Introducción – Anatomía de la Psique – Edward Edinger

EDWARD F. EDINGER

Edinger2

Nació en Iowa, Estados Unidos, y recibió su grado de médico en la Universidad de Yale en 1946. En 1951, en Nueva York, empezó su análisis didáctico con la analista junguiana M. Esther Harding. Posteriormente, fue supervisor de psiquiatría en el Hospital Estatal de Rockland en Orangeburg, NY, y más tarde miembro fundador de la Fundación CG Jung, en Manhattan, y del CG Jung Institute de Nueva York. Fue presidente de este Instituto desde 1968 hasta 1979, cuando se trasladó a Los Ángeles. Allí continuó su práctica durante casi veinte años, y se convirtió en analista Senior en el CG Jung Institute de Los Angeles. Murió el 2 de agosto de 1998, de 75 años. El siguiente texto es la traducción de la «Introducción» de su Anatomia da Psique: O simbolismo Alquímico da  Psicoterapia (2006). São Paulo: Editora Cultrix. El resto del libro será traducido en la Página Web exclusiva para Miembros de ADEPAC.

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Traducido del portugués por Juan Carlos Alonso

El proceso de la psicoterapia, cuando quiera que se profundice, coloca en movimiento acontecimientos misteriosos y abismales. Es muy fácil, tanto para el paciente como para el terapeuta, perder el sentido de dirección. He ahí por qué hay un tan desesperado apego a las teorías de la psique limitadas e inadecuadas; ellas al menos ofrecen un sentido de orientación. Si no deseamos someter los fenómenos psíquicos al lecho de Procusto de una teoría preconcebida, debemos salir en búsqueda de categorías que enseñen la comprensión de la psique en el ámbito de la propia psique. Un viejo dicho alquímico exhorta: «Disuelve la materia en su propia agua.» He ahí lo que hacemos cuando intentamos comprender el proceso de la psicoterapia en términos de alquimia.

Como Jung demostró, el simbolismo alquímico es, en gran medida, un producto de la psique inconsciente. «La naturaleza real de la materia era desconocida para el alquimista; él tenía sólo indicios al respeto. Al intentar explorarla, proyectó el inconsciente sobre las tinieblas de la materia, a fin de iluminarla… Mientras hacía sus experiencias químicas, el operador pasaba por determinadas experiencias psíquicas que le parecían ser el comportamiento particular del proceso químico. Como se trataba de una cuestión de proyección, él naturalmente desconocía el hecho de que la experiencia nada tenía que ver con la propia materia. Él experimentaba su proyección como una propiedad de la materia; pero su experiencia, en realidad, era de su propio inconsciente.1

Estudiando la alquimia, Jung descubrió que ese lujurioso tejido de imágenes era de hecho la «propia agua» de la psique, sensible de ser usada para comprender los complejos contenidos de la psique. Escribió él:

Pronto percibí que la psicología analítica coincidía de modo bastante singular con la alquimia. Las experiencias de los alquimistas eran, en cierto sentido, mis propias experiencias, así como su mundo era mi mundo. Fue, en efecto, un descubrimiento destacado: yo había encontrado la contraparte histórica de mi psicología del inconsciente. La posibilidad de comparación con la alquimia, así como la cadena intelectual ininterrumpida que remontaba al Gnosticismo, le daba sustancia. Cuando me lancé sobre aquellos antiguos textos, todo encontró su lugar: las imágenes-fantasía, el material empírico que había recogido en mi práctica y las conclusiones que de ellos había sacado. Comenzará a entender el significado de esos contenidos psíquicos a partir de una perspectiva histórica 2.

Al final de Mysterium Coniunctionis, él hace un resumen del significado de la alquimia:

… todo el procedimiento alquímico… puede muy bien representar el proceso de individuación en un individuo particular, aunque con la diferencia, no desprovista de peso, de que ningún individuo particular abarca la riqueza y el alcance del simbolismo alquímico. Este tiene a su favor el hecho de haber sido construido a lo largo de los siglos… Es… tarea muy difícil e ingrata la tentativa de describir el proceso de individuación a partir de materiales de casos…En mi experiencia, ningún caso es suficientemente amplio para revelar todos los aspectos con una riqueza de detalles que lo lleve a ser considerado paradigmático… La alquimia, por consiguiente, realizó para mí el gran e inestimable servicio de suministrar el material en el que mi experiencia pudiera encontrar espacio suficiente, lo que me posibilitó describir el proceso de individuación, al menos en sus aspectos esenciales. 3.

