Redención en los cuentos de hadas – 4

Marie-Louise von Franz

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M-L von Franz nació en Zurich en 1915, fue alumna y discípula de Jung, se especializó en el estudio del simbolismo, la interpretación de sueños, mitos y leyendas. Fue presidenta honoraria del Instituto Jung de Zurich. Dotada de una especial habilidad para traducir los materiales junguianos simbólicos a la realidad psicológica cotidiana, murió en 1998. Este documento corresponde a la Cuarta Conferencia del libro Símbolos de Redención en los cuentos de hadas, 1990, Barcelona: Ediciones Luciérnaga S.A. Fue tomado del Blog Psicología Analítica, Colectivo e Individuación del Psicólogo uruguayo Pablo Javier Borges.

 

Cuarta Conferencia

La última vez discutimos lo que significaría si un contenido del inconsciente colectivo se transformara en animal y abandonamos momentáneamente la discusión, pues en nuestra historia debemos averiguar, en primer lugar, por qué razón la figura del ánima es transformada o embrujada por la figura del viejo diabólico. Traté de explicar de qué manera el ánima puede estar bajo la influencia de un condicionante o un punto de vista inconsciente, y cómo esta influencia que emana del alma del hombre puede afectar los otros complejos. Esto presupone que los complejos de la psique humana no son únicamente un conjunto de partículas sino que poseen un tipo de organización social entre ellos, que se influyen mutuamente dominándose unos a otros y cuya centralización es debida al arquetipo del sí mismo. Si esto es verdad entonces es concebible que uno influya sobre otro, que lo domine y que los complejos también puedan fundirse unos con otros.

A través de la historia que veremos demostraremos lo que significaría si un mago hechizara a una princesa, obligándola a comportarse de una manera incorrecta. En este caso, el ánima había sido maldecida por un espíritu nórdico de la naturaleza (un duendecillo), que vive en la montaña (otros duendecillos viven en el mar). Todavía no explicamos el motivo de la piel de animal pero primero quisiera llamar la atención sobre algunas reflexiones teóricas de Jung en lo que concierne a la psique.

Están tomadas de su ensayo «Sobre la naturaleza de la psique». Aquí Jung trata de describirnos aquello que nosotros llamamos psique y lo compara con una gama de colores, el espectro con sus dos polos, el infrarrojo y el ultravioleta. Dice que, naturalmente, sería posible afirmar que la psique es todo pero que prefiere suponer que existe un fenómeno que es la materia a la que no llamamos psique porque a pesar de que está relacionada con ella no sabemos exactamente cómo se lleva acabo esa relación. Esto proporciona un tema de estudio a los físicos, puesto que se trata de un dominio no psíquico.

Otro concepto es el espíritu, que puede definirse como el elemento ordenador que se manifiesta en la psique y que también puede aparecer con el mismo sentido en la materia. En dondequiera que nos encontremos con el fenómeno de un orden significativo, suponemos que se trata del trabajo de este espíritu. No podemos probar que existe algo como un espíritu, simplemente lo definimos como ese elemento desconocido que crea orden. Ni la materia, ni el espíritu pueden observarse ni describirse directamente. Como se sabe la materia es idéntica a la energía y ambas son una «x» para el físico, quien puede describir el comportamiento de la materia, pero no puede definir lo que significa en sí misma. Otro tanto sucede con el espíritu, pero en la psique podemos observar una actividad que crea un orden y por lo tanto damos por sentado que «algo» es el origen o la fuente básica de esta actividad; ese algo es lo que llamamos espíritu. La materia en el ser humano sería entonces el cuerpo, y el aspecto espíritu del ser humano sería la suma de los arquetipos, porque éstos, de acuerdo con nuestro punto de vista, son esos elementos desconocidos que se manifiestan creando orden en el reino de la psique.
La interpretación de la naturaleza de la psique, ed. Paidos, 1983. Es importante no confundir un arquetipo con una imagen o un símbolo; el arquetipo es ese factor desconocido que produce las imágenes arquetípicas. Lo que hace la imagen es únicamente asumir una realidad. Suponemos que existe tal cosa puesto que algo debe crear esa imagen, pero no podemos demostrarlo como una entidad en sí misma. La estructura básica que crea las imágenes es lo que llamamos el espíritu ordenador o los arquetipos.

Si observamos el comportamiento de un animal, únicamente podemos describirlo desde fuera. Un libro de zoología nos dice que las abejas construyen sus céldas de cierta manera, la reina se comporta de tal y cual forma y demás detalles. Se describe la actividad física del insecto o del animal y su patrón de comportamiento, pero si suponemos que dicho comportamiento tiene algún significado para las abejas, entonces hemos proyectado algo sobre ellas. Sólo podemos decir que ésta es la forma en que parecen comportarse, y hasta ahora no poseemos los medios de saber cómo sucede desde el punto de vista del animal. No sabemos qué tipo de emoción tiene la abeja reina cuando produce huevos. Podemos suponer todo lo que queramos, pero científicamente no podemos comprobarlo.

