El significado de los sueños en la psicología junguiana – Daniel Ulloa Quevedo

Daniel Ulloa Quevedo es psicólogo de la Universidad Javeriana, Máster en Psicología Analítica de la Universidad Ramon Llull y Máster en Psicología Clínica y de la Salud de la Universidad de Barcelona. Reside en la ciudad de Barcelona y trabaja como psicoterapeuta principalmente en la modalidad online con latinoamericanos residentes en el exterior. Escribe artículos sobre migración y psicología junguiana en su página www.psicoterapiajung.com.

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Desde la antigüedad hasta nuestros días, diversas culturas han considerado los sueños como una puerta a una dimensión mágica que permite predecir el futuro o comunicarse con espíritus u otras entidades inmateriales. Muchas de estas creencias siguen haciendo parte de la cultura popular contemporánea aún en occidente. 

De la superstición a la ciencia 

En el año 1900 el creador del psicoanálisis Sigmund Freud publica su libro La Interpretación de los Sueños, introduciendo su estudio dentro de la ciencia moderna, ya no como una forma de comunicación con entidades metafísicas, sino como la expresión simbólica del inconsciente de los individuos.

A partir de la investigación pionera de Freud sobre los sueños, se desarrollaron metodologías y conceptualizaciones relacionadas al interior de algunas escuelas psicológicas como la psicología individual de Adler o la psicología de la Gestalt; sin embargo probablemente la psicología analítica junguiana es la perspectiva que ha llegado a dar mayor relevancia a la interpretación de los sueños como parte fundamental del proceso psicoterapéutico.

¿Cuál es el origen de los sueños?

En la psicología junguiana, los sueños se consideran productos de la naturaleza; emanaciones de aquella fuerza creativa que se encuentra implícita en la conformación de las células, en los tejidos de las hojas de los árboles, en nuestra piel y en las expresiones culturales y artísticas. Se les atribuye por tanto una sabiduría intrínseca que se expresa a través de imágenes simbólicas. Esta fuerza creativa hace uso de las impresiones de la víspera, de los restos diurnos y de nuestras experiencias vitales para construir las imágenes y las historias de nuestros sueños.

La matriz de los sueños: los arquetipos de lo inconsciente colectivo

Para el psiquiatra suizo Carl Jung, creador de la psicología analítica, el planteamiento freudiano de lo inconsciente como un reservorio de deseos sexuales reprimidos no era suficiente para dar cuenta de aquellos contenidos que no se relacionan con la historia personal de los individuos.

Jung observó que, con frecuencia, en los delirios y alucinaciones de sus pacientes psiquiátricos, así como en los sueños de las personas en general, emergían de manera espontánea temáticas, historias y personajes con una similitud sorprendente a las narraciones mitológicas que han acompañado a la humanidad en diferentes tiempos y lugares. Jung argumentó que en muchas ocasiones es imposible atribuirle dicha similitud a un contacto directo o indirecto, por lo que se infiere que emergen de una fuente creativa común a la cual denominó lo Inconsciente colectivo.

Los motivos típicos de las narraciones mitológicas, de los delirios y los sueños son para Jung expresiones simbólicas de patrones universales de comportamiento y significado que heredamos los seres humanos como especie, a los que denominó Arquetipos.

Los Arquetipos se consideran los correlatos psíquicos de los instintos biológicos y funcionan como mecanismos de autorregulación, integración y promoción del desarrollo psíquico. Son vistos también como contenedores y transmisores de la sabiduría común a toda la humanidad.

Los sueños como representación del arquetipo del héroe

El mito arquetípico conocido como el viaje del héroe que se encuentra en la estructura de muchas historias antiguas y contemporáneas -nacimiento humilde y milagroso, llamado a una misión, encuentro con el maestro, interacción con aliados y adversarios, pruebas, lucha contra el mal, descenso a los infiernos, encuentro del tesoro, matrimonio con la princesa, etc.-, se considera la manifestación simbólica del proceso de transformación psíquica que todos los individuos se ven impulsados a realizar a lo largo de su vida. Dicha transformación se encamina al despliegue de los potenciales singulares de cada individuo, a la vivencia de su personalidad más genuina, de su vocación, de su aporte singular al mundo. El acompañamiento a este proceso de transformación, denominado Proceso de individuación, es el objetivo que se plantea la psicoterapia junguiana.