De ese modo, podemos decir que las imágenes alquímicas describen el proceso de la psicoterapia profunda que es idéntico a aquello que Jung denomina individuación. Así, me propongo examinar algunas de las imágenes básicas de la alquimia a fin de verificar la forma en la cual corresponde a las experiencias de psicoterapia.

Uso el término «psicoterapia» en su sentido más amplio, etimológico. La palabra griega therapeuein, «curar», significaba, originalmente, «servicio a los dioses». Así pues, la cura ocurría, inicialmente, en un contexto sagrado, Hace referencia a un grupo de judíos contemplativos, pre-cristianos, que se llamaban a sí mismos Therapeuts, «porque profesaban un arte medicinal más eficaz que aquel que tenía empleo general en las ciudades (ya que allí sólo se curaban los cuerpos, mientras que aquella cura de almas que se encuentra sometida al yugo de molestias temibles y casi incurables, infligidas por los placeres y apetitos, temores y sufrimientos, por la codicia, los desatinos, la injusticia y por todo el elenco de la innumerable multitud de pasiones y vicios), y habían sido instruidos por la naturaleza y por las leyes sagradas a servir al Dios vivo» 4. Por lo tanto, psicoterapia significa, en términos esenciales, servicio a la psique.

Lo que hace a la alquimia tan valiosa para la psicoterapia es el hecho de que sus imágenes concretizan las experiencias de transformación por las que pasamos en psicoterapia. Tomada como un todo, la alquimia ofrece una especie de anatomía de la individuación. En efecto, sus imágenes serán más significativas para aquellos que hayan tenido una experiencia personal del inconsciente.

Para el alquimista, lo superior y lo inferior, así como lo interior y lo exterior, estaban conectados por vehículos e identidades ocultos. Aquello que acontece en el cielo es duplicado por aquello que ocurre en la Tierra, tal como lo indican los siguientes versos alquímicos:

Heaven above
Heaven below
Stars above
Stars below
All that is above
Also is below
Grasp this
And rejoice.5

[Cielo encima / Cielo debajo / Estrellas encima / Estrellas debajo / Todo lo que está encima / También está debajo / Lo percibimos / Y nos regocijamos]

De igual manera, un pasaje de la Tabla Esmeralda dice: «Aquello que está debajo es igual a lo que está encima y aquello que esta encima es igual a lo que está debajo, para realizar los milagros del Único.» 6 Los planetas en el cielo corresponden a los metales en la Tierra: Sol = oro; Luna = plata, Mercurio = mercurio; Venus = cobre; Marte = hierro; Júpiter = estaño; y Saturno = plomo. En la medida en que giran alrededor de la Tierra, los planetas poco a poco derraman sus metales correspondientes en el interior de la Tierra, pudiéndose extraerlos por medio de operaciones alquímicas (ver la figura 1-1).

En términos psicológicos, podemos entender esa imagen como una referencia a los componentes arquetípicos del ego. Los ladrillos empleados en la construcción del ego son calidades divinas hurtadas a los dioses o productos del desmembramiento de una divinidad – representantes terrenales de principios transpersonales. Ese conjunto de imágenes aún vive en la psique moderna, como lo indica, por ejemplo, el sueño de un hombre de negocios y artista comercial de mediana edad que desconocía la alquimia:

Cuatro personajes vestidos de metal descienden del cielo en mi dirección. Flotan por encima de un antiguo muro romano. Cada vestimenta está hecha de un metal diferente. Una es de bronce, otra de plomo, la tercera de hierro y a última de platino. El personaje vestido de platino se aparta de los otros y se aproxima. «Buscamos metal», dice él. «El material que recogemos es el mismo material de nuestras ropas.» Ellos permanecen suspendidos en el aire gracias a algún método peculiar.

Los hombres vestidos de metal corresponden a las divinidades planetarias de los alquimistas. Desprovistos de peso, son seres espirituales, habitantes del cielo. Así, representarían imágenes arquetípicas de la psique objetiva. Su descenso en busca de los correspondientes metales indica que cada espíritu-metal busca su propia encarnación terrenal. Desean ser concretamente actualizados en la experiencia consciente de un ego individual. Se trata de un sueño arquetípico, que exhibe claramente un significado colectivo y personal. Los dioses que perdemos descienden hasta nosotros, pidiendo la restauración del vínculo. Tal como Baucis e Filemon, los individuos modernos están siendo visitados por factores transpersonales – que los instan a darles hospitalidad – con los cuales perdieron contacto. El sueño también es relevante para nuestros esfuerzos de comprensión de la alquimia. Los espíritus de la alquimia – las imágenes simbólicas que descendieron hasta nosotros – solicitan sus contrapartes terrenales, o sea, su realización significativa en la experiencia moderna. Muchas personas dotadas y devotas ofrecieron toda su vida a la búsqueda de la Piedra Filosofal. Mediante la comprensión de las imágenes a las que ellas sirvieron, podemos redimirles la vida de la futilidad y reconocer que fueron testigos y portadoras del misterio de la individuación.

