Heba Zaphiriou-Zarifi (GAP, UKCP, IAAP) es psicóloga analítica junguiana senior, analista de formación y supervisora, con práctica privada en Londres y Atenas. Es consultora en proyectos psicosociales en Medio Oriente y ha ideado un método para superar el trauma mediante el desarrollo de la resiliencia. Terapeuta de danza y movimiento. Fundó The Central London Authentic Movement Practice. Es líder en BodySoul Rhythms® en la Fundación Marion Woodman. Conferencista internacional, ha publicado colaboraciones en revistas académicas. Su alma mater es la Sorbona, donde obtuvo dos títulos de maestría. Heba ha hecho una extensa campaña por la paz con justicia y la reconciliación.
Documento tomado de la página web de la IAAP. Traducido del inglés por Juan Carlos Alonso.
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“Debo volver a mí mismo, a mis cosas más pequeñas… me obligas a verlas grandes, a hacerlas grandes. ¿Ese es tu objetivo? (C.G. Jung: Los libros negros 1913-1932, vol. 2, párr. 2)
«La amplificación siempre es apropiada cuando se trata de alguna experiencia oscura que está tan vagamente esbozada que debe ampliarse y expandirse colocándola en un contexto psicológico para que sea comprendida por todos». (C.G. Jung: Psicología y Alquimia, 1968, párr. 403)
Cuando era niña tenía una muñeca Matrioshka de madera, exquisitamente pintada. Su diseño era cautivador: una sola figura que contenía una multiplicidad de muñecas más pequeñas que iban disminuyendo gradualmente de tamaño, cada una incrustada en otra. Revelando una primacía de conexión entre ellas, cada una de las muñecas sucesivas parecía una intensificación o magnificación de la primera, evocándose una a la otra de manera contigua. In crescendo, cada una retrataba la idiosincrasia de las demás. In decrescendo, las simplificaba y finalmente revelaba la muñeca más pequeña que se encontraba dentro. Esta muñeca de núcleo indivisible era enigmática, intensamente cargada de esencia. Como prototipo, le dio un propósito a las capas de muñecas que se moldeaban a su alrededor.
Luché con el misterio hasta que se estableció alguna relación significativa entre el «uno» y lo «múltiple». Un conocimiento visceral insinuaba que las partes formaban una unidad conectiva. Pero un día extravié por poco tiempo la figura más pequeña y, hasta que la encontré, la serie perdió toda su razón de ser. Ella era la más pequeña, pero irradiaba hacia afuera a través de sus múltiples capas. Esto confirió una sustancia más amplia a la elusiva y densa miniatura. Ella les daba significado al igual que ellas le daban existencia expansiva y significativa. Creo que esta percepción temprana fue mi experiencia iniciática de amplificación, vinculando lo interno con lo externo, lo personal con lo colectivo.
La emisión de sonido requiere un amplificador para conferir a la música su amplitud. Al aumentar el volumen y ampliar el alcance y la modulación, se comunica un mensaje en tono de sentimiento. De manera similar, es más fácil capturar el contenido oculto del material psíquico cuando éste está amplificado. En lugar de una presentación literal de imágenes, como se encuentra en los sueños o en la imaginación activa, la amplificación utiliza un lenguaje metafórico para magnificar el campo energético y la vitalidad de una imagen-símbolo mientras activa el dinamismo de su contenido.
En 1908 (CW3, párr. 413) Jung postuló que la interpretación no procede “completamente en forma subjetiva”. En la cadena lineal de asociaciones, cada una determinada por su predecesora, se extienden en un viaje discursivo alejándose del símbolo, diluyendo así su carga libidinal.
La psicología junguiana amplifica. Facilita asociaciones circulares, controladas y contextualizadas. Sin perder de vista el contenido original, irradia hacia afuera, mientras profundiza centrípetamente la imago-energía, acercándonos al núcleo con su críptico mensaje simbólico.
De círculo en círculo en puntos nodales interconectados, se crea una red, se insinúa un patrón arquetípico, uniendo el significado original al redescubierto. Se desarrolla un campo de información que conduce hacia el centro, que es una manifestación del ser. Cuanto más aumentan en nitidez y alcance las amplificaciones, más se acercan al centro. Además, estos puntos centrales tienden a autoamplificarse, formando un “núcleo para una agregación de sinónimos y antónimos”, como pares de opuestos que necesitan ser unidos. Allí, el significado se desenvuelve, envolviendo todas las partes en una estructura cohesiva de plenitud, llevándonos a un nuevo punto de vista psicológico, con el símbolo ahora en relación con la conciencia del yo. A partir de la necesidad del caos, se desarrolla creativamente un orden secuencial y rítmico, uniendo lo inmanente con lo trascendente. El alquimista afirmaría que el significado está oculto en las grietas de la materia y que la amplificatio es una forma de liberar el espíritu incrustado en ellas.
