Análisis Junguiano de la película El Cisne Negro – Juan Carlos Alonso G.

JUAN CARLOS ALONSO

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Juan Carlos Alonso es Psicólogo (Universidad Nacional, Bogotá), Analista Junguiano de la IAAP (International Association for Analytical Psychology) y miembro de la SCAJ (Sociedad Colombiana de Analistas Junguianos). Magister en Estudios Políticos (Universidad Javeriana). Miembro Fundador y Director de ADEPAC (Asociación de Psicología Analítica en Colombia). Atiende consulta particular como Psicoterapeuta y Analista junguiano especializado en adultos. Este artículo fue elaborado con base en el Cine foro coordinado por el autor en Bogotá el sábado 3 de diciembre de 2016. Correo:adejungcol@yahoo.com

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RESUMEN

El Cisne Negro es una película del director norteamericano Darren Aronofsky, que fue presentada en el año 2010. Natalie Portman ganó el premio Oscar a la mejor actriz y la película tuvo varias nominaciones al Oscar. Es una película que se presta para ser analizada desde muchas aproximaciones. He preferido hacerlo desde la mirada junguiana solamente de dos complejos: la persona y de la sombra. Para algunas ideas del análisis tuve en cuenta reseñas de internet, en especial dos de ellas, una es el documento El Cisne Negro, una iniciación fallida, de mi colega venezolana Trudy de Bendayán, y la otra es la reseña que hizo Jaume Cardona en su Blog Cine y Psicología.

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PRESENTACIÓN

El film gira en torno a la preparación para el debut de la obra “El lago de los cisnes”, de Tchaikovsky, por la compañía del Ballet de Nueva York. Relata la historia de la bailarina Nina Seyers (interpretada por Natalie Portman), a quien su director Thomas Leroy (Vincent Cassel) escoge, con ciertas dudas para ser la primera bailarina, que debe representar tanto el papel del Cisne blanco como del Cisne Negro en la obra.

Relación de Nina con su madre

Erica (Barbara Hershey) fue en su juventud bailarina, y dice a su hija que dejó su carrera al quedar embarazada de ella. El mensaje que le hace llegar continuamente es: “De no ser por ti, hubiera triunfado”, lo cual lleva a Nina a la necesidad de sacrificarse por ella. Se siente obligada a ser la bailarina triunfadora que su madre no pudo ser, por su culpa.

A la vez, Erica busca, a través de Nina, ver realizado ese sueño no cumplido de convertirse en una gran bailarina. Esto lleva implícito un drama, ya que tanto si su hija triunfa en el futuro, como si fracasa, la madre perderá su propósito en la vida. Por eso, vemos su ambivalencia en el trato con su hija, pues a la vez que la motiva para ser la mejor, también le repite una y otra vez que sabe que no lo va a lograr. Es el típico doble mensaje materno que produce tantos trastornos en la psique de un niño o niña. Pareciera encontrar que la solución a este conflicto fuera mantenerla infantilizada y dependiente de ella. Porque si Nina creciera y se hiciera autónoma, su vida perdería toda razón de ser. Para demostrar que lo ha logrado, no hay sino que observar su cuarto de niñita, rodeada de peluches y juguetes, como el de una pequeña princesita. Es un mundo infantilizado y congelado en el tiempo.

Para mantenerla niña, Erica es terriblemente posesiva con su hija. A través del celular, mantiene controlada toda su vida exterior, vigilando y censurando todo acercamiento al mundo afectivo y sexual.