F1GURA 1-1. El macrocosmos y el microcosmos vinculados entre sí. (The Hermetic Museum, trad. de A. Y. Waite.)

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EL OPUS

La imagen central de la alquimia es la idea del opus. El alquimista se veía como alguien comprometido con un trabajo sagrado: la búsqueda del valor supremo y esencial. Los textos alquímicos tienen mucho que decir acerca de la naturaleza del opus y sobre la actitud que se debe tener con relación a este. Ciertas virtudes son requisitos indispensables. Dice un texto:»Todos los que buscamos seguir ese Arte no podemos alcanzar resultados útiles si no es con una alma paciente, laboriosa y solicita, con un coraje perseverante y con una dedicación continúa.»7 Esos son requisitos de la función del ego. La paciencia es fundamental. El coraje significa disposición para enfrentar la ansiedad. La dedicación continua tiene el sentido de una disponibilidad para perseverar, a despecho de todas las modificaciones de humor y de estado mental, en el esfuerzo de investigar y comprender aquello que está ocurriendo.

Otro texto relevante viene del Ordinal of Alchemy, de Thomas Norton. Para todos los que tuvieron la experiencia de la psicoterapia, los paralelos quedarán inmediatamente claros.

Todos los que se entreguen a la esa búsqueda deben, por tanto, esperar encontrar muchas aflicciones del espíritu. Tendrás que cambiar a menudo tu curso, debido a los nuevos descubrimientos que hagas… El demonio hará todo lo posible para frustrar la búsqueda, por medio de uno u otro de los tres ladrillos sueltos, a saber, el apresuramiento, la desesperación o la ilusión… aquel que tenga prisa no completará su trabajo ni en un mes ni siquiera en un año; además de eso, en ese Arte siempre será verdad que el apresurado jamás será dejará de tener razones de queja…Si el enemigo no prevalece contra ti debido a la prisa, te asaltará con el desanimo, y se mantendrá en una constante actividad de colocar en tu mente pensamientos desmotivadores respecto al hecho de que son muchos los que buscan ese Arte, pero pocos los que lo encuentran y del hecho de que, a menudo, aquellos que fracasan son más sabios de lo que eres. Después de eso, él preguntará si puede haber alguna esperanza de que alcances el gran arcano; además, te traerá la aflicción, con dudas acerca de la verdadera posesión, por parte de tu maestro, del secreto que él dice transmitirte; o sobre si él no estará ocultando la mejor parte de aquello que sabe… El tercer enemigo contra el cual tú te debes guardar es el engaño, que tal vez sea más peligroso que los otros dos. Los siervos que debes emplear para alimentar los hornos frecuentemente son poco dignos de crédito. Algunos son descuidados y se van a dormir cuando deben prestar atención al fuego; otros son depravados y hacen contra ti todo el mal que pueden; otros más son estúpidos o presuntuosos y excesivamente confiados, desobedeciendo las instrucciones… o son borrachos, negligentes y distraídos. Guárdate contra todos ellos, si deseas ahorrarte una gran pérdida.8.

Una característica prominente del opus es el hecho de ser considerado un trabajo sagrado que requiere una actitud religiosa.

… se debe considerar ese arcano, no sólo como un Arte verdaderamente grande, sino también como un Arte sagrado en sobremanera… Así pues, si alguien desea alcanzar ese gran e indescriptible misterio debe acordarse de que es obtenido, no sólo por el poder del hombre, sino también por la gracia divina, y más que nuestra voluntad o deseo, es sólo la misericordia del Altísimo, la que nos lo puede entregar. Por esa razón, debes, ante todo, purificar tu corazón, elevarlo sólo a Él y pedirle ese don, con verdadera determinación y una oración que no deje dudas. Solamente Él puede darlo y entregarlo. 9 Ahora, el régimen es más amplio de lo que la razón lo percibe, excepto cuando es por inspiración divina. 10

¡Pobre de aquel que no tiene temor a Dios, pues Él lo puede privar de ese arte!11

Nuestro arte, así en teoría como en la práctica, es siempre un don de Dios, que da cuando y a quien desea: no de aquel que lo ansía, ni de aquel que se apresura; es sólo concedido por la misericordia de Dios. 12.

