Arte onírico e imaginación creativa

Maria Taveras

Maria Taveras, L.C.S.W., es psicoanalista junguiana dominicana, en formación en el C.G. Jung Institute de Nueva York. Es también una escultora premiada en “arte onírico.” Su escultura “Transformación de lo femenino” recibió en 2004 un Premio Gradiva de la Asociación Nacional para el Avance del Psicoanálisis, y sus esculturas “Surgimiento de la serpiente alada” y la “Mujer Serpiente” fueron exhibidas en la muestra Dream Art Showdurante la conferencia de la Asociación Internacional para el Estudio de Sueños en 2005. Su correo electrónico es: mdtaveras@hotmail.com

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Winged Serpent, de Maria Taveras

 

Traducido del inglés por Ana Rico de Alonso

Comencé mi forma de imaginación activa después de haber tenido un sueño en el que escuché una voz que me ordenaba esculpir mis sueños-imágenes. En 1993, la C. G. Jung Foundation de Nueva York hizo una convocatoria abierta para presentación de trabajos de arte relacionados con los sueños. Me puse a trabajar aceleradamente y esculpí dos pequeñas piezas, que fueron aceptadas; ésa fue mi primera exposición. En mi “arte onírico” combino la interconexión de la imaginación creativa, mi trabajo como psicoanalista Junguiana en formación y como escultora, con un interés especial en la creación artística de imágenes oníricas. Me centraré en los sueños como fuente de imaginación creativa y describiré el proceso artístico por el cual transformo imágenes arquetipales de mis propios sueños en esculturas.

Durante los últimos años, he estado trabajando en las esculturas que emergían derivadas de una serie de sueños que tuve después de visitar al C.G. Jung Institute de Zurich al comienzo de los años 90. Llamo a estas esculturas “arte onírico.”

Una de estas esculturas es “Surgimiento de la serpiente alada”, la figura de una mujer que emerge de un árbol, con una serpiente alada surgiendo de la boca de la mujer. Es una imagen compuesta, una combinación de formas animal, vegetal, y humana. La otra escultura es la “Mujer Serpiente”, una figura con cuerpo de mujer en la parte superior y con cuerpo de serpiente en la parte inferior, que llamo una imagen antropo-teriomórfica, una combinación de formas humanas y animales.

Jung estaba en el primer sueño, y yo yacía en un diván de su consultorio. Le decía que no entendía porqué tenía tal profusión de serpientes que salían de mi boca. Estaba impactada por tener tantas dentro de mí. Emergían de una parte muy profunda de mí. Jung decía, “Bien, esto es muy interesante.” Era como si él entendiera el fenómeno y validara la experiencia, lo cual no era irregular o absurdo, ya que era arquetipalmente humano. Parecía que deseaba tranquilizarme, por su cómoda disposición sentado en su silla mecedora; que era natural que todas estas serpientes salieran de mí. Se suponía que ellas no vivían dentro de mí. Entendí que yo les daba vida y que todas estas serpientes eran imágenes de creatividad. En un sueño posterior, las serpientes que emergían de mi boca desarrollaron alas. Veía serpientes volando por el aire. Cautivada por esta visión, fui hacia mi interior. Necesité un momento para contemplar lo que acababa de suceder. Al bajar la cabeza mientras iba hacia el interior, noté que yo era una mujer árbol. La parte superior de mi cuerpo era una mujer, pero la parte inferior de mi cuerpo era un árbol. Así como las serpientes con alas emergían de mi boca, yo emergía del árbol. La corteza estaba tan cerca de mis muslos que podía verla comenzar a separarse de mi piel. Sentía tristeza, con una urgencia profunda, queriendo que la corteza se me despegara inmediatamente. Eventualmente, en otro sueño, ya no era una mujer árbol sino que ahora era una mujer serpiente. La parte superior de mi cuerpo era de mujer, pero la parte inferior de mi cuerpo era de una serpiente. En la experiencia, me sentía con deseos de caminar -y caminar rápido- pero no podía porque ahora tenía cola de serpiente. Aún más paradójico, la majestuosa autocontención de la postura especial de esta imagen, me acercó más a ella. Era casi como si ella viniera de otro mundo, de otro tiempo, y deseara que yo la conociera y pudiera obtener el conocimiento que me había traído del otro mundo.