Los complejos de Persona y Sombra

Aunque antes se creía que el ser humano tenía una única personalidad, Jung va a afirmar que en realidad esa personalidad está compuesta por un conjunto de sub-personalidades. Dos de esas sub-personalidades, además del yo, son la persona (o máscara) y la sombra, dos complejos que existen en toda psique. La “persona” contiene todos esos rasgos que deseamos que nos vean los demás; es nuestra máscara psicológica, que es absolutamente necesaria para facilitar la interacción entre nuestro verdadero yo y el mundo exterior, pero que muchas veces se identifica con la profesión u ocupación, impidiendo conocer al ego que se encuentra tras esa máscara. Por el contrario, la “sombra” contiene todos esos rasgos que NO nos gustan de nosotros, de aspectos vergonzosos que hemos reprimido y por eso no los logramos ver. Lo paradójico, es que muchos de estos rasgos sí los pueden ver los demás. Son como ese lunar que tenemos en la espalda que todos pueden ver, menos nosotros. Persona y Sombra son como dos hermanos(as): uno está afuera, a la vista de todos, mientras que el otro está escondido. Uno es relativamente consciente mientras que el otro es inconsciente. El complejo de la sombra crece como reacción a esa “máscara” que presentamos al mundo. Así que si nuestra máscara es intensa, la sombra será de igual intensidad.

¿Cómo debemos manejar ese par de complejos? Jung decía que nuestro ego debe buscar reconocerlos pero saber que no hacen parte de él. Esa es la forma de evitar que nos identifiquemos con ellos o que ellos entren en posesión de nuestro ego.

El complejo de Persona en Nina

La madre de Nina parece estar sinceramente convencida de ser una muy buena madre. Jung decía que era preferible que las madres no fueran demasiado buenas sino madres “suficientemente buenas”. Porque cuando una madre quiere ser la mejor mamá del mundo, corre el peligro de abrazar y proteger tanto a sus hijos e hijas, que puede terminar por asfixiarlos, y eso es lo que sucedió con Nina. Le impidió crecer y desarrollar un yo sólido, autónomo y estable. Y un yo frágil es presa fácil de dejarse poseer por los complejos.

¿Cómo podríamos definir la persona (o máscara) de Nina? Como una muchacha bondadosa, obediente, juiciosa, sin malos pensamientos, autoexigente, que busca la perfección, que desea ser una hija modelo, que se deja acostar, vestir y desvestir por su madre, que no tiene amigos ni amigas, y que, ante todo, es bailarina. Su ego está tan identificado con la máscara de bailarina, que cuando uno de los muchachos que conoce en el bar le dice: “Aun no me has dicho quién eres”, ella le responde: “Bailarina”, y él replica: “No, me refiero a tu nombre”. Es como si el ser bailarina fuera más importante que ser Nina. En síntesis, la Persona de Nina es ante todo un modelo de “buena niña”, como la llama su mamá. Pero es una niña, no una mujer.

Complejo de sombra en Nina

También en la conformación del complejo sombra de Nina influye muchísimo la personalidad de la madre. Érica se caracteriza por una posesividad devoradora, desarrollada sin límites ante la inexistencia de un padre, que en ningún momento se hace referencia a él. Jung afirmaba que una actitud tan posesiva puede generar la inhibición del instinto femenino en las hijas, que es lo que parece haber sucedido a Nina, quien no tiene consciencia de su propio erotismo. Lo mantiene reprimido en la sombra, lo cual es un enorme peligro, porque la negación de los instintos, puede llevar a desdoblamientos peligrosos, como el que se da en la vida de Nina.

Veremos que detrás de la devoción de Nina por su madre, hay una gran agresividad inconsciente y una fuerte necesidad por rebelarse contra esa mujer celosa que no la deja crecer.

Así que ¿Cómo podríamos caracterizar la sombra de Nina? Como una fuerza femenina erotizada que desea desinhibirse, con deseos de explorar sus instintos sexuales, rebelarse contra su madre y volverse autónoma, soltando todos sus controles agresivos. En síntesis, ser una «chica mala».