Citas como esas dejan claro que hay necesidad de una cuidadosa conciencia del nivel transpersonal de la psique. Eso significa que debemos estar orientados hacia el Sí-mismo,* y no hacia el ego. Hay aquí una paradoja, como ocurre tan frecuentemente en la alquimia y en la psicoterapia. Una conciencia del Sí-mismo y la actitud religiosa que esa conciencia trae son los objetivos de la psicoterapia, en vez de los requisitos exigidos en el inicio. Pero, cuando menos el potencial para eso debe existir desde el comienzo. Como dice un alquimista, si pretendemos encontrar la Piedra Filosofal, debemos comenzar con un fragmento suyo. A medida que el proceso se profundiza, percibimos cada vez más que el discernimiento viene hasta nosotros por la gracia y los desarrollos que ocurren, no por la voluntad del ego, sino por la presión de la individuación, cuya origen es el Sí-mismo (ver figura 1-2).

FIGURA 1-2. El alquimista guiado por Dios. (Barchusen,
Elementa Chemiae, 1718, Paris, Bibliotheque Nationale.
Reproducido en Jung, Psychology and
Alchemy.)

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Otro aspecto del opus es el hecho de que es un trabajo ampliamente individual. Los alquimistas eran decididamente solitarios. Algunos probablemente tuvieron un auxiliar, pero no más que eso. Se trata de una referencia a la peculiar naturaleza individual de la individuación que es experimentada, en sus aspectos más profundos, por el individuo aislado. El opus no puede ser realizado por un comité, razón por la cual genera una ineludible alienación del mundo, al menos por algún tiempo. «Pero cuando Dios da su gracia a alguien que comprende (el Arte)… hay, a los ojos del mundo, algo de incomprensible, y aquellos que poseen ese misterio serán objeto de escarnio de los hombres y serán mirados con una actitud de superioridad.»13.

Eso corresponde al trabajo de la psicoterapia, que nadie que se encuentre fuera de ella consigue entender. Él será desdeñado y ridiculizado por el punto de vista colectivo convencional, sea de otra persona o sea de la propia sombra de quien que esté involucrado. Como paralelo a este texto, hay las siguientes palabras de Jesús: «Si os fuerais del mundo, el mundo amaría lo que era suyo; pero, como no sois del mundo, pues antes yo os escogí del mundo, el mundo os odia.» (Juan, 15:19, NEB.)

Otra característica del opus se refiere a su carácter secreto. Los alquimistas se consideraban guardianes de un misterio vedado a los que no tenían valor.

Por lo tanto, debes probar y examinar con cuidado la vida, el carácter y la actitud mental de toda persona a ser iniciada en este Arte; enseguida, debes comprometerla, por medio de un juramento sagrado, a no permitir que nuestro Magisterio sea conocido comúnmente o de modo vulgar. Sólo cuando sea vieja y frágil puede revelarlo a una persona, pero sólo a una — debiendo esta ser hombre virtuoso, centro de la aprobación de sus compañeros. Porque este Magisterio debe mantenerse siempre como una ciencia secreta, siendo evidente la razón que nos impele a ser precavidos. Si algún infame aprendiera a practicar este Arte, habría gran peligro para la Cristiandad. Pues ese hombre ultrapasaría todos los límites de la moderación y removería de sus tronos hereditarios a los legítimos príncipes que rigen los pueblos cristianos. Y la pena por el abuso recaería sobre aquel que hubiera instruido a la persona sin valor en nuestro Arte. Luego, para evitar tal explosión de orgullo jactancioso, quien posee el conocimiento de este Arte necesita ser escrupulosamente cuidadoso en lo que atañe la transmisión a otra persona, debiendo considerar esa transmisión como un privilegio peculiar de aquellos que se muestran virtuosos a toda prueba. 14.

De la misma manera que los Misterios Eleusinos, el secreto alquímico tenía su divulgación prohibida. Comprendida en términos psicológicos, la cuestión es más sutil. Un secreto que puede ser revelado no es secreto. En un cierto sentido, el secreto de la psique está seguro, porque no es comunicable a aquellos que aún no lo hayan experimentado por sí mismos. El uso erróneo del secreto, al que el texto alude, sugiere una inflación subsecuente a la identificación del ego con una imagen arquetípica. Si no fueran percibidas como un secreto y como algo sagrado, las energías transpersonales serán canalizadas para fines personales y presentarán efectos destructivos. El abuso del misterio alquímico corresponde al abuso del misterio eucarístico, acerca del cual el apóstol Pablo dice: «Aquel que comiera del pan o bebiera del cáliz del Señor indignamente será culpado de profanar el cuerpo y la sangre del Señor.Debe el hombre examinarse (dokimazo, ‘someter a la prueba, analizar metales’) antes de comer de este pan y de beber de este cáliz. Pues quien come y bebe, come y bebe para su propio juicio, no discerniendo el Cuerpo.» (I Cor. 11:27-29, NEB.)

