Símbolo – Verena Kast

El Árbol Cósmico, por Hildegard von Bingen (1098 – 1179)
Ver también ARAS https://aras.org/records/5ek.079
[Tomado de IAAP Page Web]

Verena Kast fue profesora de Psicología en la Universidad de Zúrich y analista de formación, supervisora y profesora en el Instituto C.G. Jung de Zúrich. De 1995 a 1998 fue presidente de la IAAP, de 1989 a 2013 presidente de la International Association of Depth Psychology, y de 1999 a 2020 miembro de la junta directiva del Lindauer Psychotherapiewochen. Ofrece conferencias en todo el mundo y es autora de numerosos libros sobre temas psicológicos, entre otros: The Dynamics of Symbols, Fundamentals of Jungian Psychology, Imagination as Space of Freedom y Growth through Emotions. Este documento se tomó de la página web de la IAAP. Traducido del inglés por Juan Carlos Alonso.

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“En lo inmediato, vivimos sólo en el
mundo de las imágenes”. 1 (CG Jung)

Jung entiende como símbolos las representaciones de fantasías generalmente entrelazadas a objetos del mundo, tal como los podemos percibir, pero también a eventos. En su opinión, la vida humana generalmente se constituye de manera simbólica: todo lo que experimentamos, representamos y damos forma, también hace referencia a un fondo inconsciente, que de la misma forma se expresa en estos símbolos; por ejemplo, los símbolos consisten en contenidos conscientes e inconscientes.

La palabra símbolo proviene de la palabra griega “symballein”, que significa unir, juntar. Un símbolo, que es “symbolon”, por su historia conceptual, es algo compuesto: algo visible de una realidad invisible, ideal. La consecuencia: todo lo que existe en el mundo, todo lo que experimentamos, significa algo, tiene un significado más profundo, se refiere a algo profundo.

Los objetos del mundo de la percepción pueden convertirse en símbolos, un anillo, por ejemplo. Pero son sólo objetos superficiales. Contienen indicios de lo que está oculto, de lo que está debajo de la superficie. El trasfondo puede ser muy misterioso: una expresión para lo completamente diferente, incluso lo insondable de la vida, que nos llena de curiosidad y añoranza. Entonces: un anillo es un objeto, pero también simboliza, por ejemplo, una conexión profunda y misteriosa con cierta persona.

Dependiendo del contexto del símbolo, su significado también cambia, aparecen nuevas formas de significado. Los símbolos tienen al menos un doble significado, ocultan y revelan, ocultan y muestran, contienen reminiscencias y anticipación. Los símbolos también son memoria: en ellos se repite lo que hemos vivido, y en ocasiones también lo que ha vivido la humanidad y lo que se refleja en los productos culturales. Pero no sólo se repiten, también cambian. Nuestros problemas personales suelen ser también problemas típicamente humanos, pero en su expresión individual. Son problemas con los que la gente siempre ha luchado. La poesía, las artes escénicas, la música, muestran variaciones de símbolos, que condensan cómo los problemas existenciales siempre se han representado de manera similar y, por lo tanto, también han existido. En realidad, los símbolos son proyecciones de nuestras posibilidades imaginarias.

Símbolo y función trascendente

C.G. Jung conecta la formación de símbolos con la tensión de los opuestos y la función trascendente resultante.

… “el vaivén de argumentos y afectos representa la función trascendente de los opuestos. La confrontación de las dos posiciones genera una tensión cargada de energía y crea una tercera cosa viva, no una lógica nacida muerta según el principio tertium non datur, sino un movimiento a partir de la suspensión entre los opuestos, un nacimiento vivo que conduce a un nuevo nivel de ser, a una nueva situación.” 2

En 1916, en su ensayo “La función trascendente”, Jung describe el contenido emocional de la psique, los complejos, como punto de partida de las fantasías, de las formaciones simbólicas. «En la intensidad de la perturbación emocional en sí reside… la energía que debe tener a su disposición para remediar el estado de reducción de la adaptación.” 3

Esas energías se muestran en imágenes, en símbolos en los que concentramos los afectos. Ya en 1916, Jung vio la psique como un sistema autorregulador, un sistema cuyo objetivo en cada caso era el equilibrio dinámico. Según Jung, la psique tiene tendencia a equilibrar la unilateralidad; si una persona se inclina demasiado en una dirección, esto se compensa; las personas que se ven a sí mismas demasiado brillantes, demasiado sin culpa, a menudo se ven enfrentados a su propio comportamiento sombrío.

