Suicidio en la atención clínica junguiana – Santos y Franco

TÁINA SANTOS DE SENA Y AICIL FRANCO 

Suicidio

Táina Santos de Sena es Psicóloga de la Escuela Bahiana de Medicina y Salud Pública, en Salvador, Bahía, Brasil. Aicil Franco es Doctora en Psicología Clínica, Profesora en la Escuela Bahiana de Medicina y Salud Pública en Salvador, Bahía, Brasil. Documento tomado de la Revista Psicologia, Diversidade e Saúde. 2017, Agosto; 6 (3): 221-225.

RESUMEN

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera el suicidio como un problema de salud pública. Los datos muestran el promedio de un millón de muertes por suicidio cada año. Brasil es uno de los diez países con el mayor número de suicidios. Debido a estos datos, que crecieron a lo largo de los años, el Ministerio de Salud creó en 2006 las Directrices Nacionales para la Prevención del Suicidio. Debido a que es un tema poco trabajado y visible, es un desafío para la Psicología en todas sus áreas de acción y quizás más desafiante aún para un psicoterapeuta. El presente trabajo apunta a una revisión bibliográfica sobre el desempeño del psicólogo junguiano frente a un paciente con ideación suicida. La metodología es una revisión narrativa basada en el análisis de la literatura publicada en la Biblioteca Virtual en Salud (BVS), la mayor base de datos de salud, de la cual se extrajeron publicaciones de la Biblioteca Electrónica Científica en línea (SciELO) y las Revistas de Psicología Electrónica (PePSIC). Los siguientes términos fueron descriptores: suicidio, ideación suicida y psicología analítica. Como resultado, obtuvimos pocas publicaciones sobre este tema, lo que demuestra la falta de estudios sobre el suicidio y su rara inclusión en cursos de pregrado en Psicología.

Palabras clave: suicidio. Ideación suicida. Psicologia Analitica

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INTRODUCCION

Según Oliveira et al, (2013) “las discusiones sobre la aceptación del acto de suicidio se repiten en diferentes períodos y sociedades, y están directamente interconectadas con la cultura, con la visión moral, lo que dificulta el consenso general” (p. 409). Por lo tanto, el suicidio ha ganado nuevos conceptos a lo largo de los años. Para la mayoría de las religiones es un pecado; para la Organización Mundial de la Salud, un problema público; para los psicólogos, un desafío para ser entendido.

La Organización Mundial de la Salud (2012) considera el suicidio como un problema de salud pública, con datos que muestran un promedio de un millón de muertes por suicidio cada año, y estima una tasa mundial de mortalidad de un suicidio cada cuarenta segundos. Cada día en Brasil, se suicidan 24 personas. Brasil es uno de los diez países con el mayor número de suicidios (Botega, 2007). Un índice alto para un tema que sigue siendo tabú para la sociedad. Así, se convierte en un tema invisible para los futuros profesionales hasta que se encuentran con él en su práctica, enfrentando un problema al recibir pacientes con fantasías suicidas: la falta de preparación. Por lo tanto, el suicidio es uno de los temas más complejos abordados en psicología, quizás el más desafiante para un psicoterapeuta (Hillman, 2011).

Para el psicólogo junguiano, enfoque teórico de este artículo, puede quedar evidente que debe ocurrir una muerte, pero no necesariamente una muerte física. El suicidio no debe verse sólo como una forma de terminar la vida, sino como una entrada al alma, es decir, una verdadera zambullida en uno mismo (Hillman, 2011). A menudo, el contacto con la muerte, si está bien desarrollado, puede causar una madurez psíquica para el individuo, ya que lo lleva a reflexiones a las que no está acostumbrado. Por lo tanto, puede ser un paso de gran importancia para su proceso de individuación. Y no debe tomarse sólo literalmente, sino simbólicamente, dado que el suicidio, como cualquier otro acto de esta magnitud, —y que definitivamente interfiere con la vida humana—, siempre tendrá un simbolismo único para cada individuo. La psicología junguiana trabaja con conceptos opuestos y, por lo tanto, el término muerte trae a la mente otros términos como renacimiento y transformación. Por lo tanto, se haría la pregunta sobre cuál es la demanda real de este paciente: la muerte misma, o una transformación, un renacimiento, un cambio. El psicólogo junguiano deberá descubrir, o ayuda al paciente a descubrir, qué anhela su «alma» (esencia, subjetividad, profundidad) al desear la muerte, y luego caminar con él en este proceso, mostrando alternativas a este renacimiento, sin necesidad de alcanzar la muerte física.