Se consideraba el opus alquímico como un proceso iniciado por la naturaleza, pero que exigía el arte y el esfuerzo conscientes de un ser humano para ser completado.

Este estado no puede ser perfeccionado por el sólo progreso de la naturaleza; porque el oro no tiene propensión para ir tan lejos, prefiriendo, en vez de eso, mantenerse en su cuerpo constantemente duradero. 15

La naturaleza sirve al Arte con materia, y el Arte sirve a la naturaleza con Instrumentos apropiados y con el método conveniente para que la naturaleza produzca esas nuevas formas; y aunque la Piedra mencionada sólo puede ser llevada a su forma propia por medio del Arte, la forma es, no obstante, de la naturaleza. 16.

He ahí una idea profunda. El opus es, en un cierto sentido, contrario a la Naturaleza, pero, en otro, el alquimista auxilia a esta última a hacer aquello que ella no puede hacer por sí misma. Eso por cierto se refiere a la evolución de la conciencia. Aunque exista en la naturaleza la presión por alcanzar la conciencia – en el interior de la psique inconsciente -, es necesario un ego para realizar plenamente esa presión natural. Hay una exigencia de cooperación deliberada del individuo en la tarea de crear conciencia.

Las afirmaciones esenciales acerca del opus alquímico están presentes en determinados textos que lo equiparan a la creación del mundo. Zózimo dice: «El símbolo de la química tiene como fundamento la creación del mundo.»17 La Tabla Esmeralda dice, en la conclusión de su receta alquímica: «Y así el mundo fue creado.» Otro texto, habiendo descrito la preparación de un agua especial, tiene la siguiente secuencia:

Hecho eso, toma una gota del vino rojo consagrado y déjala caer en el agua; vas a percibir, instantáneamente, una espesa oscuridad, semejante a la de la primera creación. Enseguida, despeja dos gotas y verás la luz nacer de las tinieblas; prosigue despejando, a cada mitad de todo cuarto de hora, poco a poco, primero tres, después cuatro, cinco y seis gotas, y no más; verás con tus propios ojos la aparición de cosa tras cosa en la parte superior del agua: como Dios creó todas las cosas en seis días y como todo vino a ser, así como secretos que no deben ser comentados en voz alta y que yo, además de eso, no tengo el poder de revelar. Te arrodillas antes de efectuar esta operación. Que tus ojos juzguen todo eso: pues así el mundo fue creado. 18.

Comprendidos psicológicamente, esos textos equiparan el individuo con el mundo; esto es, afirman que la individuación es un proceso de creación del mundo. Schopenhauer comienza su gran obra, El mundo como voluntad y representación, con la ultrajante afirmación: «El mundo es mi representación.» De la misma manera, Jung habla de la «calidad creadora del mundo» presente en la conciencia. 19 Tal idea se encuentra peligrosamente próxima de la presunción solipsista y, en efecto, es un contenido común de la psicosis – la idea de que se es el mundo entero o el centro del universo. No obstante, se trata de una idea arquetípica que el individuo necesita para no ser engullido por los patrones estadísticos, colectivos. El pensamiento colectivo es revelado por la preocupación con la normalidad de cada uno. Si cada cual fuera un mundo peculiar y distinto de ser, no puede haber normas, porque una norma es un promedio de muchos. La psique individual es, y debe ser un mundo entero en sus propios límites, a fin de mantenerse por encima de – y contra – el mundo exterior, y de poder cumplir su tarea de portador de la conciencia. Para que los platos de la balanza se equilibren se hace necesario que el individuo tenga el mismo peso del mundo.

Esa percepción del individuo como un mundo suele venir a mí, con fuerza considerable, cuando trabajo con pacientes. Se trata de un valioso contrapeso para las dudas acerca de la significación de nuestros esfuerzos con un puñado de individuos en comparación con la población mundial de varios billones de personas.

Aunque los textos alquímicos sean complejos, confusos y hasta caóticos, el esquema básico del opus es realmente simple. Es lo siguiente: el propósito es crear una sustancia trascendente y milagroso, simbolizado de varías maneras: como Piedra Filosofal, Elixir de la Vida o remedio universal. El procedimiento es, en primer lugar, descubrir el material adecuado, la llamada prima materia, sometiéndola enseguida a una serie de operaciones que la transformarán en la Piedra Filosofal.