En el film, vemos cómo esta sombra la acecha desde el comienzo de la película, en esas apariciones constantes de su doble, vestida de negro, en el metro y en los pasadizos. Es una sombra que aún no interactúa con ella, sino que se deja ver sólo para recordarle que existe y para cuestionar su máscara de niña buena. Para recordarle que hay una niña mala dentro de ella que está esperando que se la tenga en cuenta. Pero el ego de Nina se ha identificado tanto con su máscara que ha reprimido la sombra sintiendo su cercanía como una amenaza, provocadora de miedo y ansiedad. Pero no sirve de nada que reprimamos nuestra sombra, ya que ésta sigue trabajando detrás de escena, entre bambalinas, produciendo todo tipo de comportamientos neuróticos y compulsivos, como los que afectan a Nina.

Autoagresión de Nina

Psicológicamente sucede que todos los instintos agresivos que no se desahogan en el afuera se vuelven hacia adentro, hacía uno mismo. Así, los instintos violentos de ira y agresividad que Nina siente hacia la madre y que no pueden ser manifestados, encuentran su vía de escape a través de tales comportamientos compulsivos como los de rasguñarse la espalda o hacerse daño al cortarse las uñas. Simbólicamente, las uñas representan la agresividad. Y tanto Erica como Nina se preocupan porque la Buena niña «no saque las uñas”. Los cortes que Nina hace a sus zapatillas son una metáfora de los cortes que hace en su cuerpo.

Todas son formas de autoagresión semejantes a esa práctica de baile tan desmedida, que no le permite hacer nada más en su vida. O a esos trastornos alimenticios que la llevan a comer poco (su desayuno parece consistir en media toronja y un trozo de queso) y a vomitar constantemente. Según la analista Marion Woodman, los trastornos alimenticios se suelen asociar a una mala relación con las madres, y pueden llevar a la clásica “adicción a la perfección”.

Leroy, el director

Thomas Leroy es el director artístico de la compañía de ballet. Fija su atención en Nina y en su depurada técnica y encuentra que es la encarnación perfecta del cisne blanco. Le dice “Si sólo pudiera haber un cisne blanco, serías tu”. Pero tiene dudas de su capacidad para representar al Cisne Negro. Sabe que ese segundo papel requiere de un afloramiento del erotismo, la pasión, la agresividad y hasta de cierta maldad. Le insiste una y otra vez que se suelte, que se relaje. Le dice: “No tan controlado. ¡Seduce!”. Ella le dice que no hace otra cosa que practicar disciplinadamente todo el tiempo, a lo que Leroy le increpa: “¿Y toda esa disciplina para qué?» Y Nina le responde: “Porque quiero ser perfecta”. Nina es lo que Marion Woodman llama una adicta a la perfección.

Leroy desempeña un rol como el de Hades en la mitología griega. En el mito, cuando la inocente e ingenua Core va feliz por el campo recogiendo flores, aparece el dios Hades y la rapta para llevarla al inframundo, en donde ella se convertirá en Perséfone, una mujer que se contacta con su sombra, y de esa manera, Core se convierte en una mujer adulta y sexualizada. Ese es el desarrollo normal de toda mujer completa. Leroy intenta de varias maneras, al igual que Hades, sacar a la superficie esos aspectos oscuros que sabe que están ocultos en el interior de Nina, pero no lo consigue. Sabe que para que ella represente al Cisne negro, es necesario que abandone ese pudor infantil y que sea desenvuelta y voluptuosa, por lo que le deja una tarea: “Ve a casa y tócate”. Luego, cuando Leroy la besa, ella lo muerde. En ese momento, Nina cree que ha cometido su peor equivocación, cuando el efecto real es que el director decide darle el papel principal, pues ve una posibilidad de que a partir de ese acto de morderlo, Nina siga sacando su agresividad, su erotismo y el resto de su sombra. Por eso, le da luego la bienvenida oficial a Nina como bailarina principal. Pero ese es el primer hecho que incrementa de inmediato todos los conflictos internos de la joven.

