Alquimia – Andrew Samuels, Bani Shorter, Fred Plaut

Andrew Samuels es profesor de Psicología Analítica en la Universidad de Essex y analista de formación de la Sociedad de Psicología Analítica de Londres. Bani Shorter es Diplomado del C.G. Instituto Jung de Zurich. Fred Plaut es analista de formación de la Sociedad de Psicología Analítica de Londres. Los tres son autores de la obra A critical Dictionary of Jungian Analysis, de donde es tomada esta definición.

___________________________________________________

Traducida del inglés por Juan Carlos Alonso González

ALQUIMIA

Jung pensaba que la alquimia, verificada a la luz de lo simbólico y no de lo científico, podría ser considerada como uno de los precursores del moderno estudio del inconsciente y, en particular, del interés analítico en la transformación de la personalidad. Los alquimistas proyectaban sus procesos internos en aquello que estaban haciendo, y, a medida que llevaban a cabo sus varias operaciones, pasaban por experiencias profundas y apasionadas junto con otras espirituales. Fundamentalmente, no buscaban separar la experiencia de la actividad y, de esa forma, se conectaban con la actitud psicológica contemporánea, al menos así son interpretados retrospectivamente. Como la Psicología Analítica y el Psicoanálisis en su tiempo, la alquimia puede ser juzgada una fuerza subversiva y subterránea: sus vívidas y terrenales imágenes que contrastaban con la expresión estilizada y asexuada del cristianismo medieval, de forma idéntica a como el Psicoanálisis chocaba con el puritanismo y la arrogancia vitorianas.

En la medida en que se puede hacer una reconstrucción, los alquimistas de los siglos XV y XVI tenían dos objetivos interrelacionados: (a) alterar o transformar materiales básicos en alguna cosa más valiosa – variadamente referida como oro o un elixir universal o la piedra filosofal; (b) transformar una materia básica en espíritu; en suma, liberar al Alma. Inversamente, también se hizo la tentativa de transformar o traducir lo que estaba en la propia alma del alquimista en una forma material – servían a esa necesidad sus proyecciones inconscientes. Esas varias metas pueden ser consideradas metáforas para el crecimiento y el desarrollo psicológicos.

El alquimista, cuidadosamente, debía escoger elementos basados en un esquema organizado en términos de opuestos. Eso es así porque la atracción de los opuestos acarreaba su eventual conjunción y, en último análisis, se producía una nueva substancia, resultante de las substancias originales, que sin embargo era diferente de ellas. La nueva substancia, después de la combinación química y de que la regeneración se realizara varias veces y de modos diferentes, iría a emerger como algo puro. Es el hecho de que tal substancia no parece existir en la naturaleza, lo que llevó Jung a entender que la alquimia debía ser abordada desde un punto de vista simbólico, más que tomarla como una pseudo -ciencia hasta ahora desacreditada.

Esa última consideración se hace particularmente relevante en conexión con la escritura alquímica. En ella, como en nuestros sueños, podemos ver a los varios elementos representados como personas o como animales, y a los llamados procesos “químicos” (pues la alquimia también fue precursora de la química moderna) representados en las imágenes de relaciones sexuales u otros eventos corporales. Por ejemplo, la combinación de dos elementos puede ser representada por figuras masculinas y femeninas que se aparean en una relación, producen un bebé, se juntan en un hermafrodita, o se convierten en un andrógino. Lo masculino y lo femenino impresionaban el alquimista como, tal vez, los opuestos más fundamentales (o, antes, como la representación más fundamental de la existencia de opuestos psicológicos). El resultado de la relación será una nueva entidad derivada, pero también diferente, de los padres; podemos ver que los seres humanos y su desarrollo están siendo usados simbólicamente para referirse a procesos intrapsíquicos y al modo como una personalidad individual se desarrolla.

Sin embargo no se debería pensar que el factor interpersonal es descuidado. El alquimista (normalmente masculino) trabajaba en una relación con otra persona (a veces una figura real, a veces una figura de la fantasía), referida como su sóror mística o hermana mística. El papel del “otro” en el cambio psicológico es, por ahora, bien conocido – el “stade du miroir” de Lacan (1949), el énfasis de Winnicott sobre el reflejo de la madre para el bebé sobre la integridad de su valor (1967) son sólo dos ejemplos de ese aspecto. Por lo tanto, la alquimia elude la división interpersonal/intrapsíquica y es una metáfora que esclarece el modo como una relación con otra  persona promueve un crecimiento interno y también cómo los procesos intrapsíquicos proveen las relaciones interpersonales.

La alquimia se vuelve una metáfora pertinente cuando consideramos la relación entre analista y paciente. El énfasis de Jung sobre el proceso dialéctico y la cuestión de la transformación mutua pueden ser ilustradas a partir de la alquimia (CW 16 “, The Psychology of the Transference”). En la transferencia, el analista está en relación con el paciente, quien es a la vez una persona, y también la proyección de un contenido interior – progenitor, problema, potencial. La tarea del análisis es liberar al “alma” (es decir, el potencial) de su prisión material; aquello que el psicoterapeuta moderno ve en la psicología humana de su paciente, el alquimista lo veía en forma química. “La personalidad es una combinación específica de plomo depresivo denso con azufre agresivo inflamable, la sal sabía a amargo, el mercurio era evasivo, volátil” (Hillman, 1975, p. 186).

