Interpretación junguiana de la película «El Club de la pelea»

Octavio Santos Solano

Octavio Santos S. es Estudiante de último semestre de Psicología (Pontificia Universidad Javeriana). El artículo que se ofrece a continuación es el trabajo final presentado en la cátedra Seminario de Autor Contemporáneo Carl G. Jung, a final del primer semestre de 2003. Correo electrónico: osantos@007mundo.com.

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Todo individuo es seguido de una sombra,
pero cuanto menos es ésta incorporada a la vida consciente de aquél,
tanto más negra y espesa es.
(Jung, 1961).

¿Si despiertas a una hora diferente,
en un lugar diferente,
podrías despertar como una persona diferente?
(“Fight Club”)

El cine se ha utilizado frecuentemente como un excelente instrumento para reflejar aspectos que se encuentran sumergidos en el psiquismo del hombre. Tal es el caso de la película “El Club de la Pelea”, la cual constituye un ejemplo de cómo el séptimo arte plasma en escenas una gran variedad de contenidos psíquicos de todo tipo; desde complejos funcionales hasta imágenes arquetípicas. Con esta breve introducción quisiera dar comienzo al análisis junguiano de los fragmentos más impactantes que comprenden este film. De este modo, haré una disección, a la luz de la teoría, de las partes más relevantes que evidencian algunas de las temáticas vistas en clase, centrándome, preferentemente, sobre el complejo de la persona y el de la sombra.

La película comienza retomando la última escena de su lisis o fase final, en donde aparecen sus personajes principales, el narrador (Edward Norton) y Tyler Durden (Brad Pitt), en el último piso de un edificio (“teatro de destrucción masiva”). El narrador de toda la historia es Edward, quien empieza exponiendo cómo el comité de demolición del proyecto caos colocó en una docena de edificios gelatina explosiva para derrumbar sus cimientos y, así, convertir en cenizas todo un imperio empresarial.

Con esta corta presentación, el narrador retrocede en el tiempo para dotar de sentido esa misma situación, es decir, para dar inicio a la exposición o situación inicial del drama. Es así como retorna a su vida cotidiana como consultor de seguros de una compañía automotriz. Por aquella época, Edward sufrió de insomnio durante seis meses y, como muchas personas, se había convertido en esclavo de la «cultura Ikea” (comprador por catálogo de cosas exóticas).

Debido a un comentario hecho por su médico, Edward empieza a asistir a diversos grupos de apoyo a personas con enfermedades graves de todo tipo, y es allí donde empieza a llorar y a ser escuchado por las demás personas. De esta manera, Edward cura su insomnio y puede volver a continuar su rutina en forma normal. En una de estas sesiones, y bajo un ejercicio de meditación, Edward entra en una caverna de hielo y se encuentra con su animal de poder: un pingüino que le dice “resbala”. Pero de pronto, aparece una mujer llamada Marla Singer, una impostora como él, que ronda por sus mismos grupos. La presencia de Marla hace que Edward no pueda desahogarse y así, nuevamente, empieza a sufrir de insomnio.

Quisiera detenerme un momento aquí para ilustrar de qué manera la situación de Edward tiene relación con el principio progresivo y regresivo del movimiento de la libido. Esta parte de la película muestra como su energía psíquica, durante el insomnio, esta sucumbiendo a una regresión a causa de su particular estilo de vida y de su trabajo, los cuales constituyen, en un principio, el origen de su enfermedad; ambas cosas se evidencian como el obstáculo que impide el acceso libre de la libido en forma progresiva.

Luego, al ingresar en los grupos de apoyo, Edward vuelve a dormir y, durante éste periodo de tiempo, su libido avanza hacia fuera, hacia la vida. Es así como Edward tiene una sensación jubilosa de bienestar que le permite reconciliarse con su trabajo y percibir el mundo de forma mucho más agradable, debido a que los pares de opuestos se encuentran nuevamente unidos y siguen el curso coordinado de los procesos psíquicos, es decir, actúan conjuntamente regulando el equilibrio psíquico (Progoff, 1967).

Pero, nuevamente, su insomnio regresa mucho más fuerte y su energía vuelve a seguir un curso regresivo. Esto es debido ahora a la presencia de Marla, quién desvanece entonces el sentimiento vital que hasta el momento vivenciaba. Es de esta manera como Edward experimenta otra vez la ruptura del equilibrio entre los opuestos. Por lo tanto, empieza a experimentar desacuerdos y roces internos, lo cual hace que los opuestos ya no trabajen de manera conjunta y, de esta forma, actúen en función recíprocamente antagónica (Progoff, 1967).

Por desgracia el impedimento del libre fluir hacia el exterior de la libido hace que está se acumule y así comience a moverse hacia abajo y a internarse en los profundidades de la psique. De esta manera, empieza a aumentar en Edward, en forma desproporcionada y desagradable, el valor psíquico de ciertos contenidos conscientes, ya que “los contenidos y reacciones subjetivos presionan, tratando de colocarse en primer plano, y la situación, ya saturada de afectos, se torna propicia para el estallido” (Progoff, 1967).

