Sueños y psicopatología – Mariana Arancibia

Mariana Arancibia Berltrán

 Arancibia

Mariana Arancibia es Psicóloga y Analista Junguiana de la IAAP, Fundadora y Presidenta del Grupo de Desarrollo C. G. Jung de Chile y de la Fundación Chilena de Psicología Analítica C. G. Jung, Profesora titular y Directora del Magister en Psicología Analítica en la Universidad Adolfo Ibañez, Santiago de Chile. Este documento fue tomado de la obra Psicopatología Psicodinámica Simbólico-Arquetípica, Mario Saiz (coord.) et al, Montevideo, Prensa Médica Latinoamericana, 2009. Se publica con autorización de la autora.

Investigando sueños en pacientes con trastorno depresivo

INTRODUCCIÓN

Para los fines de este trabajo, nos referiremos a los sueños como el acto de representarse imágenes y símbolos, sucesos y o especies mientras se duerme.

Trataremos de dilucidar los contenidos de los sueños, sus relaciones con la salud psíquica, y algunos fenómenos psicopatológicos partiendo de la base de la realidad de la psique como lo postula Jung y la Psicología Analítica. No nos referiremos al acto de dormir, ni a la fisiología del sueño.

Como principio general de los planteamientos de Jung consideraremos que los sueños son importantes y fundamentales en la salud mental dado que la actitud neurótica no natural de la conciencia es unilateral y, «lo inconsciente tiene en este caso, un significado especial como corrección de la unilateralidad de la consciencia, y estudiar los puntos de vista y los estímulos producidos por los sueños se vuelve necesario porque éstos tienen que ocupar el lugar donde había reguladores colectivos, a saber, viejas ideas, costumbres y prejuicios de naturaleza intelectual y moral.» (Jung, 2006)

EL PODER DE LOS SUEÑOS

Que los sueños tienen poder, que afectan e impactan, conmueven y sorprenden está ya probado incluso a través de la historia y tradición de los pueblos. Trataremos de describir cómo este poder constituye una herramienta de información altamente efectiva para restablecer el equilibrio psíquico.

Aun cuando los sueños están considerados el camino real de conexión conciencia- inconsciente, precisar y generalizar cómo se da este proceso es particularmente complejo. La historia del pensamiento occidental y sus métodos de conocimientos han hecho especialmente difícil esta tarea.

Este trabajo pretende describir la experiencia de muchos años trabajando con sueños, tratando de crear el interés por el estudio, la docencia y la investigación de los elementos más importantes del contenido y la estructura de los sueños, que permitan hacer comprensible la información que éstos nos entregan para su mejor aplicación clínica.

Aun cuando Jung no especificó una teoría de los sueños, aplica a éstos las mismas reglas básicas pertinentes para todos los fenómenos psíquicos: «Sabemos que todo producto psíquico, contemplado desde el punto de vista causal, es la resultante de contenidos psíquicos anteriores. Sabemos además que todo producto psíquico, contemplado desde un punto de vista finalista, tiene un sentido y un objetivo propios en el acontecer psíquico presente. Esta misma regla ha de ser aplicada también a los sueños» (Jung, 2004).

Jung se interesó en Freud y el psicoanálisis precisamente con la publicación de «La interpretación de los sueños», coincidiendo ambos en que los sueños eran la «vía regia» para el acercamiento al inconsciente. La misma pasión por estos descubrimientos los llevó a la ruptura cuando analizaron sus propios sueños. Muy comprensible para la época y el trabajo pionero donde no se contaba, tal vez, con todos los elementos teóricos y técnicos para el manejo más acertado  de los potentes contenidos del inconsciente. Podríamos considerar que la ruptura entre los dos genios de la psique debe ser una gran lección para el cuidado del contexto y la prudencia con que debemos acercarnos a trabajar con  los sueños. Motivados por la constatación del poder afectivo de los sueños en el acceso a los aspectos más profundos del alma, nos planteamos algunas preguntas que nos hemos formulado a través de los años y algunas respuestas que hemos obtenido en el estudio, la investigación y la práctica de la psicología analítica.