Si observamos a los animales superiores, nos parece probable que tengan sentimientos similares a los nuestros. He discutido esto con Konrad Lorenz y dice que está convencido de que es así pero que no puede probarlo. Cualquiera que haya tenido un perro o algún otro animal superior durante algún tiempo, cree que cuando éstos llevan a cabo cualquiera de sus patrones instintivos de comportamiento, tienen sentimientos comparables a los nuestros. Por ejemplo, cuando mi perro era cachorro llevaba a cabo todos los gestos propios como si excavara tierra para hacer un hoyo, poniendo un hueso dentro, arrojándole encima tierra invisible. Después de hacer esto corría varias veces de un lado para otro de la habitación dando muestras de placer. Había llevado a cabo algo basado en su patrón instintivo y sólo puedo decir que me daba la impresión de que estaba encantado, pero esto no puede probarse. ¿Hasta qué punto un perro visualiza o imagina? ¿Puede imaginarse a sus cachorros? Al ser humano también puede describírsele exactamente y fotografiar su comportamiento físico, su conducta, sus reacciones.

K. Lorenz constantemente ve el mono en nosotros y se interesa por esas partes de nuestros cuerpos que nos rascamos con cualquier mano porque éste es uno de los patrones más conservadores del comportamiento animal. La mayoría de los animales tienen una forma muy particular de rascarse y ciertas áreas siempre se rascan de cierta manera muy particular. En estos descubrimientos de los zoólogos lo interesante es que esos patrones del gesto de rascarse son más conservadores y se mantienen durante más tiempo que los órganos del cuerpo. ¡La naturaleza cambia más fácilmente los órganos del cuerpo que el patrón de comportamiento!

A este respecto K. Lorenz menciona un pájaro que a lo largo del tiempo ha perdido sus alas y con ello, es obvio, su capacidad natural de volar. Durante el proceso de rascarse, la mayoría de los pájaros colocan una pata sobre el ala y este pájaro a pesar de que ya no tenía alas, todavía llevaba a cabo sin embargo ese movimiento complicado cuando se rascaba, proporcionándonos de esta forma una prueba de la teoría mencionada. Los zoólogos pueden incluso decidir acerca de las especies a las cuales pertenece un animal, incluidos los pájaros, por su forma de rascarse. El ser humano también posee patrones definidos de comportamiento, por ejemplo, ciertos gestos que hace instintivamente cuando está tratando de desarrollar una idea. Una buena parte de nuestro comportamiento todavía proviene del reino animal.

Podríamos reunir todos estos patrones que demuestran nuestros comportamientos típicos, ni más ni menos que los comportamientos de los animales. La diferencia en nuestro caso radica en que nos encontramos en la afortunada situación de ser capaces de observar lo que sucede dentro de nosotros mientras llevamos a cabo los actos que definen nuestra conducta; podemos observarnos desde dentro y desde fuera, lo que no nos es posible efectuar en el caso de la abeja reina o del perro; o de cualquier otro animal.

Jung hace la siguiente división: en el cuerpo tenemos instintos definidos como acciones, o tipos de acciones. Al mismo tiempo, mientras llevamos a cabo este tipo de acciones instintivas, poseemos imágenes mentales, emociones, etcétera, que experimentamos «desde dentro». Estas emociones, ideas e imágenes mentales son tan típicas y colectivas como sus correspondientes «formas» de acción. En algunas ocasiones el énfasis de nuestras experiencias se encuentra más en el reino físico, en la acción instintiva en sí misma y otras veces se acentúan más las fantasías y emociones que la acompañan. Por ejemplo, podemos hacer algo a nivel físico y encontrarnos tan completamente absorbidos en ello que prácticamente no existe una reacción psicológica consciente. Cuando comemos algo, normalmente tenemos sensaciones interiores pero podemos estar tan hambrientos que actuamos con bastante inconsciencia hasta no haber ingerido una cierta cantidad de comida; entonces uno despierta y se siente mejor —el mono en nosotros sólo arrebató y comió—. Al principio no tuvimos ninguna reacción y nos ahogamos en la acción de comer, comportándonos de una manera puramente animal. En otra situación mientras que estamos sentados a nuestra mesa de trabajo pensando, nos encontramos completamente concentrados en este polo arquetípico, excepto quizá, por algún movimiento instintivo como el rascarse, por ejemplo, con una relativa inactividad en el otro dominio.