Es así como esa cantidad de energía estancada comienza a ejercer un poder de atracción que agrupa a diversos contenidos psíquicos, formando entonces un complejo. Estos obedecen a su propia iniciativa, es decir, son autónomos y se separan de la personalidad total. Es precisamente por esta separación que se desprenden de la conciencia y comienzan a actuar en ella, pero siguiendo sus propias normas. Parecieran, entonces, como “pequeñas personalidades dentro de la personalidad total” (Progoff, 1967).

Al tocar el tema de los complejos, que constituye el tema central de ésta película, debemos analizar más a fondo la vida de Edward durante sus primeros seis meses de insomnio, cuando era un esclavo de la cultura Ikea y un trabajador comprometido con sus labores, para comprender realmente cuál era el motivo que estaba produciendo precisamente esa tensión entre los opuestos.

Primeramente, resulta de suma importancia tener en cuenta que los complejos funcionales son necesarios para que el individuo pueda encauzar sus energías hacia el logro de una tarea determinada, pero resultan en extremo peligrosos cuando, al operar como sistemas parciales, se alejan demasiado del resto de la psique, ya que promueven el desequilibrio entre los opuestos (Progoff, 1967).

Una vez aclarado esto, resulta correcto decir que Edward, durante ese momento, estaba totalmente identificado con el complejo de la persona, es decir, con la máscara que utilizaba cotidianamente en su mundo social. La máscara se transforma continuamente dependiendo de la situación y de los individuos que se encuentren presentes. De esta manera, el sujeto presenta múltiples facetas, en proporción con el número de situaciones diferentes con las cuales se enfrenta. (Progoff, 1967). Esto se evidencia claramente cuando Edward se muestra obediente ante su jefe y colaborador frente a sus compañeros de trabajo, pese al odio que albergaba por ellos en su inconsciente. Asimismo, intentaba constantemente buscar y comprar todo tipo de objetos que pudieran reflejar su ideal de persona.

Fue así como Edward, sin darse cuenta, había formado un escudo muy fuerte con el fin de protegerse de los impactos sociales cotidianos y, al mismo tiempo, había quedado atrapado por su propia máscara. Hay que tener presente que el complejo del yo es el que reacciona, en términos de la consciencia, frente a las experiencias de la vida del sujeto, pero también es con quien se identifica la persona (Progoff, 1967).

Todo esto explica por qué Edward no se daba cuenta de que su enfermedad era precisamente a causa de su identificación con la persona, ya que esta generaba una tensión entre su consciencia y su inconsciente. Por tal motivo, su inconsciente había quedado totalmente relegado, produciéndose así un conflicto entre los opuestos que se manifestaba a través de la sintomatología del insomnio.

Sin embargo, cuando comenzó a ir a los grupos de apoyo su insomnio desapareció, gracias a que nadie lo juzgaba ni lo criticaba y, de esa forma, podía liberarse por un momento de esa máscara tan pesada. Es así como podía llorar libremente y ser escuchado, lo cual compensaba la actitud rígida que mostraba en el trabajo gracias a su máscara.

Cuando por fin Edward puede volver a dormir, Marla llega y hace que nuevamente surja el desequilibrio entre los opuestos del que venimos hablando. Ya Edward no puede quitarse su máscara en los grupos, lo cual hace, a su vez, que no pueda desahogarse. Pero, al mismo tiempo, lo que mantiene inquieto a Edward es precisamente que Marla también es una mentirosa como él, ya que no sufre ninguna enfermedad como las personas que asisten a estos grupos.

En cuanto a la escena en donde Edward entra en su caverna, podríamos decir que ésta constituye un símbolo de lo continente, de lo cerrado y oculto, es decir, del inconsciente. El hecho de que sea en hielo, afirma así mismo la identificación de lo inconsciente con el agua, pese a su estado congelado (Cirlot, 2000).

Continuando con la historia de la película, Edward sigue padeciendo de insomnio y viaja constantemente a otras ciudades a supervisar accidentes de carros. En uno de esos viajes conoce a Tyler Durden, un vendedor de jabones bastante excéntrico que en sus ratos libres trabajaba como proyeccionista de películas y como mesero. En una de sus conversaciones, Tyler le dice que con simples accesorios caseros se puede hacer “naphal”, una sustancia que en grandes cantidades podría destruir toda una ciudad.

Acto seguido, Edward llega a su condominio pero observa que éste se encuentra en llamas y que lo ha perdido todo. Es por esto que se comunica con Tyler, el cual le propone que se encuentren en un bar para conversar acerca de lo ocurrido. Edward dice que realmente lo ha perdido todo, que ese condominio era su vida, y Tyler le comenta que las cosas materiales terminan por poseerlo a uno, que somos consumidores que nunca estamos contentos con nada y, sobre todo, que muchas de las cosas que compramos no son necesarias para la supervivencia.

