El Sí mismo – Martin Schmidt

Tomado de IAAP Page Web

Martin Schmidt, MBPsS, es analista de formación junguiana de la Sociedad de Psicología Analítica de Londres. Ha trabajado como psicólogo y psicoterapeuta en rehabilitación psiquiátrica durante más de 20 años. Hasta agosto de 2019, fue Secretario Honorario de la IAAP y su Organizador Regional para Europa Central. Enseña y supervisa ampliamente tanto en el Reino Unido como a nivel internacional. Su artículo ‘Psychic Skin: psychotic defences, borderline process and delusions’ (‘Piel psíquica: defensas psicóticas, proceso límite y delirios’), JAP, febrero de 2012, Vol. 57, n.° 1, ganó el premio Fordham al mejor artículo clínico en 2012 y fue nominado para el premio Gradiva de la Asociación Nacional para el Avance. de Psicoanálisis en Nueva York en 2013. Este documento se tomó de la página web de la IAAP. Traducido del inglés por Juan Carlos Alonso.

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El pensamiento de Jung sobre el sí mismo separa la psicología analítica junguiana de otras escuelas psicoanalíticas. Utiliza el concepto del sí mismo para representar su comprensión de quiénes somos y el concepto de individuación para describir en quién podemos convertirnos.

En la tradición freudiana/kleiniana, el ego, el id y el superego son los agentes principales, pero para Jung el sí mismo es la fuerza impulsora predominante de la psique. Es primario y está presente ante el yo. Al igual que Freud, vio al yo como el centro de la conciencia, pero se refirió al sí mismo como la Gran Personalidad, en última instancia incognoscible, vinculado a un sentido universal de unidad cósmica. Nunca podemos conocerlo o abrazarlo por completo porque dependemos del yo inferior para percibirlo. Quizás esta lucha en la aprehensión ha llevado a interpretaciones muy diferentes de las cualidades del yo. Jung lo representó como una estructura psíquica, un proceso de desarrollo, un postulado trascendental, una experiencia afectiva y un arquetipo. Se ha representado como la totalidad del cuerpo y la mente, la imagen de Dios, la experiencia de sentimientos abrumadores, la unión de los opuestos, la totalidad y una fuerza dinámica que guía al individuo en su viaje por la vida. Esta última idea es junguiana por excelencia, ya que aunque otros psicoanalistas han hablado sobre el sí mismo de manera similar, el psicoanálisis clásico todavía usa en gran medida el término como una mera forma de describir la totalidad del individuo en lugar de una agencia teleológica dinámica.

Arquetipo y postulado trascendental

El sí mismo no sólo trasciende al yo sino al individuo. Jung lo comparó con la imagen de Dios: «Podría llamarse igualmente el ‘Dios dentro de nosotros'» (Jung 1928, párr. 399).

Veía el sí mismo no solo como un fenómeno personal sino colectivo. Comprende la totalidad del psiquismo y organiza la personalidad. Al igual que el budismo y el taoísmo, Jung creía que la vida no era una serie de eventos aleatorios, sino más bien la expresión de un orden más profundo, al que él y el físico Nobel Wolfgang Pauli se refirieron como el ‘Unus Mundus’ (Jung 1955, párrafo 660).

En este modelo, todos los fenómenos inanimados y animados, físicos y psicológicos se ven como parte de un continuo que subyace a toda existencia. Por lo tanto, el hombre es parte de un todo universal además de tener un sí mismo subjetivo.

El sí mismo es el: “arquetipo de orientación y significado” (Jung 1963, párrafo 224). Como todos los arquetipos, lo vio con dos polaridades: un polo material/físico y otro espiritual/psicológico. En el polo físico, es fácil ver que estamos conectados a toda la materia ya que estamos compuestos por los mismos átomos y unidos por la misma energía. En el polo espiritual, nuestra conexión significativa con los demás se expresa en experiencias numinosas, la transferencia de sentimientos (una característica central del análisis) y sincronicidades.

individuación

La individuación es la piedra angular de la psicología de Jung y describe cómo se manifiesta la agencia del sí mismo. Lo vio como el proceso de autorrealización, el descubrimiento y la experiencia del significado y propósito en la vida. El objetivo del sí mismo es la totalidad y esto depende de la interacción y la síntesis de los opuestos, p. ej. consciente e inconsciente, personal y colectivo, psique y soma, masculino y femenino, divino y humano.

El análisis no solo fomenta sino que acelera la individuación, creando condiciones en la relación entre paciente y analista, que ofrecen la posibilidad de experiencias enrarecidas y transformaciones que de otro modo no podrían ocurrir. Esto se debe a que la situación analítica permite que ambos participantes se unan en la búsqueda de la verdad. De la misma manera, expresar y experimentar el sí mismo en formas que a menudo están prohibidas por los compromisos hechos al servicio de la aceptación social en las relaciones no analíticas.