Encuentro con la Sombra: Lily

En ese momento aparece el otro personaje importante en el film, que es Lily (interpretada por Mila Kunis), quien tiene una personalidad opuesta a la de Nina, pues es sensual, seductora, espontánea y alegre. Lily representa el «gancho» perfecto para que Nina proyecte su sombra en ella. La proyección del complejo de la sombra en otros, es psicológicamente un intento que hace la psique para resolver de manera fácil la tensión creada por el conflicto moral entre el bien y el mal. En el caso de Nina, entre la buena chica y la mala chica. Pero no proyectamos nuestra sombra en cualquiera. Es como si nuestra psique identificara a alguien lo suficientemente parecido a nuestra sombra como para poder atribuirle esos rasgos. En ese sentido era que Jung decía que debía haber un “gancho” en la persona que recibe la proyección, para que podamos colgarla en ella. En la película, Nina encuentra ese gancho en Lily. Otros autores postjunguianos dicen que proyectamos nuestra sombra para mantenerla cerca, y de esa manera, la consciencia tiene la posibilidad de conciliarse con ella. ¿Por qué sucede esto? Porque la sombra siempre trata de conciliarse de nuevo con el ego, del cual ha surgido.

Nina desarrolla con Lily una relación de amor-odio: le atrae existencialmente y desearía ser como ella, pero no lo puede hacer. Y a la vez, la ve como alguien peligroso que quiere arrebatarle su lugar. Es decir, que posea su ego, que como dijimos es un gran riesgo también.

En algún momento Nina ve a Lily bailando de manera desenvuelta, seductora y alegre. Leroy se acerca a ella y le dice: «Mira como son sus movimientos. Son precisos, espontáneos… No lo está fingiendo». En ese momento, Nina comienza a verla sólo como una rival y por eso, va desarrollando hacia ella un delirio paranoico.

La paranoia llega a su clímax cuando se entera de que Lily ha sido nombrada por Leroy como bailarina suplente. Ella va a donde el director y le ruega que no la elija a ella. Que podría aceptar a cualquier otra persona, pero no a ella. Dice: “No, esto es diferente. Sé que va a por mí. Quiere mi rol”

Rebelión de Nina

Mientras tanto, el control y el dominio de la madre no tiene límites. Invade permanentemente la intimidad de Nina. Hay dos escenas especialmente impactantes: aquella en la que la está desvistiendo y al comprobar que se ha vuelto a rascar la espalda, la arrastra semidesnuda hasta al baño para cortarle violentamente las uñas, diciéndole: “¡Sabía que sería demasiado! Lo sabía”, que es como si le dijera celosamente que desde el comienzo sabía que ella no iba a poder superarla como bailarina.

La otra escena significativa, es cuando Nina se está masturbando en la cama, por sugerencia de Leroy, y descubre horrorizada, real o alucinatoriamente, que su madre está durmiendo en una silla al lado de su cama, y debe interrumpir su exploración.

Intenta una vez más tocarse a sí misma estando en la bañera, pero de nuevo es interrumpida cuando aparece su sombra en forma de ella misma, malvada y burlona, que la aterroriza, como antes lo hiciera su madre.

Se puede uno preguntar ¿Por qué la sombra es su enemiga? Y es por los mensajes moralistas de su madre que no permiten que esa sombra instintiva se acerque en forma amigable. Es decir, a Nina le está vetado el placer, por lo cual debe ser proyectado en el exterior.

Erica le pregunta a Nina si Leroy se está aprovechando de ella y le advierte. “No quiero que cometas el mismo error que yo”. Le recuerda nuevamente que dejó su carrera a causa de su embarazo. Nina reacciona por primera vez. Da a entender que la carrera de bailarina de Erica nunca llegó a ser como la de ella. Iracunda, la madre le pide que se quite la ropa para revisarle la espalda. Y ella se niega. En ese momento llaman a la puerta y es Lily. Contra el deseo de su madre, sale de fiesta con ella. Con grandes resistencias, acepta beber alcohol con droga, conocer a Tom y Jerry, bailar y tener sexo con hombres… interrumpida varias veces por las llamadas telefónicas de la madre.

