La ecuación personal y el estado fluido de auto-comunicación en la relación terapéutica – Cinzia Bressi – Copenhague

CINZIA BRESSI

 Bressi Copenhague

Cinzia Bressi, MD, PhD es profesora de psiquiatría y psicoterapia en la Universidad de Milán, jefe del Centro de Psicoterapia en el hospital de la Universidad de Milán. Es miembro de la Asociación Junguiana Analítica Británica y de la Fundación Británica de Psicoterapia en Londres. Está trabajando analíticamente con adultos y también con adolescentes y sus familias. Actualmente está interesada en la función reflexiva y en el vínculo tanto en la práctica analítica como en sus aspectos teóricos. La siguiente es la conferencia plenaria que presentó la autora el 23 de agosto de 2013 en el XIX Congreso Internacional de Psicología Junguiana que se llevó a cabo del 18 al 23 de agosto de 2013, en la ciudad de Copenhague, Dinamarca, y publicada en las memorias Copenhaguen 2013 – 100 Years On: Origins, Innovations and Controversies, (Ed. Emilija Kiehl), Einsiedeln: Daimon Verlag, 2014. Corresponde a la traducción oficial de la IAAP al español, realizada por los miembros de ADEPAC Juan Carlos Alonso y Ana Rico de Alonso, y su publicación fue autorizada por la autora.

Presentación de la charla

Me complace iniciar la presentación conjunta de Nadia Fina y Cinzia Bressi, quienes son colegas cercanas en Milán, trabajan en análisis con adultos y también con adolescentes perturbados y sus familias. Ellas presentarán dos ponencias separadas pero sus ideas están entrelazadas en un interés común, de manera que cada una elabora sobre las ideas de la otra. Su reflexión será sobre algunos de los efectos inconscientes de fuerte identificación proyectiva en la relación analista-paciente, y tendrán en cuenta la forma en que el analista toma consciencia de su contra-identificación y hace uso de ella. Ambas se van a referir a conceptos Junguianos como ‘ecuación personal’, ‘influencia mutua’, y ‘función trascendente’, y darán nueva vida a estas ideas revisándolas desde diferentes perspectivas. Ellas consideran que su valioso contacto en Milán con psicoanalistas de diferentes tradiciones teóricas a través de la enseñanza y la discusión, les ha servido para reforzar su valoración de la extraordinaria fertilidad del pensamiento Junguiano.

El trabajo de Cinzia Bressi se titula ‘Escuchado con los ojos: La ecuación personal y el estado fluido de auto-comunicación en la relación terapéutica’. Este trabajo aborda muchos de los conceptos que Nadia Fina presentó (‘Contratransferencia y Countraidentificación Proyectiva’). Cinzia fue también formada en la CIPA. De 2005 a 2010, fue miembro del Comité Científico de la CIPA. En 2010, se vinculó a la Sección Analítica de la BAP en Londres, que se ha transformado recientemente en la Asociación Analítica Junguiana de Gran Bretaña de la Fundación Británica de Psicoterapia ((BJAA-BPF). Es profesora de Psiquiatría y Psicoterapia en la Universidad de Milán y Directora de los servicios de Psicoterapia en el Hospital Universitario de Milán. Ejerce también práctica privada como analista Junguiana. Ha escrito más de 300 publicaciones científicas en Psicoterapia, Psicología Breve, e investigación en Psiquiatría en revistas y libros internacionales. En la actualidad está interesada en la Función Reflexiva y el Apego, tanto en la práctica clínica como en proyectos de investigación.

Catherine Crowther, SAP

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Conferencia

Apreciados Colegas,

Antes de leer mi ponencia, quisiera presentarme. Mi nombre es Cinzia Bressi, soy médica, profesora de Psiquiatría y Psicoterapia en la Universidad de Milán, Jefe de los Servicios Hospitalarios de Psicoterapia en el Hospital Universitario de Milán, en donde trabajo; también hago consulta privada como analista junguiana. En la actualidad soy miembro de la Fundación Británica de Psicoterapia, BJAA, de Londres.

