El Teatro Alquímico de Antonin Artaud – Jorge Braga

Jorge Braga

Jorge Luiz de Oliveira Braga fue Analista Junguiano miembro del Instituto Junguiano de Río de Janeiro y Presidente del mismo para el período 2020 a 2022. Miembro de la IAAP. Autor de artículos, cursos y conferencias sobre psicología de C. G. Jung, Asesor de trabajos y monografías, Supervisor Clínico, Coordinador del Grupo Opus – Filosofía, Arte y Psicología, Profesor del Curso de Postgrado en Psicología Jungiana en UNESA, Profesor del Curso de Postgrado en psicología junguiana en USU-RJ, analista de Didata y profesor del curso de capacitación de analistas junguianos en la AJB. Este documento fue escrito en Rio de Janeiro, el 17 de Julio de 2009, y entregado a ADEPAC para su publicación en junio de 2012. Jorge Braga falleció el 28 de abril de 2020.

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Traducido del portugués por Ana María Salazar

Consideraciones Generales

Entre las diferentes maneras de abordar el tema de la Trasferencia en el análisis, busqué un enfoque que me permitiera la comprensión del asunto en la búsqueda de las raíces e imágenes arquetípicas de aquello que es lo más precioso en el día a día de nuestro trabajo: el análisis. Creo que así es posible crear las condiciones necesarias para la comprensión sobre «el papel del error en el análisis» y, de su opuesto complementar, «el error de papel en el análisis». Análisis y Papel, en este abordaje, pueden así articularse en una interacción dinámica y viva.

Consideramos el error, fracaso, tropiezo, derrota o cualquier episodio análogo, como posibilidades inmediatas de la vida cotidiana y, por eso, inherente a cualquier acto humano. Nuestras reflexiones nos llevan a concebir que todo lo que se relaciona con la realidad del alma en las dimensiones más secretas del Ser es acompañado de silencio y misterio y, por lo tanto, pertenece a la esfera de lo indecible y por eso tan difícil de renovar. Lo que nos resta, sin embargo, es repetir: Errare humanus est.

Antes incluso de admitir tales elementos, sea en el ejercicio de la actividad analítica o en cualquier otro aspecto, quiero aclarar que el título de la reflexión propuesta no es una simple inversión de palabras y significados y mucho menos un juego de palabras oportuno y presuntamente inteligente, sino un intento por evidenciar, discriminar y ver reflejadas dos dimensiones diferentes del error en el análisis.

En la primera de ellas, el papel del error en el análisis, el foco es el valor atribuido al error y al fracaso como un factor análogo al aborto en el proceso de reproducción, al divorcio en el curso de un matrimonio, a la caída de un avión en un largo viaje aéreo, es decir, una especie de antípoda natural inherente a cualquier acto y/o proceso, un hermano gemelo invertido. La segunda proposición, el error de papel en el análisis, se refiere al episodio siniestro que pone en escena las impropiedades, incompetencias e impotencia del Analista en «Ser-en el-Análisis», una probable incapacidad personal en el ejercicio del vínculo que no lo deja-Ser y actuar adecuadamente en el setting en su papel único y fundamental, el de Ser-Analista. Como tal, le resta interactuar con propiedad en el drama representado. Podemos estar denunciando varios elementos como: la falta de Eros, la incompetencia o incluso la falta de arte.

Nos preocupan, como admiradores y estudiosos del tema, ambos aspectos del error pues, dada la naturaleza de nuestro trabajo, desconocer el riesgo y la naturaleza del proceso no nos inmuniza frente a la posibilidad de la tragedia. La inocencia y la ingenuidad, en este sentido, se constituyen en peligrosos aspectos de un individualismo narcisista y perverso, características por cierto adversas a las necesidades y atributos necesarios para el ejercicio de nuestro trabajo cotidiano.