Variaciones y fragmentos de la narración mítica del héroe se representan cada noche en nuestros sueños por medio de la manera en que los arquetipos se encarnan en los individuos, esto es, los Complejos afectivos.

Los sueños como personificación de complejos afectivos.

Los complejos son un conjunto de ideas y pensamientos con una fuerte carga afectiva que se van formando a partir experiencias personales relacionadas con la temática de algún arquetipo. El complejo paterno por ejemplo se nutre de las experiencias personales y singulares que hayamos tenido con nuestro propio padre y con otras figuras paternales, siempre con el trasfondo del arquetipo del “padre” universal.

Los complejos son los elementos constitutivos de nuestra psique y se comportan como sub-personalidades que se activan en determinadas circunstancias del mundo externo o interno. Una emoción desproporcionada con relación al contexto (celos, ansias de poder, envidia, enamoramiento, miedo al fracaso o al éxito) puede ser el indicativo de que estamos actuando bajo el influjo de algún complejo, y que nuestra interacción con la realidad se encuentra mediatizada por este. La intensidad en la activación de un complejo condiciona el grado de subjetividad que proyectamos en las personas y las circunstancias externas en una situación determinada.

Los complejos tienen la facultad de personificarse en nuestros sueños y se constituyen según Jung en los guionistas, directores, actores y escenarios de nuestro mundo onírico.

Mientras soñamos podemos entonces conversar con un viejo sabio representado por algún profesor o maestra que admiramos; nos confrontamos con nuestra sombra bajo el ropaje de algún conocido o vecina que nos resulta irritante; recibimos una ayuda milagrosa de una compañera silenciosa de la infancia. El arquetipo del chamán o sanador puede estar representado por una médica o por nuestro terapeuta.

Tenemos relaciones eróticas con héroes o heroínas contemporáneos. Atravesamos obstáculos, huimos de asesinos, somos víctimas y victimarios; volamos, subimos montañas sagradas; nos perdemos en laberintos, se nos destruye la casa en un terremoto, sobrevivimos a inundaciones, morimos y también a veces renacemos con otro cuerpo; volvemos una y otra vez a la universidad o al colegio a presentar un examen de alguna materia que nos ha quedado pendiente. Todas experiencias tan reales como las de la vida en vigilia.

Se considera entonces que en la mayoría de ocasiones los personajes y situaciones de nuestros sueños representan aspectos de nosotros mismos que necesitan ser integrados y reconocidos.

Los sueños son la dramatización de nuestro viaje a las profundidades en búsqueda de nuestro tesoro, de nuestro ser más genuino. Es en una serie de sueños más que en un sueño aislado donde se hacen más evidentes las diferentes etapas de dicha travesía.

Jung se percató de que el proceso de transformación psíquica además de expresarse en el mito del héroe, también tiene correspondencias en las descripciones de la transformación alquímica, cuyas imágenes en ocasiones también emergen de manera espontánea en los sueños.

¿Para qué sirven los sueños?

Los sueños nos permiten acceder al significado simbólico y profundo de nuestras experiencias vitales. Son un símbolo, en el sentido de re-unión, de puente, con las necesidades singulares de nuestra psique, y transmiten caminos posibles de acción ante los cuestionamientos que han acompañado a la humanidad desde sus inicios.

El trabajo terapéutico con los sueños es una herramienta que nos ayuda en la identificación de nuestros complejos y con su paulatina concientización. Nos permiten entonces reconocer patrones de conducta y de relación que nos pueden estar manteniendo estancados.

Posibilitan también determinar las cargas y conceptos que es necesario abandonar para abrirnos a las experiencias del presente de una manera menos mediatizada por la huellas del pasado. Nos permiten además confrontarnos con las voces y personajes que hemos internalizado y que limitan la expresión de nuestra singularidad, a la vez que le podemos dar cabida a aquellos personajes que se constituyen en recursos y potencialidades que hasta ahora no hemos cultivado o tenido en cuenta de manera suficiente.

