Semblanza de Jung en el contexto cultural y médico de su época

JUAN CARLOS ALONSO

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Juan Carlos Alonso es Psicólogo (Universidad Nacional, Bogotá) y Analista Junguiano de la IAAP (International Association for Analytical Psychology). Magister en Estudios Políticos (Universidad Javeriana). Miembro Fundador y Director de ADEPAC (Asociación de Psicología Analítica en Colombia). Atiende consulta particular como psicoterapeuta y analista junguiano especializado en adultos. Este documento corresponde a la conferencia dada por el autor con motivo de la Conmemoración de los 50 años de muerte de Jung, realizada en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá el 6 de agosto de 2011. Correo:adejungcol@yahoo.com

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Carl G. Jung fue una figura compleja y muy interesante, tanto que se ha escrito una gran cantidad de biografías sobre él. Algunos autores tienden a exaltarlo casi a un plano de héroe, otros escriben sobre él como si hubiera sido un villano. Algo característico es que Jung suele tener ese efecto en la gente y es que no produce sentimientos neutros, sino que tiende a causar grandes amores o grandes desamores. Eso suele suceder con las personalidades fuertes y complejas. Pero existen también biógrafos que lo han descrito humanamente, es decir, con muchísimas cualidades pero también con muchísimos defectos. Para decirlo en términos junguianos con su máscara y con su sombra.

No he querido en esta semblanza limitarme a presentar un resumen de su biografía, sino que quisiera revisar cuatro aspectos: 1) El clima cultural dominante del momento en el que vivió, el zeitgeist, ese término en alemán que señala el “espíritu del tiempo” que a la gente le corresponde vivir. Es un término que Jung utilizaba a menudo en sus obras, y que se ha puesto de moda en los últimos 5 años con varias películas de denuncia que se han realizado con ese título. 2) El estado de conocimiento de la psiquiatría de esa época, pues permite entender los aportes de otros autores en su propuesta analítica, 3) Los hechos biográficos externos, que son todos esos hechos clásicamente importantes en las biografías: en qué año nació, con quién se casó, qué cargos desempeñó, etc., y 4) Un aspecto muy junguiano y son los hechos de su vida interior, algo de su vida inconsciente, que él consideraba que era tan importante. Presentaré esos aspectos en forma mezclada. Sé lo ambicioso que es mostrar esto en tan poco tiempo, pero espero dar por lo menos una idea integral que sirva de telón de fondo para las siguientes presentaciones de la jornada.

Carl Jung nació el 26 de julio de 1875 en un pueblito de Suiza, a orillas del lago Constanza. Fue el único hijo hombre de Paul Jung, un pastor protestante y de Emilie Preiswerk, hija de otro pastor. Cuando el niño tenía cuatro años, la familia se trasladó a otro pueblo que hoy hace parte de Basilea. En esta ciudad hizo sus estudios secundarios. En 1895 ingresó a la Universidad de esa ciudad a estudiar medicina. Se graduó en 1900 y decidió especializarse en psiquiatría, comenzando a trabajar como ayudante de Eugen Bleuler, un destacado psiquiatra director del hospital Burghölzli, que era el hospital de la Universidad de Zurich. Luego vamos a volver a hablar de él pues fue una figura importante tanto para la psiquiatría de su tiempo como para Jung, quien se graduó como psiquiatra en 1905.

¿Cuál era el ambiente cultural de la época, de cuando Jung nació en 1875 a 1905 en que terminó psiquiatría? Para poder describir este ambiente cultural, hay que retroceder un poco en el tiempo. La historia de la civilización occidental es en gran parte la historia de unos pocos movimientos culturales: renacimiento, barroco, ilustración, romanticismo, neo-romanticismo. Esos movimientos se sucedieron uno a otro desde finales de la Edad Media hasta el siglo XIX, y cada uno mostró características en las artes, la filosofía, las ciencias y en el estilo de vida de la gente. Vamos a ver cómo cada uno tuvo su origen en un país y luego extendió su influencia por el resto de Europa.

