El encuentro con la sombra y la bajada a las tinieblas en la experiencia terapéutica

«EL ENCUENTRO CON LA SOMBRA Y LA BAJADA A LAS TINIEBLAS EN LA EXPERIENCIA TERAPEUTICA. TECNICAS EXPRESIVAS PLASTICAS Y AUDIOVISUALES«

Carmen Pinto Larraín
.

Carmen Pinto es Psicóloga Clínica, Psicoterapeuta. Docente del Diplomado de Psicología Transpersonal en la Universidad del Pacífico, Santiago Chile. Este artículo se basa en la conferencia del mismo nombre presentada por la autora en el V Congreso Latinoamericano de Psicología Junguiana, celebrado en Santiago de Chile, del 4 al 8 de septiembre de 2009Su e-mail es carpinto2000@gmail.com. Su blog:www.cpintopsicologa.blogspot.com.

“Entrar en la oscuridad con una luz
sólo nos permite conocer la luz.
Para conocer la oscuridad
hay que ir a oscuras.
Ve sin ver y descubre que la oscuridad
también tiene flores y canta
y puede ser hollada
por pies oscuros y por oscuras alas.”

Wendell Berry (1)


RESUMEN

El presente trabajo intenta ilustrar distintos procesos terapéuticos donde, con diversas técnicas expresivas, los pacientes han entrado al mundo de la sombra y de la vivencia del no-poder hasta el encuentro con la función estructurante del eros y la recuperación del ser. En un camino de oscuridad, muerte y encierro, ilustrado con imágenes plásticas y un trabajo audiovisual, se recorre también diversas formas que toma la sombra y la bajada a las tinieblas, visitando sus rincones más temidos hasta encontrar el camino de salida.

En un proceso donde el terapeuta acompaña y contiene compasivamente, el paciente va atreviéndose a mirar, confrontar y aceptar sus demonios para volver a la luz y caminar integradamente con la vida y la muerte, habiendo rescatado su alma.

Es un trabajo que permite confirmar el poder de las técnicas expresivas en el proceso de individuación y de conexión con su dimensión creativa y trascendente.

 

 

Este trabajo es un viaje. Trata de la bajada a las tinieblas en el proceso de psicoterapia. El encuentro con lo que Jung llamó, el arquetipo de la sombra, uno de los principales arquetipos del psiquismo humano. La sombra, “ese elusivo fantasma del que no podemos escapar y con el que resulta difícil establecer contacto…, nuestra propia imagen oscura” (Metzger,D. 2000 P.426).

Viajaremos al mundo del inconciente a través de algunas experiencias terapéuticas donde, a través de técnicas expresivas plásticas y audiovisuales los pacientes fueron capaces de entrar en la profundad de su sombra. Observaremos cómo, desde la vivencia de fragmentación y de no poder, han sido capaces de mirar, confrontar y aceptar sus demonios y su propia muerte psíquica, para volver a la luz y caminar integradamente con la vida y la muerte, habiendo rescatado su alma, y encaminado hacia su Self.

He trabajado por largos años con distintas técnicas expresivas y cada día compruebo y me maravilla más el poder revelador de éstas como herramientas de elaboración e integración en el proceso de individuación-transformación, de conexión con su dimensión creativa y trascendente y de recuperación del poder personal desde su esencia.

“The light at the core of darkness.” (2)
(la luz en el corazón de la oscuridad)

Frente a la hoja en blanco, de pronto me viene pánico. Estoy iniciando este trabajo sobre el viaje de otros hacia la sombra y me encuentro de golpe con ella. Ahí está, una vez más, parada frente a mí, con su cara esquiva, contraída, crítica. Si, es ella, la conozco. Junto con ella, aparece el miedo, la inseguridad, ¿cómo lo hago?, ¿qué voy a decir?, mi propia invalidez, mi temor al juicio, mi autoexigencia, mi necesidad de ser aceptada y reconocida. Es mi Saturno castigador. La dejo venir. Entró en ella… el silencio, el miedo… De pronto aparece otra imagen, una mujer frágil, vestida de blanco, bajando unas escaleras en un espacio oscuro. Arriba ha quedado la luz. A su lado dos columnas de mármol. Una negra y una blanca. Esa imagen la conozco, pienso. Recuerdo que es la carta de la Sacerdotisa del Tarot mítico (Sharman-Burke, J. y L. Greene,1988). Sí, es Perséfone bajando al mundo de las tinieblas, el reino de Hades, su raptor y redentor.