1. Las consideraciones que voy a exponer aquí surgen de sugerencias al trabajo presentado por Nadia Fina, el cual me pareció extremadamente interesante y rico en contenido. En la línea de estas consideraciones, quisiera comenzar formulando una pregunta: ¿Cómo “actúa” la ecuación personal del analista en la dinámica de transferencia / contratransferencia que se desarrolla en la relación analítica?

Jung consideraba la ecuación personal como un prejuicio subjetivo que corría el riesgo de no ser sometido a la crítica transformadora (CW16). Sobre esta base, formuló tipos de ecuación personal fundamentados en el predominio de una función u otra de orientación consciente. Pero, ¿qué entendía Jung por “prejuicio subjetivo”? Él sostenía que era un producto de una auto-experiencia individual acumulada, que podría irse refinando en mayor o menor grado. Era un encuentro, o mejor aún, Jung (ibid) describía la ecuación personal en la práctica terapéutica, como una colisión entre la mente individual y las condiciones del contexto, representando así una edición subjetiva de la experiencia general.

2. El encuentro entre un individuo y su auto-experiencia lo hace único pero también, sujeto a actuar de acuerdo con su prejuicio subjetivo, cuando interactúa con otro individuo. De esto se deriva la necesidad de observarse uno mismo y al mundo, tanto la relación con la propia experiencia interior como con la del otro, después de haber trabajado sobre el Self por mucho tiempo en el desarrollo del pensamiento de subjetivización e individualización.

3. Jung escribió que un terapeuta podría ser totalmente incapaz de percibir en un paciente lo que él no puede ver en sí mismo, o lo contrario, que sus percepciones podrían amplificarse, estimulando en consecuencia al paciente, bien hacia objetivos que en la práctica son los suyos, o a la inversa, condenándolo por lo que él rechaza de sí mismo (CW16).

Fue nuevamente Jung quien observó que cada terapia era un simple ‘proceso dialéctico’, en el cual el analista como persona estaba tan involucrado como el paciente. Y, si el analista se siente tocado o el paciente le pone una zancadilla, no tiene que ser algo malo, dado que él se puede curar en la medida en que a su vez ha sido herido –y desde aquí podemos recordar el mitologema del “Curador Herido”.

Cuando estaba escribiendo estas líneas, recordé que en la Entrevista del Vínculo Adulto de Mary Main, R. Goldwin y Erik Hesse (2003), la cual utilizo con frecuencia puesto que trabajo con adolescentes y sus padres, hay varios interrogantes que son de extrema importancia cuando se valora qué hizo el niño herido en su infancia, a quién buscó, y cómo se comportó cuando era herido emocional o físicamente, o cuando estaba enfermo.

‘¿Qué es lo que generalmente sucede?’ ‘¿Cómo reaccionó usted al dolor’ ‘¿Y sus padres, cómo respondieron?’

4. Esto nos ayuda a observar cómo eran los adultos de hoy, incapaces de ‘mantener’ una relación con sus hijos adolescentes, cuando eran niños: se encerrarían en su cuarto y se pondrían un esparadrapo, ‘protegiéndose’ así doblemente, yendo a algún sitio que consideran seguro, y dando ‘protección’ a sus heridas, llorando a solas, sin pedirle ayuda a nadie, con excepción tal vez a sus hermanos o hermanas algunas veces.

Es durante los momentos de dolor físico o mental cuando un niño busca sus figuras de apego: un padre que debe atender, cuidar, y ‘acoger’ a su hijo o hija. Estas experiencias, que son esenciales para fortalecer, desarrollar y brindar orientación al núcleo del Self del niño, piden a las figuras de apego, apoyo, cercanía, consuelo y ayuda. Y estas experiencias tempranas que pertenecen a quienes son hoy padres y madres, eran y aún son desestimadas y excluyentes. O más bien, esos niños que hoy son padres, buscarían a sus padres para recibir un cuidado concreto, una venda, o un hospital, e idealizarán entonces la ayuda y los tratamientos salvadores, los cuales sólo siguen sosteniendo partes escindidas del Self, partes a las que no puede penetrar el pensamiento. Estados mentales que alejan el dolor por medio del desdén, o estados mentales que presenciaron la ira y confusión de estos individuos, o incluso estar en ocasiones abrumados debido a traumas y carencias, haciendo menos posible un cuidado parental adecuado.