Vamos a retroceder sólo hasta la Ilustración. Este movimiento se originó en Francia alrededor de 1730 y se extendió rápidamente por Inglaterra y Alemania. Su característica fundamental fue el culto de la razón, que se oponía a la ignorancia, el prejuicio, la superstición, las creencias, y la fantasía. Este movimiento tuvo muchos efectos positivos. En el campo de la ciencia, se comenzó a aplicar el análisis matemático en otras ramas del conocimiento. En psiquiatría, buena parte de los síntomas que habían sido atribuidos a la brujería o a la posesión demoníaca fueron considerados enfermedades mentales, y se las trató de explicar en términos científicos. Además, por primera vez se intentaron reformas en los hospitales mentales, lo que se hizo realidad a finales de siglo. Pero la ilustración tuvo también efectos negativos. Uno de ellos, es que lo único importante era la sociedad como colectivo, y se tendía a subestimar lo particular, entre otros, las tradiciones culturales y los mitos regionales, que se consideraba historias absurdas y sin sentido. Además, bajo esa gran importancia atribuida a la razón, había aún una gran falta de rigor, y muchos “científicos” mostraban una curiosa mezcla de racionalismo y de especulación irracional.

El romanticismo, por su parte, tuvo su origen en Alemania y su esplendor fue entre 1800 y 1850; luego, comenzó a declinar, pero su impacto persistió en Europa por todo el siglo XIX. En su sentido más amplio, el Romanticismo se ha entendido como una reacción a la Ilustración. En Alemania invadió no sólo la literatura y el arte, sino que también tuvo influencia en la filosofía, la ciencia y la medicina. Frente a la sobrevaloración de la razón, el romanticismo mantuvo el culto por lo no racional, lo individual, el nacionalismo, y hasta por las tendencias místicas.

Jung va a desarrollar unos planteamientos bastante teñidos de romanticismo, así que veamos algunas otras manifestaciones de este movimiento:

1) Schelling (1775-1854) fundó la Filosofía de la naturaleza, cuyo planeamiento fundamental es que hay una unidad esencial entre el ser humano y la naturaleza. Otro principio básico era considerar que en el seno de la naturaleza existía la ley de las polaridades; es decir que en la naturaleza se debaten pares de fuerzas antagónicas como la noche y el día, el bien y el mal, la vida y la muerte. También la psiquiatría vio esas polaridades en el ser humano, y eso nos acerca no sólo a Freud sino también a Jung. Recordemos los opuestos psicoanalíticos de sujeto/objeto – placer/displacer – activo/pasivo; o los junguianos de persona/sombra – femenino/masculino. Así mismo, la idea de la bisexualidad del ser humano va a encontrar su lugar tanto en Freud como en Jung. Además, el inconsciente es un concepto fundamentalmente romántico, y se debe recordar que sus descubridores no fueron ninguno de los dos, ni Freud ni Jung, sino que era un concepto que venía desde la antigüedad, pero que había sido desarrollado desde mitad de siglo XIX principalmente por Carus (1789-1863) en la medicina, y por Schopenhauer (1788-1860) y von Hartmann (1843-1906) desde la filosofía.

2) Del interés del romanticismo por las enfermedades mentales surgió la llamada Medicina Romántica. Quisiera resaltar acá sólo el surgimiento en esta medicina de teorías que veían en forma positiva a las enfermedades y promovían hasta un arte de utilizarlas. Esto es un planteamiento de Novalis, el poeta alemán, lo que es una clara anticipación del concepto de las “enfermedades creativas”, que son estas enfermedades que quienes las padecen surgen luego, cuando se restablecen, con una nueva visión del mundo. Eso es aplicable a enfermedades psicológicas como las de Nietzsche, Freud, y Jung.

3) Además, se produce un interés, ya no sólo por la sociedad en general, como en la ilustración, sino por lo particular, por el individuo, las naciones y las culturas específicas. Por ejemplo, buscando el espíritu de los siglos pasados, se redescubre y valora la sabiduría de la Edad Media, dejando la creencia generalizada de que hubiera sido una era de sólo ignorancia y oscurantismo.