Ahora ampliaré mis sueños-imágenes, comparándolas con imágenes de otras fuentes. No soy ni la primera persona ni la única que ha tenido imágenes de una mujer árbol, de una serpiente que emerge de la boca de una mujer, y de una mujer serpiente. Estas mismas imágenes ocurren en mitos, poemas, casos psicoanalíticos, sueños, y cuentos de hadas. Una mujer-árbol aparece en el mito de Dafne y Apolo. Cupido lanza la flecha “opaca ” en el corazón de Dafne para “detener” el amor y una flecha de “oro” en el corazón de Apolo para “comenzar” el amor. Como resultado, “sexo, amor, matrimonio, no significan nada” para Dafne. En contraste, “Apolo ve a Dafne y desea el sexo” (Ovidio 1989: 16). Apolo corre tras Dafne, pero Dafne se aleja de Apolo y se convierte en un árbol:

un pesado entumecimiento se apoderó de sus miembros, sus suaves costados se cubrieron con una corteza, su cabello en hojas, sus brazos en ramas, sus pies (tan suaves) en raíces, y su cabeza en la copa de un árbol. (Ovidio 1989: 16).

La mujer árbol en “Surgimiento de la Serpiente” es el opuesto de esta imagen. Ella no se está convirtiendo en árbol, como en el mito de Dafne y Apolo, sino que está saliendo de un árbol, al mundo y a la vida. El poeta Thomas Carew representa esta transformación cuando imagina a Dafne emergiendo finalmente del árbol para abrazar Apolo:

Dafne había roto su corteza, y ese pie rápido que tu enojado dios había sujetado con una raíz a la tierra fija, ahora liberado corre para abrazar al joven sol. (Carew, n.d.)

Una serpiente emerge de la boca de una mujer en un caso psicoanalítico que Jung presenta. Una mujer de 28 años le dijo a Jung que “ella tenía una serpiente negra en su vientre” (1996: 84). Luego mencionó que la serpiente, que había estado inactiva, se había vuelto activa. “Un día ella vino a decir que la serpiente en su vientre se había movido; se había enroscado”, dice Jung. “Entonces la serpiente se movió lentamente hacia arriba, saliendo finalmente por su boca, y ella vio que la cabeza era de oro” (1996: 85). Una mujer-serpiente aparece en el sueño de un hombre contemporáneo: “Estoy en una montaña. Es un lugar alejado, sin vida. Al lado de la montaña yace una figura. Consigo acercarme. Me doy cuenta que es una mujer que perseguí una vez – nunca estuve tan obsesionado con querer que alguien se enamorara de mí. Ella yace allí. Sus ojos están abiertos, pero parecen “muertos.” La mitad de su cuerpo es una serpiente, tiene una cola, y de la mitad hacia abajo está cubierta con escamas. Siento que necesito hacer algo para revivirla. Me doblo y pongo mi boca en la suya y mi lengua en su boca. Ella se transforma en la mujer tal como yo la conocí – un ser humano, de carne, no de escamas.”

El cuento de hadas de Melusina también incluye una mujer serpiente. Melusina es condenada “a convertirse cada sábado en una serpiente, de la cintura hacia abajo” (Keightley 1850: 480). Ella sólo se puede casar con un hombre que prometa nunca verla los sábados. Melusina se casa con un hombre que acepta esa condición, pero eventualmente él se vuelve celoso, se esconde un sábado, y ve cómo su cuerpo termina “abajo en una serpiente” (Keightley 1850: 481). Más tarde, en duelo por la muerte de uno de sus hijos, él le grita: “Fuera de mi vista, tú, víbora perniciosa y odiosa serpiente!” (Keightley 1850: 482). Melusina se desmaya, y cuando vuelve en sí, parte para no regresar nunca .