En lugar de interpretar las imágenes psíquicas de manera reductiva hasta lo instintivo, la psicología junguiana considera la realidad sustantiva inherente a la imagen. El impulso instintivo se libera al percibir la imagen como incrustada en el instinto. En 1935, Jung expuso el importante descubrimiento del “tejido en el que está incrustada la palabra o imagen” (CW18, párr. 174).
La amplificación busca a través de paralelos el contexto al que pertenece una palabra o imagen. Utiliza la analogía transdisciplinaria para abordar lo desconocido manifestado en una imagen y experiencia onírica, y para ampliar la base sobre la que descansa la construcción. Mitos, cuentos de hadas, alquimia, ciencias, filosofía, psicología, artes creativas y expresivas, religión, historia, ecología, astrología: todas las formas de cultura que representan símbolos análogos pueden convertirse en una fuente de material simbólico adicional, replicando la información atrapada pero en una escala más amplia con motivos similares. El significado se encuentra más allá de lo racional y lo aparentemente insignificante se llena de significado. La imagen arquetípica del inconsciente, cuya erupción desde las profundidades llama la atención, apunta a expandir la conciencia del yo cuando se integra. Empleada conscientemente, la amplificación facilita este proceso.
La expansividad aumenta la información significativa y, a través de la amplificación, se crean nuevas posibilidades de comprensión. La amplificación genera libertad de elección y, para la psique restringida atrapada en un material unimorfo, una reflexión más allá del confinamiento de lo habitual puede ser discernido. De lo personal a lo transpersonal, la amplificación busca paralelos a través de tradiciones transculturales, conectándonos con el significado universal. Al guiarnos hacia afuera, nos lleva a una mayor comprensión.
La amplificación es una herramienta informativa que reúne los significados dispersos de los fenómenos para participar de la unidad del numen. Los significados dispersos giran en espiral hacia el centro, y la multiplicidad se encuentra con la unidad y viceversa a través de la amplificación. Lo múltiple y lo uno se reflejan mutuamente y, a través de la amplificación, se desarrolla fenomenológicamente una narrativa. Se hace posible un sentido de pertenencia: el investigador ya no es un solitario, sino que ahora participa del tejido colectivo de la humanidad y del tejido psicológico en el que está arraigada la imagen. Además, el terreno común de la experiencia se enriquece a su vez cuando lo único y lo personal se convierten en un socio activo en la co-creación de una capa adicional de significado.
La amplificación conecta el significado universal con las resonancias en el cuerpo. Al trabajar con sueños, habrá al menos una amplificación sugerida que reverberará más profundamente con la imagen del soñante, como un diapasón que golpea la nota correcta, galvanizando un efecto transformador en la psique-cuerpo del solicitante. Tomar conciencia del fundamento arquetípico de los síntomas en el cuerpo permite su metabolización en procesos simbólicos de transformación. Las emociones atrapadas o los estados psíquicos indiferenciados pueden así liberarse cuando se transfiguran. La amplificación nos permite ver lo simbólico detrás de lo sintomático. Como el hilo de Ariadna, la amplificación nos lleva dentro y fuera del misterio aún inexplorado, liberando su valor con el propósito de encarnar lo simbólico.
La amplificación es la vía regia hacia la Imaginación Activa. Facilita la inmersión en el mundo de la imagen misma, ya sea un personaje, una criatura o un lugar, dándole vida a la imagen como si estuviera animada desde dentro. La imagen conduce y, siguiendo concéntricamente el hilo de las asociaciones, empieza a hablar. Es como si la imagen arquetípica, que apareció por primera vez en dos dimensiones de blanco y negro, cobrara ahora cuerpo con color y textura personales. Encarnado, vuelve a ser propio.
El inconsciente ofrece imágenes específicas para un propósito particular de acuerdo con nuestra línea de vida, o al menos con lo que el inconsciente tiene en mente. Por lo tanto, es vital amplificar las imágenes para su integración. La amplificación actúa como moderador del eje ego-Yo, conectándonos con el «otro» interior. Soñar con una imagen es una cosa; descubrir su propósito es otra, mejorando así el proceso de individuación, con el Yo como arquetipo guía y organizador del significado.
La amplificación es terapéutica. Previene estados de extrema intensidad y de sobredosis de ingesta desde el inconsciente. Contrarresta la inflación delirante y protege al yo de ser abrumado o identificado con la fantasía encontrada. Las analogías, explica Jung, liberan lo instintivo de la presión del contenido inconsciente. La amplificación elimina cualquier riesgo de identificación yo-Sí mismo, manteniendo al mismo tiempo una relación saludable entre el yo y el Sí mismo. También disipa los sentimientos de alienación cuando se agotan las conexiones significativas. Aisladas en nuestro incomprensible sufrimiento interior, la amplificación ayuda a restablecer la comunión con la comunidad. Une el yo con el inconsciente, cura y rectifica cualquier sensación de soledad y disipa la autocreencia de omnipotencia.
