Enantiodromía – Juan Carlos Alonso González

Juan Carlos es Psicólogo (Universidad Nacional, Bogotá) y Analista Junguiano de la IAAP (International Association for Analytical Psychology). Magister en Estudios Políticos (Universidad Javeriana). Miembro Fundador y Director de ADEPAC (Amigos de la Psicología Analítica en Colombia). Miembro de la SCAJ (Sociedad Colombiana de Analistas Junguianos). Atiende consulta particular virtual como psicoterapeuta y analista junguiano en Bogotá, Colombia. Correo: adejungcol@yahoo.com

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El filósofo presocrático Heráclito entendía la enantiodromía como una parte fundamental de su visión del mundo, centrada en el cambio constante y en la unidad de los opuestos. Para él, todo está en un flujo permanente, y la armonía del universo emerge del conflicto y de la interacción de los contrarios. Creía que el exceso de una fuerza eventualmente conduce a su opuesto, manteniendo así el equilibrio dinámico del cosmos. Este concepto subraya la creencia de Heráclito en el conflicto como motor del cambio y en la necesidad de opuestos para la existencia del orden en el universo.

Jung se basó en Heráclito para definir psicológicamente la enantiodromía como el proceso por el cual algo se convierte en su contrario. Consideraba válida la  propuesta de Heráclito de ver la vida como un juego de contrastes, según el cual todo lo que es, pasa a ser su contrario. Cita al filósofo, quien afirma: “Lo vivo se vuelve muerte y la muerte vida, el joven se vuelve viejo y el viejo joven, el despierto se duerme y el dormido despierta: el torrente de la generación y la corrupción nunca se detiene” (Jung, OC 6 Par. 716).

Samuels et al dirán que la ley de la enantiodromía se subordina al principio de compensación de Jung, el cual busca establecer o mantener el equilibrio dentro de la psique (Samuels et al., 1997, pp. 53). Jung descubrió una compensación demostrable empíricamente que opera en los procesos psicológicos, y que corresponde a las funciones auto-reguladoras del organismo. Consideraba esta actividad compensatoria del inconsciente como el equilibrio de cualquier tendencia hacia la unilateralidad por parte de la consciencia. Los contenidos reprimidos por la orientación consciente del individuo pasan al inconsciente y forman allá una polaridad contraria a la consciente. Esa oposición se fortalece con cualquier aumento de énfasis en la actitud consciente hasta llegar a interferir con la actividad de la consciencia.

Siendo compensatorio, el punto de vista de lo inconsciente siempre será inesperado, y aparecerá de forma diferente al punto de vista asumido por la consciencia. Como escribió Jung, “En este sentido, se puede ver en la compensación una regla fundamental del comportamiento psíquico. El defecto aquí causa un exceso allí. También la relación entre lo consciente y lo inconsciente es compensatoria” (Jung, OC 16, Par. 330).

Eso explica el concepto de enantiodromía. Menciona Jung que con ese término designa:

«la emergencia del opuesto inconsciente en el curso del tiempo. Este típico fenómeno no deja prácticamente nunca de producirse allí donde la vida consciente es gobernada por una orientación en extremo parcial, constituyéndose a consecuencia de ello con el paso del tiempo una antítesis inconsciente igual de intensa, que primero se manifiesta inhibiendo el rendimiento consciente y luego interrumpiendo la orientación recién citada» (Jung, OC 6, Par. 718).

En otras palabras, la enantiodromía caracteriza un fenómeno que ocurre siempre que una tendencia extrema y unilateral domina la vida consciente, y que con el correr del tiempo, aparecerá una posición contraria inconsciente igualmente poderosa, que inicialmente inhibe la tendencia consciente pero posteriormente llega a conquistar el control consciente.

Como un ejemplo de enantiodromía, Jung menciona el caso de San Pablo. Conocido como Saulo de Tarso, era un férreo perseguidor de los cristianos, dedicado a la supresión del naciente movimiento cristiano. Sin embargo, experimentó una conversión profunda en el camino de Damasco, tras lo cual se convirtió en un apóstol del cristianismo, dedicando su vida a predicar el Evangelio que antes intentaba destruir.

Jung menciona que este concepto designa «la alternancia de los opuestos en el sucederse de las cosas, es decir, la idea de que todo cuanto existe se transforma en su opuesto». Y cita a Heráclito cuando afirma: “Construcción y destrucción, destrucción y construcción, no solamente son la norma que abarca todos los ciclos de la vida natural, desde el más pequeño al más grande de ellos, sino que aún el mismo universo retornará también un día al fuego originario del que surgió” (Jung, OC 6, Par. 716).

