El Mito Solar y el Proceso de Individuación

ALBERTO CHISLOVSKY

LibroChislovsky2

Psicoterapeuta junguiano. Ha dictado cursos en diversas instituciones entre ellas: el desaparecido Instituto Jung de Buenos Aires, la Fundación Jung de Buenos Aires y el Instituto C.G. Jung de Montevideo. El texto que presentamos es el primer caítulo de su libro El mito solar, el Eneagrama y el proceso de Individuación, 2013.

Introducción:
La importancia del simbolismo solar en la Mitología y en la Astrología está fuera de toda discusión y no necesita ser demostrada. Sin embargo, a pesar de su importancia como luminaria en la Astrología, la riqueza simbólica desplegada en la Mitología y en el simbolismo religioso (y aún político) no ha sido trasladada en todo su riqueza como su propia naturaleza lo requeriría. Por lo tanto, no cuenta con una técnica propia para mostrar la evolución psíquica a largo plazo de uno de los significados en los que mito y Astrología confluyen: la finalidad vital, el sentido teleológico o finalista de la existencia y del desarrollo de la Conciencia, iluminando e integrando las áreas nocturnas del Inconsciente, proceso que Jung, en el campo psicológico, denominó Individuación.

La Revolución Solar como técnica anual se nos presenta para este propósito como de características más acotadas, a pesar de contar con un ciclo de repeticiones, debido a la multiplicidad de acontecimientos que simboliza, dificultándose la visión orgánica a largo plazo . El Ciclo Sol-Luna progresado, propuesto por Rudhyar, se acerca a la idea de ciclo evolutivo que en su recorrido de 30 años, se asemeja al “eterno circunvalar al Mandala”, al símbolo de la Totalidad psíquica: Consciente- Inconsciente, que Jung denominó el Sí-Mismo, para diferenciarlo de la conciencia del yo personal. El Mandala Zodiacal representa esta totalidad y es justamente el Sol el único símbolo, aparte del Mandala, que reproduce su estructura al ser delineado tradicionalmente como un círculo con un punto central.

De esta forma, el Sol sería como un pequeño mandala, el vehículo a través del cual el Sí Mismo, como Gran Mandala, expresaría la finalidad vital . Este vínculo no es arbitrario, la misma relación guarda para Jung el arquetipo del héroe solar- el paso del mito cosmogónico al ser humano- con el arquetipo del Sí- Mismo, siendo su manifestación y su tarea la de combatir e iluminar el lado oscuro de la personalidad para alcanzar la realización. El tan trillado ejemplo, pero siempre efectivo, del héroe solar Hércules en sus doce trabajos para alcanzar su estatura divina en la apoteosis olímpica.

Sin embargo, volviendo al ciclo Sol-Luna progresado, más allá de su efectividad, el eje de cambio está puesto en la Luna, y el Sol puede llegar a progresar a lo sumo tres o cuatro signos zodiacales, con lo cual la tarea heroica simbolizada por el mito queda incompleta. Según la afinidad por elemento, o el aspecto realizado entre el vehículo de la emoción inconsciente, motor del proceso (Luna) y la conciencia solar, dependerá la capacidad de integración o de resistencia a la misma. Por lo tanto la finalidad vital solar podría verse impedida, además de las limitaciones en su circunvalar.
El ciclo anual es demasiado efímero para encontrar resultados tangibles permanentes, dada la lentitud de los procesos psíquicos interiores, quedando en meras aspiraciones. De esta forma la astrología solar encuentra que, en forma paradojal, para mostrar estos procesos evolutivos se recurre a los ciclos de los planetas exteriores y también a progresiones simbólicas del Ascendente, vehículo del yo consciente individual. ( como en el caso de la Pro-Luna, etc.).

Sin dudar de su validez y aplicación para otros tópicos, esto nos podría mostrar, en el caso del Ascendente, el predominio en Occidente del centramiento del yo en la cabeza (Aries- Asc.), lejos de nuestro tradicional símbolo del Centro: el Corazón (Sol-Leo) y que una de las imágenes religiosas compensadoras de este desfasaje: el Sagrado Corazón fuera iniciado en el siglo XVII, siglo en el que esta división cartesiana del mundo se estableciera (Descartes es, coincidencia significativa, nativo de Aries).