Entonces puedo hacer la síntesis.

Está claro. De esto se trata el presente trabajo. Bajar al mundo del inconciente. Y en ese descenso, el mito de Perséfone me ayudará a iluminar el camino.

Una vez más el inconciente me regalaba lo que necesitaba, en el momento justo.

Tomo el mito de Perséfone porque en él se conjugan dos dimensiones del proceso de encuentro con el mundo de la sombra: Una, que revela las características y distintos aspectos de la bajada en la primer etapa del mito, cuando Perséfone es la doncella raptada, inocente y frágil (sin conciencia de si misma) y el segundo aspecto que alude a Perséfone madura, en todo su poder, conocedora y reina del mundo subterráneo, además de guardiana y guía de otros viajeros. (Dunn M., M. 1998 p.207-212). Este mito representa el viaje que deberá hacer toda persona que quiere ir en busca de su sombra y acceder a las profundidades del ser.

En la mitología muchos dioses y diosas son descritos bajando al inframundo. Recordemos, como dice Campbell (1999b), que los dioses son metáforas de conductas arquetípicas y los mitos son actualizaciones de esos arquetipos. Entre ellos: Orfeo y Eurídice, Ereshkigal, hermana de Innana, Psique, Jonás y tantos otros.. Todos bajan en busca de alguien o algo. Todos símbolos de partes de nosotros que fueron abandonadas u ocultadas en el proceso del vivir. Pero también bajan a la experiencia de la propia muerte y regeneración. Volvemos a la fuente, a la nada, para renacer. (Shahrukh H. 1997. P.76-79)

Volviendo a la carta del Tarot mencionada, que representa el mito de Perséfone, quiero rescatar los símbolos que allí aparecen: Una Mujer (Perséfone) frágil y etérea, vestida de blanco, simbolizando la inocencia y pureza de la niña, la idealización y no conciencia de si misma. Baja una escalera. Está oscuro. Es la entrada y descenso a un mundo desconocido. Su mano izquierda deja caer un ramo de narcisos blancos: las flores que recogía ella entes de ser raptada (su mundo anterior) y asociadas también a la muerte. En su mano derecha lleva una granada partida en dos. Este es el símbolo central del mito, alude a su iniciación, a la fecundidad y también a la muerte y capacidad de regeneración. Sus granos plenos y fértiles representan, como el mundo misterioso de la sombra, la potencialidad creadora del ser. Mientras, las dos columnas, una negra a la izquierda y otra blanca a la derecha , aluden también a la dualidad del mundo de la sombra: el encuentro con nuestros aspectos más rechazados y destructivos y al mismo tiempo la dimensión creadora y luminosa del eros.

De esta forma, como dice J. Campbell, “los mitos nos enseñan que en lo más profundo del abismo, puede escucharse la voz de la salvación. En los momentos más oscuros es cuando podemos escuchar el verdadero mensaje de transformación. Y en medio de la oscuridad sobreviene la luz.” (En: Zweig, C. Y J. Abrams, 2000 p.340)

 

El Viaje al mundo de Hades


“No nos iluminamos
al imaginar figuras de luz,
sino haciendo conciente nuestra oscuridad.” (4)

C.G.Jung


La invitación es a entrar en ese mundo, a través del viaje que han hecho pacientes en psicoterapia. Cada uno describe formas y momentos que toma la bajada y que fueron ilustrados por los trabajos de expresión creados por ellos, durante o al final del proceso terapéutico.