¿Es posible investigar el contenido de los sueños? ¿Los símbolos e imágenes del contenido de los sueños son los más adecuados para entender estos contenidos? ¿Es posible relacionar estos contenidos con la psicopatología? ¿Cuál sería su aporte a la práctica clínica?  ¿Es bueno interpretar los sueños?

DEL SIGNO AL SÍMBOLO.

Aportes de la psicología analítica para el trabajo con sueños.

Si bien debemos a Freud el descubrimiento del inconsciente, debemos a Jung el descubrimiento del Inconsciente Colectivo, uno de los aportes más notables de la Psicología Analítica al conocimiento de la psique. El Inconsciente colectivo es considerado como una matriz o huella psíquica donde residen las experiencia de la humanidad que ha tenido sentido para la preservación y evolución psicológica de la psique desde los primeros tiempos. Los conocimientos aportados por las investigaciones de Jung y sus seguidores actuales (Adler, 1966; Amézaga, Saiz, 2004; Neumann, 1991) han demostrado que el inconsciente colectivo no es una matriz estática, sino la dimensión dinámica vital que incorpora la realidad experimentada por individuos únicos, al mismo tiempo que emergen y actúan en toda la especie a través de los arquetipos, es decir, en forma histórica y continua. Los arquetipos expresan los temas universales que ejercen un enorme poder sobre el comportamiento de las personas. Estas influencias pueden ser positivas o negativas tanto cuanto podamos comprender su significado y su sentido. El acceso a los contenidos del Inconsciente y por ende a la comprensión de los arquetipos solo es posible a través del lenguaje particular de la psique que es el lenguaje simbólico.

Las características simbólicas arquetípicas del modelo junguiano y la Psicología Analítica nos provee precisamente de herramientas teóricas y técnicas que nos permiten una lectura ampliada de sentido simbólico de los contenidos de los sueños. Las imágenes de los sueños y los símbolos que encierran nos muestran que ellos se relacionan directamente no sólo con los sueños sino con formas de conocimiento y pensamiento que han abierto una ventana epistemológica para mirar individual e históricamente el significado de los  contenidos de la profundidad del alma-psique que diferencia al ser humano de las otras especies  y que a la vez comparte con el ser humano universal.

Por mucho tiempo el método, científico tradicional ha considerado la psique, sus fenómenos y reacciones como epifenómenos; al respecto Saiz señala: «Desde hace mucho tiempo el modelo antropológico y epistemológico subyacente a este conocimiento científico del ser humano y de su sufrimiento, está basado en la dualidad cartesiana de mente y cuerpo. Esta situación ha contribuido a la fragmentación  del conocimiento, generando rígidas fronteras entre las ciencias biológicas y las ciencias psicológicas, tanto en el campo de la epistemología como en el campo de su aplicación (Saiz, Amezaga, 2006).

Las nociones de totalidad, finalidad y complejidad dinámica de la psique planteada por Jung reúne la interacción de todos los aspectos del funcionamiento de la existencia, aspectos instintivos biológicos, sociales e individuales, concretos y trascendentes, racionales y afectivos.

Los sueños a través de su lenguaje simbólico se encargan de mostrar los elementos más profundos y desconocidos de la psique para compensar lo que la conciencia elude. De esta forma los sueños aportan información válida para la integración y evolución de la conciencia y el desarrollo de la personalidad. «El sueño» no es en absoluto una mezcla desordenada de asociaciones fortuitas sin  estímulos somáticos mientras se duerme, sino un producto de la actividad psíquica autónoma y dotada de sentido

Podríamos decir que en su proceso de diferenciación de Freud, Jung cambia por símbolos el trabajo que Freud realizaba con una interpretación de los signos de los sueños, que consideraba que: «los signos se refieren a algo ya conocido (padre, pene, madre etc.). En la Psicología Analítica los símbolos – orientan en una dirección prospectiva, o expresan una situación complicada en una forma única, por lo tanto el signo es siempre menos que el concepto que representa, mientras que el símbolo siempre representa más que el significado obvio e inmediato» (Jung, 1964)

El símbolo denota una expresión antropomórfica para algo que trasciende lo humano consciente. El papel del símbolo como mediador entre conciencia e inconsciente es fundamental desde un punto de vista conceptual tanto como desde el punto de vista práctico. El símbolo a través de su función integradora y sintética resuelve temas vitales de la vida psíquica como la lucha entre fuerzas opuestas  características del fenómeno vital. El símbolo une las fuerzas antagónicas del instinto y la trascendencia y las reúne en una nueva unidad cargada de sentido.