Como todo material psíquico, si se trabaja demasiado, el proceso de amplificación cambia a su faceta opuesta, la enantiodromia: en lugar de buscar una respuesta emocional, se convierte en un ejercicio intelectual que (por interesante que sea) no aporta satisfacción ni validación al buscador. La sobreamplificación convierte el misterio en banalidad, y el símbolo en signo.
La psique del analista influye durante la amplificación, ya que puede captar en contratransferencia las amplificaciones necesarias, permitiendo al paciente contactar con el componente emocional. El analista puede apoyar la investigación psicológica de un paciente amplificando una imagen de sueño específica o magnificando el flujo de todo el sueño utilizando diversos paralelos. En lugar de aplicar una reductio in primam figuram –reducir las imágenes o síntomas oníricos a sus complejos “patológicos” subyacentes– la amplificación utilizada hábilmente enriquece la experiencia del paciente de manera constructiva. La cuestión para Jung no es tanto tener complejos sino observar qué está haciendo el inconsciente con ellos.
Comparando aspectos similares entre sí se puede aclarar un material psíquico opaco. Hipócrates, el padre de la medicina, postuló que “mediante cosas similares se produce una enfermedad y, mediante la aplicación de cosas similares, se cura”. La amplificación ofrece una oportunidad invaluable para que el mixtum compositum terapeuta-paciente experimente coherencia y un paradigma común a través de la metáfora. Una integración bilateral de la multiplicidad en una función trascendente unificadora facilita el nacimiento de un centro de la personalidad recién experimentado.
Referencias:
Lectura sugerida para explorar la amplificación en diferentes contextos:
- C.G. Jung, Collected Works:
- Two Essays on Analytical Psychology, CW7. London: Routledge, 1990, ch. VI, pp. 80–89.
- The Structure and Dynamics of the Psyche, CW8. London: Routledge, 2000, pp. 204–205.
- Civilisation in Transition, CW10. London: Routledge, 1991, pp. 325, 340, 389, 406.
- Mysterium Coniunctionis, CW14. London: Routledge, 1992, p. 458.
- The Practice of Psychotherapy, CW16. London: Routledge, 1993, p. 120.
- The Symbolic Life, CW18. London: Routledge, 1993, pp. 82–84, 91.
- C.G. Jung, The Integration of the Personality. London: Routledge & Kegan Paul, 1940, p. 207.
- Memories, Dreams, Reflections. London: Fontana Press, 1993, pp. 341, 347, 410.
- Definition and Summary:Andrew Samuels, Bani Shorter & Fred Plaut, A Critical Dictionary of Jungian Analysis. London & New York: Routledge, 2000, pp. 16–17.
- Amplification by Analogy:Edward F. Edinger, Ego and Archetype. Boston, MA & London: Shambhala, 1992, pp. 100, 114.
- Amplification in Dream Interpretation:Gerhard Adler, ‘Studies in Analytical Psychology’, in: The International Library of Psychology, Philosophy and Scientific Method, vol. I. London: Routledge, 2001, pp. 45, 51, 72, 95.
- Amplification, subjective and objective:Jolande Jacobi, The Psychology of C.G. Jung. Yale University Press, 1973, pp. 77–78, 84–89.
- Complex/Archetype/Symbol in the Psychology of C.G. Jung. Princeton University Press, 1974, pp. 130–136.
- Amplification as formed by Personal Associations and Archetypal Parallels (individual/collective amplifications):Mary Ann Mattoon, Jung and the Human Psyche: An Understandable Introduction. London: Routledge, 2005, pp. 118–121.
- Technique of Amplification and Transference:Nathan Schwartz-Salant, Narcissism and Character Transformation. Toronto: Inner City Books, 1982, pp. 50–51, 56, 123.
- Epistemology and Methodology:Susan Rowland & Joel Weishaus, Jungian Arts-Based Research and “The Nuclear Enchantment of New Mexico”. Oxon: Routledge, 2021, pp. 64–67.
- Contemporary Perspectives:
- Joseph Cambray & Linda Carter (eds.), Analytical Psychology: Contemporary Perspectives in Jungian Analysis. London: Routledge, 2004, ch. 5, pp, 123–128.
Sobre las imágenes:
(1) La flecha indica los paralelos o amplificaciones individuales. La Psicología de C.G. Jung (1973). Prensa de la Universidad de Yale, pág. 87.
(2) Cuatro imágenes:
- Una estela de oreja que absorbe las oraciones de un egipcio arrodillado (Templo de Hathor, Egipto, c. 1295-1070 a. C.).
- Yogui tibetano “oyente” de doctrinas y canciones esclarecedoras (Tíbet, finales del siglo XIV y principios del XV d.C.).
- Estela cartaginesa de la diosa; orejas y, debajo, su divina vulva. (Túnez, siglos IV-II a.C.).
- Rey camboyano con oreja alargada que invita a la interioridad (Camboya, siglo XII d.C.).
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