Una vez salen del bar, Tyler le dice a Edward que lo golpee lo más duro que pueda y es así como ambos comienzan a pelear. Cuando terminan la riña, Edward se va a vivir con Tyler a una casa abandonada que es realmente un tugurio. A la siguiente noche, ambos vuelven a pelear y así continúan haciéndolo todos los días. Transcurrido el primer mes, Edward ya no extrañaba la televisión ni sus anteriores lujos, incluso llegaba lleno de moretones a su trabajo a causa de las peleas. Así, Tyler y Edward empezaron a convivir y los pensamientos de éste último comenzaron a girar todo el tiempo en torno a sus peleas nocturnas.

De pronto, ambos se dieron cuenta que había mucha más gente interesada en estas peleas, y así decidieron crear el llamado “club de la pelea”. Éste era un lugar de encuentro que tenía sus propias reglas. Con el pasar del tiempo, fue creciendo poco a poco (al igual que la relación entre Edward y Tyler), convirtiéndose así en un refugio para cada uno de sus integrantes y en una razón para seguir adelante.

Un día Edward recibe una llamada de Marla, pero no quiere hablar con ella y por eso deja el teléfono descolgado mientras ella continua platicándole. Tyler, al ver el teléfono, lo toma, va a buscar a Marla y ambos tienen sexo. Edward esta desayunando e inmediatamente ve a Marla en su casa le pregunta: “¿que haces tu aquí?”, y dado el tono descortés de la pregunta, ella se va furiosa. Tyler le dice a Edward que le prometa que nunca le va a contar nada sobre él a Marla, así continua teniendo sexo con ella.

A medida que avanza la película, Edward empieza a violar todas las normas de su trabajo: fuma, descuida totalmente su apariencia personal, no tiene en cuenta ninguna sugerencia de su jefe y no le importan las relaciones con sus compañeros. Lo único que le interesaba era que llegara la noche para volver a pelear. Una noche Tyler y Edward están haciendo jabón y Tyler le quema la mano a Edward con un químico, diciéndole que sin dolor no hay sacrificio, que Dios nunca lo quiso y que debe saber que algún día morirá.

Todo lo anterior constituye el desarrollo del drama de la película y es aquí donde hace aparición otro de los complejos funcionales más importantes: la sombra. Como vimos en la primera parte del film, el Yo tiende a desarrollar lo que considera el lado más fuerte de su personalidad y a unificarlo con sus actitudes conscientes predominantes y con su persona. Mientras esto sucede, el lado más débil e inadaptado se retrotrae a lo inconsciente. Ahí es donde se empieza a formar el complejo de la sombra que, “cuando los factores psíquicos apropiados envían a lo inconsciente la calidad de libido necesaria”, emerge a la superficie en forma autónoma (Progoff, 1967).

Este complejo es todo lo contrario al de la persona, ya que contiene el lado más débil y oscuro de la personalidad, lo cual hace que su accionar tienda a crear dificultades al Yo. La sombra se manifiesta a través de estados de ánimo o impulsos repentinos que llevan al individuo a realizar actos que su actitud consciente no aprueba; “es como si otro individuo se apropiara de su personalidad para hacer deliberadamente una serie de cosas opuestas a los deseos del Yo consciente” (Progoff, 1967). Es así como este complejo empieza a dejarse ver más claramente en la vida de Edward a través de Tyler. Éste último personaje encarna la proyección de la sombra de Edward, la cual se va apoderando cada vez más de su estado consciente.

En su mayor parte, la sombra se compone de deseos reprimidos e impulsos incivilizados, motivaciones moralmente inferiores, fantasías y representaciones infantiles, etc., es decir, todas esas cosas de las que uno no se siente orgulloso. (Sharp, 1997). Todas estas características hacen alusión al personaje de Tyler, quien es un tipo rudo, con vicios, desprendido de las cosas materiales, beligerante en su pensar y actuar, y tampoco se compromete afectivamente con nadie. Sin embargo, todas estas características en cierta medida le atraen a Edward y le hacen pensar que desde hace tiempo ya conocía a su nuevo compañero. Esto supone que Edward no tenía una distinción clara entre su sombra, su yo y su persona. Es así como se observa una superposición y entrelazamiento entre estos tres tipos de complejos, los cuales hacen que la vida de Edward se vaya complicando cada vez más.

Siguiendo en la misma línea, la sombra puede aparecer cuando nos volvemos demasiado virtuosos o cuando nuestros valores morales se basan demasiado en el blanco y el negro. De esta forma, existe un peligro latente en cualquier sistema de creencias que le impone al individuo el rechazo de la oscuridad y, en su lugar, lo impulsa sin descanso a alcanzar la luz (Robertson, 2002).