Jung estaba convencido que «de la cruel ley de la enantiodromía sólo escapa quién sabe diferenciarse de lo inconsciente, pero no por haber operado su represión, pues en tal caso su inconsciente se limitará únicamente a sorprenderlo por la espalda, sino por haber tenido el acierto de representárselo de un modo visible como algo que es distinto de él.” (OC 7, Par. 112). Si el individuo no logra esa separación, dependerá siempre del mecanismo auto regulador de la psique, que causará irremediablemente el debilitamiento del control del yo (Samuels et al., 1997, pp. 53).

Indagando sobre el orígenes de los polos opuestos en la psque, Neumann propone que en las etapas tempranas del desarrollo psicológico individual, la consciencia aún no se ha diferenciado claramente del inconsciente, lo que permite que los opuestos coexistan sin conflicto aparente dentro del inconsciente. Esta fase corresponde al estado de indiferenciación original. Pero luego, cuando la consciencia comienza a separarse del inconsciente, se inicia el proceso de reconocimiento y diferenciación de los opuestos. Pero, mientras que en el individuo contemporáneo existe la posibilidad de decisión y orientación conscientes, la psicología del hombre ancestral estaba marcada por una mezcla de deseos, emociones, instintos y reacciones somáticas que estaban aún fundidas. «Amor y odio, alegría y tristeza, placer y dolor, atracción y repulsión, sí y no, están al principio yuxtapuestas y fundidas, y no poseen el carácter antitético que posteriormente aparentan tener» (Neumann, 2015, pp. 101).

Aunque Neumann no menciona el término enantiodromía, se resalta que en la anterior cita, el autor hable de cambios que luego «aparentan tener», porque se relaciona directamente con este fenómeno. Neumann añade que la psicología profunda ha descubierto que aún en la actualidad, los opuestos están más juntos y se encuentran más conectados íntimamente de lo que su aparente separación nos podrían llevar a suponer. Agrega: «No sólo en el neurótico, sino también en la persona normal, los polos se encuentran uno al lado del otro; el placer se transforma en dolor, el odio en amor, la tristeza en alegría, mucho más rápido de lo que cabría esperar» (Neumann, 2015, pp. 102).

Y el concepto de enantiodromía explica tales transformaciones de un opuesto a otro a pesar del avance en el desarrollo de la consciencia. Una vez que la consciencia se ha separado del inconsciente, los opuestos que antes coexistían en tal estado de indiferenciación comienzan a ser reconocidos por la consciencia. Esto puede generar tensión, ya que la consciencia tiende a identificarse con un polo de un opuesto, reprimiendo o ignorando el otro. Y la enantiodromía actúa como un mecanismo de compensación ante este desequilibrio: si un opuesto es reprimido o negado por demasiado tiempo, la psique tiende a moverse hacia ese opuesto reprimido en un intento de restablecer el equilibrio. La enantiodromia después de la separación de la consciencia del inconsciente representaría un intento de la psique de volver a un estado de totalidad, reconociendo e integrando los opuestos que fueron diferenciados. Este proceso es crucial para el desarrollo psicológico, ya que promueve la integración de los aspectos inconscientes en la consciencia, un paso esencial hacia la realización del Sí-mismo, que es el objetivo del proceso de individuación.

Clínicamente, la enantiodromía se experimenta típicamente junto con síntomas asociados a neurosis agudas, ya que normalmente la compensación es un regulador inconsciente de la actividad consciente, Sin embargo, cuando existe un disturbio neurótico, en el inconsciente aparece un contraste tan fuerte con el estado consciente, que el propio proceso compensatorio se ve perturbado. Así, la neurosis puede verse como un síntoma de la lucha interna del individuo contra el proceso de enantiodromia, una señal de que el equilibrio psíquico necesita ser restaurado. El análisis junguiano abordaría este desequilibrio explorando y tratando de integrar los aspectos inconscientes que están siendo compensados por medio de la enantiodromia, con el objetivo de alcanzar una mayor armonía y salud psíquica. Jung decía: 

“En la neurosis, el contraste entre lo inconsciente y la conciencia es tan fuerte que la compensación ve trastornado su funcionamiento. Por ello, el fin perseguido por la terapia analítica estriba en una concienciación de los contenidos inconscientes que restablezca el mecanismo de la compensación” (Jung, CW 6, Par. 765).

Referencias

Jung, C. G. (2000). Tipos Psicológicos, Obra Completa Vol. 6, Madrid: Editorial Trotta.

Jung, C. G. (2006). La Práctica de la Psicoterapia, Obra Completa Vol. 16, Madrid: Editorial Trotta.

Jung, C. G. (2007). Dos escritos sobre Psicología Analítica, Obra Completa Vol. 7, Madrid: Editorial Trotta.

Neumann, Erich (2015). Los orígenes e historia de la consciencia. Lima: Traducciones Junguianas.

Samuels Andrew et al. (1997). A critical Dictionary of Jungian Analysis. London and New York: Routledge.

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