Ahora describiré cómo trabajo como artista, y cómo creo lo que llamo “Arte onírico.” En mi proceso artístico, la imaginación creativa es una variedad de imaginación activa. Después de que un individuo se contacta activamente con una imagen, Marie-Louise von Franz observa que Jung aconseja al individuo dar a la imagen “una forma.” Por ejemplo, el individuo puede escribir la imagen, pintar la imagen, incluso bailar con la imagen. Von Franz dice explícitamente que puede el individuo también “esculpirla” (1993: 164), que es, por supuesto, lo que hago.

Von Franz dice que los individuos que intentan la imaginación activa pueden cometer ciertos errores. Por ejemplo, cuando un individuo da a la imagen una forma, puede acentuar demasiado lo que von Franz llama “la elaboración estética” de la imagen y vuelve la imagen, como ella dice, “demasiada obra de arte.” El resultado, dice von Franz, es que el individuo privilegia la forma de la imagen sobre el contenido de la imagen – es decir, lo que la imagen “significa” psicológicamente. Podría llamar a este error “la falacia estética” – la imaginación activa no como motivo de imaginación activa sino como motivo de arte. Dice von Franz que “demasiada forma, mata el contenido” (1993: 166). Von Franz, sin embargo, también dice que los individuos que buscan practicar la imaginación activa pueden cometer otro error. Este error es no dar a la imagen la forma adecuada. “Uno puede verlo inmediatamente,” dice ella, “cuando un paciente trae en un bosquejo descuidado o una descripción negligentemente escrita, sabiendo ya “lo que significa” (1993: 167). En este caso, el individuo privilegia el contenido de la imagen sobre la forma de la imagen.

Cuando Jung comenzó a dar a su imaginación activa una forma a través de la escritura, él se preguntaba lo que realmente estaba haciendo. Inmediatamente, una voz del inconsciente declaró: “es arte.” La respuesta asombró a Jung. “Nunca había pensado,” Jung dice, “que lo que yo escribía tuviera alguna conexión con el arte” (1963: 185). La voz del inconsciente repetía que lo que Jung hacía era arte. Finalmente, exasperado, Jung exclamó: “No, no es arte!” (1963: 186).

Para Jung, el propósito de la imaginación activa es experimentar lo que la imagen significa psicológicamente. No debe reducir la imagen a una obra de arte con un propósito puramente estético. Al respecto, Jung comenta “mis pacientes producen de vez en cuando cosas artísticamente hermosas que podrían muy bien mostrarse en exhibiciones de “arte” moderno”. Independiente de lo hermosas que pudieran ser estas cosas, Jung las veía “como totalmente sin valor cuando se juzgaban por los cánones del arte verdadero”. Él deliberadamente los devaluaba estéticamente. “De hecho”, afirma, “es esencial que deban ser consideradas sin valor, de lo contrario mis pacientes se imaginarían ser artistas, y el aspecto central del ejercicio se perdería”. ¿Cuál es, para Jung, el aspecto central del ejercicio? “No se trata en absoluto de una cuestión de arte – o más bien, no debe ser una cuestión del arte – sino,” Jung dice, “algo más que el mero arte”. Este algo más que el mero arte es lo que la imagen significa psicológicamente como experiencia individual. Es, como Jung dice, “el efecto vivo sobre el paciente mismo” (1975: 48).