Sabemos que la sombra en el proceso terapéutico empieza a aparecer desde el inicio, tomando muchas formas. En los sueños, en la resistencia, en la transferencia, las proyecciones, los conflictos interpersonales y tantos otros aspectos. Sin embargo hay un momento en la psicoterapia que marca una diferencia significativa porque alude a un proceso mucho más intenso, profundo y definitivo. Ahí nos detenemos. Son momentos donde la vida parece estancarse y todo pierde sentido. Es el ego agotado y entrampado. La máscara que aprisiona y no deja respirar. Generalmente aparece una puerta, un umbral que hay que atravesar, en la vida o en el imaginario. Es ahí donde se empieza a bajar a la real oscuridad.

El trabajo con la sombra en psicoterapia es un proceso conciente y voluntario de asumir lo que hasta ese momento habíamos decidido ignorar o reprimir. Implica que el paciente se hace cargo de aquello que había sacrificado en aras de un yo ideal, se conecta con su alma y reorganiza su identidad en una imagen más global e integrada de si mismo, (Zweig, C. y J. Abrahams 2008 op cit.)

El proceso debe vivirse como una ceremonia iniciática donde se entra y no se sabe con qué vamos a encontrarnos, sólo se vislumbra que se pasará un umbral y muchas pruebas, para luego volver a salir distintos y transformados. “El trabajo deber ser lento y cauteloso porque la sombra se mueve como una animal nocturno” , dice Connie Zweig, ( Zweig, C y S.Wolf .2008 p.13)

 

¿Qué empieza a suceder ?

Mostraremos etapas y aspectos del proceso. He tomado la experiencia de 4 pacientes mujeres, elegidas como significativas de este paso, quienes con técnicas expresivas plásticas y audiovisuales fueron capaces de traspasar ese umbral, entrar a tientas en la oscuridad y palpar la danza del misterio y la renovación.

Quiero honrar a cada una de ellas por su proceso y también agradecer su generosidad y apertura para compartir este material sagrado e íntimo, para que otros aprendan y puedan atreverse también a vivir su propio proceso de encuentro con la sombra (5).

Rosa, 42 años. Presenta una depresión severa. Está en un quiebre vital importante asociado también a la crisis de la mitad de la vida. Lleva muchos meses entrampada en “la noche oscura del alma” pero sin poder salir. El viaje de autotransformación empieza a través de la acuarela. Sus imágenes son acuosas de colores tenues. Imágenes primarias de desolación y abandono. Despedidas, tierras devastadas, encuentro con la muerte y sus muertos. Todo es oscuridad. Se asoma al umbral. Empieza a bajar, se detiene. De pronto las escaleras se desdibujan y cae. Entra en el el vacío, el pánico. Las aguas se desbordan, las corrientes la arrastran al abismo. La acompaño, ayudándola a dejarse caer y que confíe…sigue cayendo, parece que no tuviera fin…. Se entrega, “he perdido mi columna vertebral”, me dice. Se rinde, se disuelve. Si, está muriendo. Es su ego que muere para dar vida nueva, la madre primordial la vuelve a parir. Con sangre y dolor, sale la nueva vida y se ve la luz. Empieza frágil el retorno…Encuentra espacios de luz, herramientas, atisbos hasta que descubre que hay nueva vida allá arriba, que ella tiene nueva vida también porque ha recuperado su esencia. Hoy se sostiene y se deja sostener. Hoy puede brindarse y compartir.

Patricia, es fotógrafa, profesora universitaria, 40 años, separada hace 10 años. Llega a terapia por una ruptura amorosa. Deprimida y desesperanzada. Se ha conectado con su necesidad de afecto, algo que rechaza, porque ella, de familia de mujeres poderosas, ha sido siempre autosuficiente, fuerte y pudiendo manejar las cosas.

Su imagen silenciosa y etérea, de aspecto frágil y delicada, atractiva y bella como mujer, se contradice con su propia imagen interna. Aparece siempre muy racional y reflexiva y desconectada de su cuerpo, como si fuera sólo cabeza. De hecho confiesa que no se mira al espejo jamás. Es invisible para ella y para otros. No sabe cómo es. El trabajo terapéutico se centra en la aceptación e integración de si misma; la conexión con su ser femenino, su emocionalidad y aspectos vulnerables y el hacerse visible, desde su propia esencia.