Todo esto se adapta perfectamente al personaje de Edward, ya que se consideraba una persona inteligente, responsable en su trabajo y con una vida casi perfecta. Igualmente, estaba inmerso en la cultura organizacional de la eficacia, la cual lo forzaba tanto a crear una máscara resistente como mantener tras bastidores todo aquello perteneciente a su sombra. Todo esto hizo que se desencadenaran todos aquellos contenidos que habían quedado relegados tiempo a tras en su inconsciente, y pudieran emerger a través de Tyler.

De este modo constatamos que “cuanto más dividimos nuestro mundo moral en opuestos tan definidos, más fuerza adquiere el valor opuesto en nuestro inconsciente”. Si intentamos continuamente ser agradables con todo el mundo, se forma en el inconsciente una figura totalmente egoísta. Cuanto más neguemos las fuerzas opuestas de nuestra psique, más fuerte se hace la sombra. Si la negación es demasiado extrema, en lugar de confrontar la sombra, damos la vuelta a nuestra posición moral y nos convertimos en nuestro opuesto (Robertson, 2002).

Visto esto a la luz de nuestro personaje central, podemos observar cómo en Edward, gracias a su polarización a través de la persona, su sombra se hizo cada vez más grande e incontenible, hasta el punto de imponerse y desbordarse la mayor cantidad del tiempo, por encima de su Yo consciente. De esta manera, podemos afirmar, entonces, que Edward termina identificándose con Tyler, quien es diametralmente opuesto a él. Por desgracia, Edward no se da cuenta de que abandonar todos sus valores no es la solución ni tampoco lo que le intenta decir su sombra en un comienzo, sino que es Tyler quien trata de enseñarle que sus valores y su estilo de vida son bastante restrictivos.

Por lo tanto, podríamos señalar que, así como en la primera parte de la película se hizo evidente la primacía de los impulsos optativos de la persona en Edward, en esta segunda parte se empieza a develar cómo la sombra va desplazando lentamente a la persona. Pero es precisamente esa incapacidad de Edward para discernir correctamente entre ambos impulsos lo que le imposibilita adaptarse a la vida (Progoff, 1967).

Incluso podemos evidenciar como Edward presenta ciertos rasgos neuróticos, ya que su libido retrocede cada vez más hacia su psique haciendo que su personalidad adquiera un matiz inconsciente. Por esta razón, ahora su sombra adquiere mayor importancia dentro su personalidad (Progoff,). Por tanto, en un principio, su percepción de la sombra fue inhibida por la persona y, como ya mencione anteriormente, si nos identificamos con una persona brillante, la sombra será correspondientemente oscura. De esta manera, la sombra y la persona se encuentran en una relación compensatoria, y el conflicto entre ellas está invariablemente presentes en un brote de neurosis. La depresión que caracteriza este estado indica la necesidad de darse cuenta que uno no es todo lo que pretende o desea ser (Sharp, 1997).

Por otro lado, retomando las particularidades de éste complejo funcional se puede afirmar que, bajo su aspecto individual, la sombra es lo que a través de la vida no hemos admitido, hemos arrojado o reprimido y que, en ciertas circunstancias pueden tener también un carácter positivo. Por lo tanto, la sombra contiene también “cualidades infantiles o en cierto modo primitivas que animan la existencia humana y la embellecen”. Pero, por desgracia, los individuos tropezamos con reglas tradicionales, con prejuicios, con reparos y costumbres, con cuestiones de prestigio de toda clase. Y son precisamente estas últimas las que se hallan en estrecha relación con el problema de la persona y pueden desempeñar un papel funesto al impedir la evolución de la psique (Jacobi, 1971).

Teniendo en cuenta lo mencionado en el párrafo anterior, podemos concluir que la sombra no es sólo el lado oscuro de la personalidad, sino que también contiene instintos, habilidades y cualidades morales positivas que han estado por mucho tiempo enterrados o que nunca han sido conscientes (Sharp, 1997). Esta particularidad de la sombra se observa en el mensaje que le da Tyler cuando ambos están el bar, ya que él le hace ver a Edward que es precisamente su estilo de vida el que lo tiene así, el que lo aliena y lo esclaviza a su máscara.

De igual forma, cuando la sombra aparece por primera vez, es precisamente todo lo que vemos como no Yo, todo lo que no tiene absolutamente nada que ver con nuestra imagen de nosotros mismos. Pero ese no Yo también contiene cualidades de las personas a las que admiramos, pero con las que creemos que no tenemos nada en común. La sombra realiza la maravillosa función de escoger por nosotros cuáles de ese ilimitado número de cualidades son las que necesitamos, seamos o no conscientes de tal necesidad (Robertson, 2002).