Dada esta imposición cultural, Jung plantea la dificultad del Proceso de Individuación, siguiendo a los alquimistas ( buscadores del oro solar, quienes sufrieron otro tipo de imposición cultural) como un “opus contra natura”. Sólo si la cabeza-ascendente en su circunvalar se aúna al corazón-sol (exaltación en Aries, I) interpretando y siendo su heraldo en el mundo, es que el Asc. se puede transformar en vehículo para la individuación, la des-integración habitual entre ambas lleva a que el yo se dedique a su propios motivos egoístas (Marte- Aries), lo cual está en exacta oposición a los propósitos individuatorios.

De esta necesidad de encontrar algún vínculo entre el mito solar- heroico, el proceso de Individuación y una posible traducción astrológica significativa, surge la primera parte de este trabajo. Aquí intento explorar los basamentos míticos generales, la interpretación moderna de Jung y la factibilidad de la aplicación en una técnica astrológica.

El Mito Solar, el héroe y el Proceso de Individuación
El Sol como símbolo de la divinidad, o como su ojo, como fuente de luz y calor y por lo tanto de vida, y en su sentido negativo como destructor de la misma, es propio, con variantes, de todas las culturas a lo largo del planeta. También está asociado al principio paterno- masculino, con excepción de las culturas matriarcales donde es femenino. De la misma forma aparece como símbolo del centro, asociado al corazón como ocurre también, al igual que el ojo derecho, en el sistema astrológico.

La figura solar como divinidad suprema, no es un fenómeno generalizado, por el contrario es específico de algunos pueblos de Asia, la Europa Arcaica, Egipto y en América en Perú y México. Como plantea Eliade, al referirse a estos hechos, “parecería que el sol predomina allí donde, gracias a los reyes, a los héroes y a los imperios, “la historia está en marcha”” . Esto nos muestra la división clásica adoptada por la mitología y la astrología atribuyendo al Sol el mundo consciente-volitivo y a la Luna el mundo inconsciente-instintivo. Los pueblos que alcanzan una diferenciación del mundo inconsciente-natural (Luna) desarrollan cultos solares.

Por ello, el paso del simbolismo astral al humano, en el pensamiento mítico, está dado por el héroe (señor en griego). Así como el sol reina en los cielos, debiendo vencer diariamente los abismos nocturnos, el héroe lucha por gobernar su existencia. Por esta razón en la mitología todos los héroes son solares; como el astro traen una nueva luz, una nueva conciencia, intentando iluminar las tenebrosas oscuridades de la Noche-Inconsciente.

En el mundo antiguo este era el privilegio de pocos quienes eran respetados por su fuerza de voluntad y su propósito constituyéndose en personajes de autoridad y poder de una comunidad. De allí que el sistema astrológico lo vincule a los reyes, gobernantes y es la estrella, en la historia, de los reyes y emperadores. El Faraón egipcio, es la encarnación del dios solar Ra. El emperador aqueménida y luego el sasánida es llamado el “hermano del Sol y de la Luna”. Desde otra faceta, Hammurabi le dedica su famoso código a Shamas, el sol, dios de la Justicia. Esta impronta solar se transmite a lo largo del tiempo, de allí que ya en un contexto secular Castagño exprese: “ El Sol es símbolo adecuado para todo orden político con pretensiones de ecuanimidad. Federico II, que poseía acentuados rasgos mesiánicos, gustaba ser llamado: “Sol de Justicia”, o “Sol” o “Luz de los Pueblos”. Maximiliano y Carlos V acuña monedas con leyendas como :Quod in coelis sol in terra Caesar est ; Luis XIV se hizo llamar el “Rey Sol” y tomó el disco como símbolo, igual que Napoleón, que es comparado con el Sol”.

Es bien conocido el uso político que el Rey-Sol Luis XIV hizo del ballet, incluso este apelativo proviene de haber interpretado al dios solar Apolo en una de sus representaciones. Tanto en su faceta de bailarín como en su rol de estadista, el sol como símbolo espacial de centro se manifestó. A la conocida frase, aunque considerada por algunos historiadores apócrifa, “El Estado soy yo”, la crítica de ballet Isis Wirth, le agrega “y el ballet también”. Siguiendo las categorías señaladas, Luis XIV fue preparando su poder centralizado mediante el espacio simbólico de la danza, en donde giraba, como los planetas alrededor del Sol, en torno suyo.