En respuesta a la pregunta: ‘En su opinión, ¿por qué sus padres se comportaron como lo hicieron durante su infancia?’, las respuestas son banales, jerga, psico-cháchara, frases de cajón, como se las ha llamado.

Desde hace un tiempo, he venido reflexionando sobre la medida en que los estilos de apego de los pacientes y los estados mentales están en el núcleo de sus identificaciones proyectivas, y el grado en que las respuestas del analista que contienen contraidentificaciones proyectivas dependen de su estilo de apego.

5. Fordham consideraba la contratransferencia como una identificación proyectiva que constituye una fuente útil de información sobre el estado mental del paciente, si el analista acepta que él ‘también podría encontrarse comportándose en una forma que se sale de la línea conocida de sí mismo, pero sintónica con la que conocía de su paciente’ (1996:165). Luego continuaba explicando que ‘toda la situación analítica es una masa de ilusiones, delirios, desplazamientos, proyecciones e introyecciones (1996:172; citada también por J. Knox, 2011).

De acuerdo con lo observado por Jung y desarrollado por el pensamiento psicoanalítico contemporáneo, el proceso analítico representa acciones verbales, acciones no-verbales e interacciones. Levenson (1983) pone juntos el lenguaje del discurso y el lenguaje de la acción, hasta tal punto que uno es una transformación del otro. Se confirma aún más la inevitable participación continua del analista. Y ya hemos aceptado que el observador es inevitablemente parte de lo que se observa.

6. Levine (1994), por ejemplo, ha señalado que las interpretaciones del analista mantienen siempre unas cualidades de actuación o semi-actuación, en las que las palabras del analista son una especie de acción no intencional. Me gustaría resaltar esto dado que la representación pertenece a las respuestas subjetivas del analista que están intrínsecamente relacionadas con su psicología, la cual resalto, no es personalista sino personal. Y la dinámica de los procesos interactivos de destrucción y reparación en la relación analítica, son el resultado de la activa contribución inconsciente, tanto del analista como del paciente (Beebe & Lachmann, 2002).

Sabemos que la función reflexiva o de mentalización del analista está comprometida durante las representaciones mutuas. Como lo señala Donnel B. Stern (2008), cuando el analista está involucrado ciegamente en la relación con el paciente debido a motivaciones inconscientes, él no puede mentalizar ni su propia experiencia ni la del paciente. En tales situaciones, considero que además de la ecuación personal del analista, la duración del espacio mental reflexivo, en la que el analista puede ‘retener’ el contenido de la identificación reflexiva, esto es, una parte disociada y no representable de la mente del paciente, es también de suma importancia.

7. Durante la representación, si el analista reacciona directamente a la identificación proyectiva del paciente, se consolida la creencia en que los mundos interno y externo son lo mismo (equivalencia psíquica). Pero si el analista acepta la identificación proyectiva del paciente y no se siente provocado inmediatamente para reaccionar a ésta, como lo ha señalado Nadia Fina con diferentes palabras, y si esta experiencia se puede transformar, mentalizar y devolver al paciente, entonces la representación no tendrá lugar. El analizando puede comenzar a dar sus primeros pasos lejos de la equivalencia psíquica y hacia los primeros signos de un funcionamiento reflexivo. Y, la sensibilidad y la empatía que provienen del analista cuando se está construyendo un significado compartido con el paciente, promueve la alianza terapéutica.

Puesto que las representaciones son la única forma del material disociado representable, son sin embargo, una fuente muy valiosa de información sobre el paciente. Por lo tanto, estoy de acuerdo con Donnel Stern en que la comprensión y la percepción profunda –insight- no son esenciales cuando se responde a la identificación proyectiva. Es mucho mejor trabajar firmemente sobre la influencia inconsciente que el paciente tiene sobre el analista, y la crisis que él provoca, como para aprehender y acomodar aspectos inéditos, escindidos e impensados de la experiencia del paciente, que es totalmente incapaz de expresarlos en palabras. Mucha de esta experiencia no se verbaliza, está disociada y cargada de afecto.