Aquí debemos señalar de nuevo que Tyler no solo es todo lo negativo en Edward, sino que también presenta una compensación de su personalidad al ser un tipo mucho menos preocupado por la perfección y las cosas banales, lo cual le enseña a Edward, en parte, que su actitud no lo está llevando por un buen camino. Igualmente, no podemos negar el lado sombrío de éste personaje, ya que por medio de él también se manifiestan contenidos que Edward prefirió reprimir porque le resultaban demasiado penosos. Esto se nos revela cuando Tyler le está quemando la mano a Edward y en el contenido del mensaje que le da.

Para cerrar el análisis de esta parte de la película, deseo retomar un fragmento expuesto por Jung (1991) en su obra Arquetipos e inconsciente colectivo, ya que enmarca claramente todo lo mencionado hasta el momento:

“Es cierto que quien mira en el espejo del agua, ve ante todo su propia imagen. El que va hacia sí mismo corre el riesgo de encontrarse consigo mismo. El espejo no favorece, muestra con fidelidad la figura que en él se mira, nos hace ver ese rostro que nunca mostramos al mundo, porque lo cubrimos con la persona, la máscara del actor. Pero el espejo está detrás de la máscara y muestra el verdadero rostro. Esa es la primera prueba de coraje en el camino interior; una prueba que basta para asustar a la mayoría, pues el encuentro consigo mismo es una de las cosas más desagradables y el hombre lo evita en tanto puede proyectar todo lo negativo sobre su mundo circundante. Si uno está en situación de ver su propia sombra y soportar el saber que la tiene, sólo ha cumplido una pequeña parte de la tarea: al menos se ha trascendido lo inconsciente personal. Pero la sombra es una parte viviente de la personalidad y quiere entonces vivir de alguna forma. No es posible rechazarla ni esquivarla inofensivamente. El encuentro consigo mismo significa en primer término el encuentro con la propia sombra”.

Pasando ya al climax de la película, Tyler les pone una tarea a los miembros del club de la pelea, que consiste en provocar una riña con una persona extraña y perderla. De esta manera, cada miembro cumple con su trabajo. Por su parte, Edward visita a su jefe y le pide que lo deje trabajar desde su casa o si no él va a divulgar lo inseguras que son las piezas que vende su empresa, pero su jefe inmediatamente lo despide y es así como Edward comienza a golpearse a sí mismo. Finalmente, llega la policía y culpa al jefe por lo sucedido. Así, Edward consigue lo que quiere y puede dedicarle ahora mucho más tiempo al club.

Tyler continúa repartiendo tareas a los miembros del club, pero éstas son cada vez más subversivas. Un día, antes de explotar un punto de venta de computadores, este se aproxima a una tienda y amenaza a un joven con una pistola diciéndole que si no vuelve a estudiar y deja de estar perdiendo el tiempo, lo matara. Edward empieza desde este episodio a cuestionar las acciones de Tyler, diciéndole que no es la mejor manera de hacer las cosas.

Acto seguido, Marla se encuentra con Edward en la cocina y comienzan a hablar sobre los grupos de apoyo. De pronto, las palabras de Tyler empiezan a fluir de la boca de Edward y este termina diciéndole a ella que se vaya otra vez de su casa.

Luego, Tyler empieza a formar un ejército y a entrenar a cada uno de sus integrantes con el fin de hacer actos de vandalismo en contra del sistema. Edward se muestra contrariado y sorprendido por las consecuencias que tienen los actos que lleva a cabo el ejército de Tyler. El club de la pelea se transforma entonces en el proyecto caos, liderado por Tyler. Edward se encuentra enfadado porque Tyler no le ha contado los intereses reales de éste nuevo grupo.

Tiempo después, Tyler y Edward se encuentran en un carro y es en ese momento cuando Tyler le cuenta que él mismo fue el que destruyó su apartamento; que tocar fondo, en realidad, es dejar que todo suceda sin tratar de controlar nada, y es así como suelta el volante del carro que va manejado y se estrellan contra un vehículo parqueado al borde de la carretera. Edward se salva de milagro y al día siguiente Tyler desaparece. En ese momento llega Marla y Edward le dice que Tyler no está. Ella se encuentra muy confundida y se marcha llena de rabia.

Edward se queda al frente del ejército y ve que éste se esta volviendo cada vez más incontrolable. De pronto, un integrante del proyecto caos muere en una misión, y Edward aprovecha esta situación para decirles a todos que ese es el resultado de las tonterías que han hecho y que el compañero que murió era una persona que valía mucho. Inmediatamente después, los miembros del proyecto caos repiten las palabras de Edward como si fueran máquinas. En ese momento nuestro protagonista toma unos tiquetes aéreos que tiene disponibles y se va en busca de Tyler.