En el viaje a casa, siente que Lily se acerca sexualmente a ella en el taxi. Cuando llegan a casa tiene con Lily un acercamiento sexual, pero al terminar, descubre que ha tenido relaciones con ella misma, con su sombra. Y eso lo comprueba al día siguiente, cuando Lily le dice que no estuvo en su casa.

Pero la rebelión de su madre ya se ha dado y es un punto de no retorno. Nina le dice que se va a mudar, rompe la caja de música que siempre había estado en su mesita de noche, y bota a la basura todos sus muñecos de peluche.

Cuando llega al teatro y le están tomando las medidas para el traje definitivo, se mira en el espejo y la imagen especular no la imita. Es la primera manifestación clara de que su sombra la está poseyendo, que está tomando vida propia y le desobedece. En otra de sus alucinaciones, ve a Leroy teniendo sexo con Lily, aunque luego descubre que lo hace con su sombra, quien la mira riendo soberbia y sexual.

Disociación psicótica

Simbólicamente, las relaciones sexuales en sueños y alucinaciones representan intentos de conciliación (o coniunctio) entre partes psíquicas dentro de nosotros. Tanto el acercamiento sexual imaginal de Nina con su sombra, personificada en Lily, como esta última alucinación sexual de Leroy con su sombra, son intentos de conciliación en Nina de la Sombra con su ego, pero que resultan fallidos. El débil ego de Nina es finalmente arrasado por la sombra, por esos contenidos inconscientes reprimidos y ocurre la psicosis.

La psicosis, para Jung, es una disociación extrema  de  la personalidad. Al igual que la neurosis, se debe a la actividad de complejos inconscientes (como la sombra y la persona) y al fenómeno de disociación. La diferencia es que en la neurosis, los complejos son sólo relativamente autónomos, mientras que en la psicosis, están completamente desconectados de la consciencia.

En este estado el individuo pierde contacto con la realidad, y confunde el adentro con el afuera como se muestra de manera magistral en la película. Comienzan fuertes alucinaciones como la de ver que aparecen en su espalda plumas incipientes, que sus piernas se tuercen como las de un ave, que sus dedos se unen palmípedamente, que sus ojos se enrojecen…

Nina se desmaya en la casa tras golpearse la cabeza. Despierta el día siguiente, que es el estreno de la obra. Intenta salir de la casa para ir al teatro, pero su madre ha escondido las llaves y ha llamado, diciendo que ella no puede ir porque no se encuentra bien. Se pelean, mientras la madre le repite que el papel principal la está destrozando y que no va a poder desempeñarlo.

Cuando Erica le pregunta en quién se ha convertido su dulce niña, ella le responde: “¡Soy la reina cisne! ¡Y tú nunca llegaste a nada!” Esa es la rebelión definitiva de su madre. Pero es muy tarde, y ya no es posible romper el hechizo de la sombra.

Posesión de la sombra

Nina llega a tiempo para interpretar al Cisne blanco y lo sabe hacer a la perfección, como siempre, pero se cae al final del primer acto, luego de ver a Lily, real o alucinatoriamente, mostrándose seductora con el bailarín principal.

La encuentra luego en su camerino maquillándose y retándola, sobre su caída: » Debe haber sido bastante humillante, ¿Qué te parece si yo bailo el cisne negro por ti?». Y mientras se lo dice, Lily se transforma de nuevo en su sombra. Pelean y Nina acaba clavándole un trozo de vidrio, que justo entonces vuelve a transformarse en Lily. En este momento, la sombra se ha posesionado por completo de su ego. La psique de Nina se ha fragmentado, lo cual es simbolizado por el reguero de trozos de espejo en el suelo.

Con la posesión de la sombra, Nina se ha transformado literalmente en el cisne negro, y, como tal, sale a escena y realiza una magnífica interpretación, llena de erotismo, pasión, y agresividad femenina.