8. Jean Knox ha difundido esta idea con su sugerencia de ‘armonización del desarrollo’ (Knox, 2011:166), que requiere que el analista use sus propias reacciones de contratransferencia para identificar la naturaleza específica y el contenido evolutivo que fue inhibido durante el desarrollo, y usarlo en la identificación proyectiva. De un sinnúmero de estudios hemos aprendido que las transacciones, tales como las expresiones faciales del analista, la postura, el movimiento y el tono emocional de la voz, desempeñan un papel fundamental en las interacciones emocionales inconscientes. Según Schore, éstas “co-crean un contexto intersubjetivo que permite la expansión estructural del sistema órbito-frontal del paciente y su conexión cortical y subcortical” (2003: 264). Esta observación nos remite a la teoría del apego que sostiene que el niño no interioriza el objeto sino la dinámica relacional específica entre el Self y el otro (Beebe & Lachmann, 2002).

Para poder modular la regulación del afecto, el tono de voz del analista, su lenguaje corporal, las expresiones y gestos fáciles, son extremadamente importantes. En lugar de llevar a que colapse la función reflexiva del analista, la contraidentificación proyectiva puede usarse efectivamente como contenedor, comenzando por la mirada de los ojos del analista, incluso antes de que éste haya musitado una palabra, y luego, por el tono de su voz: en esencia, por todo lo que el analista es. La ecuación personal se convierte así no sólo en un encuentro entre el Self y la experiencia de vida (como dice Jung), sino también en la habilidad de estar con el paciente, independiente del contenido agresivo, el miedo o el terror sin nombre que el analizando pueda haber transferido al interior del Self del analista. De esta manera, puede tener lugar la negociación entre las subjetividades y gradualmente, comenzar a reemplazar la corteza disociativa del paciente (Bromberg, 2008). Pueden crearse así las condiciones para que la niñita que se ha golpeado violentamente la cabeza contra la mesa de vidrio en la sala, reconozca solamente la sangre que mana de la herida profunda en su frente; no irá llorando aterrorizada a buscar ‘protección’ en su habitación sino que será capaz de obtener ‘reconocimiento’. Para Ronald Laing (1962), la confirmación de nuestra identidad no depende tanto de la aprobación de los otros sino del reconocimiento de los otros, esto es, de la percepción acertada que ellos tienen de la forma en que nos experimentamos a nosotros mismos (Bromberg, 2008).

9. Como analistas, si recibimos de nuestro analizando dolor y terror sin reaccionar o sin buscar cambiarlos, entonces estas islas de realidad afectiva, estas partes del Self que estaban inicialmente disociadas, pueden reconocerse, percibirse, y guiarnos hacia la auto-reflexión a través de la capacidad simbólica y de las formas verbales que se expresan dentro de un contexto relacional.

Cuando estaba haciendo seguir al consultorio a uno de mis analizandos, unos minutes después de la hora programada para la sesión, dijo: ‘Pensé que usted se había olvidado de mí”; o cuando otra persona, después de haber reprogramado una de sus sesiones, se agitó visiblemente y dijo en una voz alterada: ‘así que es verdad que usted se va… ¿y yo qué…?’, no puedo sino pensar, dado que conozco sus historias de vida, el grado en el que un trauma de desarrollo está todavía activo en sus vidas como lo está en el aquí y el ahora de nuestra relación.

Durante las primeras etapas de la vida, es mucho más difícil si algunas partes del Self son sistemáticamente rechazadas, pues entonces continúan existiendo en la mente del otro – y por lo tanto en nuestros propios ojos- como el Self del niño enfrente de sus padres, Para conseguir la mayor prioridad de conservar la estabilidad, el Self nuclear que sustenta la memoria procesal, continuará empleando modelos tempranos de apego basados en todo lo que vio reflejado en los ojos de la madre. No obstante, si los padres negaron la existencia relacional de varios aspectos del Self nuclear, entonces éstos son los que van a constituir el núcleo de la identificación proyectiva.