Finalmente en la lisis o fase final de la película, Edward coge sus tiquetes aéreos y se va a buscar a Tyler, sin darse cuenta que estaban a nombre de este; Edward lo busca de bar en bar en todas las ciudades a las que llega, y en su recorrido se da cuenta de que Tyler ha abierto sedes del club por todas partes, aun cuando nadie le da información sobre su paradero debido a las reglas del mismo club. De pronto, Edward se encuentra con un integrante del club y éste lo saluda como si él fuera Tyler. Edward se queda totalmente consternado y en ese momento llama a Marla a preguntarle si ellos han tenido sexo. Ella se molesta con de nuevo, pero finalmente termina llamándolo Tyler Durden.

En ese instante aparece Tyler, y Edward le pregunta por qué lo confunden con él. En ese momento empieza a recordar todo y se da cuenta que los dos son la misma persona. Tyler le explica que él es lo que siempre Edward quiso ser y que algunas veces, cuando lucha contra eso, realmente es Edward, pero en otras ocasiones se deja llevar por su imaginación transformándose en Tyler. En ese momento empieza a negarse a sí mismo todo lo que le cuenta Tyler y, no siendo capaz de resistir lo escuchado, termina desmayándose.

Gracias a unas llamadas que hizo mientras estaba dormido (pero en realidad estaba siendo Tyler), pudo darse cuenta de qué se trataba el plan final del proyecto caos. Edward intenta hablar con Marla y explicarle todo lo que sucedió, pero ella al principio no le cree hasta que Edward le dice que la quiere mucho pero que ella necesita irse de la ciudad porque algo terrible va a suceder. Ella le dice que no aguanta más sus tratos, que no puede seguir con él, y se marcha.

Finalmente, Edward se entrega a la policía y cuenta todo lo que sabe. Pero incluso los mismos policías están implicados en el proyecto caos. Entonces huye hacia uno de los edificios para intentar desactivar las bombas y allí se encuentra nuevamente con Tyler, que hace todo lo posible para impedir que Edward logre su objetivo. Tyler comienza a golpear a Edward hasta dejarlo totalmente vencido. Aquí entra nuevamente la escena inicial de la película. Ambos sostienen una conversación y es en este momento en el que por fin Edward puede adquirir el control de su comportamiento.

Edward empieza a aceptar que Tyler esta en su cabeza y que todo lo ocurrido es obra de él mismo. En ese momento empieza a ver las cosas como son en realidad y, para acabar por fin con Tyler, se dispara a sí mismo. En ese momento llega Marla y Edward le dice que confíe en él, que fueron unos días extraños pero que todo va a estar bien.

Volviendo nuevamente a la interpretación, resulta pertinente esclarecer que tanto en el transcurso de la película, como en su lisis, podemos ver cómo la sombra de Edward (es decir, Tyler) sale a flote cada vez que él tiene una explosión de rabia, cuando bruscamente comienza a maldecir o a conducirse groseramente con los demás, cuando actúa en contra de su voluntad de manera antisocial, desplegando así cualidades que tenía reprimidas y que ignoraba. Pero es precisamente después de la mitad del film cuando estos rasgos de carácter empiezan a desbordarse y ya no pueden ser evitados por él mismo. Es en ese momento cuando se empieza a preguntar cómo pudo llegar todo hasta ese punto.

Igualmente se puede ver cómo los reclamos que dirige a los miembros del proyecto caos hacen alusión a una proyección de sus contenidos inconscientes. Al ser la proyección un proceso automático mediante el cual los contenidos de nuestro inconsciente se perciben en otras personas, Edward ve los errores que no puede reconocer en estas personas, es decir, proyecta sus contenidos inconscientes sombríos sobre los demás. De esta forma la proyección de nuestra sombra recae generalmente en personas de nuestro mismo sexo y, a nivel colectivo, da origen a conflictos mayores, tales como guerras y confrontaciones entre grupos. Vemos así cómo la sombra de Edward fue creciendo hasta convertirse en una avalancha colectiva indestructible que debía luchar contra la tiranía del sistema. Una avalancha que empezó a crecer lentamente desde que quedo conformado el club de la pelea y que, tiempo después, ya se volvió totalmente incontrolable incluso para su propio creador.

Para entender mejor todo este desenlace es necesario hablar de la confrontación con la sombra. Es así como resulta primordial mencionar que “no existe una técnica generalmente eficaz para asimilar la sombra. Se parece más a la diplomacia o al arte de gobernar y siempre es una cuestión individual”. Primero se debe aceptar y tomar seriamente su existencia. En segundo lugar, hay que percatarse de sus cualidades e intenciones, lo cual se logra presentando mucha atención a los estados de ánimo, fantasías e impulsos. Y, finalmente, es inevitable pasar por un largo proceso de negociación (Sharp, 1997).

En el caso de Edward, este pudo comprender sólo hasta el final que Tyler constituía una parte de su propia personalidad, que era un ser viviente dentro de su psiquismo. Asimismo, Tyler representaba una fantasía que reflejaba todos aquellos aspectos ocultos de Edward, una proyección fantasiosa por medio de la cual le daba rienda suelta a su sombra en la realidad.

