Anima y animus – Kamala Melik-Akhazarova

Eros y Psique – Escultura de Antonio Canova

Kamala Melik-Akhnazarova (Rusia) es una analista junguiana que trabaja en práctica privada en Moscú; miembro de la Sociedad Rusa de Psicología Analítica (RSAP) y miembro anterior del Comité de Ética de la RSAP. En los últimos años, ha traducido y editado libros para su publicación del inglés al ruso de autores junguianos como Murray Stein, Nathan Schwartz-Salant, Margaret Clark y Jan Wiener. Contribuyó con un capítulo al libro From Tradition to Innovation (2015) editado por J. Wiener y C. Crowther. Este documento se tomó de la página web de la IAAP. Traducido del inglés por Juan Carlos Alonso G.

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El concepto de Anima/Animus es uno de los conceptos más populares de la psicología junguiana. Originalmente fue creado por CG Jung para definir el inconsciente opuesto a la máscara social de la personalidad (la Persona), siendo así un arquetipo que vincula el yo consciente con el inconsciente, y una imagen arquetípica que contiene todos aquellos rasgos y funciones que están presentes en la psique, en una forma más o menos latente, pero que no se manifiestan en la vida consciente y no están disponibles para el yo consciente.

Originado en la idea de que el arquetipo Anima/Animus es una contraparte de la identidad de género, estas imágenes se consideran tradicionalmente como femeninas para los hombres y masculinas para las mujeres (en latín, Anima es el género femenino mientras que Animus es el género masculino, y ambos definen el «alma»). Esta idea atrae y estimula las más acaloradas discusiones entre los especialistas modernos, sobre todo porque en la época de Jung las definiciones concretas de lo que se consideraba un carácter o comportamiento “masculino” o lo que se consideraba como “femenino”, difícilmente coinciden con lo que se observa en los tiempos modernos. Sin embargo, tampoco contradice la idea de que la psique inconsciente es una contraparte de la identidad consciente, ni la noción del equilibrio saludable de diferentes funciones en la psique, que ayuda al individuo a evaluar y estimula el crecimiento y el desarrollo de la conciencia.

El Anima suele relacionarse con los aspectos emocionales, empáticos y sensitivos, mientras que Animus se relaciona con el lado activo, intelectual y explorador de la personalidad. Aquí es importante entender que estas definiciones de ninguna manera deben ser percibidas como una descripción literal de ciertas características, sino que estas imágenes sirven como símbolos y son las abstracciones de los principios activos (Animus) y reflexivos (Anima) correspondientemente.

Al ser opuestos a la identidad sexual encarnada, Anima y Animus se relacionan más fácilmente con los encuentros eróticos y de parejas, e inspiran la imaginación creativa y artística. En las relaciones, se proyectan fácilmente en las parejas potenciales que nos atraen inconscientemente; así, la dificultad llega en el momento en que las proyecciones disminuyen y caen, y los individuos son vueltos a ver a la luz de la realidad. El aspecto esperanzador de este momento es que, a través de este contacto con su propia profundidad inconsciente, el individuo (a través de la mediación del arquetipo Anima/Animus) emerge de las ilusiones proyectivas, enriquecido y con un espectro consciente más amplio de experiencias. Por supuesto, este proceso será mucho más fácil si la experiencia de tales relaciones fue mayormente positiva y de desarrollo, que si es negativa y defensiva.

En los sueños, el arquetipo Anima/Animus se manifiesta en figuras de extraños que son muy atractivos y nos invitan a viajar a lo desconocido. La presencia de estas imágenes arquetípicas se percibe por su efecto repentino y cautivador y por una sensación de ser bendecido o despertado, como le sucedió a Dante cuando vio a su Beatrice…

Los ejemplos abundan también en los tiempos modernos:

Una mujer casada de mediana edad, científica, académicamente orientada y ambiciosa, viaja a un país extranjero para asistir a un seminario profesional. Ella está ansiosa y emocionada; piensa en su presentación e imagina su éxito. En el avión, se sienta al lado de un hombre muy modesto y tímido que, apenas le dirige la palabra, pero las pocas frases que pronuncia describiendo su reciente largo recorrido en bicicleta y su admiración por la naturaleza, evocan en ella una profunda resonancia y un recuerdo de sus viajes de infancia a un campo vecino, imágenes del río y del bosque que tanto añora en su actual vida moderna. La sinceridad y serenidad de este contacto causan tristeza y evocan en ella un profundo anhelo de relaciones afectivas más auténticas. 

Al día siguiente, llora al darse cuenta de repente de lo lejos que está de sí misma y de lo aislada que está de algo vivo y cálido, de las alegrías simples de la vida y de aquellos a quienes amaba, pero con quienes de alguna manera no podía relacionarse emocionalmente, abrumada por sus ambiciones profesionales. Ni siquiera se da cuenta de todas las cosas que fueron tan significativas para ella hacía solo unos días: la vanidad del congreso internacional al que asiste, el deseo de demostrar su propia brillantez, los animados debates… Ella no falla en su presentación, pero está lejos de estar tan impresionada como solía estarlo. Al regresar a casa, se sumerge en la melancolía y sus allegados están preocupados por su estado depresivo… con el tiempo, sin embargo, se encuentra profundamente involucrada en la jardinería y, poco a poco, esta nueva faceta de su vida crea una nueva red de amigos. y personas de ideas afines. Los descubrimientos que llegan a través de sus nuevas contemplaciones cotidianas conducen a un nuevo sentido de lo que es valioso; la relación con sus hijos y con su esposo se vuelve emocionalmente más relevante para ella y su mente científica se vuelve hacia la conciencia de la ecología y el medio ambiente.

Aquí una mujer moderna, hiperactiva intelectual y socialmente, en un estado que podríamos considerar inmerso en un rol social de tipo masculino, redescubre su alma en un breve pero significativo intercambio con un extraño, que en este ejemplo es portador de una imagen de su Animus, con cuya ayuda vuelve a sus valores interiores y al lado sensible, profundo, emotivo, poético y contemplativo de su individualidad, ese lado de ella en el que aún queda mucho por explorar y donde reside su capacidad de luchar por principios y valores internos profundamente arraigados.

Otro ejemplo. Un hombre en sus cuarenta años, competente profesional con una sólida posición en un banco, práctico, optimista y un poco cínico… niega la importancia de las relaciones afectivas y de su propio agudo sentimiento de soledad, creyendo que los contactos sociales superficiales son lo que él realmente quiere, y que su perro es su único amigo verdadero. No confía en nadie y no necesita a nadie. Un tanto tímidamente, la invita a tomar un café y de repente estalla en confesiones sobre sus sentimientos más íntimos y recuerdos olvidados. Ambos notan que el mundo parecía diferente desde ese mismo momento y que surge una nueva esperanza…

Aquí el sueño evoca el lado emotivo y romántico del alma de este hombre y la figura de una mujer danzante, imagen de su Anima, está tan fuertemente cargada de sentimientos que se desmontan sus habituales defensas rígidas a través del cinismo, la ironía y la desconfianza. La mujer es tan misteriosa y al mismo tiempo tan familiar (no es de extrañar ya que, según Jung, el hombre está mirando un retrato de su aspecto inconsciente), que no es posible olvidarla. Él queda encantado con esta imagen mucho después de que el sueño se disipa, y así es capaz de formar un contacto con su propia profundidad vulnerable, sensible, amorosa y viva. Emerge el puente entre su yo y el Sí mismo. Le permite a nuestro héroe comportarse espontáneamente en su rutina diaria y le abre una nueva forma de comunicación interna y externa: sincera, serena y confiada.

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