Esta metáfora cósmica, no es ociosa, en aquel momento, hacia 1660, aún la nueva concepción copernicana del Universo, con el Sol central desplazando a la Tierra, no se había impuesto. La Tierra ocupaba aún ese lugar para la Iglesia en el reformado sistema de Tycho Brahe aceptado en 1616. La adopción del nuevo sistema cósmico con el Sol central convenía y coincidía simbólicamente con la concepción de poder del Estado. El historiador Toumlin lo explica “Lo que es Dios para la Naturaleza lo es el rey para el Estado. Nada más justo y saludable, pues, que el hecho de una nación moderna modele su organización estatal sobre las estructuras que Dios nos deja ver en el mundo de la astronomía. El Rey Sol ostenta su autoridad sobre sucesivos círculos de súbditos, todos los cuales conocen perfectamente el lugar que ocupan y se mantienen en sus propias y respectivas órbitas”. Mediante un proceso de apropiación de un símbolo y luego su racionalización, Luis XIV adopta el símbolo solar para cimentar su poder. El propio Luis, no hacía más que manifestar su condición arquetípica reflejada en su tema natal : Sol en la X como planeta más elevado. Esta posición refleja la frase apócrifa: “El Estado (X) soy yo (Sol)” y el uso de la figura del dios Apolo (Sol corregente de la casa IX, imagen de lo divino y Luna corregente en Leo en IX )
como forma de llevar a cabo este proceso.

Esta diferenciación producida por la identificación con el astro rey es un ejemplo, de lo que señala con agudeza Eliade, a “la afinidad de la teología solar con las élites, ya se trate de soberanos, de iniciados, de héroes o de filósofos. A diferencia de las otras hierofanías cósmicas, las hierofanías solares tienen tendencia a convertirse en privilegio de círculos cerrados, de una minoría de “elegidos”. Lo cual tiene por efecto alentar y precipitar un largo proceso de racionalización”. Fue así que la teología solar egipcia, identificada con la monarquía tuvo su reacción compensatoria con el Dios de la Vegetación y de los Muertos- Lunar Osiris, en un intento de democratización de la búsqueda de la inmortalidad del alma solo accesible al Faraón.

Entre los griegos quienes consideraban a las divinidades solares en un segundo plano ( Helios y Apolo aunque éste ocupa un lugar de privilegio entre la segunda generación de los olímpicos) evitaron la identificación solar al colocar en el frontispicio del templo de Apolo en Delfos: “Conócete a ti mismo y conocerás al Universo” El gran especialista Walter Otto lo interpreta: “Esto quiere decir: conoce lo que es el hombre, y cuan vasta es la distancia que lo separa de la majestad de los eternos dioses”. El mismo Apolo castigaba la “hybris”, la pérdida de medida, la inflación psíquica provocada por la identificación con las figuras arquetípicas del Inconsciente Colectivo, como lo plantearía la moderna psicología jungiana. Sin embargo, ellos mismos iniciaron ese largo proceso de racionalización a través de la filosofía. Sócrates visitaba con frecuencia el templo de Apolo y el dios le apareció en sueños intentando compensar su actitud racionalista instándolo a componer música propia de la naturaleza arquetípica del dios solar. Pero el filósofo se resistía apelando al argumento de que “La filosofía es la más grande de la música”(Fedón 61,a). Sólo accede a hacerlo como purificación antes de tomar la cicuta. Esta actitud nos muestra el sustituto racionalista de la vivencia primigenia del arquetipo.

Volviendo a la “Música de las Esferas”, la Astrología, tal vez podríamos considerar la curiosa concepción del astro rey como planeta, dentro del sistema astrológico, como la compensación del Inconsciente Colectivo ante el peso solar aristocratizante de los reyes y nobles, y de esta forma “democratizar” el desarrollo consciente. Pero el lado oscuro de este nivelar hacia abajo es la pérdida de la dimensión sagrada con lo trascendente. En forma similar que en las elites en las cuales la experiencia hierofánica es rebajada a la idea racional, esta nivelar conduce a un “olvido” platónico donde el Sol como astro desconoce su propia naturaleza central (olvida el lugar de la Verdad como en el mito platónico de la Caverna). Por lo tanto, se enceguece y se fragmenta su luz reflejándose en los planetas, “perdido en el objeto” al decir de Heidegger (o en las sombras de las paredes de la Caverna Platónica), extraviándose o complicándose la finalidad vital.