En éste orden de ideas, la confrontación con la sombra quiere decir “tener conciencia crítica despiadada del propio ser. La concienciación de la sombra tiene que contar necesariamente las más grandes resistencias por parte del sujeto, el cual con frecuencia no puede aceptar la tenebrosidad como propia, y constantemente teme ver derrumbarse el edificio de su yo consciente, fatigosamente erigido y sostenido” (Jacobi, 1971).

Este aspecto singular de la concienciación de la sombra es uno de los puntos más claros que muestra la película, ya que Edward constantemente se niega a creer las consecuencias que tienen los actos vandálicos que realizan los integrantes del proyecto caos, juzgándolos duramente como si no tuvieran nada que ver con él (obsérvese aquí también el mecanismo de proyección). Todas y cada una de esas objeciones conscientes hacen parte de las resistencias que utiliza el Yo para verse librado de contradicciones. Pero en el momento en que Edward puede librarse por fin de esas resistencias, es cuando logra recordar todo lo sucedido tiempo atrás y, así, puede darse cuenta de que fue él quien cometió todos los delitos, incluso, la explosión de su propio apartamento.

Por otro lado, sólo cuando hemos aprendido a diferenciarnos de nuestra sombra, reconociendo y considerando su realidad como parte de nuestro ser, y nos hallamos en espera de lograr este conocimiento, puede conseguirse el arreglo de los restantes pares de contrarios de la psique. De este modo se inicia aquella actitud objetiva referente a la propia personalidad, sin la cual no puede adelantarse un paso por el camino que conduce a la totalidad (Jacobi, 1971).

Retomando lo dicho en el párrafo anterior, podemos ver como Edward, cuando por fin logra aceptar que Tyler es parte de su propio ser, puede declarar a la policía todos los planes que el estaba dirigiendo en el proyecto caos, así como también logra reconocer que él era el que estaba teniendo relaciones sexuales con Marla. Es decir, puede entender que todo lo ocurrido es responsabilidad suya y de nadie más.

En realidad, cuando el individuo es lo bastante valiente como para retirar sus proyecciones, surge un individuo consciente de una parte considerable de su sombra. Un hombre de este tipo, sin embargo, se vería cargado de nuevos problemas y conflictos. Él mismo se convierte en un problema serio, puesto que ahora ya no puede reclamarle nada a los demás. Tal individuo sabe que lo que se halla trastocado en el mundo también lo está en él mismo, y cuando aprende a habérselas con su propia sombra, entonces es cuando hace algo real para el mundo. Logra resolver, por lo menos, una parte mínima de las gigantescas cuestiones de nuestros días, aún no resueltas (Jacobi, 1971).

Es precisamente ésta comprensión de su sombra lo que lleva a Edward a despojar sus proyecciones sobre los integrantes del proyecto caos y a tratar de impedir que el plan final de destrucción masiva se lleve a término. Por tal motivo, a pesar de que ya es muy tarde, puede impedir, mientras lucha incesantemente con Tyler, que por lo menos uno de esos edificios quede a salvo. Pero lo más importante de todo es que comprende que su conflicto es interno y que él mismo es el que debe afrontarlo.

A la larga, la lucha entre la conciencia y la sombra debe conducir a algún tipo de unión, aunque al principio ésta sea un abierto conflicto, y a menudo permanece así durante largo tiempo. Es una lucha que no puede eliminarse por medios racionales. La lucha continúa hasta que los oponentes quedan sin aliento. La única certeza es que ambas partes sufrirán algún cambio. Sin embargo, vale la pena pasar por este proceso de llegar a un acuerdo con el otro que hay en nosotros, porque así logramos conocer aspectos de nuestra naturaleza que no aceptaríamos que nadie nos mostrara y que nosotros mismos jamás admitiríamos (Sharp, 1997).

De este modo, la última parte de la película constituye una lucha constante entre el Yo de Edward y su sombra (Tyler), pero al mismo tiempo es su Yo el que sale lastimado, ya que no puede contener durante largo tiempo las fuerzas poderosas de las sombra. El problema de esta contienda dentro del psiquismo de Edward consistía en que este intentaba derrotar a su sombra a como diera lugar luchando contra ella, y no entendía que sus esfuerzos eran totalmente ineficaces. Es por esto mismo que la actitud que debió optar era la contraria, es decir, en vez de luchar incesantemente, debía tratar de resistir aquellos contenidos que le estaba mostrando su sombra.

Durante la primera parte de la película Edward se había negado a sí mismo, de antemano, todas las necesidades de su sombra y, en el transcurso del film, se había visto sometido, en forma desproporcionada, a las demandas de la misma. De esta forma, perdió las posibilidades de cambio que estaban latentes en el lado oculto de la sombra. Su lucha contra ella se llevaba a cabo en el terreno inconsciente y sólo ceso cuando la luz de su consciencia le mostró su sombra como tal. Fue así como al final de la película, cuando Edward fue capaz de tomar consciencia de su sombra y dejar que esta ya no controlara más su personalidad, pudo adquirir una nueva identidad que ya no era ni su persona ni tampoco coincidía con su sombra, sino que era nueva en el sentido de que se hallaba en un nivel superior a ambas, y que poseía, asimismo, las cualidades que ostentaba su sombra y que antes él no podía reconocer.