Veo entonces que es necesario articular los elementos: error y análisis para poder apreciarlos en un  continente común, en nuestra opinión la transferencia, su verdadero vehículo y contenido. Sería ese el marco en torno al cual se asienta lo que es específico del tema: la transferencia, esta preciosa e inequívoca materia prima. Aunque este término puede causar molestias, imprecisiones e incertidumbres es necesario recordar algunas palabras de Jung al respecto cuando afirma que: «la problemática de la transferencia es tan compleja y multifacétíca, que me faltan las categorías necesarias para una sistematización»1.

La fenomenología inherente a la relación analítica se da en lo íntimo del setting y reproduce la experiencia de algunos de los innumerables estados del Ser, según señala Artaud, y así se constituye como la piedra fundamental a partir de la cual se delimita la mirada y el entendimiento que vamos a discutir. Nuestro foco está ahí, en el lugar donde se da esa relación aunque el misterio que encierra la naturaleza dramática de cada escena vivida en este palco poco iluminado sea incognoscible. Cuando abordamos la Psique sabemos que no tenemos ni garantías de éxito ni de fracaso, sólo la certeza de las innumerables posibilidades del Ser, donde el errores apenas una de ellas. Como nos dice el poeta: «Navegar es preciso, vivir no es preciso».

De ahí, en la búsqueda de algunos parámetros, tanto en lo referente a la comprensión psicológica de la transferencia, como a las disposiciones alquímicas de las relaciones cotidianas, nos basamos en C.G. Jung con su Psicología Analítica, particularmente en la concepción alquímica de la transferencia, y Antonín Artaud, en su El Teatro y su doble, donde domina el paralelo entre el Teatro y la Alquimia. Ambos proporcionan una comprensión única de la naturaleza y el carácter teatral y alquímico de las relaciones humanas.

Como dorados hilos conductores inspiran la construcción de un guión que nos lleva a la comprensión de uno de los más codiciados y admirados atributos de la Psique: El Arte en la transformación y, lo más intrigante: la transformación en el Arte. Frente a esta paradoja podemos percibir lo que le da sentido, sensibilidad e inteligibilidad a la Psique, su intrínseca expresión, el Arte. Y aquí no me refiero a cualquier tipo de arte como las artes plásticas, terapéuticas o no, ni tampoco a la música, mi preferida, sino al Arte, lenguaje y contenido de la Psique en su cara más sensible: la Alquimia. A través del trabajo específico, el Opus, la Psique se revela en su propiedad más noble, la transformación en busca del centro. Recordando a Trimosin:

«La Naturaleza sirve al Arte como materia, y el Arte sirve a la naturaleza con instrumentos apropiados y con el método conveniente para que la naturaleza produzca esas nuevas formas; y aunque la Piedra mencionada solo pueda ser llevada a su forma propia por medio del Arte, la forma es, no obstante, de la naturaleza»2.

Y frente a ese andamiaje optamos por una concepción un poco osada en lo que se refiere al entendimiento de la identidad entre Teatro y Análisis, como dice Artaud, una afinidad que se vehicula a través de su principal eje, la Alquimia. Y siguiendo con Artaud: «Es que tanto la alquimia cuanto el teatro son artes por así decir virtuales y que cargan en sí tanto su finalidad como su realidad.»3.

Surge entonces «El Teatro Alquímico», una relación específica marcada por papeles y patrones arquetípicos definidos y organizados en un complejo orden y naturaleza donde el error, fracaso y los demás episodios análogos son sólo parte integrante y activa. Entender la posibilidad del error, fracaso y de la imprecisión como una «eterna presencia» en la vida y, particularmente en el análisis, me parece libertador en la medida en que lo introducimos como realidad del alma y, por lo tanto, inherente a la vida.

Creo que si no fuera así tendríamos que soportar la instauración de una indagación más en nuestros actos y procedimientos terapéuticos en busca del error. Y eso sería también parecido con la búsqueda edípica, aunque tal literalización pudiera llevarnos al encuentro del «verdadero culpable de la tragedia».