La PRIMA MATERIA

El término prima materia tiene una larga historia que se remonta a los filósofos pre-socráticos. Esos antiguos pensadores estaban prendidos a una idea a priori, una imagen arquetípica que les decían que el mundo es generado de una materia única original, la llamada primera materia. Aunque divergieran en el tocante a la identificación de esa materia primordial concordaba con su existencia. Tales decía que la prima materia era «agua»; Anaximandro la llamaba «lo ilimitado» (apeiron); Anaxímenes le daba el nombre de «aire»; y Heráclito la consideraba «fuego».

Esa idea de una substancia única original no tiene fuente empírica en el mundo exterior. Exteriormente, el mundo es sin duda una multiplicidad. Por lo tanto, la idea debe ser la proyección de un hecho psíquico. En los términos de la fantasía filosófica, se imaginaba, en la época, que la primera materia había pasado por un proceso de diferenciación por medio de lo cuál había sido descompuesta en los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Se pensaba que esos cuatro elementos, enseguida, se combinaron en diferentes proporciones para formar todos los objetos físicos del mundo. Se impuso la prima materia, por así decirlo, una estructura cuádruple, una cruz, que representa los cuatro elementos, dos grupos de contrarios: tierra y aire, fuego y agua. Psicológicamente, esta imagen corresponde a la creación del ego a partir del inconsciente indiferenciado mediante el proceso de discriminación de las cuatro funciones: pensamiento, sentimiento, sensación e intuición.

Aristóteles elaboró la idea de la prima materia en conexión con su distinción entre materia y forma. Según él, la materia elemental, antes de amoldarse o de tener la forma impuesta sobre sí, es pura potencialidad – aún no actualizada, porque lo real no existe mientras no asume una forma particular. Según afirma un comentador de Aristóteles: «La primera materia es el nombre de ese poder enteramente indeterminado de cambio.»20.

Los alquimistas heredaron la idea de la prima materia de la antigua filosofía, aplicándola a sus tentativas de transformación de la materia. Pensaban que, para transformar una sustancia dada, era necesario, antes de todo, reducirla o hacerla retornar a su estado indiferenciado original: «Los cuerpos no pueden ser cambiados sino por la reducción su primera materia.» 21 Y, otra vez: «Las especies o formas de los metales no pueden ser transmutadas en oro o plata sin antes ser reducidas a su materia esencial.» 22

Ese procedimiento corresponde de cerca a aquello que ocurre en la psicoterapia. Los aspectos fijos y establecidos de la personalidad – rígidos y estáticos – son reducidos o llevados otra vez a su condición indiferenciada original, lo que constituye una de las partes del proceso de transformación psíquica. El retorno a la prima materia es ilustrado por el siguiente sueño:

Volví a un ala de hospital. Me hice niño otra vez y estoy en esta ala a fin de iniciar mi vida desde el comienzo.

El soñante había intentado el suicidio hacía poco tiempo, y el sueño indica el significado simbólico de ese acto. El niño y la prima materia del adulto. La presión de transformación de ese paciente provoca su retorno a la condición original. En términos aristotélicos, la forma que actualiza la personalidad ya existente está siendo disuelta y llevada de vuelta a la primera materia, el estado informe de la pura potencialidad, para que una nueva forma o actualidad surja. Tal idea está representada en el siguiente sueño:

Debo lidiar con una bebecita. Siempre que hay algo que no se logra entender – para lo cual se está bloqueado -, se debe llegar cerca de esa niña. En el momento de la falta de comprensión, ella exhibe un descolorido brillo carmesí. Ese brillo transmite inocencia – que es el material de la bebecita -, y esa inocencia nos deja libres para abordar el problema en los términos de nuestra propia realidad individual.

La inocencia corresponde al estado de indiferenciación de la prima materia. El sueño nos hace recordar las palabras de Jesús: «En verdad, os digo, si no os convirtierais y no os hicierais como niños jamás entraríais en el reino de los cielos» (Mat., 18:3, RSV). Hacerse como niños es volver al estado inocente e indiferenciado de la prima materia, un requisito de la transformación.

Los aspectos fijos y desarrollados de la personalidad no permiten cambios. Son sólidos, establecidos y convencidos de su corrección. Solamente la condición original – indefinida fresca y vital, pero vulnerable e insegura -, simbolizada por el niño, está abierta al desarrollo y, por lo tanto, viva. Consideramos la imagen de un niño en sueños uno de los símbolos del Sí-mismo, pero ella también puede simbolizar la prima materia. A menudo, los textos hacen referencia a encontrar, y no a producir, la prima materia. Esta es descrita de incontables maneras. He ahí algunos ejemplos típicos:

Esa Materia está delante de los ojos de todos; todas las personas la ven, la tocan, la aman, pero no la conocen. Ella es gloriosa y vil, preciosa e insignificante, y es encontrada en todas partes… Para resumir, nuestra Materia tiene tantos nombres cuantas son las cosas del mundo; he ahí por qué el tonto no la conoce. 23.