Yo, sí mismo y mediana edad

Jung vio la primera mitad de la vida como una tarea heroica. Su objetivo es desarrollar un yo lo suficientemente fuerte que pueda adquirir la suficiente independencia para salir de la órbita gravitacional de los padres. Esto generalmente requiere salir de casa, encontrar una carrera y construir relaciones propias.

Sin embargo, además de fortalecer el propio yo, es necesario mantenerse en contacto con un sentido de uno mismo para estar vivo ante los propios sentimientos y ser guiado por la propia intuición. Jung sostuvo que la psique es un sistema de autorregulación (como el cuerpo) y la alienación del sentido de uno mismo, de quién es realmente, puede conducir al desequilibrio.

Una vida predominantemente dirigida por el yo puede identificarse con una persona narcisista y carecer de significado. Uno necesita tanto un yo fuerte para manejar tareas que requieren razón, como un sentido de uno mismo para saber quién es y qué dirección tomar. El yo parece algo hecho por el hombre, mientras que el sí mismo es una fuerza de la naturaleza (Schmidt, 2005). Tiene una perspectiva más amplia que nos conecta con una verdad mayor. Las decisiones más importantes de la vida, como qué carrera debemos seguir, dónde debemos vivir y con quién, requieren una percepción y una intuición que provienen del sí mismo.

Jung vio la mediana edad como un período de transición crítico, ya que el objetivo de la segunda mitad de la vida no es adquirir más posesiones y estatus, sino prepararse para la muerte. Ahora se requiere que el yo entregue su dominio (la ilusión narcisista de que es el sí mismo) y, en cambio, entre al servicio del sí mismo. Jung consideraba que la individuación era más que la maduración o simplemente crecer. Se trata de un enfrentamiento con uno mismo donde es vital integrar la sombra y los aspectos contrasexuales de la propia personalidad. Al hacerlo, uno puede volverse más capaz de hacer las paces con uno mismo, desempeñar un papel activo en el resto del mundo, apoyar a la próxima generación y formular su propia filosofía para vivir y morir.

Experiencias del sí mismo

Jung describe los encuentros directos con el sí mismo como llenos de asombro. Pueden ser asombrosos cuando toman la forma de experiencias sublimes, numinosas u oceánicas y asombrosos si el inconsciente domina la personalidad como vemos en el colapso psicótico.

El sí mismo rara vez se experimenta como un todo unificado, pero es fenomenal, es decir, capaz de experimentarse. Aparece en sueños, mitos y cuentos de hadas en la figura de:

la “personalidad supraordenada” como rey, héroe, profeta, salvador… o en forma de símbolo de totalidad, como el círculo, cuadrado o cruz (o mandala)… Cuando representa una complexio oppositorum, una unión de opuestos , también puede aparecer como una dualidad unida, en la forma, por ejemplo, de tao como la interacción de yang y yin…’ (Jung 1921, párr. 790).

Para concluir

El sí mismo es un verdadero símbolo junguiano en el sentido de que está saturado de significado y sigue siendo esquivo. En común con términos como mente, psique, alma y espíritu: “el sí mismo no es más que un concepto psicológico, una construcción que sirve para expresar una esencia incognoscible que no podemos captar como tal, ya que por definición trasciende nuestros poderes de comprensión. ” (Jung 1928, párr. 399)

El objetivo del análisis junguiano es fomentar una relación con este sí mismo misterioso (tanto del analista como del paciente) que sea auténtico, encarnado, coherente, continuo y trascendente. De esta manera, podemos llegar a ser más capaces de desarrollar nuestro potencial y aceptar quienes somos.

Referencias:

Jung, C. G. (1921) ‘Psychological Types.’ CW6

————- (1928) ‘The relations between the ego and the unconscious.’ CW7

————- (1955) ‘The Conjunction’. CW14.

————–(1963) Memories, Dreams, Reflections. London: Routledge and Kegan Paul.

Schmidt, M.A. (2005). ‘Individuation: finding oneself in analysis-taking risks and making sacrifices’, The Journal of Analytical Psychology, Vol 50, 5, 595-616.

Algunas lecturas adicionales

Colman, W (2006) ‘The self’ in The Handbook of Jungian Psychology-Theory, practice and applications (Ed. R K. Papadopoulos). London and New York: Routledge

Jung, C.G. (1933) Modern Man in Search of a Soul. New York and London: Harvest

————–(1928/1931) ‘The structure of the psyche.’ CW8

————–(1942) ‘Conscious, unconscious and individuation. CW 9i

————–(1946/54) ‘The psychology of the transference.’ CW16

————–(1958) The Undiscovered Self. Routledge & Kegan Paul: London

————–(1959) ‘Aion: researches into the phenomenology of the self.’ CW9ii Stein, M (1983) In Midlife. Putnam, Connecticut: Spring Publications

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