Jung tomó de la termodinámica la idea de los contrarios forzosos, ley de los opuestos, señalando que la vida es una lucha permanente entre fuerzas opuestas; la psique como todo organismo vivo, vive las tensiones entre los antagonismos y ambivalencias naturales y en las tensiones de ajuste homeostático entre consciente inconsciente. Cuando la tensión de los opuestos se hace insoportable, la psique provee el tercer elemento que integra las polaridades en significados y sentido; tal es el papel del símbolo. Este símbolo es «de una naturaleza irracional, inesperado e incomprensible para el ego consciente, no se presenta como una respuesta sí o no, por lo que inicialmente no es comprendido ni aceptado inmediatamente por los puntos de vista polarizados. La mente consciente no comprende nada, el sujeto no siente nada excepto la oposición, y no tiene idea que unirá las polaridades. Es el ambiguo y paradójico símbolo el que tiene la capacidad de atraer la atención y reconciliar estos extremos» (Samuels, 1986).

SUEÑOS, UNA REPRESENTACIÓN SIMBÓLICA DEL ESTADO DE LA PSIQUE

Durante el sueño la energía psíquica no está dirigida a la adaptación del mundo externo en su función autorreguladora. La libido está disponible para el contacto con los contenidos relacionados con el mundo interno inconsciente, personal y colectivo. Los sueños son entonces la manifestación del proceso psíquico inconsciente, de carácter involuntario ajeno a la influencia de la conciencia; en este sentido, representan la realidad y verdad interna tal como es: Una representación simbólica del estado de la psique. En esta «representación simbólica del estado de la psique» podemos encontrar ciertas características diagnósticas para la comprensión, pronóstico y guía del análisis terapéutico.

Tomando en cuenta el trasfondo universal, colectivo de las imágenes simbólicas, siempre sorprende la «selección individual» del símbolo. Esto sucedería porque provienen de la actividad inconsciente compensadora donde los contenidos se seleccionan en correlación con el estado actual de la conciencia. De aquí la ineludible tarea de conocer el contexto del soñante. Como se ha señalado muchas veces este trabajo es en parte ciencia y en parte arte, porque «los sueños poseen una lógica metafórica, afectiva y un clima no lineal, un contexto particular y una estructura dramática y hasta mitológica» (Gallbach, 2006).

Siguiendo esta línea de trabajo, junto a los alumnos de Psicología Junguiana en un taller de sueños realizado en la Universidad Gabriela Mistral de Santiago de Chile realizamos una experiencia piloto de investigación, donde tratamos de relacionar los símbolos de los sueños de los jóvenes al término de sus estudios universitarios, con su frecuente consulta sobre sintomatología ansiosa y depresiva, frente a situación vital por la que atravesaban. (Arancibia, Arab, et al., 2003)

Considerando el símbolo como unidad de investigación, elaboramos una pauta de registro de símbolos de los sueños, utilizando las categorías simbólicas propuestas por Stevens.

Símbolos del ambiente físico. Debido al animismo primordial se atribuye poder y significado psicológico a todos los objetos provenientes del mundo natural.

Símbolos de la cultura y psique. Serían dos aspectos simbólicos que corresponden a las actualizaciones o formas en que se constela el potencial arquetípico.

Símbolos de gentes, animales y plantas: La expresión de todos estos símbolos se relaciona con que el funcionamiento psíquico, específicamente el inconsciente, se expresa tanto en forma animista como antropomórfica.

Símbolos del cuerpo: Por último, el cuerpo corresponde a la representación simbólica del Self o totalidad, prueba de la realidad de nuestra existencia. Sabemos además, que el lenguaje corporal está impregnado de sentido simbólico. (Stevens, 1998)

Los resultados mostraron mayor frecuencia de símbolos relacionados con el cuerpo y la actividad física como caminar, huir, hundirse en el mar, y hacer equilibrio.