El núcleo conceptual de la alquimia es la diferenciación entre la psique y la materia. Saber hasta qué punto factores psicológicos tales como significado, propósito, emoción, pueden ser considerados funcionando en el mundo natural, físico, tiene a ver con el análisis de proyecciones y varía de acuerdo con el contexto. Para algunos, el interés de Jung por la alquimia puede parecer cuestionable, incluso impropio, y su vinculación de la alquimia con un concepto clínico fundamental, como es la transferencia, puede parecer incomprensible. No obstante, independientemente de que Jung diera cierto grado de apoyo emocional en el sentido de que él se percibía en una fraternidad con los alquimistas, la alquimia le posibilitaba investigar el crecimiento y cambio psicológicos, el tratamiento psicológico y la cuestión de la ubicuidad psicológica en la naturaleza de un punto de vista único, aunque flexible, diferente de la medicina o de la religión.

Los escritos de Jung están repletos de referencias alquímicas y de un glosario resumido junto con sugerencias en cuanto a las implicaciones de determinados términos.

Adepto: El alquimista, su participación consciente en el trabajo, de ahí lo simbólico del ego y del analista.

Coniunctio: El aparejamiento en el vas (ver adelante) de los elementos dispares originalmente allí colocados. Cuando la metáfora alquímica se aplica al análisis, varios tipos diferentes de coniunctio pueden ser observados. (a) La alianza consciente de trabajo que se desarrolla entre el analista y su “opuesto” analítico, el paciente; el desarrollo de un objetivo común para el análisis. (b) la coniunctio entre la consciencia del paciente y su inconsciente a medida que él se hace más autoconsciente. (c) El mismo proceso dentro del analista. (d) La integración creciente dentro del inconsciente del paciente de luchas y tendencias allá encontradas. (e) El mismo proceso dentro del analista. (f) La fusión gradual de aquello que era totalmente sensorial o material con lo que era totalmente espiritual, para producir una posición menos unilateral.

Fermentatio: Práctica en el proceso alquímico, una fermentación de los elementos. En el análisis, evolución de la transferencia-contratransferencia.

Hierosgamos: Literalmente, “boda sagrada”. Una forma especial de coniunctio en que se coloca el énfasis tanto en lo “sagrado” como en la “boda”; de ahí, una vinculación de lo espiritual con lo corporal. En el cristianismo agustiniano, se dice, existe un hierosgamos entre Cristo y su Iglesia, consumado en el lecho nupcial de la cruz.

Impregnatio: Práctica en el proceso alquímico, el alma es liberada de su prisión corporal (material) y asciende al cielo. En el análisis, cambios en el paciente, posiblemente emergencia de un “nuevo hombre”.

Lapis: Piedra filosofal, objetivo del alquimista. A veces, los alquimistas aún consideran la piedra como una metáfora para el objetivo. De ahí que lapis habla de auto-realización e individuación.

Nigredo: Práctica en el proceso alquímico, un oscurecimiento de los elementos sugiriendo que algo importante está a punto de tener lugar. En el análisis, puede asumir la forma de una depresión inmediatamente antes del movimiento o del fin de un periodo inicial, de luna-de-miel. De modo general, se refiere a un enfrentamiento con la sombra.

Mercurius: Es precisamente la capacidad del Dios de asumir incontables formas, pero, permaneciendo él mismo, lo que se exige en el cambio psicológico. En el análisis, es descrito por Jung como “la tercera parte en la alianza” y su lado enfurecido y diabólico es equilibrado por sus tendencias transformadoras (CW 16, Par. 384). Para los alquimistas, la importancia de Mercurius yacía en el hecho de que él era, a un mismo y único tiempo, malo, vil, dudoso y también divino, el dios de la revelación y de la iniciación – una personificación de la coniunctio.

Mortificatio: Práctica en el proceso alquímico, los elementos originales están “muertos”, no existen en sus formas originales. En el análisis, los síntomas pueden adquirir un nuevo significado y la relación analítica, una nueva importancia

Opus: El proceso y trabajo alquímicos. También el trabajo de la vida, es decir, la individuación.

Prima materia (masa confusa): Los elementos originales en estado de caos.

Putrifactio: Práctica en el proceso alquímico; de los elementos en decadencia se exhala un vapor que preanuncia la transformación.

Soror: Figura real o simbólica con la que el adepto se relaciona. En el análisis, el paciente y el analista adoptan esos papeles.

Transmutación de elementos: Idea básica para la alquimia, de que los elementos pueden ser transformados para producir un nuevo producto, ver energía.

Vas: Recipiente alquímico. En el análisis, se refiere a aspectos contenedores de la relación analítica.

Referencia

Samuels Andrew et al. (1997). A critical Dictionary of Jungian Analysis. London and New York: Routledge.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.