Chiara Tozzi es psicóloga, escritora, guionista y profesora de guión. Es analista junguiana y psicoterapeuta con práctica privada en Roma. Es analista de formación para AIPA (Associazione Italiana Psicologia Analitica) e IAAP. Es autora de varias novelas, cuentos y guiones para cine, teatro, televisión y radio. Como profesora de Guión y Psicología, ha impartido clases en las Universidades de Roma y Florencia, la Escuela Nacional de Cine de Roma, la Scuola Holden de Turín, AIPA y otras escuelas y academias de Italia. Da conferencias a nivel internacional. Es la Directora Artística del “Premio Mercurius de Películas de Especial Importancia Psicológica y Sensibilidad a los Derechos Humanos”. Fue editora de “Studi Junghiani”, la revista de AIPA. Correo electrónico: chiarat652@gmail.com. Este documento se tomó de la página web de la IAAP. Traducido del inglés por Juan Carlos Alonso.
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Un encuentro con el inconsciente y una confrontación ética con nosotros mismos y con el mundo [1].
En nuestro tiempo, comunicarse y ser social se ha vuelto más fácil y rápido que en el pasado, gracias a las nuevas tecnologías y a la globalización. Esto nos hace sentir que podemos llegar a conocernos unos a otros, llegar a cualquier persona y acceder a la información de forma rápida y sencilla, de una manera nunca experimentada por la humanidad en los siglos anteriores. Además, las neurociencias y la psicología han sido y siguen proporcionándonos más herramientas para conocernos a nosotros mismos y entender nuestro comportamiento tanto en lo privado como en lo social. Podríamos decir que ahora parecemos más capaces de controlar y gobernar nuestra vida y la de los demás.
Sin embargo, cuando nos enfrentamos al inconsciente que nos habla a través de imágenes, emociones, sueños, impulsos y deseos hasta ahora desconocidos y poderosos que irrumpen repentinamente en nuestra conciencia, volvemos a sentirnos desprevenidos e indefensos como los homínidos que se enfrentaron al misterioso e inquietante monolito. en la famosa película de Stanley Kubrick, 2001: Odisea del espacio.
A pesar de los conocimientos y avances adquiridos, todavía nos cuesta a todos y a cada uno de nosotros entrar de verdad y en profundidad en contacto con el inconsciente y afrontarlo, por así decirlo, en igualdad de condiciones. Jung nos dice que es posible llegar a esta profunda y real confrontación interior. Es a través de la Imaginación Activa que él mismo se enfrentó al poder del inconsciente. La intensidad de esta experiencia llevó a Jung al umbral de una profunda crisis psicológico-existencial en su vida durante el período comprendido entre 1912 y 1920. En ese momento particular y crítico, Jung pudo explorar el inconsciente como ya lo había hecho Freud, y correr el riesgo de permitir que el inconsciente se revelara a sí mismo a través de imágenes. No durante el dormir, como ocurre en los sueños, sino durante la vigilia. Podríamos decir que mientras Freud creía que los sueños son la vía regia hacia el inconsciente, CG Jung creía que la vía regia para enfrentar el inconsciente –que es muy diferente a una interpretación reduccionista del inconsciente– es a través de la Imaginación Activa.
Lo que Jung tuvo el coraje de emprender y comprobar en persona a través de la práctica de la Imaginación Activa fue precisamente la posibilidad de “soñar despierto”, no a través de fantasías surgidas del deseo del yo, sino favoreciendo el acceso al inconsciente en la realidad cotidiana, y operando un diálogo consecuente y simétrico entre el yo consciente y las imágenes que emergen del inconsciente. Este diálogo puede conducir a una transformación psíquica; una transformación profunda y radical para la persona que la vive, ya que permite una forma diferente de funcionar y estar en el mundo. Junto a los propios recursos creativos y constructivos, permite transitar de la dimensión intrapsíquica a la interpsíquica, superando límites, que no podrían ser franqueados recurriendo únicamente a la función pensante [2].
El primer paso, indispensable para introducir a un paciente en la Imaginación Activa, es desarrollar lo que Jung definió como la capacidad de ‘pensamiento simbólico’ (Von Franz, 1980, p.131), lo que le llevó a escribir y hablar siempre con un «doble sentido» (Jung, 1951/1961, p. 70). Adquirir la capacidad de pensamiento simbólico, propia de la Imaginación Activa, no es sencillo. Cuanto más pensamos de manera familiar, más difícil es dominar el pensamiento simbólico (Von Franz, ibid, p.131). Murray Stein (2017, p. 52) explicó muy bien esta dificultad a través del ejemplo de una imaginación activa del físico Wolfgang Pauli, cuyo propósito era tratar de combinar los diferentes lenguajes de dos escuelas inicialmente separadas, la escuela de las ciencias y la escuela del significado: “en la más antigua de las dos, se entendían las palabras pero no el significado, mientras que en la más nueva se entendía el significado pero no las palabras”.