Sobre la transferencia y el error en el análisis

El estudio, observación y conceptualización sobre la fenomenología de la transferencia /contratransferencia dotó a la Psicología del Inconsciente de un singular instrumento de tratamiento y análisis. Jung busca sistematizar ese concepto en su obra principal, Abreacción, Análisis de los Sueños y Transferencia donde, a partir del análisis de 10 imágenes del tratado alquímico Rosarium Philosophorum aborda la cuestión. Jung, a lo largo del texto sobre el tema, teje con cada observación o comentario la comprensión que nos lleva, por un lado, a considerar el fenómeno como un complejo conjunto de proyecciones que funcionan como sustituto de una relación psicológica real (…) Las proyecciones crean una relación ilusoria 4 ; que recuerda, en parte, la idea del Teatro Alquímico presentado por Artaud y, por otro lado, la base del fenómeno, la concepción de la unión mística, la coniunctio opositorum expuesta por la Via Regís de la Alquimia. Sin embargo, lo que nos deja aun más perplejos con la magnitud del fenómeno y la sensibilidad de Jung puede ser encontrado al principio de sus Palabras finales:

«La teoría de la alquimia – y creo haberlo demostrado – no es nada más, esencialmente, que una proyección de contenidos inconscientes, o sea, de las formas arquetípicas, inherentes a todas las modalidades de la fantasía en su estado puro, tales como las encontramos en los mitos y leyendas, por un lado, y por otro, en los sueños, en las visiones, en los delirios de los individuos. El papel preponderante desempeñado en el plano histórico por el hierosgasmos y por las bodas místicas, como también por la coniunctio de los alquimistas, corresponde al significado central de la transferencia en el proceso psicoterapéutico y en las relaciones humanas normales. No me pareció por lo tanto osadía o exageración tomar como base o hilo conductor de mi trabajo un documento histórico, cuyo contenido es el resultado de un esfuerzo espiritual secular.»5

Jung también parece tener la intención de dejar bien claro que el fenómeno psíquico encuentra en este sistema una forma razonable de representación y comprensión sin que deba, bajo ninguna circunstancia, ser considerado como una palabra final conclusiva sobre el tema. De la misma forma que Jung entiende la Alquimia como una expresión auténtica de la Psique y una representación amplificada del proceso de individuación teniendo en cuenta que «(…) realizó para mí el gran e inestimable servido de ofrecer el material en el que mi experiencia pudiera encontrar el espacio suficiente, lo que me permitió describir el proceso de individuación, por lo menos en sus aspectos esenciales»6, también considera que su trabajo con las imágenes del Rosarium Philosophorum no son de carácter concluyente afirmando que: «lo que emprendí aquí debe por lo tanto ser considerado como un simple intento, al que no quisiera darle un carácter concluyente. La problemática de la transferencia es tan compleja y multifacética, que me faltan las categorías necesarias para una sistematización»7. Entiendo así, que la percepción de Jung sobre el fenómeno de la relación humana trasciende por mucho las representaciones por él utilizadas pero que, en realidad, sirvieron para vehicular sus ideas. De nuevo con sus palabras:

«La serie de grabados que nos sirvió de hilo de Ariadna es una entre muchas; es decir, podríamos componer en otras bases diversos esquemas que serían otros tantos modos diferentes de presentar el proceso de transferencia. Pero ninguno de esos esquemas sería capaz de exprimir totalmente la multiplicidad infinita de las variaciones individuales, que, todas, tienen su razón de ser. Estoy perfectamente consciente de que, en esas circunstancias, el simple hecho de intentar exponer el proceso en su conjunto ya es en sí un emprendimiento osado. La importancia práctica del fenómeno, sin embargo, es de tal orden, que el intento se justifica, por más que su imperfección pueda dar margen a malentendidos.»8