Se trabaja sueños intensos. Su bajada a las tinieblas es dura. Descubrimos imágenes que aluden a vivencias perinatales de matriz 2 y 3 (Groff, S.1998. p. 138.). Hubo una muerte anterior. Nació sin signos vitales. Vive el encierro y la muerte, pero renace. Hubo soledad y deprivación afectiva en sus primeros años. Vuelve a recorrer esos pasadizos. Se ahoga, golpea puertas que no se abren, quiere huir y no puede. Su mundo interno parece fragmentado. No se ve, ni se toca. Está desconectada de la tierra, casi como si volara, como que no fuera de este mundo. Le cuesta pisar firme. Haciendo trabajo corporal energético va recuperando la conexión con el cuerpo, empieza a enraizarse. A través de imaginería y sueños va recuperando su emocionalidad profunda además de su voz interna. Empieza a hablar, a mirarse, a decir, a expresar. Su imagen se va articulando, se reconoce, se oye, se rompe en mil pedazos, se vuelve a armar hasta que se encuentra y se vuelve a crear.

El testimonio de su nuevo nacimiento, es entregado al final de la terapia en un audiovisual de animación. Es su opera prima en muchos sentidos. Primera vez que experimenta con esa técnica, primera vez que se mira y “se dibuja”; primera vez que compone su propia música …Ella, la invisible, la sin voz.

Clara, educadora, 50 años, mujer intuitiva, inteligente, creativa y sensible. Llega a terapia con crisis angustiosa por situación con su hijo adolescente que presenta un cuadro grave, el qué no puede manejar. Ha hecho ya mucho trabajo interno, está bastante integrada, pero hoy se siente superada por esto que le toca vivir. Su bajada al infierno tiene que ver con sus límites, con enfrentar y reconocer sus propios fantasmas y demonios y sobretodo su impotencia y vulnerabilidad.

Trabajamos con imaginación activa. Visualiza un túnel cerrado, oscuro. Ella se ve encerrada ahí. Arrastra un saco muy pesado. Es un espacio asfixiante. No hay salida ni luz. Hay humo. Junto a ella, una figura negra, como una cápsula de acero, hermética y acorazada, si bien en su interior tiene un centro blando y luminoso, un alma, que ella vislumbra. La asocia a su hijo. Esta figura inmóvil, paralizada, vibra con una energía densa y pesada. Le llega su negatividad. No puede relacionarse con él. Ella con su saco camina con dificultad. Se siente obligada a seguir a esta figura. De alguna manera es atraída por ella.

Arriba hay un prado verde con flores y sol, donde corre su hija. Quiere ir ahí, tiene rabia, no quiere estar ahí abajo, pero no puede salir. Se siente obligada a estar, tiene que acompañarlo y permanecer. Vislumbra unas escaleras como escotillas, pero tampoco puede alcanzarlas… Se somete a la situación. Está aterrada, paralizada y furiosa.

Nos detenemos en el saco. Recordamos a Robert Bly y “ese saco que todos cargamos” (Bly,R. 2000) , ese saco donde vamos echando todas las facetas de nuestra personalidad que no encajan, que no agradan a los padres, que son castigadas por el entorno. Ese saco que se hace pesado y va menguando nuestra energía. ¿Qué carga ella en su saco? Aparece la culpa, la rabia contenida, con su padre, con su ex marido, con los hombres. El hijo/cápsula la mira sintiéndose poderoso. Ambos símbolos encierran mucha energía encapsulada y cristalizada que no se está desplegando en el proceso de vivir.

Mucha angustia, la paciente mira a la figura de acero, quiere acercarse y no puede, no sabe cómo; él está encerrado en su capsula, quiere estar solo. Tampoco se deja ayudar. Ella se confronta con su ser madre, con su limitación y su impotencia, hasta que se rinde. Empieza a tomar distancia, a aceptar que no puede hacer nada. Su omnipotencia cae, se contiene en su agotamiento, llora de impotencia y suelta. Suelta el saco, se queda a una orilla del túnel quieta, recogida, y le dice a su figura. “Aquí estoy, te acompaño si me necesitas pero no puedo hacer más…” La figura se mueve, a ratos se acerca a ratos se aleja, ella sólo mira…Ha dejado el control y amorosamente está, sin exigirse más…Ha enfrentado a sus fantasmas. Se siente liviana y puede ver ahora incluso que si hay salida…se quedara un tiempo ahí luego saldrá a la luz…ya sabe que puede ir y venir de un mundo a otro sin temor, como Perséfone.