Todo lo mencionado anteriormente, nos lleva a señalar que no hay forma de triunfar sobre la sombra sin ser herido en el proceso. Llegar a aceptar a la sombra nos lleva a abrirnos a muchas cosas en nuestra alma que anteriormente habíamos negado. La respuesta es abrir de alguna forma un canal entre la consciencia y el inconsciente. Dado que ambos, como opuestos, se compensan el uno al otro, esto crea necesariamente mucha tensión que resulta difícil de dominar. Pero al hacerlo ganamos acceso tanto a la dirección y poder de la consciencia como el sistema de alertas anticipadas y a las novedades del inconsciente. Idealmente, cada uno complementa al otro. Jung (citado por Robertson, 2002) denomina a esta unión dinámica la función trascendente, que trasciende tanto lo consciente como lo inconsciente.

Es por esta razón que la sombra es la primera figura que reconocemos en nuestro interior al activar la función trascendente. Hacemos cualquier cosa para librarnos de nuestra sombra, pero si esto resulta imposible, nos aseguramos de no disfrutar su presencia ni siquiera un instante. Lastimosamente, sin un cambio de actitud, no hay posibilidad de reconciliación con la sombra. Más que arrojar a la sombra lejos de nosotros en un ataque de rabia, tenemos que relacionarnos con ella voluntariamente hasta que llegue un momento en la que la veamos bajo una nueva luz (Robertson, 2002).

Es esta nueva luz la emanada de nuestra reconciliación con la sombra, de la fusión nuevamente de nuestros pares antitéticos, la que nos permite avanzar un paso más en nuestro recorrido hacia el proceso de individuación. Y, como nos muestra la película, nunca es muy tarde para ser fuertes y percibir aquello que nuestra sombra nos intenta mostrar.

Finalmente, cabría concluir que todos nosotros hemos aceptado ciertas maneras de hacer las cosas porque éstas se ajustaban a nuestra personalidad, y así hemos descartado otras porque no concordaban con nosotros. A lo largo de los años esos caminos, esas elecciones, nos han convertido en la persona que somos, la cual es cada vez menos capaz de cambiar. Esto es consecuencia de nuestra propia rigidez, ya que valoramos más la seguridad que el cambio. Pero para progresar hay que abandonar temporalmente la seguridad, aunque esto nos pueda asustar debido a que debemos sumergirnos y tener contacto con lo que más nos asusta, es decir, con la oscuridad que habita en nosotros (Robertson, 2002).

Para confluir, es imprescindible tener en cuenta que, según Jung (Jung, Arquetipos), apenas nos toca lo inconsciente ya somos inconscientes, pues nos volvemos inconscientes de nosotros mismos. Por esa razón los primitivos temían las pasiones incontenidas, ya que en ellas desaparece con facilidad la consciencia, dando lugar así a la posesión del alma. De ahí que los esfuerzos de la humanidad se dirijan siempre al fortalecimiento de consciencia. Pero, a su vez, a menudo resulta trágico ver como un individuo pone todo de sí para estropear su propia vida y la de los demás, como en el caso de Edward que era incapaz de percibir como toda esa tragedia provenía de él mismo. Sólo hasta el final pudo fusionar sus pares de opuestos y transformarse en una identidad que englobaba a los dos. En suma, diríamos que todo cambio se inicia en la oscuridad del alma humana, pero para ello, primero tenemos que descubrir una entrada a esa oscuridad y luego encender una pequeña vela en las tinieblas para buscar a nuestro futuro Yo y, por último, unirnos a él; Es claro que para eso se necesita decisión, paciencia y, sobre todo, valor.

REFERENCIAS

Cirlot, J. (2000) Diccionario de símbolos. Madrid: Siruela.

Jacobi, J. (1971) La psicología de C. G. Jung. Buenos Aires: Paidós.

Jung, C. (1986) Aión: Contribución a los simbolismos del Sí-Mismo. Barcelona: Paidós Iberica.

Jung, C. (1961) Psicología y Religión. Buenos Aires: Paidós.

Jung, C. (1991) Arquetipos e inconsciente colectivo. Barcelona: Paidós.

Progoff, I. (1967) La psicologia de C.G. Jung y su significacion social. Buenos Aires: Paidos.

Robertson, R. (2002) Tu sombra: aprende a conocer tu lado oscuro. Barcelona: Paidos.

Sharp, D. (1997) Lexicón Junguiano. Santiago de Chile: Editorial Cuatro Vientos.

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