Esquizofrenia, depresión, medicamentos y análisis junguiano – James Hall

James A. Hall

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James Hall (1934-2013) se graduó de la Southwestern Medical School en 1961. Realizó una residencia en psiquiatría en la Duke Medical School. En 1968, se trasladó a Zurich, Suiza, para entrenarse como psicoanalista junguiano en el Instituto C.G. Jung – graduándose en 1972. Autor de siete libros en el campo de la psicología junguiana, uno de ellos traducido al español, La experiencia Junguiana: Análisis e IndividuaciónEl siguiente documento es un segmento de este último libro (1995), Santiago de Chile: Editorial Cuatro Vientos, pp. 80-82.

Al analizar la esquizofrenia, Jung sugirió dos grandes categorías: 1) la situación donde una estructura consciente normal es avasallada por una presión excesiva del inconsciente, y 2) la situación contrastante en que una cantidad corriente de presión del inconsciente podría avasallar una estructura del ego excesivamente débil. Esto permite examinar la esquizofrenia, y por lo tanto la neurosis y otros desordenes psicológicos menores, en términos de una proporción terapéutica.

Si el ego es de fuerza mediana y el inconsciente no está excesivamente activado, el resultado sería un nivel razonable de salud psicológica. La proporción de fuerza del ego a la presión del inconsciente seria mayor a uno. Si fuera el caso opuesto, la presión del inconsciente mayor que la fuerza del ego, la proporción seria menor a uno; dando por resultado alguna forma de desorden mental, que iba desde una angustia mediana, pasando por una neurosis hasta una grave enfermedad mental.

Un aumento en el numerador (fuerza del ego) incrementa la proporcion terapeutica. Esto puede ocurrir mediante la psicoterapia de apoyo corriente, en sesiones analíticas más frecuentes, o quizás a través del apoyo externo mas extremo, la hospitalizacion.

El denominador de la proporción terapéutica puede ser disminuido, alterando nuevamente el equilibrio hacia la estabilidad (proporción mayor que uno), mediante la disminución de la presión inconsciente. Esto puede hacerse a veces mediante una psicoterapia que conduce ya sea a un insight o a una voluntad de tolerar la angustia o la depresión. La presión del inconsciente también puede ser reducida en forma eficaz mediante medicamentos, que deberían usarse el menor tiempo posible.

Una comprensión de la proporción terapéutica, según se desprende del modelo junguiano de la esquizofrenia, permite dar un enfoque racional al uso de medicamentos en el análisis junguiano.

Algunos junguianos han tornado la posición extrema de que no debería usarse ningún medicamento en análisis, porque interfieren con el «traspaso» de la enfermedad que debe hacer el paciente para lograr el entendimiento oculto en el cuadro sintomático. Yo no creo que este extremismo anti-fármacos sea correcto, funcional, ni humano. Los medicamentos pueden ser de gran ayuda para el avance del análisis junguiano cuando se usan en forma razonable y experta.

Existe un rango normal de vigilancia mental que si se exagera puede convertirse en angustia. Por el contrario, demasiado poca vigilancia produce letargo. En el término medio de la alerta —más que letargo y menos que angustia— puede hacerse un trabajo analítico muy útil. Si la angustia excesiva lleva al analizando  sobre el rango útil de vigilancia, el uso mesurado de tranquilizantes puede devolver el rango normal, permitiendo proseguir el análisis. Igual lógica se aplica a la depresión excesiva, que mediante una medicación cuidadosa puede a menudo volver a su rango promedio para facilitar un trabajo psicológico útil y productivo.

Hay menos razón aun para cuestionar el uso de drogas antipsicóticas cuando son necesarias. Los analistas junguianos que también son médicos, varían en el uso de medicamentos en concurrencia con el análisis. En mi caso particular uso muy pocos medicamentos, quizás sólo en un diez por ciento de mi práctica. Los analistas que no son médicos trabajan a menudo con un médico o con un medico analista cuando se necesita usar medicamentos. Todo lo que ayuda también puede hacer daño. El analizado debe asumir la responsabilidad de usar las medicinas según le son prescritas, a fin de minimizar el peligro de efectos colaterales indeseados.

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