Mónica es una joven de 25 años a la fecha de la terapia, ha terminado la carrera de arquitectura, pero no logra recibirse. Tiene una obesidad importante. Presenta una depresión severa y parálisis vital. Es un proceso de cerca de dos años, con algunos períodos de interrupción Todo su proceso terapéutico lo va ilustrando a través de imágenes de árboles que ella va dibujando según su estado. Parte de la imagen de un árbol seco viejo enorme enraizado a la tierra y hasta sus ramas se meten en la tierra. Parece atrapado. Su cuerpo es ilustrado por ella como una coraza de grasa que la aprisiona y que apenas le impide moverse, no pudiendo contactarse con su esencia. Es un proceso lento y difícil para ir entrando en la sombra y tocar su ser. Todo esta cerrado y muy oscuro. Hay miedo, mucho dolor y abandono. A ratos se siente atrapada, con imágenes de muerte y de ser comida por gusanos. Vamos bajando, entrando poco a poco con mucho amor y aceptación de su ritmo. Atravesamos la muerte y empieza a recorrer los laberintos. Aparecen habitaciones que han estado cerradas, restos de objetos, todo parece descuidado, abandonado. Empieza a descubrir algo de luz, ahora puede mirar el cielo y los pájaros. Los árboles han empezado a cambiar. Empieza a conectarse con su alma. Surge la imagen de una ninfa que empieza a despertarse, frágil, delicada, inocente. Está renaciendo, empieza a reencontrase con su niña interna, con sus juegos, con sus creaciones, con su adolescente bella. Se gusta, se ama, se abraza. Su alma ya está con ella. Hay luz, colores, vida nuevamente. Su creatividad está en pleno. Hacia el final de la terapia, escribe cuentos, pinta, dibuja y finalmente hace un audiovisual como síntesis de su proceso terapéutico. Hoy es ilustradora de cuentos infantiles. Nunca se recibió de arquitecta, está casada, plena y delgada.

Elementos comunes: experiencias arquetípicas.

Distintas vivencias, formas y contenidos parecen sin embargo contener elementos comunes. Son las experiencias arquetípicas del viaje.

En el primer momento el miedo, el rechazo a la oscuridad, al encuentro con lo desconocido. El paciente se enfrenta a un mundo sin límites, donde las claves del mundo externo ya no sirven. Además del miedo, aparece el ahogo, la vivencia de estrechez, de asfixia.. El impulso a volver, las ganas de salir y no hay retorno, evocando sin duda, vivencias primarias en el canal de nacimiento.

Los símbolos son también elementos centrales del viaje. Todos son importantes y ayudan a descubrir algún aspecto de la caverna: pasadizos, laberintos, habitaciones oscuras o ventanas internas que dejan entrar la luz aunque sea tenue; objetos, animales, elementos todos que necesitan ser mirados, explorados y acogidos. Algunos amenazantes, duros de aceptar, otros serán herramientas para el viaje. También son las personas, personajes, reales o imaginarios, monstruos o sabios que vienen a mostrar.

Otro aspecto es la caída, la rendición y/o la muerte. Las imágenes se hacen confusas y el/la paciente siente que cae al abismo. No siempre hay donde agarrarse, en algún acto desesperado de parar. La vivencia del vacío. Estamos frente al misterio que, por una parte atrae y por otra causa pánico. A veces el proceso se detiene ahí. En otras finalmente está el fondo, donde el paciente cae, se detiene, reposa o bien se rinde. En ese instante sobreviene la propia muerte o disolución. Es un momento infernal y sagrado a la vez…Nuestro silencio sólo debe acompañar y contener. Hasta que de pronto empieza a reaparecer la vida y la claridad.