Los sueños son un medio para hacer conciencia, es decir, para disminuir las proyecciones subjetivas que condicionan nuestras interacciones con las personas y con el entorno.

¿Cómo actúan los sueños?

Para la psicología junguiana, la psique funciona como un sistema auto-regulado con una tendencia hacia el equilibrio de elementos contrapuestos -consciente/inconsciente, luz/oscuridad, femenino/masculino-, en estados cada vez más complejos e integrados. Los sueños, al igual que cualquier otra expresión de lo inconsciente como los síntomas, poseen una finalidad y una función al interior de dicho proceso de integración y evolución psíquica.

Atendiendo a lo anterior, la psicología junguiana no pone su foco de atención en el origen de los sueños, por ejemplo, algún deseo reprimido, sino en su finalidad, es decir, se cuestiona sobre aquello en lo que determinado sueño busca incidir en relación al desarrollo psíquico de las personas.

Así, un sueño puede buscar corregir y compensar actitudes conscientes unilaterales -demasiada extroversión en detrimento de una actitud reflexiva; darle demasiada importancia a lo que piensan los demás o muy poca importancia a lo que sienten los demás etc.-. Quizás algún sueño promueva ampliar una visión demasiado parcializada sobre algún aspecto o brindar un punto de vista que no ha sido tenido en cuenta sobre alguna situación que atañe al individuo. Esta capacidad correctiva de la actitud consciente fue denominada por Jung como la función compensadora de los sueños y es la que se considera de mayor relevancia.

Jung distingue una modalidad de sueños compensadores que procuran atacar el ego inflado de las personas, desvalorizando aspectos relacionados con deseos infantiles reprimidos y ansias infantiles de poder. La función reductora de los sueños como la denominó Jung, en principio puede presentarse como destructiva, pero sienta las bases para el reconocimiento de las limitaciones de las personas, así como para el desarrollo de sus genuinas potencialidades.

Por otra parte, se considera que los sueños repetitivos pueden ser un indicativo de que el ego consciente se resiste a realizar las correcciones necesarias para el equilibrio psíquico. La función correctiva de los sueños no ha conseguido su cometido viéndose en la necesidad de aplicar más “dosis” para promover dicha transformación.

Algunos sueños ofrecen esbozos o ensayos de posibles acciones futuras de la conciencia o modelos de solución a un conflicto presente. A esta funcionalidad de los sueños se le atribuye el hecho de que desde tiempos remotos los sueños hayan sido considerados como un medio que permite predecir acontecimientos futuros. Para Jung, los sueños tienen la capacidad de realizar pronósticos o un cálculo de probabilidades que pueden o no concordar con el desarrollo de sucesos futuros. Esta función prospectiva de los sueños supera las capacidades de la conciencia para hacer conjeturas sobre el futuro, ya que en lo inconsciente se encuentran facultades como la intuición, que permiten hacer asociaciones y análisis que trascienden las posibilidades de la racionalidad y el pensamiento lógico. Jung advierte que es importante tener en cuenta estas facultades de lo inconsciente sin sobreestimarlas, lo cual también puede ser fuente de desequilibrio.

La función prospectiva de los sueños se encuentra relacionada con los testimonios de científicos o artistas que han encontrado en los sueños soluciones creativas a impases en sus procesos investigativos o artísticos. En relación con ella, Jung resalta que de lo inconsciente también hacen parte contenidos e informaciones de cuya adquisición no hemos sido conscientes, porque nuestra atención no estaba dirigida hacia ellos, los hemos incorporado de manera subliminal. Estos contenidos subliminales enriquecen también la capacidad creativa de lo inconsciente.

En ocasiones, los sueños también reproducen escenas de experiencias emocionalmente agudas relacionadas con hechos violentos, catástrofes o accidentes por los que ha pasado el individuo. En estos casos, los sueños activan de manera frecuente la escena traumática permitiendo que lentamente vaya perdiendo su autonomía y se pueda integrar paulatinamente al sistema psíquico. Como estos sueños surgen como efecto de una experiencia emocional intensa dicha funcionalidad fue denominada como reactiva.