En lo tocante a la Materia, ella es una y cuenta en sí todo lo necesario. […] De la misma manera, escribe Amoldo de Villa Nueva, en su «Flower of Flowers»: «Nuestra piedra es hecha de una sola cosa, y con una sola cosa.» Con el mismo sentido, le dice al rey de Nápoles: «Todo lo que se encuentra en nuestra piedra le es esencial, no necesitando ella de ningún ingrediente que le sea extraño. Su naturaleza es una sola y él es una sola cosa.» Y afirma Rosino: «Cumple saberes que el objeto de tu antojo es una sola cosa, de la cual son hechas todas las cosas.» 24.

La substancia sobre la cual primero colocamos las manos es mineral… Tiene ella gran virtud interior, a pesar de lo vil a la mirada. Es hija de Saturno, ¿necesitas de más? La concibe correctamente, pues es nuestra primera entrada. Tiene color de arena, con venas plateadas que aparecen entrelazadas, en el cuerpo… Tiene naturaleza venenosa. 25

Hay en nuestra química cierta noble substancia, en cuyo comienzo la aflicción rige como la hiel, pero en cuyo final el júbilo rige como la dulzura 26.

El problema del descubrimiento de la prima materia corresponde al problema del descubrimiento del material de trabajo en la psicoterapia. Esos textos nos presentan algunos indicios:

1. Ella es ubicua, está en todas partes, delante de los ojos de todos. Eso significa que el material psicoterapéutico, de igual manera, se encuentra en todos los lugares, en todas las ocurrencias corrientes y cotidianas de la vida. Los humores y las reacciones personales insignificantes de todos los tipos son materiales apropiados para el trabajo en el proceso psicoterapéutico.

2. A pesar de su gran valor interior, la prima materia tiene una apariencia exterior desagradable, razón por la cual es despreciada, rechazada y tirada a la basura. Se trata a la prima materia como al siervo sufriente citado en Isaías. Psicológicamente, eso significa que la prima materia está en la sombra, en aquella parte de la personalidad tenida como de más despreciable. Los aspectos más dolorosos y humillantes de nosotros mismos son los propios aspectos a que ser traídos a la luz y trabajados.

3. Aparece como multiplicidad – «tiene tantos nombres cuantas son las cosas» -, pero es, al mismo tiempo, una. Esa característica corresponde al hecho de la psicoterapia, inicialmente, volver la persona consciente de su condición fragmentada, desconectada. De forma bastante gradual, esos fragmentos aguerridos van siendo identificados como aspectos distintos de una única unidad subyacente. Es como si viéramos los dedos de una mano tocar una mesa, inicialmente, sólo en dos dimensiones, como dedos distintos, no conectados entre sí. Con la visión tridimensional, los dedos son vistos como parte de una unidad más amplia, la mano.

4. La prima materia es indiferenciada, sin fronteras, límites o formas definidos. Eso corresponde a cierta experiencia del inconsciente que expone el ego al infinito, al ápeiron. Puede evocar el terror de la disolución o el asombro de la eternidad. Ofrece un atisbo del pleroma, de lo increatum, el caos que precedió la operación del Logos creador del mundo. Se trata del miedo de la falta de fronteras, que suele llevar a la persona a contentarse con los límites que tiene el ego, en vez de arriesgarse a caer en el infinito al intentar ampliarlas (ver figuras 1-3 y 1-4).

LAS OPERACIONES

Es realmente difícil comprender la alquimia tal como se expresa en los escritos originales. Encontramos una salvaje, lujuriosa e intrincada masa de imágenes superpuestas que tienen un efecto enloquecedor para la mente consciente en búsqueda de orden. Mi método de organización del caos de la alquimia consiste en concentrar la atención en las principales operaciones alquímicas. Descubierta la prima materia, se debe someterla a una serie de procedimientos químicos a fin de transformarla en la Piedra Filosofal. Prácticamente todo el conjunto de imágenes alquímicas puede ser organizado en torno a esas operaciones – lo que no se aplica sólo a ese conjunto de imágenes. Muchas imágenes mitológicas, religiosas y folclóricas también giran en torno a ellas, ya que vienen de la misma fuente: la psique arquetípica.