Luego, la vivencia de renacimiento. Desde la fragilidad, el paciente empieza a despertar y ser testigo de su nuevo ser. Puede reconocer su esencia, se ha rescatado en cuerpo y alma, para reiniciar el ascenso. Generalmente aparece la luz al final del túnel o al mirar hacia arriba…empieza así a crear e iniciar su regreso.

Ya ha conocido y reconocido sus propios laberintos, con sus trampas y monstruos. Los granos que engendran el cambio y actualizan su eros, se han desarrollado lentamente en este viaje a su mundo inconciente. Ha traspasado la dualidad porque ha integrado la vida y la muerte. Se han unido los opuestos. Ahora ya es tiempo de volver a subir a la luz y expresarse en una nueva identidad, porque ha recuperado su eros, ha alcanzado su función trascendente.

El trabajo con la sombra es una apuesta abiertamente subversiva. Es romper con el mandato colectivo del éxito y el bienestar, nuestra adicción a la luz, a la evitación del dolor, es ir en contra de seguir protegiéndonos en una imagen falsamente construida para agradar a otros. Es hacer que el ego renuncie a su orgullo y fatuidad y decir Sí, ese soy yo. Y eso si es un acto heroico. (Zweig, C y S.Wolf 2008. op.cit.) (Von Franz, M.L. (1997)

 

El/la Terapeuta como guía en el mundo del Inconciente

Para culminar este trabajo, necesito volver al Mito de Perséfone. Necesito rescatar la segunda dimensión de este arquetipo. Esta se manifiesta cuando, Perséfone, ya madura y esposada con Hades, se ha hecho reina del mundo de las tinieblas, guardiana del reino de lo oculto y guía de quienes bajan a él.

Perséfone después de comer los granos de granada que le diera Hades antes de subir a reencontrarse con su madre, queda por siempre atada al mundo inferior. Ella ya conoce los secretos de ese mundo, reconoce las claves y puede moverse sabiamente en él. Se ha unido sagradamente a éste. (Dunn, M. 1998 op.cit)

Como terapeutas, también nosotros encarnamos esa Perséfone . Para guiar a otros en los laberintos del inconciente, tenemos necesariamente que conocer esos reinos, haber pasado nuestro propio infierno, habernos encontrado con nuestra propia sombra y poderla iluminar, para disponer de todo el potencial creativo y transformador que reside en ella.

Las técnicas expresivas son una invitación a entrar a un lenguaje intuitivo y a conectarse con la dimensión misteriosa y la función trascendente del ser. Esa es una parte del proceso transformador de la psicoterapia, sin embargo no se trata sólo de aplicar dichas técnicas y ayudar a develar sus símbolos, sino de ser capaces de acompañar al viajero con todo nuestro ser. Necesitamos estar desde el eros. Necesitamos acompañar de forma compasiva, amorosa e iluminadora para que el paciente vea, traspase el miedo e incluso su propia muerte. Para eso debemos haber vivido nuestra propia muerte y disolución, haber recorrido tierras devastadas, para también poder tolerar el miedo, -nuestro propio miedo- y contener la muerte del otro, dejando que se despliegue el propio proceso, naturalmente, sin control, sin explicaciones racionales o teóricas, y confiando en la intuición y sabiduría interior propia y del paciente.

Trabajar con la sombra en psicoterapia es trabajar con el alma. Pues para que se produzca la alquimia en el trabajo terapéutico, como dice Jean Shinoda Bolen, (Shinoda Bolen, J. 2006 p.96). no sólo tenemos que tener preparación y experiencia, sino también “la destreza para ver la belleza, la fragilidad y el misterio que reside en el/la otro/a; para distinguir el alma apresada en sus máscaras. Es un trabajo de alma a alma. Sólo así podremos ayudar a liberar todo el potencial y la verdad del ser que tenemos junto a nosotros».

El/ella es quien hace el proceso, pero nosotros como terapeutas, respetuosos de su ritmo, vamos conteniendo y entregando “el hilo de Ariadna” para que recorra su laberinto, para que siga explorando, enfrentando sus daimon, hasta volver a la luz habiendo recuperado su eros, su poder, su alma.