La revisión de literatura se realizó a partir de artículos científicos nacionales publicados en el intervalo de 2006 a 2014, obtenidos de la Biblioteca Virtual en Salud (BVS), la mayor base de datos de salud, de la cual se extrajeron publicaciones de la Biblioteca Electrónica en línea (SciELO)) y revistas de psicología electrónica (PePSIC), así como 7 libros, revistas científicas y folletos.

Los descriptores utilizados fueron: «suicidio», «ideación suicida» y «psicología analítica». A partir de la lectura del resumen y la presentación de los artículos encontrados, se seleccionaron aquellos que describieran no sólo los índices, sino también la práctica psicoterapéutica. Algunas referencias encontradas en estos artículos también se utilizaron en la producción de este trabajo. El presente documento se hace necesario para resaltar la importancia de estudiar sobre el suicidio y ayudar a los psicólogos clínicos, basados ​​en la psicología analítica, en su atención a pacientes con ideación suicida, y también para combinar en un solo trabajo información especializada.

SUICIDIO- PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA

La Organización Mundial de la Salud (2012) considera el suicidio como un problema de salud pública, ya que hay aproximadamente un millón de muertes por suicidio cada año. Cuando el estudio se enfoca en intentos de suicidio, es más complicado anotar su número real, ya que las tasas de suicidio no incluyen el número de intentos. Al presentar datos de la Organización de la Salud, Camargo (2007) dice que para 2020 puede haber 1,53 millones de suicidios. Para una mejor visibilidad de este problema, se creó el Día Mundial de Prevención del Suicidio el 10 de septiembre (Organización Mundial de la Salud, 2012).

PROFESIONALES DE SALUD Y SUICIDIO

De las lecturas sobre este tema y los debates en el Congreso se puede observar que el suicidio no es sólo un tabú para la sociedad. Los profesionales de salud también niegan este tema, el cual generalmente no se estudia en su formación profesional. Teniendo en cuenta esto, Franco (2011) afirma que hay pocos cuidados institucionalizados con aquellos que cuidan. Lidiar con la muerte tiende a referir al profesional hacia su propia muerte y a la angustia relacionada con este tema. Esta reflexión afecta al profesional, el cual necesita estar preparado para llevar a cabo el servicio de manera ética y humana. A menudo son sus propias ansiedades las que evitan que él y sus colegas aborden el tema del suicidio.

Cuando se trata del suicidio, surgen luego cuestiones de pros y contras, y todos están cargados de prejuicios. Hillman (2011) advierte a los analistas que eviten tales juicios. Juicios que deben ser evitados no solo por los analistas, sino por todos los profesionales de la salud para una mejor relación con el paciente y la comprensión de la situación presentada allí.

MANEJO CLÍNICO DEL PSICÓLOGO JUNGUIANO EN RELACIÓN CON SUICIDIO

Carl Gustav Jung nació el 26 de julio de 1875 en Suiza. Estudiando la mente, se convirtió en un investigador médico. Inicialmente, era un seguidor de Freud, pero por desacuerdo con las ideas, finalmente se alejó de sus ideales y sus principales objetivos. Investigó y elaboró ​​teorías sobre temas despreciados por el mundo científico y, en consecuencia, sufrió acusaciones y difamaciones (Mcguinness y Hyde, 2012).

Con respecto al suicidio, Jung no creó ninguna teoría o regla estricta para este análisis, pero dio apoyo a este tema para ser trabajado. A lo largo de la teoría de Jung, uno se da cuenta de que no tenía como objetivo la «curación», sino el desempeño y la búsqueda de las posibilidades creativas de cada individuo. Lleva la práctica de la psicoterapia fuera de la psicopatología y, por lo tanto, busca una mirada particular a cada caso, dando así significados y propósitos a los síntomas psíquicos presentados. Se puede ver aquí la relevancia de sus consideraciones, en un momento en que la psicología cuestiona los modelos mundiales de clasificación de la salud y la enfermedad.

Hillman (2011) indica que el suicidio no sólo debe verse como una salida de la vida, sino como una entrada al alma y una entrada a la muerte. El alma es vista como el centro de la vida psíquica, en la cual cada fenómeno psicológico debe ser referido a ella; el alma busca, en los intentos de suicidio, dar un nuevo significado a la vida. Desde esta perspectiva, el psicólogo debe observar el simbolismo que implica el suicidio, ya que para cada persona hay un simbolismo diferente, porque cada uno organiza su propio problema y situación personal de una manera única. No depende del profesional estar a favor o en contra del suicidio; el profesional necesita comprender lo que significa el suicidio en la psique de su paciente y estar preparado para soportar la presencia de la muerte, como símbolo, en el proceso terapéutico.