Sin embargo, la comprensión de la fenomenología de la transferencia y la contra-transferencia como vehículo y contenido del análisis y del método analítico puede comenzar por tratar de entender la naturaleza y la particularidad del setting terapéutico, el vaso alquímico, las condiciones indispensables para la realización del «Opus Alquímico», la Obra. El setting es, en el plano de los símbolos, el palco, el Teatro Alquímico donde se vivirá el drama; la retorta donde los elementos químicos, auténticas expresiones de potenciales psíquicos, estarán dispuestos y listos para comenzar la búsqueda de sus afinidades/complementariedades. Macho y hembra, positivo y negativo y toda la multiplicidad de los opuestos comienzan su danza ritual en busca del apareamiento, de la conjunción, de la muerte y renacimiento. Y entonces, una vez dispuestos en la cuadratura circular de los opuestos, se inicia el movimiento; la energía psíquica toma su curso a través de la ranura creada entre los elementos afines, suscitando imágenes y emociones propias del proceso y, corriendo en todas las direcciones, ocupando todos los espacios y tiempos realiza la gran obra, la transformación de los opuestos, la conjunción, en el Rosarium expresada como el Rey y la Reina.

La transferencia, fenómeno que, simultáneamente, se da como vehículo y contenido de la propia Psique en relación, es el Alfa y el Omega del proceso. Se instaura «El Teatro Alquímico», una relación marcada por papeles y patrones arquetípicos definidos, de complejo orden y naturaleza que, en el particular, son realizados en el ámbito individual. La analogía del proceso con el teatro es señalada por Antonin Artaud:

«Entre el principio del teatro y el de la alquimia hay una misteriosa identidad de esencia. Es que el teatro, así como la alquimia, cuando se considera en su principio y subterráneamente, está vinculado a un cierto número de bases, que son las mismas para todas las artes y que buscan, en el dominio espiritual e imaginario, una eficacia análoga a aquella que, en el dominio físico, permite realmente la producción de oro. Pero entre el teatro y la alquimia hay aun una semejanza mayor y que metafísicamente lleva mucho más lejos. Es que tanto la alquimia como el teatro son artes por así decir virtuales y que cargan en sí tanto su finalidad como su realidad.>9

La transferencia y la contratransferencia es la via Regís de acceso y circulación a los símbolos y a las imágenes del inconsciente y se diferencia de los otros medios por una peculiaridad interesante, o sea: una vivencia inmediata, donde los involucrados en el drama son el cliente y el analista teniendo como palco el setting, el vaso. Esta experiencia ocurre en el momento inmediato del análisis siendo inequívocamente emocional, dotada de un cuerpo analítico que late y vive alimentado por la energía psíquica que se mueve por la fenomenología de la transferencia-contratransferencia. Se crea, en el setting, el ambiente adecuado para el proceso, el Teatro Alquímico, y el texto conduce el proceso.

El carácter arquetípico de la transferencia se da en la medida en que podemos percibir que el conjunto analista-paciente constela los patrones arcaicos milenarios, es decir, el patrón mítico y ritualizado por el encuentro de dos personas con fines terapéuticos en un tiempo y lugar apropiado. Es la escena necesaria para la constelación del Self Terapéutico donde queda constelado el Arquetipo del Médico Herido. El modelo ternario utilizado por Freud y el Psicoanálisis aquí se extiende a un modelo cuaternario propuesto porJung10 donde se introduce el inconsciente del analista como parte activa de todo el proceso.

Todo el fenómeno causó una fuerte impresión en Freud que al principio lo consideró como una amenaza para el proceso y método Analítico. Sin embargo, posteriormente, revisó sus preocupaciones reconociendo que traería, mientras fuera reconocido, muchas ventajas para la Psicoterapia. El fenómeno fue entonces reconceptualizado y considerado inherente al proceso e inevitable dentro de un contexto psíquico. Al describir el proceso, Jung se detiene de manera significativa en la figura 2 del Rosarium Philosophorum, el Rey y la Reina, donde podemos aprehender con más detalles la naturaleza y estructura cuaternaria propuesta para el proceso.