En la categoría Gente se encontraron símbolos de personas cercanas relacionadas con vínculos familiares básicos: padre, madre, y niños. Observamos que estos símbolos se relacionaban con los relatos de sus contextos familiares y las ambivalencias y opuestos característicos de la etapa adolescente que se describen, como son la filiación versus la separación, la dominancia versus sometimiento, la dependencia versus la independencia, producidas por la necesidad de lograr la autonomía de dejar la casa y la mantención paterna e insertarse en el mundo laboral, temas o motivos típicos de la etapa.

Esta experiencia piloto, que no permitían mayores generalizaciones, motivó otras investigaciones posteriores de mayor rigurosidad metodológica en el área de los sueños y la psicopatología.

Recientemente se llevó a cabo otra investigación sobre las patologías adolescentes que surgen en nuestro país, antes de acceder a la formación superior. (Dabovic, Toloza, 2007), observándose la frecuente aparición de importantes conductas de ansiedad y stress al rendir la Prueba de Selección Universitaria (PSU), prueba de acceso a la educación superior y que está cargada de sentido de las posibilidades de éxito y/o bienestar en la vida adulta. Considerando la importancia simbólica de esta prueba y las reacciones emocionales que suscita, se consideró relevante identificar las temáticas o motivos presentes en los contenidos oníricos de los adolescentes frente a la rendición de esta prueba. De esta forma se propuso explorar las características de estos motivos, imágenes y símbolos de los sueños de estos jóvenes y relacionarlos con los contenidos arquetípicos. Los resultados mostraron una mayor frecuencia de «imágenes simbólicas de amenaza, contención, energía y desarrollo, que nos hablan de la dinámica vida – muerte, relación constante que pudiera sugerirnos el proceso de transformación que están viviendo los adolescentes de esta muestra, y que correspondería a dinámicas propias de esta etapa de la vida. Las vivencias de duelo, desafío, temores, vitalidad, desgano, cíclicamente se van siguiendo una tras otra y van creando a un nuevo sujeto, transición que hace al joven especialmente vulnerable (Dabovic, Toloza, 2007).

Es importante destacar que en las temáticas de los sueños aparece reflejado el camino del héroe en diferentes fases de su evolución, pero todos con un motivo común: el enfrentamiento de los desafíos en pos de la autonomía y la individuación. Además existen motivos oníricos típicos, conocidos por el profano, como por ejemplo volar, subir escaleras, escalar montañas, ir con poca ropa, la caída de un diente, la multitud, el hotel, la estación, el tren, el avión, el automóvil, los animales inquietantes. Jung también describe la frecuente aparición de imágenes similares a las mencionadas, incluso imágenes reiterativas que se presentan en diferentes momentos de la vida.

IMÁGENES Y SÍMBOLOS, VÍAS DIRECTAS

Durante mucho tiempo las imágenes y otros fenómenos psíquicos fueron considerados como subproductos mentales. En el siglo XX, los sueños, recuerdos y fantasías han sido cuidadosamente examinados en un intento de comprender cómo las «representaciones mentales “están comprometidas en nuestros sentidos de nosotros mismos y de la realidad, en el desarrollo de la personalidad, así como en la formación de síntomas. Podríamos decir que Freud continuó con la línea de la tradición del modelo reproductivo del imaginar, acercándose a las imágenes como representaciones ya sea de drives, deseos o de hechos históricos de la vida particular de los individuos; mientras que Jung, tomó una dirección diferente optando por su concepción de la imagen, como una actividad autónoma de la psique, con capacidad tanto productiva como reproductiva.

Autores contemporáneos, como C. Byington, abordan estos fenómenos otorgándoles un significado no solamente evolutivo sino también transformativo. De esta forma podemos decir que las imágenes y los símbolos tienen valor en la medida que representan el pensamiento simbólico, el cual es un funcionamiento filogenéticamente primigenio. En este sentido, es lícito aceptar que la psique también evoluciona. En los albores de la conciencia colectiva del hombre tribal, existía una participación concreta y simbólica entre el mundo de la imagen y el mundo de las cosas, hoy en día esto puede ser visto y comprobado en los sistemas de creencias de sociedades primitivas. Jung agregó un matiz significativo al respecto. Propuso que como la conciencia debió adaptarse a las demandas del mundo externo, aquella forma de estar y sentir el mundo personal, quedó relegada al inconsciente como sistema de funcionamiento. Creía además que el pensamiento simbólico era tan importante como el racional. Esta idea implica muchos matices que han ido evolucionando en la forma de ver el fenómeno, algunas de cuyas formas se pueden sintetizar así:

«Si bien el inconsciente guarda mnémicamente las experiencias como imágenes, éstas también se configuran desde un inconsciente colectivo (la base filogenético propiamente humana ya mencionada), que permite modos generales de aprehensión de la experiencia (arquetipos) más allá de lo sensible. La vivencia de estas imágenes es típica de lo onírico: fuertes, sugestivas, coloridas, paradojales. Concentran en sí, el modo en que el hombre como especie, experimenta afectivamente los grandes temas de su existencia: la muerte, la vida, el cosmos y la naturaleza, el ego, el otro sus vínculos y sus relaciones de amor, unión, separación y pérdida». (Jung, 2006)

El contexto de la generación de imágenes está íntimamente relacionado al planteamiento finalista de la Psicología Analítica: el proceso de individuación, en este sentido la manifestación de las imágenes es siempre individual, aun cuando los motivos sean arquetípicos, más acorde con las ideas «divinas» primordiales de Platón.

«No entiendo por símbolo, ni mucho menos, una alegoría a un mero signo; sino, más antes bien, una imagen que sirva para caracterizar de la mejor manera posible, la naturaleza de espíritu, sólo oscuramente intuida. El símbolo no comprende ni explica, sino que señala, por encima de sí mismo, un sentido todavía ultra terrenal, inconcebible, oscuramente intuido, que no podría expresarse suficientemente en ninguna palabra de nuestro actual lenguaje» (Frey – Rohn, 1993).

Por su parte Hillman es definitivo respecto al papel de la imagen en el trabajo con sueños; «Afirmar que las imágenes vienen primero implica a la vez que los sueños son un hecho primario y que la consciencia diurna emana de la noche y soporta sus sombras.» (Hillman, 2004)

SUEÑOS Y SÍMBOLOS EN LA PSICOPATOLOGÍA DEPRESIVA. EXPERIENCIAS CHILENAS

Observaciones sistemáticas de autores analíticos, han encontrado que los contenidos más frecuentes de los cuadros depresivos se relacionan con símbolos e imágenes de auto estima como por ejemplo con: temores de impotencia, frustración, fracaso, culpabilidad, amenaza, auto agresión, pérdidas y muerte (Sandner, Beebe, 1984).

Siguiendo la línea de investigación con sueños, y fundamentando su trabajo en los conceptos de la Psicología Analítica señalados, Vargas y Ureta, realizan una investigación sobre Sueños, símbolos y depresión, donde exploran las temáticas simbólicas en los Sueños iniciales de Pacientes depresivos.

«Hacemos un puente con las propuestas de la psiconeurociencia simbólica-arquetípica (Amézaga, Saiz, 2004), entendidos los arquetipos como entidades psicosomáticas que emergen como esquemas de acción y representación en un contexto existencial determinado (Saiz, 2002b), los procesos defensivos -patológicos o alterados- tendrían también una forma de patrón, que<aparecerían como esquemas de acción repetitivos, porque actuarían desde la dimensión natural del ser humano donde instinto y filogenia se unen». Aplicado esto a la depresión, nos encontramos con patrones similares de sufrimiento, de naturaleza profunda -pre consciente e inconsciente para el Yo – y con un alto compromiso biológico-energético. En este contexto, existe una posibilidad de elaboración simbólica profunda del trastorno depresivo, y como tal, pudiera repercutir en los niveles sintomático y neuroendocrino. (Vargas, Ureta, 2007).

«De este modo,- continúan las autoras citando a Saiz (2002a) – si en el nivel biológico la neurona es la unidad constitutiva de los procesos cerebrales involucrados en la depresión, el símbolo es la unidad de la psique y, por lo tanto, de la estructuración consciente del proceso o del trastorno».