No hay forma de evitar la muerte en la terapia, y esto puede causarle al psicólogo cierta angustia. Hillman (2011) afirma que cuando el psicólogo se identifica con el ideal salvacionista, niega la autenticidad de la perspectiva suicida al permitir adentrarse en sentimientos de impotencia, identificándose con el anhelo de los miembros de la familia del paciente. Todo este proceso lo induce a buscar una salida al problema que no requiere que lidie directa o indirectamente con la muerte. El autor defiende la importancia de trabajar el morir y sus implicaciones, la muerte y su significado. Alienta a los psicólogos a no temer a la muerte, sino a tomarla como un aliado necesario en la profunda reflexión que su paciente anhela sobre sí mismo y la situación que está viviendo. El arquetipo de la muerte está presente desde el nacimiento e impregna toda la trayectoria del ciclo de vida y lo transforma de manera simbólica y subjetiva, construyendo más vida con el espacio para lo nuevo.

El suicida busca una salida a una situación de conflicto que le causa dolor y sólo ve en la muerte el único instrumento para lograr esta liberación. El psicólogo lo ayudará a visualizar otras salidas, que no sean la muerte biológica. Sin estar atados sólo a la muerte física, el profesional y su paciente pueden darse cuenta y aceptar que sí, que puede ser necesario que ocurra una muerte. Pero una muerte simbólica, una muerte de partes o aspectos conflictivos de su vida. Una muerte, tal vez representada como una posibilidad de renacimiento.

Enfrentando la muerte en el proceso de psicoterapia, también enfrenta su vida, sus paradigmas, su rutina, sus valores, sueños e ideales. Cuando entiende lo que realmente representa esta muerte, lo que su alma anhela, puede ocurrir la transformación, permitiendo que el sí-mismo logre actuar. Por lo tanto, se amplía la conciencia de los conflictos, los deseos y los sentimientos reales, de modo que aumenta la relación yo-sí-mismo. El flujo del proceso de individuación permite el encuentro y la realización del significado de una vida.

CONDUCTA ÉTICA

El desempeño del psicólogo debe ser demarcado por el respeto, el cuidado y la responsabilidad hacia el otro, siendo conducido de manera ética para garantizar una relación saludable entre el profesional, el cliente y la sociedad (Kóvacks y Zana, 2013). Debe sopesar sus propias creencias para no presentar obstáculos a su paciente ni a su trabajo (Hillman, 2011).

En materia de confidencialidad, que es una duda frecuente cuando se trata de suicidio, los artículos 6, 9 y 10º señalan que el secreto profesional tiene como objetivo proteger al paciente. El psicólogo, en su desempeño profesional, está obligado al secreto, que es uno de los puntos fundamentales para realizar su trabajo. Los autores Kóvacks y Zana (2013) afirman que en casos particulares, luego de haber sido cuidadosamente analizados y teniendo en cuenta los principios fundamentales de la conducta ética profesional, se considera la ruptura de la confidencialidad por parte del psicólogo, buscando el menor daño para el paciente. Es importante no dejar solo al paciente potencialmente suicida y luego, inicialmente se le puede informar sobre la importancia de contar sobre su intención, al menos a un miembro de la familia. De esta manera, se amplía o se crea una red de apoyo. Si el paciente niega que alguien esté al tanto, al darse cuenta del riesgo de no crear esta red de apoyo, el profesional está autorizado a informarle a un miembro de la familia, si esta decisión ayuda a preservar a su paciente. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la violación de la confidencialidad en este caso es un derecho, pero no un deber (Kóvacks y Zana, 2013).

Dada toda esta información sobre la ética profesional que rige la conducta del psicólogo, Kóvacks y Zana (2013, apud Heck, 1997) presentan una problemática relacionada con este tema, a fin de reflexionar si la persona que desea suicidarse tiene el derecho a quitarse la vida o el hecho debería ser impedido por los profesionales de la salud, que tienen la defensa de la vida como el regente de su conducta ética profesional. Entonces, la pregunta es si los profesionales de la salud, especialmente los psicólogos, deberían o pueden evitar que el sujeto se suicide. Con estas reflexiones y preguntas, es visible la necesidad de debates y visibilidad sobre el suicidio, la atención brindada por el psicólogo y la conducta ética que éste debe tomar en casos de atención ante un posible suicidio.

