El yo y el ciclo de la vida – Gerhard Adler

GERHARD ADLER

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Gerhard Adler (1904 – 1988) fue una figura importante en la psicología analítica, conocido por su trabajo editorial en la Obra Completa de Carl G. Jung, a través de una traducción al inglés de sus obras. También editó sus Cartas, junto a Aniela Jaffé.  Su lealtad a Jung y a la escuela de Zúrich causó diferencias irreconciliables con Michael Fordham, llevándole a abandonar la Sociedad de Psicología Analítica de Londres (Society of Analytical Psychology) y a fundar la Asociación de Analistas Jungianos (Association of Jungian Analysts). El siguiente artículo corresponde a la traducción del inglés del capítulo 4 de la obra Studies in Analytical Psychology, G.P. Putnatn’s Sons: New York, 1966, pgs. 120-153.

Con la atracción de este amor y la voz de su llamado
No cesaremos de explorar
Y el final de toda nuestra exploración
Será el llegar a donde empezamos
Y reconocer el lugar por primera vez.

T. S. Eliot – Pequeño Gidding.

De acuerdo con una vieja leyenda cabalística que describe «La Formación del Hijo» (1), Dios ordena que en el momento de la creación la semilla del futuro ser humano sea traída ante Él, después de lo cual decidirá lo que su alma llegará a ser: un hombre o una mujer, sabio o tonto, rico o pobre. Sólo una cosa deja de decidir, si el será justo o injusto, porque como está escrito, «Todas las cosas están en manos del Señor, excepto el miedo al Señor». El alma, sin embargo, le suplica no ser enviada a la vida más allá de ese mundo. Pero Dios le responde «El mundo al que te envío es mejor que el mundo en el cual tú estabas; y cuando te formé, lo hice para ese destino terrenal». Inmediatamente después, Dios le ordenó al ángel encargado de las almas que vivían en el más allá iniciar a esta alma en todos los misterios del otro mundo, a través del Paraíso y .del Infierno. De esta manera, el alma experimenta todo los secretos del Más allá. En el momento del nacimiento, sin embargo, cuando el alma llega a la tierra, el ángel extingue la luz del conocimiento que se quema arriba de ella y el alma, encerrada en su envoltura terrenal, entra a este mundo, olvidando su elevada sabiduría, pero siempre buscando recuperarla.

¿Cuál es el significado psicológico de este profundo mito con respecto al destino del alma? De acuerdo con la leyenda, Dios ordena el desarrollo futuro de la semilla, pero con una limitación extremadamente curiosa y significativa. Él no ordena que la semilla se desarrolle en el alma de un hombre justo o injusto, porque «todas las cosas están en manos del Señor, excepto el miedo al Señor». Esto significa que un cierto destino y un cierto camino está establecido para cada hombre, pero el que cumpla con su destino o el que vaya por ese camino señalado no depende de su propio poder. Por el «temor al Señor”, será la aceptación querida de Su propósito divino señalado, esto es, el elemento de la elección ética permanece dentro del poder del individuo. El objetivo está fijado, pero la forma de aproximarse y su logro se le deja a cada individuo. Es en verdad una respuesta profunda al eterno problema del libre albedrío. En su dialogo con Dios, el alma temiendo perder su pureza por el contacto con la transitoriedad de la existencia terrenal, protesta por tener que descender a este mundo. Pero Dios le reprocha. El mundo al que ella va a entrar es mejor que el anterior, en vista de que para ese mundo ha sido ella creada. En otras palabras, el significado total de la existencia de cada alma yace precisamente en el hecho de que ella sólo puede lograr su propósito fundamental dentro y a través de las realidades de. su vida terrenal. El verdadero :propósito y objeto del alma no consiste en el logro de un estado puramente inmaculado en un mundo de ideas, sino más bien en la aceptación querida de las responsabilidades concretas de este mundo y de la constante obligación periódica que ellas traen consigo. Esta es la razón por la cual, si bien antes de su nacimiento, el alma está familiarizada con los secretos del Más allá, en el momento que entra en este mundo, debe olvidar todo ese conocimiento para poder descubrirlo otra vez dentro y a través de su experiencia en esta vida y, de esta forma, hacerlo suyo.

¿Qué es lo que el mundo del Más allá en el cuál se origina el alma, significa en el lenguaje psicológico? El «Más allá» es el depositario de los secretos fundamentales del cielo y del infierno, de la luz y de la oscuridad, del abajo y arriba, de lo positivo y lo negativo –en otras palabras, es el mundo de lo inconsciente colectivo del cual nos originamos todos. Es con razón que en el cuento de hadas la cigüeña que saca a los niños del lago profundo es tan persistente, porque es sólo otra presentación de la misma experiencia física de que, principalmente, todos nosotros brotamos de esas grandes aguas. Porque no es cierto, como ha sido afirmado por una psicología racionalista mecánica y unilateral que el hombre nazca como una tabula rasa, como una hoja en blanco. Por el contrario, él oculta dentro de él y señala un tiempo que llega lejos en el futuro. Es de la misma esencia del niño que aún vive en el mundo misterioso de las imágenes míticas y de mágicas relaciones: sin duda, está sumergido en el mundo de las imágenes del inconsciente colectivo, del pasado mitológico de la humanidad, que todavía no está empañado por las realidades concretas del presente.

Las grandes imágenes colectivas del pasado todavía están cerca y son poderosas en el caso de un niño: su primera tarea es liberarse de la fascinación de su poder supra-personal y en el conflicto con esas fuerzas, él debe forjar su propia pequeña personalidad, liberando y desarrollando su yo individual que aún está muy fragmentado.

Si deseamos comprender la psicología de un niño pequeño debemos acercarnos desde el ángulo de un mundo mágico y de mitos en el cual, desde el punto de vista psicológico, su vida no ha alcanzado aún ningún nombre individual, sino que existe en un estado puramente anónimo. Cualquiera que haya tratado con niños se habrá encontrado con incontables instancias que sólo pueden ser explicadas en relación con una esfera mítica y mágica. Por ejemplo, casi todos los niños practican ciertas ceremonias peculiares, especialmente en el momento de ir a dormir, porque la transición del despertar al dormir es de particular importancia representando, como lo hace, el misterioso momento de la transición de la luz a la oscuridad. Estas ceremonias pueden consistir en una forma ritual de dar las buenas noches o el dar la mano cuidadosamente a las muñecas, o procedimientos similares. Estas puerilidades que pueden ser fácilmente desatendidas se pueden. considerar supervivencias de apotropías mágicas. Estas son ceremonias protectoras, habituales en las razas primitivas. El niño tiene conocimiento de la insignificancia de su pequeño yo opuesto a la fuerza primitiva de los poderes colectivos y él busca por medio de esas ceremonias, antes de dormir, asegurarse que su pequeño yo no será completamente reabsorbido en el regazo de la gran noche primitiva. Nosotros los adultos olvidamos demasiado fácilmente qué experiencia aterradora es para un niño ver desaparecer una luz. ¿Realmente existe alguna garantía de que la luz y la vida vuelvan a reaparecer otra vez?

 

Nota

(l) Cf. Angelo S. Rapport,  El Folklor de los judíos,  Soncino: Londres 1937,  p. 92.

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