No hay un número exacto de operaciones alquímicas, y muchas imágenes se sobreponen. Para mis propósitos, consideré siete de esas operaciones como los principales componentes de la transformación alquímica. Son ellas: calcinatio, solutio, coagulatio, sublimatio, mortificatio, separatio, coniunctio. (Uso los términos latinos, en vez de calcinación, solución, etc., para distinguir los procesos psicológicos de los procedimientos químicos.) Cada una de esas operaciones es el centro de un elaborado sistema de símbolos. Esos símbolos centrales de la transformación componen el principal contenido de todos los productos culturales. Ellos suministran las categorías básicas para la comprensión de la vida de la psique, ilustrando prácticamente toda la gama de experiencias que constituyen la individuación.

FIGURA 1-3 La prima materia como caos. (Marolles, Tableaux du temple des muses 1655. Londres, British Museum. Reproducido en Jung, Psychology and Alchemy.)

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En los capítulos a continuación, consideraré sucesivamente cada una de esas operaciones. Cada capítulo estará acompañado de un cuadro indicativo de los principales vínculos simbólicos que se agregan alrededor de la imagen núcleo. Los cuadros son parte importante de mi método, pues deseo acentuar la naturaleza estructural de cada sistema de símbolos. Aunque yo voy a intentar ser claro y explícito, la naturaleza del asunto requiere que muchos aspectos se mantengan en el nivel de la imagen y del símbolo. Para justificarlo, ofrezco las siguientes observaciones de Jung:

No debemos censurar el lenguaje secreto de los alquimistas: la percepción profundizada de los problemas del desarrollo psíquico inmediatamente nos enseñará a preferir reservar el juicio, en vez de anunciar prematuramente a los cuatro vientos, lo que es el qué. En efecto, todos tenemos un comprensible antojo de claridad cristalina, pero corremos el riesgo de olvidar el hecho de que lidiamos, en asuntos psíquicos, con procesos de experiencia, es decir, con transformaciones que jamás deben recibir denominaciones rígidas y apresuradas, sino desearse petrificárselas en alguna cosa estática. El mitologema multiforme y el símbolo frágil expresan los procesos de la psique de manera mucho más vigorosa y, a final de cuentas, mucho más claramente, que el más explicito concepto; porque el símbolo no sólo transmite una visualización del proceso, sino también – y eso tal vez tenga la misma importancia – trae una renovada experiencia de él, de aquel crepúsculo que solamente podemos aprender a entender por medio de la empatía inofensiva, pero que la demasiada claridad sólo disipa. 27

27. FIGURA 1-4,  Cerbero como el aspecto devorador y desconcertante de la prima materia.
(Siglo XV, Biblioteca Apostólica Vaticana, Cod. Padre. lat. 1066, fol. 239.
Reproducido en Derola, The Secret Art of Alchemy.)

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NOTAS DE PIE DE PÁGINA

1. Jung, Psychology and Alchemy, CW 12, pars. 345 ss.
2. Jung, Memories, Dreams, Reflections, p. 205.
3. ClV 14, par.792.
4. Filo, «On the Contemplative Life», in The Essential Phiiu, p. 31.
5. Citado en Jung, The Practice of Psychoterapy, CW 16, par: 384.
6. Read, Prelude to Chemistry: An Outline of Alchemy, p. 54.
7. Waite, Trad., Turba Philosophorum, p. 127, dictum 39.
8. Waite, Trad., The Hermetic Museum, 2:22-25.
9. Ibid., 1:127.
10. Turba Philosophorum, p. 138, dictum 39.
11. Ibid., p. 97, dictum 29.
12. Waite, trad.. The Hermetic Museum, 1:9.
13. Ibid., 173.
14. Ibid., 2:12.
15. The Lives of the Alchemystical Philosophers, p. 175.
16. Trismosin, Splendor Solis: Alchemical Treatises of Solomon Trismosin, p. 18.
17. Citado por Jung, E. T. H. Seminars: Alchemy, p. 146.
18. Citado por Jung, Psychology and Alchemy, CW 12, par. 347.
19. Mysterium Coniunctionis, CW 14, par. 132.
20. Brehier, The History of Philosophy: The Hellenic Age, p. 208.
21.  Kelly, The Alchemical Writings of Edward Kelly, p. 34.
22.  Figulus, A Golden and Blessed Casket of Nature’s Marvels, p. 298.
23. Waite, trad.. The Hermetic Museum, 1:13.
24. Ibid., 12. .
25. The Lives of the Alchemystical Philosophers, p. 176.
26. Citado en Jung, Psychology and Alchemy, CW 12, par. 387.
27. Jung, AlchemicaI Studies, CW 13, par. 199.

 * Cf. original alemán, Selbst, usado por Jung. (N. do T.)

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