4) El romanticismo fomentaba además la búsqueda del secreto fundamental de la naturaleza en nuestra propia alma, y de ahí su interés por todas las manifestaciones del inconsciente en todas sus formas: sueños, enfermedades mentales, parapsicología, cuentos populares, mitos, etc.

Pero hacia 1850 comienza a decaer el romanticismo y a triunfar paulatinamente la filosofía positivista y el mecanicismo. Su principio básico era el culto de los hechos y la certidumbre que daba la ciencia experimental y las leyes constantes como la física. Se llegó a afirmar que la ciencia debería ser organizada en un cuerpo jerárquico como el del clero católico, o como una institución estatal de corte militar. La investigación comenzó a desarrollarse principalmente en las universidades. La ciencia alemana comenzó a hacer grandes progresos y a aventajar a Francia, y en 1850 ya era el país científico dirigente del mundo. Ya la naturaleza no estaba para ser comprendida e interpretada como se hacía desde la Filosofía de la naturaleza, sino que ahora debía ser dominada y controlada por la ciencia. Se llegó pronto al extremo del cientificismo de negar la existencia de todo aquello que no se pudiera conocer por medios científicos, a lo cual Jung se va a oponer luego. Además, como se mencionó antes, no era fácil encontrar un criterio para definir lo que era ciencia y lo que no lo era, por lo que el “magnetismo animal” de Mesmer en psiquiatría, que fue inicialmente aclamado como el gran descubrimiento científico, se va a venir luego al piso con el paso de los días.

¿En qué estaba la psiquiatría en el momento en que Jung la estudió, entre 1900 y 1905? En este período, la primera Psiquiatría Dinámica, que había ya logrado ser reconocida por la medicina oficial, a partir de 1882 comenzó a declinar, mientras que, simultáneamente empezó a surgir una nueva Psiquiatría Organicista.

Mencionemos algunas características de esta primera Psiquiatría Dinámica que estuvo muy influida por el movimiento cultural del Romanticismo:

1) Este sistema teórico fue resultado del aporte de varias generaciones de precursores poco “científicos” a la mirada de la nueva era, lo cual se olvida con mucha frecuencia, pero que fueron realmente los pioneros de la exploración del inconsciente. Esta primera psiquiatría dinámica tuvo cuatro tendencias que influyeron en ella: las prácticas exorcistas del sacerdote Gasner, el “magnetismo animal” de Messmer, la ola espiritista que dominó en Estados Unidos entre 1840 y 1850, el hipnotismo y los estudios sobre las personalidades múltiples. Estos dos últimos muy seriamente investigados por la Escuela de Nancy en Francia.

2) En ese tiempo, la vía regia para el inconsciente llegó a ser el hipnotismo. No los sueños o los complejos, como lo fueron luego con Freud y Jung. La psicoterapia se apoyaba en la hipnosis y en la sugestión

3) La psiquiatría había ya aceptado la dualidad consciente e inconsciente de la psique. Esto era el quiebre de la idea de la unidad de la personalidad. Habían influido los estudios sobre las personalidades múltiples en lo patológico, que prepararon la recepción del concepto junguiano de los “complejos” como sub-personalidades normales que operan bajo la personalidad consciente.

4) Las nuevas teorías de la génesis de las enfermedades nerviosas que al comienzo se basaron en el concepto de un fluido desconocido (el “magnetismo animal”), comenzaron a ser remplazadas por el concepto de “energía mental”.

Todos estos conocimientos acumulados llegaron finalmente a Charcot (1825-1893), de la Escuela de la Salpêtrière en Francia, quien con sus colegas integró los hallazgos en la disciplina oficial de la neuropsiquiatría. Charcot fue un médico bastante teatral, llamado en su tiempo el “Napoleón de las neurosis”, con un gran poder de sistematización de las teorías de sus antecesores.