A continuación, me gustaría recalcar que la Imaginación Activa, si bien requiere un especial entrenamiento y dominio por parte del analista, no es una técnica. El paciente puede aprender de su analista cómo practicar la Imaginación Activa con sólo adquirir y desarrollar lo que el alumno de Jung, Gerhard Adler, definió como una actitud y no una técnica de Imaginación Activa (Adler, 1966). En mi opinión, se puede afirmar que esta actitud especial constituye el fundamento único de la Psicología Analítica. A través de esta actitud especial y disposición psicológica, podemos estar abiertos a los elementos inconscientes emergentes en nuestra conciencia y luego observar este desarrollo independiente, permaneciendo pasivos y receptivos, mientras enfocamos activamente nuestra atención en lo que está por suceder.
Esta situación no es diferente de ver una película o escuchar música: en ambos casos “recibimos” algo que no es producido por el espectador/oyente, pero que aún requiere nuestra atención, que es un tipo específico de actividad. Según Adler, la única diferencia es que a través de la Imaginación Activa la “película” se proyecta hacia el interior. La Imaginación Activa nos permite familiarizarnos durante la vigilia con las imágenes que representan los contenidos arquetípicos de la psique individual y colectiva, muy en consonancia con lo que ha sucedido y sucede dentro y fuera de nosotros. A través de esta familiarización, somos capaces de enfrentar nuestra individualidad, así como las imágenes y contenidos de la matriz colectiva inconsciente.
El duro y fascinante viaje descrito por Jung en el Libro Rojo nos enseña que es posible dialogar con estas imágenes. Del mismo modo, escritores, dramaturgos, guionistas y directores de cine entablan un diálogo con los personajes de una historia que parecen surgir de la nada, pero que en realidad provienen de su inconsciente y del inconsciente colectivo.
Jung también nos muestra que este diálogo especial puede conducir a una comparación ética, lo que significa que asumimos la responsabilidad de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Gracias a la práctica de la Imaginación Activa, el viaje psicoterapéutico analítico no nos desconecta del mundo de manera autorreferencial, sino que nos conecta y nos abre al Otro, brindándonos las herramientas y recursos para integrar lo que parece oscuro y desconocido, diferenciándonos del eco conformista de la conciencia colectiva.
En todos los escritos de Jung, el compromiso con las imágenes del inconsciente conduce a un mayor conocimiento de sí mismo y, en consecuencia, a una mayor reflexión sobre el valor de los objetos y las elecciones que todos los individuos deben enfrentar a lo largo de sus vidas. En opinión de Jung:
Es igualmente un grave error pensar que basta con llegar a una cierta comprensión de las imágenes y que el conocimiento puede hacer aquí un alto. Una percepción profunda de ellas debe convertirse en una obligación ética. No hacerlo es caer presa del principio del poder, y esto produce efectos peligrosos que son destructivos no sólo para los demás sino también para el conocedor. Las imágenes del inconsciente imponen una gran responsabilidad al ser humano. El no comprenderlas, o eludir la responsabilidad ética, lo priva de su totalidad e impone una dolorosa fragmentación en su vida (Jung, 1961 b, p. 237).
Por lo tanto, adquirir una actitud de Imaginación Activa diferencia a un analista junguiano de la actitud de los psicólogos y analistas de otras escuelas de psicoterapia y análisis.
La imaginación activa es un tesoro.
Es un recurso único, un legado precioso de Jung quien, el 12 de diciembre de 1913, decidió correr el riesgo de enfrentar y experimentar personalmente el inconsciente para ayudarse a sí mismo y a todos a vivir plenamente, como ciudadanos del mundo, tanto en nuestra vida privada afectiva y profesional, como en nuestra vida colectiva y pública.
Notas de Pie de página
[1] En numerosos contextos, Jung repite que el objetivo de este diálogo es la confrontación ética del yo (si es que realmente es capaz de enfrentarse al inconsciente en un nivel simétrico), no como superior, como suele ser el caso. Es exactamente como si se produjera un diálogo entre dos seres humanos con iguales derechos (Jung 1957).
[2] Según Jung, cuatro tipos funcionales corresponden a los medios por los cuales la conciencia obtiene su orientación hacia la experiencia. La sensación (es decir, la percepción de los sentidos) te dice que algo existe; el pensamiento te dice lo que es; el sentimiento te dice si es agradable o no; y la intuición te dice de dónde viene y hacia dónde va (Jung, 1961)
Referencias
Adler G. (1966). Studies in Analytical Psychology. London: Hodder & Stoughton. Jung, C.G (1961) Symbols and the Interpretation of Dreams, CW,18. London: Routledge, 1977
Jung, C.G. (1961). Memory, Dreams, Reflections. New York: Vintage Books
Jung, C.G(1929/1957) Commentary on The Secret of the Golden Flower, CW 13. Routledge Taylor & Francis Group.
Jung C.G (1951-1961) Letters of C. G. Jung, Vol. 2. Routledge 1976
Stein, M (2017) Outside Inside and All Around. Chiron Publications
Von Franz, M.L, (1980) The Psychological Meaning of Redemption Motifs in Fairytales. Inner City Books Ed.1985
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