PHILOSOPHORVM.

El Rey y la Reina

El análisis realizado por Jung sobre esta figura lo condujo a la formulación de la estructura cuaternaria de la fenomenología de la transferencia, hecho que, además de particular, agrega a la relación psicoterapéutica el inconsciente del analista en el cuerpo transferencial, dando lugar a este elemento, al cual podemos llamar contratransferencia, es decir: las proyecciones que se originan en la Psique individual del propio analista, aunque su sombra y elementos generales de la personalidad ya se hayan trabajado en el análisis personal didáctico. Es una perspectiva osada de concepción que dota la relación de un carácter cada vez más humano y, por lo tanto, arquetípico.

Es interesante la identificación del carácter finalista en el proceso, como si estuviéramos delante de una natural disposición entre los opuestos en busca de la conjunción. El carácter causal de la transferencia parece referirse a la neurosis transferencial. El esquema cuaternario considera la contratransferencia como algo natural e inevitable dentro del proceso y siempre presente en el contexto analítico, lo que lleva a que deje de ser un evento indeseable y sujeto a un rígido control, para ser un componente e indicador del proceso.          

Este esquema cuaternario es construido a partir de la figura 2 donde Rey y Reina se entrelazan en múltiples niveles creando las condiciones necesarias para que el trabajo pueda ser iniciado. Los diferentes niveles de relación recíproca, sea en (A) la relación entre egos que, o en (B) la relación intrapsíquica entre el Ego y el Inconsciente en el ámbito personal, o en (C) de inconsciente para inconsciente y, particularmente en (D) la relación interactiva de consciente e inconsciente, podemos percibir las múltiples facetas y energías que están en escena.

Continuando con Jung, sobre esa escena, vemos que: «En lo referente a la Psicología de ese grabado, obsérvese en primer lugar que representa el encuentro entre dos seres humanos, en que el amor tiene un papel decisivo»11 o incluso, de manera más simple, comprender que el hecho de que dos personas se encuentren con un objetivo común y definido ya se constituye como un patrón arquetípico de relación, la condición esencial para que se dé la obra. En el texto que acompaña la figura leemos: «Note bien: el arte de nuestro magisterio, nada fue ocultado por los filósofos, excepto el secreto del arte, que no es permitido revelar a quien quiera que sea. Se tal hiciera, él (el traidor) sería maldecido; atraería sobre si la ira del Señor y moriría de apoplejía. Por cuanto todo error del arte proviene del hecho de no partir de la materia adecuada»12

Parece que sin esas condiciones nada será posible. La transferencia es el α y el Ω del proceso analítico siendo «nuestro magisterio obra de la naturaleza y no del artífice

Sobre el Teatro Alquímico

Iniciamos la comprensión de la fenomenología de la transferencia / contratransferencia resaltando la dificultad del tema pero, principalmente, resaltando la consideración de que se trata de un fenómeno natural de las relaciones humanas independientemente de si estamos o no dentro de un consultorio. Tomamos la Alquimia como referencia y de ella se pudieron extraer muchas referencias interesantes que llevaron a la resignificación del setting terapéutico como la ¡dea de Témenos Sagrado14 y la versión de Artaud sobre la relación entre el Teatro y la Alquimia.

La idea es que la transferencia se entienda también con un carácter teteológico, una especie de propósito intrínseco inherente a la afinidad de los implicados, un fenómeno cuya representación puede ser el teatro y toda la complejidad que lo rodea. La transferencia me parece ser el Leit Motiv, el vehículo y, simultáneamente, el contenido de la obra. La pieza, sus diálogos, escenarios, las emociones y todo lo que involucra el teatro tiene un doble espiritual incluso señalado por Jung en el comentario de las figuras del Rosarium. Recordando a Artaud tenemos que:

«De igual modo que la alquimia es, mediante sus símbolos, como el Doble espiritual de una operación que no tiene eficacia más que en el plano de la materia real, el teatro debe también ser considerado como el Doble, no de esa realidad cotidiana directa, de la que ha ido reduciéndose poco a poco a no representar más que la copia inerte, tan vana como edulcorada, sino de otra realidad peligrosa y típica en la que los principios como los delfines tras asomar la cabeza se apresuran a hundirse de nuevo en la oscuridad de las aguas(…) Hay, por otra parte, y antes de seguir adelante, que observar el extraño afecto que todos los libros que tratan de la materia alquímica sienten por la terminología del teatro, cual si sus autores hubiesen advertido desde el origen todo lo que hay de representativo, esto es, de teatral, en la serie completa de los símbolos por medio de los cuales se realiza espiritual mente la gran obra en espera de realizarse real y materialmente, y también en las desviaciones y los errores del espíritu mal informado en torno de esas operaciones, y en la enumeración, que pudiera calificarse de «dialéctica», de todas las aberraciones, fantasmas, mirajes y alucinaciones por los que tienen forzosamente que pasar los que intentan esas operaciones con medios puramente humanos.»15

Así, podemos añadir a la concepción de que el fenómeno transferencia / contratransferencia tiene disposiciones arquetípicas y alquímicas, la ¡dea de que el setting, el vaso alquímico, la dinámica relacional, las proyecciones y toda la fenomenología que envuelve estos hechos como si fuera de naturaleza teatral, es de carácter y significado doble con la propiedad y finalidad de representar el Alma, es decir: «hacer alma» a través de la experiencia vivida dentro del espacio sagrado, el Témenos, siempre fiel a la ¡dea del secreto del arte.

Continuando con Artaud:

«Todos los alquimistas verdaderos saben que el símbolo alquímico es un miraje de igual manera que el teatro es un miraje. Y esta alusión perpetua a las cosas y al principio del teatro que se encuentra en casi todos los libros de alquimia debe ser considerado como el sentimiento (del que los alquimistas tenían la conciencia más escrupulosa) de la identidad que existe entre el plano en el que evolucionan los personajes, los objetos, las imágenes y, en términos generales, todo cuanto constituye la realidad virtual del teatro, y el plano puramente supuesto e ilusorio en el que evolucionan los símbolos de la alquimia (…) La operación teatral de fabricar oro, por la inmensidad de los conflictos que provoca, por el número prodigioso de fuerzas a las que empuja unas contra otras y a las que induce, mediante ese apremio, a una especie de recogimiento esencial pictórico de consecuencias y súper cargado de espiritualidad, evoca finalmente al espíritu una pureza absoluta y abstracta después de la cual no hay ya nada más, y que podría ser concebida como una nota única, algo así como una nota límite atrapada al vuelo y que fuese como la parte orgánica de una vibración indescriptible.»16

De esta forma, concebir el Teatro Alquímico en el cual la transferencia / contratransferencia ocupa el lugar central, el α y el Ω del método analítico, es atribuirle el valor adecuado de vehículo y contenido de la psique donde los implicados tienen el palco del análisis para representar y vivir la vida. El Teatro y su doble, actor-personaje, un ser cuántico que en un solo momento es y no es lo que está representando y viviendo, agregado al Método analítico donde analista/ hombre interactuando con el analizando/hombre desempeñan una vivencia análoga. Abajo el palco de la transferencia-contratransferencia, el Teatro Alquímico que tiene la finalidad de dar sensibilidad e inteligibilidad a la Psique. En las últimas palabras de Jung en su obra destinada al estudio de la transferencia, sabiamente reconoce que:

«El fenómeno de la transferencia es, sin duda alguna, uno de los síndromes más importantes y decisivos del proceso de individuación y significa más que una simple atracción y rechazo de orden personal. Gracias a sus contenidos y símbolos colectivos él ultrapasa de lejos la persona y alcanza la esfera social, trayéndonos a la memoria aquellos contextos humanos superiores que, por doloroso que sea, faltan a nuestro orden, o mejor, al desorden social de nuestros días.» 17

Sobre el papel del error

Optamos entonces por crear una oposición natural entre la «idea de Papel» y el «Error como posibilidad arquetípica oculta», proponiendo que la relación entre ambos se da en un terreno común, el Análisis y, particularmente, en la fenomenología de la Transferencia con todas sus complejidades naturales.