Pero como dijimos antes, en 1850 comenzó a decaer la influencia del romanticismo y a producirse un cambio que hizo pasar de la psiquiatría del hospital mental a la psiquiatría de la universidad. La psiquiatría cayó entonces bajo la influencia del positivismo y cientificismo. Durante una década hubo una gran tensión entre la psiquiatría dinámica que atribuía las enfermedades a causas emocionales, y la psiquiatría orgánica que resaltaba las causas físicas y los trastornos cerebrales. Esta tensión continuó hasta que un médico logró la síntesis entre las dos tendencias. Este médico fue Eugen Bleuler, director del Hospital Burghölzli, jefe de Jung. Basándose en la investigación clínica, él expuso una doctrina órgano-dinámica que conciliaba las dos tendencias de la época.

Así que en la época en que Jung hacía sus estudios de psiquiatría, la tendencia dinámica estaba declinando paulatinamente, y la tendencia organicista estaba dominando cada vez más. El tratamiento de los pacientes mentales variaba según la tendencia, pues la psiquiatría dinámica se basaba en un principio benefactor en el que los pacientes se trataban tan humanamente como fuera posible, mientras que la tendencia organicista llevaba a convertir los hospitales en fríos centros de investigación de la anatomía y patología cerebrales.

Bleuler llegó a ser el psiquiatra más prominente en Suiza. Es conocido mundialmente por su teoría de la “esquizofrenia”, término ideado por él para remplazar el inoperante de “demencia precoz”. En 1900, él vinculó a Jung como parte de su equipo de médicos.

Pero ahora volvamos a la vida externa de Jung. En 1903 él se casó con Emma Rauschenbach, hija de un rico industrial de la región. Entre 1904 y 1914 tuvieron cinco hijos: cuatro niñas y un niño. Jung fue nombrado profesor adjunto de psiquiatría de la Universidad de Zurich y médico titular del Burghölzli. Y pronto comenzó a formarse una buena reputación en el mundo de la psicología con sus investigaciones basadas en el test de asociación de palabras.

Jung recibió tanto una formación influida por el movimiento cultural del romanticismo, pero también del positivismo y de la ciencia empírica. Ese enfoque empírico positivista lo volvió riguroso y exacto en sus investigaciones y eso se nota cuando se lee sobre la manera como llevaba a cabo sus experimentos con las asociaciones de palabras. Pero como complemento, la influencia romántica de la época lo orientó también a lo desconocido, a lo enigmático y a lo no racional. Estas dos influencias hicieron que luego, Jung pudiera recurrir con un gran rigor y exactitud científica para investigar muchos fenómenos irracionales, como la sincronicidad, el espiritismo o la parapsicología.

Haciendo una comparación entre las influencias de la época que recibieron Freud y Jung, podría afirmarse que las teorías del primero fueron más impactadas por el positivismo, mientras que Jung lo fue más por el romanticismo.

Al publicarse los estudios de Jung sobre asociación de palabras en 1906, comenzó la correspondencia con Freud. Ambos eran muy conocidos en el mundo científico. Jung lo visitó en Viena en marzo de 1907, y en aquel primer encuentro conversaron ininterrumpidamente durante 13 horas, quedando ambos muy impresionados uno con el otro. Esa larga entrevista señaló el comienzo de un período de colaboración de siete años.

En 1909, Freud y Jung fueron invitados por la Universidad de Clark en Estados Unidos, a dictar una serie de conferencias: Freud sobre el psicoanálisis y Jung sobre el test de asociación de palabras. Hicieron juntos el viaje en barco y durante la travesía mantuvieron largas conversaciones y cada uno analizó los sueños del otro.

Al año siguiente, 1910, se fundó la Asociación Psicoanalítica Internacional, cuyo primer presidente fue Jung hasta su renuncia en 1914, un año después de la ruptura definitiva con Freud. Jung entró en un período de crisis al que luego vamos a volver, en que abandonó su docencia en la Universidad de Zurich, y su trabajo en el Burghölzli, y se retiró a su casa de Küsnacht, junto al lago, para dedicarse al ejercicio privado de la psicoterapia y a sus propias investigaciones.