Al volver al camerino, descubre asustada que Lily la viene a visitar para felicitarla por su magistral interpretación. Sólo entonces se da cuenta de que cuando atacó a Lily, en realidad fue a ella misma a quien se hirió mortalmente…

Sale de nuevo al último acto del baile como Cisne Blanco, pero sabe que una vez que su sombra la ha poseído, el Cisne debe morir, como ocurre realmente al final de la obra. Muere la «dulce niña», la “pequeña princesa”. Acaba el ballet con el éxito clamoroso de Nina.

Antes morir, Nina dice: «Lo he sentido… Perfecto… Fui perfecta”. Muere sintiendo que pudo finalmente alcanzar la perfección que tanto anhelaba, al haber experimentado tanto al cisne blanco como al negro; es decir tanto a la persona como a la sombra. Pero lo hizo a costa de su vida. Al igual que le sucede al Dr Jeckyl cuando decide matar a Mr Hyde, él también muere. Nina murió sin haber experimentado en vida la conciliación de sus dos complejos. Los pudo experimentar en forma separada, para después morir.

Conclusión

En síntesis, con esas enormes represiones instintivas que cargaba, Nina podía representar muy bien el papel del cisne blanco pero no el del cisne negro, el cual representaba su sombra. Y cuando aflora en ella su sombra, su frágil ego es incapaz de resistir la tensión entre el bien y el mal, entre la niña buena y la chica mala, y la maldad se apodera de su yo.

Nina, al igual que Core, conoció al dios Hades, pero no se dejó llevar al inframundo para volverse Perséfone, sino que se quedó atrapada a medio camino del rapto, entre la princesa buena infantilizada y la mujer adulta erotizada.

Lecciones que deja la película, en mi opinión: debemos conocer y aceptar nuestra sombra para poder madurar. La tarea de Nina al igual que la de todos nosotros es integrar la sombra y la persona. Jung decía que el proceso de individuación buscaba, no que fuéramos cada vez más buenos, sino cada vez más completos, integrando todas nuestras polaridades, entre otras las del bien y el mal.

La sombra aparece en ocasiones en esa forma tan dramática como la de Nina para que abramos los ojos a la posibilidad de que nuestros valores actuales son demasiado extremos. Que somos demasiado dogmáticos. Que veamos las cosas sólo en blanco y negro, en lugar de ver los tonos grises que cubre toda nuestra existencia. Que nos mostramos intolerantes con quienes no están de acuerdo con nuestra mirada del mundo. Como la lucha visceral entre los del sí y el no, en el país, con respecto al plebiscito. Si logramos mantener la lucha interna entre los polos opuestos, algo nuevo emergerá como solución, algo que no es ni un extremo ni el otro, que no es ni la persona ni la sombra, pero que contiene algo de los dos.

La aparición de la sombra puede llevar al inicio de un sano proceso de individuación. Que a veces resulta exitoso, y otras resulta fallido, como el de Nina.

Jung decía: “La tendencia a separar tanto como sea posible los opuestos… es absolutamente necesaria para la claridad de la consciencia, ya que su esencia se basa en la discriminación inconsciente. Pero cuando la separación se lleva tan lejos que perdemos de vista el opuesto complementario y ya no vemos lo negro que hay en la blancura, el mal que hay en el bien, la profundidad que hay en las alturas, etc, el resultado es la parcialidad, la cual es entonces compensada desde el inconsciente sin nuestra ayuda.”

Por eso debemos considerar siempre las dos caras de los dilemas morales. Y también por eso debemos evitar siempre los dogmatismos. Todo el mundo carga una sombra, y mientras menos esté incorporada en la vida consciente del individuo, más negra y densa será. Si un aspecto de nuestra sombra se hace consciente, hay siempre una oportunidad de corregirlo. Si no, no. Lidiar con los aspectos de la sombra exige que el individuo tenga que llegar a un acuerdo con la sombra de sus instintos, que es lo que Nina no pudo hacer.

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