exclusiva. Pero su desacuerdo, que nunca discutieron explícitamente, se refería a la contratransferencia. Como señaló en su carta a Jung, este fenómeno fue para Freud un obstáculo para el tratamiento, contra el cual el analista debía protegerse. Jung, por el contrario, lo convirtió en el corazón de su método, no dejándose llevar por él como era el caso de Sabina Spielrein, sino dejando que la transferencia y la contratransferencia se desarrollaran en la relación analítica con toda la fuerza de los afectos así (re)activados. A partir de entonces, para Jung, la transferencia y la contratransferencia ya no eran dos fenómenos distintos, uno concerniente al paciente y otro al analista, sino una misma dinámica relacional con potencialidades terapéuticas por su naturaleza esencialmente simbólica.

De esto se puede deducir un lugar de interpretación muy diferente para Freud y para Jung. De hecho, Freud, habiendo excluido la contratransferencia de la dinámica analítica, bien fuera para protegerse contra ella o para interpretarla exclusivamente en relación con los problemas del analista, se vio obligado a interpretar la transferencia en relación con los conflictos infantiles, con el objetivo de reducirla o disolverla, haciendo consciente lo que había sido reprimido en la infancia del paciente. Jung, por su parte, habiendo intuido muy pronto la dimensión simbólica de la transferencia en su conjunto, y también su carácter potencialmente terapéutico, ya no podía esperar su disolución. Al contrario, para él era apropiado dejar que la transferencia se desarrollara para que pudiera encontrar su propia resolución. Por lo tanto, la interpretación no podía apuntar al mismo objetivo que para Freud. En lugar de buscar la disolución de la transferencia, sólo era necesario disolver la resistencia a la transferencia por parte del paciente y del analista.

“Dejar que la transferencia se desarrolle para que pueda encontrar su propia resolución” sólo tiene sentido si se ve esencialmente como un proceso simbólico dinámico. Y es apoyándose en el trabajo de los alquimistas que Jung supo representar tanto su simbolismo como su dinámica en su libro Psicología de la Transferencia publicado en 1944. Posteriormente, muchos autores junguianos propusieron otras lecturas de este proceso, basándose en fuentes distintas a alquimia.

Es George Bright quien inició esta relectura en profundidad, proponiendo una lectura cruzada de la transferencia, la actitud analítica y los procesos de sincronicidad. Podemos incluir también el trabajo de George Hogenson, Joe Cambray y François Martin-Vallas, quienes relacionan procesos analíticos con sistemas complejos, con su característica común, el origen de los fenómenos de emergencia de nuevas formas a partir de las antiguas. Para estos autores, se trata de tender puentes entre la psicología analítica y los nuevos paradigmas de la ciencia contemporánea, siguiendo el camino iniciado por Jung en su colaboración con el físico Wolfgang Pauli. En este breve artículo no es posible mencionar muchos otros autores que también merecerían ser incluidos aquí.

Por su parte, los freudianos han evolucionado considerablemente las nociones de transferencia y contratransferencia hasta el punto de que algunos de ellos han llegado a la posición de Jung sobre la inextricabilidad de estos fenómenos. El concepto de quimera del inconsciente, propuesto por Michel de M’Uzan, es probablemente el ejemplo más exitoso de esto: es el resultado de un largo proceso de reelaboración de estos conceptos dentro de la comunidad freudiana.

Referencias:

Bright, G. (1997) ‘Synchronicity as a basis of analytic attitude’. Journal of Analytical. Psychology., 42, 4, 613-635

Freud, S. Breuer, J (1895/2004) Studies in Hysteria. Blackwell’s.

Jung, C.G (1944/1989) The Psychology of the Transference. Routledge. Jung C.G. (1995) Memories, Dreams, Reflections. Fontana Press.

McGuire, W. (ed.1979) The Freud/Jung Letters. Princeton University Press.

Martin‐Vallas, F. (2006) The transferential chimera: a clinical approach, JAP, vol 51, n5.

Martin‐Vallas, F. (2008) The transferential chimera II: some theoretical considerations, JAP, vol 53, n1.

Martin-Vallas, F. (2014). The Transferential Chimera and Neuroscience, Chapter 9 in Mark Winborn, (Ed.). Shared Realities: Participation Mystique and Beyond. Fisher King Press.

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