10. Considero que en la ecuación personal del paciente, el desarrollo de su propio Self nuclear, esto es, cuando el analista fue ‘el hijo de sus padres’, no puede desconocerse. Esta imagen generalmente continúa evolucionando a través de la vida aunque remodelándose para que el Self pueda cambiar e integrarse en un patrón individual, el cual, en su mayor parte, no está disociado.

Es por esta razón que el dolor y el terror pasados al Self del analista por el paciente, necesita crear el daño real de la destrucción de la persona. El analista debe dejar un tiempo y un espacio mental en los que estas condiciones aterradoras no se modifiquen, y preguntarse, teniendo también en cuenta lo que puede ver en los ojos de su paciente –los ojos del niño frente a sus padres-, cuáles son estas partes disociadas que están pidiendo nacer de y en la relación.

11. Por esta razón, la comunicación entre analista y analizando no puede fluir al inicio del camino analítico; cada uno estará aislado incluso dentro de la relación, y esto llevará a colisiones repetidas entre la subjetividad del paciente y la del analista. Esta misma repetición significa que un proceso relacional surgirá de estas colisiones, en las que lo ‘nuevo’ va a crear un espacio entre los dos actores. Bromberg se refería a estas colisiones como ‘sorpresas seguras’, puesto que lo nuevo que emerge en la identificación proyectiva, en la contraidentificación proyectiva y en las representaciones, es el resultado del ‘circuito del miedo’ que se activa en condiciones no-muy-seguras, de acuerdo con LeDoux (1966). Bajo estas condiciones, los fracasos del pasado se repiten en la relación analítica con ‘algo extra’ que pertenece al impulso de desarrollo del paciente. Y es de estas tormentas emocionales que el analista ha asumido, que lo nuevo puede surgir repentinamente. Y, usando las palabras de Jung, lo nuevo emergerá en la relación terapéutica a partir de lo viejo que ha sido desmantelado o superado.

El meollo de estos aspectos analíticos es la relación dinámica que Jung llamó la función trascendente, en la que la ‘unión de lo consciente y lo inconsciente se consuma’ (Jung, CW9). En otras palabras, la función trascendente puede interpretarse como una constante confrontación dinámica, y la “integración de la información explícitamente consciente y recuerdos con el conocimiento más generalizado que acumulamos inconscientemente en los modelos internos que operan en la memoria implícita, una parte clave de los cuales constituye el sentido del Self” (Know, 2011, p. 179). Este proceso le da sentido y significación tanto a la experiencia interna como a la experiencia relacional, las cuales irán luego a contribuir al proceso de individuación del paciente.

Hasta que el individuo pueda percibirse auténtica y enteramente a sí mismo en los ojos del otro. Gracias por su amable atención.

Bibliografía

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-Bromberg, P.M. (2008) “Mentalize this” Dissociation, Enactment, and Clinical process. In Mind to Mind. Infant research, neuroscience, and psychoanalysis (E.L. Jurist, A. Slade, S. Bergner ,Editors). New York: Other Press.

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-Knox, J. (2011) Self-agency in psychotherapy: attachment, autonomy and intimacy. New York: W W Norton & Company.

-Laing, R.D. (1962) Confirmation and disconfirmation. In The Self and others. Chicago: Quadrangle books.

-LeDoux, J.E. (1996) The emotional brain. New York: Touchstone.

-Levenson, E.A. (1983) The ambiguity of change. New York: Basic Books.

-Levine, H.B. (1994) “ The analyst’s participation in the analytic process” International Journal of psychoanalysis. 75, 665-676.

-Main, M., Goldwin, R., Hesse, E. (2003) Adult Attachment Scoring and Classification System. Unpublished manuscript. University of California, Berkeley.

-Stern, D.B. (2008) On having to find what you don’t know how to look for. In Mind to Mind. Infant research, neuroscience, and psychoanalysis (E.L. Jurist, A. Slade, S. Bergner, Editors). New York: Other Press.

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