Los resultados de esta investigación muestran una tendencia en las imágenes pertenecientes a las categorías tanto del mundo animal como humano. Estas imágenes y símbolos «atacaban de alguna forma o ponían en riesgo la integridad del personaje central». Ejemplos: ola gigante que se viene encima, sombras, fantasma, obligación de ir a un cementerio, brasero que quema a una mascota, araña venenosa, hombre negro, etc., La depresión ha sido descrita como una vivencia amplificada de la sombra, que puede invadir al ego y alterar radicalmente la existencia, como es el caso en las depresiones severas (Byington, 1987; Sander, Beebe, 1984).

Tomando en cuenta la alta prevalencia de depresión en nuestro país (Heerlein, 2000), se realiza otra investigación con el objetivo de conocer el contenido simbólico de los sueños en casos de pacientes depresivos, que intenta además desarrollar un marco analítico sobre el trabajo con sueños y su simbolismo, considerando la depresión como un proceso dentro de otro proceso: un proceso psicopatológico, en el proceso de individuación del paciente, que reclama ser elaborado simbólicamente para generar una transformación en el sentido existencial de su vida utilizando las categorías y subcategorías de Stevens anteriormente señaladas; interesantes conclusiones se encontraron en la relación entre los símbolos predominantes con figuras significativas en la vida del soñante y con todo aquello referido a la vinculación y apego.

Aun cuando no es posible establecer símbolos o imágenes fijas, las tendencias temáticas son claras. Se aprecia como núcleo central de las preocupaciones del paciente, la pérdida o abandono afectivo, las carencias o temores, representados a través de diferentes imágenes y símbolos. Vivencias de vulnerabilidad, tendencia a someterse a dinámicas donde se corre riesgo de ser explotado emocionalmente o maltratado por las figuras más cercanas y relevantes en lo afectivo. También en los sueños de estos pacientes se esbozan los esfuerzos que realizan o los recursos que intentan movilizar para progresar o poner fin a sus situaciones de aflicción. (Godoy, 2007)

Las conclusiones responden de alguna forma a nuestros interrogantes; sí, es posible investigar en los sueños, efectivamente entregan información sobre simbología depresiva y las posibles relaciones entre símbolos, imágenes y psicopatología, así como también de los recursos existentes en los pacientes.

Resultados similares se encontraron en una investigación propuesta como tesis del Magíster en Psicología Analítica, dictado en la Universidad Adolfo Ibáñez, donde el objetivo fue investigar la presencia de complejos en el primer sueño de pacientes con sintomatología depresiva. Sus conclusiones han sido interpretadas desde el punto de vista arquetípico mitológico. «Identificamos los siguientes complejos: materno y paterno negativos, del puer y la puella y animus». Señalan en sus conclusiones que la dinámica del primer sueño, en términos generales coincide con la dinámica del mito de Cronos del puer-senex. (Rivera, Cerda, 2007)

 

CONCLUSIONES

La experiencia del trabajo con sueños a la luz de los planteamiento de Jung y sus seguidores, están permanentemente estructurando y reestructurando nuestra lectura de las imágenes y los símbolos de los sueños. El tratamiento dependerá siempre de contexto del paciente, tanto de su historia personal como cultural y colectiva, del adecuado diagnóstico, el vínculo terapéutico y el método donde Jung ha insistido que es la personalidad del terapeuta. Un terapeuta debidamente entrenado podrá integrar la teoría y la práctica, condición sine quanon para la clínica analítica. Será capaz de saber qué hacer, cómo y cuándo, en qué momento con cada paciente, y para eso como señalara Jung, la conciencia es una maldición, sabremos que no sabemos, deberemos estar abiertos a la supervisión y al propio proceso de individuación, para siempre. Esto facilitará la capacidad de entrar al laberinto psíquico, guiado por el potente hilo conductor de los símbolos, perdiendo el temor al dragón de nuestras debilidades y confiando en que cada «alma» tiene en sí los gérmenes tanto de la enfermedad como de la salud, de la belleza y de la sombra, y sabrá esperar el momento en que se actualice el proceso que cada paciente trae en cierne, de manera que con nuestro grano de arena podamos alumbrar las esperanza por la elección del bien y la belleza en cada sueño que nos sea regalado.

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