Para comprender el papel y la naturaleza del error, ya sea en la individuación o en el análisis, propusimos hacerlo entendiéndolo como una experiencia análoga a la del aborto en el proceso de reproducción o al divorcio en el matrimonio y a todas las demás adversidades. Reconocemos que se trata de la muerte del que vive pero no llega a nacer, del que aun no puede salir a la luz y volverse consciente. El no nacer es una imagen arquetípica inherente al proceso de vida consciente de la misma manera que lo destructivo es una posibilidad inherente al proceso creativo.

Nacer y morir, errar y acertar, hacer y deshacer son episodios que caminan juntos, de la mano, los opuestos complementarios. El error parece tener el papel de traer a la conciencia la experiencia del fracaso, como un evento fortuito que, como tal, es inesperado y trae consigo toda suerte de hechos inusitados. La naturaleza hace y deshace, crea y recrea, inicia e interrumpe según sus propias leyes y determinaciones siendo que su dominio se encuentra mucho más allá de nuestra perspectiva y comprensión.             

Incluso así entendemos que: no todo aborto, o lo que llamamos error, debe ser visto como tragedia o fracaso. No somos nosotros los que controlamos las puertas de entrada y salida de la vida y el útero, el huevo, tal como la tierra o el vaso alquímico, donde se da el opus, no atrapan o matan al philos philosophorum y, por lo tanto, ya sea en el análisis o en el proceso de individuación el aborto o el error y el fracaso pueden ser vistos como una compensación natural frente a la ignorancia de un ego que cree poder poseer y controlar todo.

El popular «políticamente correcto» no ofrece ninguna garantía en el proceso ya que, sin miedo de errar, el éxito o el fracaso no son consecuencia directa de una vida llena de méritos, honores y buenas costumbres. El proceso de individuación, la vida o el análisis no son una prueba de obstáculos con premios específicos para las mejores posiciones sino una actividad paciente y humilde que dará un fruto Deo concediente.

Sobre el error de papel

En cuanto al error de papel en análisis, episodio común en el proceso analítico, pienso que debemos considerarlo como una posibilidad importante en el trabajo. Se trata de una disposición importante pues, a través del tiempo, puede revelar las irregularidades, incapacidades, incompetencia e impotencia del Analista en la concepción y desempeño de su papel.

Lo que queremos circunscribir en el Análisis es: el Analista en el dominio de su papel en el settíng, el vaso alquímico y el Analizando, que, en igual nivel de importancia, juntos, constituyen el cuerpo del análisis, el palco donde se pone en escena el Teatro Alquímico, sus condiciones fundamentales.

A diferencia del «papel del error», abordado anteriormente, el «error de papel» se refiere a la imposibilidad del Analista de «Ser-en-el-Análisis», su posible incapacidad de vínculo, de Eros, de involucrarse en la obra, y que no lo deja Ser-y-actuar adecuadamente en el «setting» en su único y solitario personaje, el Ser-Analista y, como tal, interactuar con propiedad en el drama representado. Al analizar más adelante las figuras 2, 3, 4 y 5 del Rosarium Philosophorum vemos la naturaleza relacional del trabajo, el Opus, como condición no negociable para que el fenómeno del Análisis se dé a través de la transferencia.

En la Figura 2 – Rey y Reina están todavía con sus vestimentas mundanas marcando claramente sus atributos y roles complementarios aunque a lo largo del proceso sea uno de los objetos de transformación. Pero es, especialmente, una condición irrefutable para que el proceso de inicie, es decir, cada cual tiene su papel en la obra, aunque todo eso será transformado inmediatamente. En las figuras posteriores en la secuencia 3, 4, 5, es entonces representado el drama y es donde se dan y fluyen todas las disposiciones y energías.