La autorregulación de la psique parte de la emoción y se manifiesta en fantasías, en formaciones simbólicas.

Conexión de complejo, sueño y símbolo.

En 1929, en: “Los Problemas de la Psicoterapia Moderna” C.G. Jung escribe:

“El complejo forma, por así decirlo, un self miniatura contenido en la psique autosuficiente el cual… desarrolla una peculiar vida de fantasía propia. Lo que llamamos fantasía es simplemente actividad psíquica espontánea, y brota dondequiera que la acción inhibidora de la mente consciente disminuye o, como en el sueño, cesa por completo. Al dormir, la fantasía toma la forma de sueños. Pero también en la vida de vigilia, también continuamos soñando por debajo del umbral de la conciencia, especialmente cuando estamos bajo la influencia de represiones u otros complejos inconscientes”. 4

Por “otros complejos inconscientes” Jung se refiere a contenidos que se constelan desde el inconsciente, que al principio aún no eran conscientes y, por lo tanto, no estaban reprimidos. Estas declaraciones de C.G. Jung son en gran parte consistentes con lo que se investiga hoy en día en el campo de los pensamientos autogenerados, la “Mente Errante”. 5

Los gérmenes creadores de nuevas posibilidades de vida, que también se pueden percibir en los complejos, se hacen evidentes cuando los complejos no se reprimen, cuando uno se concentra en el estado de ánimo, el sentimiento o el afecto y así se percibe las fantasías que surgen y las moldea; es decir, son en última instancia los símbolos. Los símbolos son tanto una expresión de los complejos como un lugar donde se procesan los complejos. En los símbolos los complejos se hacen visibles, pero en los símbolos los complejos también fantasean, por así decirlo.

La insinuación de que en el trastorno afectivo reside la energía que el enfermo necesita para su autorregulación emocional, así como para los próximos pasos evolutivos, es una base teórica para las diversas técnicas, como la imaginación, la pintura, los juegos escénicos, la caja de arena y otras técnicas que se utilizan en la terapia junguiana para colocar los complejos en un espacio más amplio de significado y así permitir una transformación creativa.

Los símbolos están sobredeterminados

Jung: “Un término o una imagen es simbólica si significa más de lo que describe o expresa. [Los símbolos] tienen un aspecto ‘inconsciente’ comprensivo, que nunca se puede definir con exactitud ni explicar exhaustivamente”. 6 Los símbolos están sobredeterminados, por lo que siempre podemos mirar un símbolo de nuevo, tomarlo como punto de partida para imaginaciones y formaciones y encontrar nuevos significados para nuestras vidas.

Especialmente en los sueños, parece posible vincular imaginativamente símbolos en una variedad de formas, incluso contradictorias, de modo que emerge toda una red de significado. Y todo nuestro entendimiento trata de encontrar lo oculto detrás de lo superficial. El símbolo y lo que en él está representado tienen una conexión interna que no se pueden separar; lo superficial y lo profundo están vinculados entre sí. Eso significa que lo material está representado en lo espiritual, lo espiritual en lo material. Los procesos mentales están representados por imágenes y signos. La distinción entre inmanencia y trascendencia se supera en un símbolo y en el pensamiento simbólico.

Mitos, lenguaje, ciencia, religión, arte: cada área de la cultura se nos da en forma simbólica. Los símbolos transportan y transforman emociones y conocimientos. Los símbolos, especialmente los símbolos colectivos, nos estimulan, nos mueven interiormente, nos mueven emocionalmente, pero también dan forma a nuestras emociones, permitiendo captarlas. Esta es probablemente también la razón por la cual la gente ama el arte, la literatura, las historias de todo tipo, las películas. La gente parece necesitar las imágenes e historias arquetípicas para tener una vida contenta, o para regularse; por ejemplo, para encontrar una salida al aburrimiento, pero también para integrar lo que ha quedado fuera de la vida hasta ahora, para satisfacer necesidades espirituales básicas. Las transformaciones psicológicas también pueden hacerse visibles a través de símbolos cambiantes en los sueños y en la imaginación.

Notas de pié de página

1 C.G. Jung, CW 8, § 624

2 Jung, CW 8, La función trascendente. § 189

3 Jung, CW 8, §166

4 Jung, CW 16, §125

5 Fox, CK.R. et al (2018) Neurociencia afectiva del pensamiento autogenerado. En: Annals of the New York Academy of Sciences, mayo de 2018, p.6

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