CONSIDERACIONES FINALES

La Organización Mundial de la Salud ya considera el suicidio como un problema de salud pública y hace viables los datos de suicidio en folletos de todo el mundo; también lleva a cabo a través de ellos una educación psicológica sobre cómo actuar profesionalmente en estas circunstancias. A pesar de toda esta actividad, la visibilidad de este fenómeno aún no ocurre como debería, y sigue siendo un tabú no sólo para la sociedad en general, sino también en los cursos de facultades y universidades del área de salud, lo que por tanto permite encontrar profesionales no calificados para este servicio.

Es necesario que en los entornos de formación del curso de Psicología se abran discusiones y reflexiones sobre el suicidio y la conducta profesional proporcionada a un paciente con ideación suicida. Si el psicólogo no está preparado para lidiar con la muerte, ya sea biológica o simbólica, la atención puede verse comprometida.

Todavía hay pocos artículos sobre atención psicoterapéutica en clínica, basados ​​en Psicología Analítica. En las producciones con este tema, el valor simbólico se percibe como esencial para comprender el acto del suicidio.

Abordar el tema del suicidio requiere mucho cuidado y constantemente lleva al psicólogo clínico a pensar sobre su papel como profesional. Algunos autores critican la conducta salvacionista, pero este es probablemente el comportamiento aprendido y más utilizado por el psicólogo. Quizás no sea necesariamente el de salvar, sino el de «ayudar», lo que está muy cerca del salvacionismo. Estas críticas deben ser repensadas y cuestionadas para una mejor comprensión del desempeño de este profesional. Se sugiere que más estudios profundicen este importante tema, así como también creen foros de discusión multidisciplinarios en las universidades.

Estas consideraciones apuntan a la formación del psicólogo. Al no tener contacto con este tema en su carrera académica, es posible que no busque conocimientos para actuar en este caso hasta que se encuentre con un paciente con ideas suicidas en su práctica clínica. Esto puede llevarlo a elaborar varias reflexiones incluso sobre sí mismo, las cuales inicialmente pueden generar angustia y otros sentimientos, que si no se perciben y revierten en el aprendizaje, pueden comprometer su atención clínica con graves consecuencias.

REFERENCIAS

Botega, N. (2007). Suicídio: saindo da sombra em direção a um plano nacional de prevenção. Revista Brasileira de Psiquiatria, 29(1), 7-8. doi:  10.1590/S1516-44462007000100004

Camargo, I. (2007). Suicídio e ética.  In L. C. A. Alves. Ética e psiquiatria. São Paulo: Conselho Regional de Medicina de São Paulo.

Conselho Federal de Psicologia  (CFP). (2014). Código de Ética Profissional do Psicólogo (pp. 12-13). Brasília: CFP.

Durkheim,  E. (2011). O suicídio. São Paulo, Martin Claret. Franco, M., et al. (2011). Vida e Morte: Laços da existência. Casapsi Livraria e Editora Ltda.

Hillman, J. (2014). Suicídio e Alma. Rio de Janeiro: Ed Vozes. Hyde, M.; McGuinness, M. (2012). Jung: um guia ilustrado. São Paulo: Ed. Leya.

Jung,C.G. (2002). Cartas de C. G. Jung. Petrópolis: Editora Vozes

Ministério da Saúde. (2006). Diretrizes brasileiras para um plano nacional de prevenção do suicídio. Portaria nº 1.876 de 14 de agosto de 2006.

Oliveira, A. et al. (2013). O desejo de partir: um estudo a respeito da tentativa de suicídio. Psicologia em Revista. 19(3), 407-421.  doi:  10.5752/P.1678-9563.2013v19n3p407

Sharp, D. (1997). Léxico junguiano – Dicionário de Termos e Conceitos. São Paulo: Cultrix.

World Health Organization. (2012, Agosto). Mental heath: suicide prevention (Supre) [Internet]. Recuperado de http://www.who.int/mental_health/prevention/suicide/suicideprevent/es/

Zana, A.; Kóvacs; M. (2013). O psicólogo e o atendimento a paciente com ideação ou tentativa de suicídio. Estudos e pesquisas em Psicologia. 13(3), 897-921. Revista Psicologia, Diversidade e Saúde. 2017 Agosto;6(3):221-225

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