Distingo entre la fuente de mi arte y el proceso de mi arte. Mis propios sueños son la fuente de las imágenes para mi arte. Es decir, la fuente de mi arte es enteramente inconsciente. En contraste, el proceso de mi arte es en parte consciente y en parte inconsciente. La parte consciente del proceso es técnica. La parte inconsciente es intuitiva. Ambas, técnica e intuición, son igualmente importantes. La parte inconsciente del proceso incorpora la imaginación activa. No veo la imaginación activa y el arte como mutuamente excluyentes necesariamente. Procuro combinar lo psicológico y lo estético, el contenido y la forma de la imagen, y fundirlos exactamente -o materializarlos- en una obra de arte de lo que la imagen significa.

Dar a la imagen una forma escultural, como lo hago, es simultáneamente involucrar la psique, el cuerpo, y la materia. La imagen ya no son restos en la psique sino que existe en última instancia, a través del cuerpo y de la experiencia visual, táctil, y visceral (u “orgánica”), en la materia, tridimensionalmente. La imagen se “materializa”. Por ejemplo, cuando yo estoy esculpiendo una imagen de mis sueños, doy a esa imagen una forma en arcilla. Procuro esculpir la imagen tal como apareció en mi sueño.

Algunos artistas pueden emplear una imagen onírica simplemente como punto de partida y luego practicar la imaginación activa con el exclusivo propósito de una elaboración estética, de modo que, al final, la obra de arte no podría ser exactamente igual a la imagen que apareció en el sueño. Por ejemplo, en algún momento, yo esculpí la cola de la ” Mujer Serpiente” de modo que terminara detrás de ella en un espiral, como un vórtice. Esa cola era muy hermosa y muy atractiva, pero no era una interpretación exacta de la imagen de mi sueño – así que, aunque estaba renuente a hacerlo, remodelé totalmente la cola. Dejé que la imagen pareciera lo que quería parecer, estética y psicológicamente, aceptando el hecho de que la imagen tiene una imaginación propia. Igualmente, mientras trabajaba en el “Surgimiento de la serpiente alada” luché con la idea de cómo esculpir el cuerpo femenino en una forma que pudiera dar la sensación de la metamorfosis de árbol a carne humana. En este momento, sentí un deseo de que la mujer árbol llegara a ser más humana que árbol. A la vez que me me aferraba a este deseo, resistía el impulso y sentía el dolor de su forma verdadera. Yo la esculpí como la imagen se me había aparecido originalmente en mi sueño. La sensación de la tristeza que me golpeó en ese momento es, en parte, lo que es la imaginación activa. Cuando se despierta un sentimiento, se profundiza el diálogo interno.

La imaginación activa es parte de mi proceso tanto dentro del estudio como fuera de él. Es continua. No se detiene cuando salgo del estudio. La imagen esculpida continúa apareciendo en el ojo de mi imaginación, espontáneamente. Es como si la imagen estuviera viva. Es una imagen viva. La imagen esculpida se configura y se reconfigura espontáneamente. En el ojo de mi imaginación, puedo ver que una parte de mi escultura es exacta pero luego veo que en otra parte no es exacta. Cuando vuelvo al estudio, tengo que remodelar mi escultura de modo que el arreglo relativo de esas piezas sea exacto -es decir, que las piezas correspondan con el ojo de mi imaginación. En este movimiento interactivo, la escultura puede experimentar varias transformaciones hasta que la imagen onírica original se actualiza externamente. Simultáneamente, estoy también implicada con mi proceso psicológico personal. Mientras me conecto al proceso de la imaginación activa y mientras que mi atención está focalizada en la reconstrucción de la imagen onírica original, ocurren variaciones de esa imagen. Estos momentos ocurren cuando soy enfrentada por los sentimientos que salen de la imagen esculpida. Espontáneamente, mi diálogo interno se engancha con estas sensaciones que están detrás de la imagen onírica. Mi diálogo interno es iluminado por estos sentimientos exteriorizadas, profundizando mi involucramiento personal con la imagen onírica. Durante este período de mi trabajo creativo, nada puede interferir con esta conexión, porque no puede dejarse hasta que no haya alguna resolución significativa.