Durante la segunda mitad de su vida y hasta una edad muy avanzada, escribió la mayoría de sus libros, artículos y ensayos científicos que constituyen la Obra Completa que está siendo traducida hasta ahora al castellano y que consta de 20 tomos. Atendió consulta hasta poco antes de los 80 años y mantuvo una abundante correspondencia y entrevistas con personas de todo el mundo hasta el final de los días. Murió a la edad de 85 años en su casa de Küsnacht el 6 de junio de 1961, hace 50 años, que es lo que hoy estamos celebrando.

Ahora, para completar el panorama que propuse, es necesario adicionar a esta revisión del clima cultural y psiquiátrico de la época, y a esos hechos externos de la vida de Jung, algo muy corto sobre su vida interna. Eso lo podemos conocer a partir de su autobiografía Recuerdos, Sueños, Pensamientos, y ahora del Libro Rojo recién traducido al castellano.

Por esos documentos sabemos que en el período comprendido entre 1913 y 1918, luego de la dolorosa ruptura con Freud, Jung sufrió un prolongado episodio de trastornos psicológicos que se han catalogado como una crisis de la mitad de la vida, como una crisis nerviosa, como una psicosis, o como una enfermedad creadora. Pero cualquiera que fuera el mal que aquejó a Jung, él utilizó la experiencia para avanzar en la comprensión de su psicología y anotó minuciosamente en los libros negros el abundante material que brotó de su inconsciente durante aquella larga enfermedad, que luego transcribió al Libro Rojo. La guerra mundial había estallado y él se recuperó durante 1919, al año siguiente del armisticio de la guerra. El resto de su vida, Jung lo dedicó a investigar lo que le había ocurrido durante aquel período al que llamó en la autobiografía su “encuentro con el inconsciente”.

Es imposible mostrar un resumen de lo que fue la conversión de las imágenes de ese período de confusión en su posterior teoría. Pero quisiera tomar sólo dos imágenes para dar una idea de su trabajo interior. El momento de la ruptura con Freud, lo vivió Jung como una verdadera crisis de la mitad de la vida, en la que la persona ve que todo lo hecho hasta ese momento ya no lo satisface. Algún autor junguiano la describió como la sensación que tiene alguien que durante toda la primera mitad de la vida ha estado ascendiendo por una escalera, y el momento de la crisis viene al darse cuenta que la escalera estaba en la pared equivocada. Que entonces es necesario bajar, cambiar la escalera de pared y volver a iniciar el ascenso. Eso fue lo que tuvo que hacer Jung. Dejó la presidencia de la Asociación Internacional de Psicoanálisis, dejó la docencia universitaria, dejó el hospital, había perdido a Freud y a la mayoría de sus colegas, que lo habían dejado aislado y solo. Dice él, que afortunadamente tenía su familia y sus pacientes, y eso lo mantuvo en pie.

De este período, es el sueño en el que él mataba a Sigfrido, el héroe de la mitología alemana. Esta es la imagen ampliada del sueño dibujada por él en el Libro Rojo, que es en el Libro Rojo una miniatura de no más de 4 por 4 centímetros. Simbólicamente, la muerte de Sigfrido le confirmaba la necesidad de dar muerte a su “máscara” social, que era la que le había permitido hasta ese momento llevar sus actitudes, ambiciones e ideales. Pero llegó el momento de evaluar lo que había conseguido y no se sentía nada satisfecho. Y llegó la crucial pregunta del: “¿Y ahora qué?” Jung no sabía lo que le estaba sucediendo, pero decidió abandonarse a los impulsos del inconsciente.

Muerte de Sigfrido – Libro Rojo de Jung

Descubrió que jugar como un niño en el jardín de su casa, construyendo pueblos, canales y presas, lo conectaba de nuevo con la creatividad. Emprendió así el examen de sí mismo y concibió su confrontación con el inconsciente como un experimento científico. Recordó los encuentros espiritistas sobre los que había hecho su tesis doctoral, y vio que era posible que las “posesiones” que experimentaban los médiums, pudieran ser entendidas como intentos de una personalidad futura, por abrirse paso. Esa idea será clave en la psicología junguiana, y es que en el nivel inconsciente siempre hay aspectos de uno mismo que si se les presta la debida atención, pueden integrarse en la consciencia y enriquecerla.