Se instaura así «El Teatro Alquímico», una relación marcada por roles y patrones arquetípicos definidos, de orden y naturaleza compleja que, en el particular son realizados en el ámbito individual. La analogía del proceso se da en la medida en que cada uno de los involucrados se torna un ser cuántico, actor/personaje, doble, y durante todo el trabajo son y no son lo que están representando y viviendo. Analista/ hombre interactuando con Analizando/ hombre viven y desarrollan el vínculo que, en condiciones específicas, dotarán al lugar y al proceso de la capacidad de vivir, en sí, el fenómeno psíquico del análisis. La transferencia-contratransferencia da sensibilidad e inteligibilidad a la psique y la obra se realiza.

Sin embargo, si al Analista no le fuera dada la posibilidad del Arte y si, aún más, le fuera distante el contacto con Eros, muy probablemente no sabrá cuál es la naturaleza del trabajo ni sabrá incluso cómo deberá «comportarse» en el ejercicio de este noble papel durante el espectáculo. Tendrá dudas acerca del vestuario, las líneas, el texto, etc. En fin, podrá incluso preguntar lo que debe hacerse allí y cómo sabe cuándo termina.

Estamos frente a un «error de papel», el de la inocencia e ignorancia frente al trabajo. Cualquier trabajador que opere con las cosas del alma sabe que tendrá que ponerse, al llegar, el delantal, la toca y otros elementos para después calentar el horno antes de cortar los condimentos, además de otros detalles. Durante la obra será necesario cuidar que el horno no pierda el calor además de que algunas masas no se enfríen y así sucesivamente. En fin, es esencial conocer el Arte.

Sostengo que todo trabajo es arte, es psíquico, basado en la idea de que la Psique es una dimensión superlativamente real y que nada existe fuera de ella. Todo trabajo es psíquico y, así realizado, es Arte puro, en la medida en que torna visible lo que es invisible, según señala Paul Klee. Deberemos todos optar por el Arte pues, como tal estaremos inmersos en el proceso de forma doble, teatral, una perspectiva psicoide, donde, como actor/personaje, viviremos en mundos dobles, dirigidos a la búsqueda de la piedra filosofal. Lamentamos mucho más, aún así, que el error sea una presencia eterna y una más entre múltiples posibilidades.  

Dedicarse al arte puede ser nuestra tarea principal.

NOTAS DE PIE DE PÁGINA

1 JUNG, C.G., O.C. Vol XVI/2 § 538
2 TRIMOSIN, Spiendor Solis: Alchemical Treatises of Solomon Trismosin, p. 18.
3 ARTAUD, Antonin. O Teatro e seu Duplo. Sao Paulo: Martíns Fontes,1999.p.49.
4JUNG,C.G.,O.C.Vol XVI § 283
5 JUNG, C. G.. O.C. Vol XVI § 538
6JUNG,C.G., O.C.Vol XIV § 792
7 JUNG, C.G., O.C. Vol XVI § 538
8 JUNG, C. G., O.C. Vol XVI § 538
9 ARTAUD, Antonin. O Teatro e seu Duplo. Sao Paulo: Martins Fontes,1999.p.49.
10 JUNG, C. G., O.C. Vol XVI § 420 hasta § 449
11 JUNG, C. G., O.C. Vol XVI § 419
12 JUNG, C. G., O.C. Vol XVI § 411
13 JUNG, C. G., O.C. Vol XVI § 411
14 JUNG, C.G., O.C. Vol XII §106
15 ARTAUD, Antonin. O Teatro e seu Duplo.Sao Paulo:Martins Fontes,1999.p.49.
16 ARTAUD, Antonin. O Teatro e seu Duplo.Sao Paulo:Martins Fontes,1999.p.53.
17JUNG,C.G., O.C. Vol XII § 53

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