Cuando me involucro en un diálogo verbal interno con la imagen, espero que me responda ya sea verbalmente o por su cambio físico, un cambio en su forma tridimensional, como si me gesticulara de una manera muy precisa. Yo a menudo me encuentro sonriendo o muy divertida, intranquila, o incluso terriblemente alterada por la respuesta que me da la imagen. Lo que experimento durante este proceso no es siempre agradable. De hecho, hay épocas en las que me identifico con una cierta actitud de la imagen por días, mientras la esculpo, hasta que la imagen gradualmente comienza a cambiar. Cuando siento que la imagen cambia, es como si yo también estuviera cambiando en una nueva actitud. Se siente como si me realineara con una actitud distinta en relación con la imagen -una relación más acorde con el arquetipo. Esta realineación sucede repetidamente a través del proceso de trabajo con una imagen específica. Cada vez, obtengo una visión diferente, un sentimiento diferente, o podría decir un nivel diferente de consciencia sobre una actitud particular previamente desconocida.

Mientras que trabajaba en el “Surgimiento de la serpiente alada”, había ciertos momentos en que la imagen onírica no se reflejaba adecuadamente en mis esfuerzos al esculpirla. Esta disparidad era muy frustrante. La imagen onírica me obligó a luchar para obtener una mayor semejanza. La escultura realmente “no se sentía” bien. No correspondía a las sensaciones que había experimentado cuando la imagen apareció originalmente en mi sueño. Por ejemplo, pasé mucho tiempo elaborando la serpiente alada saliendo de la boca de la mujer. En algún momento, lo que había esculpido se parecía más a un pájaro que a una serpiente con alas. Tuve que remodelar las alas varias veces hasta que sentí que la escultura reflejaba adecuadamente la imagen onírica. Finalmente, cuando la imagen onírica, mis sentimientos y la escultura convergieron, sentí que la serpiente alada “volaba en el aire con el empuje de las alas de un águila”. Parte de mi proceso artístico en la imaginación activa es muy visceral. Mientras esculpí “Surgimiento de la serpiente alada”, experimenté una variedad de estados físicos. Sentía literalmente la serpiente alada moverse en mi propio vientre, elevarse en mi garganta, y emerger de mi boca. Siendo orgánicamente tocada por esta sensación, yo podía esculpir la postura correcta, el arqueamiento ascendente del cuello, la colocación de la cabeza, la abertura de los labios, de modo que la serpiente alada pudiera salir.

Cierta investigación filosófica, con preguntas sobre la relación posible entre la inspiración y los estados inusuales del sentido, se podría entender mejor a través de una comprensión junguiana de la capacidad de la psique para la formación de la imagen. Imaginación creativa/imaginación activa es un método psicológico para reconocer procesos inconscientes en sueños, fantasías, y arte. Hoy, nos aproximamos a la psique con una atención más sensible, centrada en el valor de nuestras experiencias subjetivas en las artes y en la psicología.

REFERENCIAS

Carew, T. (n.d.) “A Rapture,” in The Poems of Thomas Carew, ed. A. Vincent, London: George Routledge & Sons, pp. 70-5.

Jung, C.G. (1963) Memories, Dreams, Reflections, ed. A. Jaffe, trans. R. and C. Winston, New York: Pantheon.

Jung, C.G. (1975) “The Aims of Psychotherapy,” CW 16.

Jung, C.G. (1996) The Psychology of Kundalini Yoga: Notes of the Seminar Given in 1932 by C.G. Jung, ed. S. Shamdasani, Princeton, NJ: Princeton University Press.

Keightley, T. (1850) The Fairy Mythology, Illustrative of the Romance and Superstition of Various Countries, London: H.G. Bohn.

Ovid (1989) Ovid’s Metamorphoses, trans. C. Boer, Dallas, TX: Spring Publications.

Von Franz, M.-L. (1993) “On Active Imagination,” trans. M.H. Kohn, in Psychotherapy, Boston & London: Shambhala, pp. 163-76.

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