A partir de experiencias propias, así como de diversos pacientes y múltiples testimonios, Jung reconoció que en algunos sueños era posible observar fenómenos telepáticos. Es decir que en los sueños pueden emerger imágenes de acontecimientos que se producen al mismo tiempo en lugar distante al soñador. Dicho fenómeno se encuentra relacionado con sus planteamientos sobre la Sincronicidad.

Los sueños cuyas imágenes arquetípicas son más evidentes con asociaciones personales difícilmente detectables fueron denominados por Jung como Grandes sueños. Los grandes sueños o Sueños arquetípicos suelen preceder circunstancias vitales que implican grandes transformaciones cualitativas como la adolescencia, la madurez, el matrimonio, una grave enfermedad o la muerte. En ocasiones, los sueños arquetípicos pueden guardar más relación con fenómenos colectivos que con la vida subjetiva de las personas.

¿Cómo se interpretan los sueños?

Una característica de los sueños es que nos resultan confusos e irracionales. Sin embargo, para la psicología junguiana, los sueños no disfrazan, velan o censuran los contenidos que transmiten -como lo considera el psicoanálisis freudiano-, sino que expresan a través de las metáforas, analogías y correspondencias de sus imágenes, conocimientos profundos, complejos y paradójicos que resultan inasibles a la aproximación racional.

Por expresarse a través de un lenguaje simbólico se hace necesaria su traducción o interpretación. Jung consideraba que los sueños cumplen su función aunque no los recordemos o comprendamos, pero su estudio e interpretación aumenta y acelera su eficacia.

La interpretación de los sueños implica una apertura a la conciencia simbólica, también llamada poética, que posibilita el acceso a la dimensión profunda de los acontecimientos, tanto del mundo interno como externo, más allá de su literalidad.

Teniendo en cuenta que lo inconsciente se considera un factor de compensación de nuestras actitudes conscientes; el primer paso para interpretar un sueño es la contextualización, que consiste en indagar sobre los pensamientos, valores y sentimientos conscientes del soñante con respecto a las temáticas relacionadas con el sueño.

Posteriormente se procede a identificar las significaciones y asociaciones personales que le evocan al soñador las imágenes de su sueño.

Desde la perspectiva junguiana, el hecho de que las imágenes de un sueño tienen una significación individual de acuerdo con la historia personal de cada individuo, y por esto se desaconseja el uso de los diccionarios de significados de sueños. A pesar de que existen motivos típicos en los sueños estos deben ser abordados desde el contexto particular de cada individuo. Recurrir a las significaciones esquematizadas suelen limitar y literalizar  en vez de ampliar la mirada comprensiva, lo que resulta bastante tóxico.

La contextualización y la identificación de los significados personales sienta las bases para escoger material simbólico de la mitología, el folclor y el arte que puede ser propicio para amplificar el sentido del sueño. La amplificación consiste en acudir a imágenes de la simbología universal relacionadas con el sueño, aportando significaciones que amplían el marco comprensivo de nuestros dramas personales y que brindan posibles caminos de actuación basados en la experiencia humana acumulada en miles de años.

Posteriormente, se procura hacer una síntesis de las múltiples significaciones que han emergido durante el proceso. Atendiendo al carácter polisémico de los sueños, las interpretaciones se aportan como hipótesis tentativas que pueden ser más o menos confirmadas a través de una serie de sueños.

Además de conocimientos en mitología, folclore, religiones comparadas y psicología de los pueblos, Jung consideraba que para interpretar adecuadamente los sueños, los analistas debían someterse a un análisis didáctico con el fin de que su propios complejos no interfirieran en las interpretaciones de los sueños de sus pacientes.

La interpretación de los sueños es una actividad que se realiza conjuntamente entre el analista y el paciente y solo tiene sentido en el marco de dicha interacción.

En las primeras etapas de un análisis junguiano el terapeuta suele tener un papel más activo en dicha actividad pero se espera que la apertura y permeabilidad hacia los contenidos de lo inconsciente sea uno de los aprendizajes que van desplegando los pacientes a los largo del análisis. La perspectiva simbólica que permite comprender los mensajes de nuestros sueños se considera entonces un recurso con el que pueden contar los pacientes una vez finalizado el proceso psicoterapéutico.

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