Luego de este viaje en el cual hemos sido guías y guardianes ocurre además en el paciente algo sorprendente. El, por su parte, al emprender el viaje de Perséfone hacia las tinieblas y poder recorrerlas, transformando su ser, va haciéndose también maestro y guía de su propio inconciente.

Una vez atravesada la sombra no hay más miedo de volver a entrar porque ya se sabe salir…

Y como dice Sófocles (a propósito de los misterios de Eleusis): “Tres veces benditos son aquellos mortales que han vivido esos ritos y han entrado en Hades; para ellos hoy está la vida, para los otros sólo queda la miseria…” (6).

Esa es la invitación y mi búsqueda. Muchas Gracias.

Gracias también por la oportunidad que me dio este trabajo de visitar mi propia sombra.

NOTAS DE PIE DE PÁGINA

(1) Wendell Berry, poeta y novelista americano. ”To know the dark”. www.poemhunter.com/wendell-berry.

(2) Jung habla sobre esto en Siete Sermones a la Muerte, en Red Book. Meeting with the Shadow. Libro donde registró su autoexperimentación con el inconciente después de su ruptura con Freud. Citado en Jaffé, A. 1997. p.68

(3) Jung, C.G. Red Book. Meeting with the shadow. Citado en Jaffé, A. p.68. op.cit

(4) Dados los requerimientos técnicos de esta Publicación no pueden aparecer imágenes gráficas en el presente texto, lo que sin duda dificulta su total comprensión. Las imágenes plásticas y audiovisuales fueron mostradas en la presentación durante el Congreso.

(5) Sófocles a propósito de los Misterios de Eleusis (Rituales sagrados en honor a Demeter y Perséfone donde se reeditaba el proceso de la vida y la muerte) . Citado en: Shahrukh, H. 1997. p.79

REFERENCIAS

 

BLY, R.. (2000) El gran saco que todos arrastramos. En: ZWEIG,C. Y J.ABRAMS, Ed.
(2000) Encuentro con la Sombra. p. 39-50

CAMPBELL, J (1999a) El héroe de las mil caras. Mexico:Fondo de Cultura Económica.

CAMPBELL, J (1999b) Los Mitos. Su impacto en el mundo actual. Barcelona:
Ed.Kairós.

DUNN M., M (1998) Diosas.La canción de Eva. Barcelona, Ed. Robin Book.

GROFF, S. (1998) Psicología transpersonal. Barcelona, Ed Kairós

JACOBSON, L. (2000) Dibujando la sombra. En: ZWEIG,C. Y J.ABRAMS, Ed.
(2000) Encuentro con la Sombra.. X Pte. Nº46. p 425-428

JAFFÉ, A., Ed. (1979) C.G.Jung. Word and Image. USA, Princeton University
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JAFFE, A. (1997) El simbolismo en las artes visuales. En: JUNG, C.G. et al.,
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JUNG, C.G., VON FRANZ, M.L. HENDERSON, J. L., JACOBI, J. Y A. JAFFE (1997)
El Hombre y sus símbolos. Barcelona, Ed Paidós.

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METZEGER, D. (2000) Escribiendo sobre el Otro. En: ZWEIG,C. Y J.ABRAMS, Ed.
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SHAHRUKH H. (1997). The Goddess. Londres, Duncan Bard Publ.

SHARMAN-BURKE, J. Y L. GREENE. (1988) Le Tarot Mitique. Francia Ed. Solar,

SHINODA BOLEN, J. (2006) El sentido de la enfermedad. Barcelona, Ed.Kairos.

VON FRANZ, M.L. (1997) El proceso de individuación. En: JUNG, C.G. et
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ZWEIG, C. Y J. ABRAMS, Eds. (2000) Encuentro con la Sombra.
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ZWEIG,C. Y J.ABRAMS, Ed. (2000). El trabajo con la sombra. Como
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ZWEIG, C. y S. WOLF (2008) Vivir con la Sombra. Iluminando el lado oscuro del
alma. Barcelona: Ed. Kairós

 

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