Ese “abandonarse” para dejarse caer en trance como un médium fue el inicio de lo que tiempo después llamaría Jung su método de la “imaginación activa”. Comprendería luego que los descensos mitológicos al Hades pueden verse como una representación de lo que significa este “abandonarse”.

Segunda imagen: a partir del encuentro en su fantasía con el anciano Elías y con Salomé, la hermosa muchacha ciega que lo acompañaba, descubrió que tales imágenes eran los arquetipos del viejo sabio y del ánima, y que personificaban los principios del logos y del eros. Elías se transformará luego en Filemón otro viejo sabio con alas de Martín pescador que le confiará muchos secretos de la vida. Mientras pintaba a Filemón en las paredes de su casa (el famoso Torreón) encontró muerto en el jardín un animalito real de estos. La coincidencia de estos hechos era un ejemplo de lo que luego llamaría la “sincronicidad”.

Elias y Salomé- Libro Rojo de Jung

Lo que impidió que todas estas imágenes fueran destructivas, fue la actitud creativa que Jung tuvo ante todas estas vivencias. Las dejaba emerger pero luego trataba de comprenderlas. Y por su propia experiencia, vio que las perturbaciones que a veces trae la mitad de la vida pueden ser una oportunidad de transformación espiritual. Se dio cuenta que el remedio no consiste en suprimir la enfermedad, sino en fomentar la individuación a partir de ella. Le llevó el resto de su vida descifrar en su mente todo lo que había experimentado y registrado en ese período. Dijo Jung luego: “Toda mi actividad posterior consistió en perfeccionar lo que brotó del inconsciente, y que comenzó inundándome a mí. Constituyó la materia prima para la obra de mi vida”.

Jung aprovechó esa crisis nerviosa, que es igual a la que padecen muchas personas en la segunda mitad de su vida, como una oportunidad para aprender cómo se comporta la psique en tales momentos y cómo se encuentra la fuerza necesaria para curarse. Durante ese proyecto descubrió su propio mito personal y el significado de su vida. Comprendió también que el encuentro con símbolos arquetípicos en una fase crítica de la vida trae una transformación radical de la personalidad, en la que el ego se tiene que hacer más modesto y ceder terreno al Sí-mismo, que es el centro de toda la personalidad. Ahora tenía los conocimientos con los cuales crear una nueva psicología y un nuevo enfoque terapéutico para la curación de las almas.

Vemos que en el curso de su vida, Jung trabajó como psicólogo, como psiquiatra y como uno de los analistas más reconocidos en el mundo. Trabajó en el campo de la psicología experimental con su investigación sobre el test de asociación de palabras, que le permitieron demostrar experimentalmente la existencia del inconsciente. Y eso fue lo que llamó de inmediato la atención de Freud. En sus años de alianza con él, contribuyó a consolidar al psicoanálisis como movimiento internacional, y luego de su distanciamiento, alcanzó su apogeo con el desarrollo de su propio sistema terapéutico que se llamó luego Psicología Analítica.

Unas reflexiones finales. Uno de los aspectos más enriquecedores de la obra de Jung es que está constituida por varias capas profundamente interrelacionadas. Hay un cuerpo teórico que recoge el pensamiento de sus antecesores, al que se suman sus novedosas contribuciones derivadas de su profunda confrontación con el inconsciente. El inmenso valor del Libro Rojo fue para Jung y sigue siendo para los junguianos, el registro de palabras e imágenes de una profunda crisis psíquica que no sólo queda como testimonio biográfico, sino que se convirtió en material teórico. Cuánto hubiera aportado un libro semejante escrito por Freud acerca de su “enfermedad creativa”.

De la misma manera que la teoría junguiana es una teoría vívida y vivida que parte de su experiencia existencial, la práctica junguiana no es sólo conocimiento y asimilación de conceptos, sino que representa una forma de vida que reconoce el alma en nuestro ser y que humaniza la vida. Es tal vez esta característica de teoría vivida, lo que le da a la obra de Jung ese sello tan optimista y esperanzador frente a las crisis de vida.

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