Pero el Sol es un símbolo de centro, su representación con el círculo y punto central lo identifica con él y con la Totalidad, o sea el Mandala. Zodiacal en cual al decir de Volguine : “expresa su influencia en forma indirecta” confirmando el argumento. Desde esta perspectiva, recobrar el Sol- Héroe, es el medio por el cual la conciencia puede reintegrar todas su cualidades proyectadas en el exterior, en la luz reflejada de los planetas. Desde la visión psicológica de Jung, es lo que denominó Proceso de Individuación

Podría utilizar la analogía planteada por los antiguos gnósticos. Ellos proponían la prisión del pneuma espiritual en los vicios recogidos en el descenso del alma por las esferas planetarias en la encarnación (en el caso solar el orgullo). Para regresar al Dios trascendente debían enfrentarse a cada uno de los demonios custodios hasta llegar al último Iadalbaot- Saturno, el demiurgo quien se había erigido en el Creador olvidando al Dios trascendente por encima de él. Si colocamos la divinidad trascendente, desde el punto de vista psicológico, como el Arquetipo del Sí Mismo, encontramos que el yo- conciencia (Saturno- Iadalbaot) ha usurpado su lugar. Llevándolo al plano astrológico podríamos observar la caída de Saturno en Aries- Asc. aliado al Sol- planeta exaltado allí, donde el orgullo del yo desconoce a la Totalidad Trascendente. Lo que desde un punto de vista compensador, o sea el refuerzo del yo frente al Absolutismo Tiránico proyectado en reyes, gobernantes o castas sacerdotales es positivo, tiene su contracara del olvido de lo sagrado y su vulgarización profana.

De allí que rescatar esta perspectiva solar, como lo hace Jung, identificándolo con el dios-héroe y con la energía psíquica finalista , el Sol “recuerda” (re- cordis: volver al corazón) su origen astral y de esta forma ya no sirve al pequeño yo; es como el héroe, el actor del Proceso de Individuación, de reintegración de la Totalidad Fragmentada en las múltiples instancias del devenir.

==================

[1]El excelente libro “Revolución Solar” de Liliana Ortiz (Buenos Aires, 2000), intenta seguir la misma línea interpretativa que propongo con respecto a una visión cíclica y holística, pero se topa, a largo plazo, con el mismo problema que planteo. Sin embargo es el único libro (al menos que conozca) que jerarquiza nuevamente al astro rey en su significación más profunda.

[1]Eliade M., Tratado de Historia de las Religiones, Biblioteca Era, México, 1972, pag 124

[1]Castagno A., Mitos y Símbolos Políticos, Eudeba, Bs As, pag. 17

[1] Toumlin S., Cosmópolis, Península, Barcelona, 2001, pag. 182

[1] Luis XIV: 5/9/1638, Saint Germain, Francia, 11,11 AM LMT. Fuente: Pendfield del programa Compact de Winstar.

[1]Eliade M., Tratado de Historia de las Religiones, Biblioteca Era, México, 1972, pag. 148

[1]Otto W., Los Dioses de Grecia, Eudeba, Buenos Aires, 1973, pag.53.

[1] . Jung plantea en Símbolos de Transformación (Paidós, Bs As., 1977, pag. 134-135): “El sol, como hace observar Renan, es en verdad la única imagen “razonable” de dios, tanto si nos colocamos en el punto de vista del primitivo como en el de la moderna ciencia de la naturaleza;   siempre es el dios-padre que anima todo lo viviente, el fecundador y el creador , la fuente de energía de nuestro mundo. En el sol como cosa natural que no conoce escisión interna alguna, puede resolverse armónicamente la contradicción en que ha caído el alma del hombre.Y no sólo es benéfico puesto que también puede destruir, de ahí la imagen zodiacal del verano ardiente, o sea el león devorador de rebaños, al cual da muerte el héroe judío Sansón para redimir de esa plaga a la desfalleciente tierra. Pero la naturaleza peculiar del sol es que queme, y al hombre le parece natural que así sea. También alumbra por igual al justo y al injusto, y hace crecer lo mismo al ser útil que al nocivo. Los místicos nos enseñaron que esa combinación no es un mero juego de palabras: al recogerse en sí mismos descienden a las profundidades de su ser, descubren en su corazón la imagen del sol, encontrando así su propia “voluntad de vivir” que con derecho- incluso diría yo que en virtud de un derecho físico-llaman sol, puesto que éste es fuente de energía y vida. Así nuestra vida fisiológica, como proceso energético, es esencialmente sol.”  En mi obra “La Influencia de la Astrología en el Pensamiento de C.G. Jung” (Tol Ediciones, Bs. As., 2008) demuestro la el claro influjo del simbolismo astrólogico ( como se vislumbra en la cita más arriba) en varias de las concepciones junguianas, entre ellas la de la Libido.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.