Normalmente nos movemos entre dos polos. El sentimiento de vida se mueve de uno a otro y llamaríamos «psíquica» a toda la actividad viviente de este dominio que incluiría conciencia e inconciencia. Estos dos polos poseen una conexión secreta. Podemos observar, por ejemplo, y en particular cuando la gente realiza algo creativo, que la idea no siempre surge directamente en su esfera propia sino que primero se manifiesta a través de una actividad del cuerpo. Si estamos intentando dibujar una imagen, ésta puede brotar por entero a nivel físico y únicamente después de ser representada en el papel. En ocasiones las personas que trabajan en su análisis solamente pueden expresar algo por medio de un gesto físico y al efectuarlo se dan cuenta del contenido psíquico. No saben de antemano lo que quieren expresar sino que tienen que moverse a través del sentimiento. Por otro lado, si existe una inhibición en una esfera particular, quizás una impotencia en un hombre cuando el instinto físico no funciona adecuadamente, poniendo en orden las ideas que la persona tiene sobre sexualidad —esto es, tratando el asunto con la mayor simplicidad desde el punto de vista intelectual— el otro aspecto también puede, frecuentemente, normalizarse. Esto significaría que, en algunas ocasiones, una esfera puede activar a otra. Esos fenómenos probablemente son siempre un mismo fenómeno, el de la vida.

Si se reflexiona sobre la vida de un hombre, se observa que no existe libertad absoluta para decidir en qué aspectos debe ponerse el acento. Pongamos el caso, por ejemplo, de que «X» se enamora de «Y». En la práctica, lo más deseable sería tener la posibilidad de elegir los rasgos que caracterizarían a la relación, así como el modo de vivirla, ya fuese a nivel platónico o físico. El hombre moderno tiene la ilusión de que puede escoger si debe vivir la idea arquetípica de la unión de los opuestos a nivel físico o a nivel espiritual, o en el nivel intermedio, donde se incluyen ambos. Eso parece ser en manos del individuo, pero si analizamos los sueños de personas que se encuentran en este tipo de situaciones, veremos que el inconsciente, con frecuencia, toma posición muy definida acerca del nivel en el cual esta relación debe vivirse generando tabúes concretos en contra de una u otra esfera. Si el individuo comete un error y decide vivir el patrón a un nivel que resulta equivocado, toda la relación puede estrellarse. Un individuo puede, por ejemplo, decidir vivir la relación a un nivel espiritual y como consecuencia de ello, volverse neurótico. El inconsciente nos marca la decisión definitiva, no se trata precisamente de nuestra elección propiamente dicha. Uno tiene que observar los sueños e ir experimentando la sensación de cuál es el camino adecuado. En ocasiones existe una oscilación de un polo a otro.

Los errores que uno comete por carecer de equilibrio interno pueden reconocerse a través de diferentes sentimientos, y la existencia de una severa desviación se detecta por el surgimiento de síntomas neuróticos. Por lo tanto, debe existir un factor regulador desconocido que decide el nivel o campo en el cual deben vivirse estas experiencias. Es probable que este centro regulador coincida con la totalidad del centro regulador del individuo, esto es el sí mismo. Si aceptamos esta idea, entonces está claro lo que realmente significa maldecir a un ser humano transformándolo en animal: se trata de un error, un sobrepeso hacia el polo del cuerpo, es decir, el polo infrarrojo. Algo que debería vivirse con mayor intensidad a nivel psíquico o espiritual, es forzado a vivirse acuerdo con una pauta animal. En el caso de un animal de sangre caliente, si el contenido del inconsciente es representado como teniendo que comportarse como un animal y no lo hace, esto significaría que existe un concepto psicológico que debería vivirse en el nivel intermedio pero que, por algunas específicas razones, ha estado obligado a orientarse hacia uno de los polos; y ésa es la perturbación que debe corregirse.

Los cuentos de hadas representan esto como a un ser humano sobre el cual se ha arrojado una piel de animal, de modo que únicamente le es posible expresar su comportamiento como animal. Uno debe preguntarse por qué esto es así. En casos prácticos ese tipo de desafortunadas desviaciones suceden generalmente porque en la esfera consciente el individuo tiene una concepción de la vida que no concuerda con la propia organización de la misma, por lo cual la acción psicoterapéutica puede ser útil frente a ellos. Rectificar la actitud consciente puede detener la desviación y restaurar los valores generales del individuo.

Por una maldición el individuo puede transformarse en un animal de sangre fría o caliente o también en un pájaro que escapa y no puede atraparse. Los pájaros en general, por sus cualidades evasivas, constituyen motivos espirituales o de fantasía contenidos en la psique, de allí la idea de que las almas de los muertos tienen alas y se pueden aparecer en forma de pájaro. Por consiguiente, si alguien se transforma en pájaro, se puede decir que alguna cosa se está expresando de forma incompleta, sólo a nivel de idea, en lugar de expresarse como una experiencia humana total.

En general, uno tiende a formarse puntos de vista sobre la vida y la realidad que bloquean uno u otro polo. Si se es un asceta o un monje cristiano, por ejemplo, se trata de bloquear uno de los polos, el correspondiente al cuerpo, no viviéndolo. El sujeto puede llegar hasta el borde de la experiencia, pero después surge un tabú. Si se es comunista o materialista, se bloquea el polo espiritual pensando que no existe la psique, que el hombre y el significado de la vida individual no valen nada: sólo existimos a través del cuerpo y de ciertas reacciones típicas. En este caso el polo arquetípico se encuentra bloqueado por un prejuicio o decisión consciente de que las cosas deben ser concebidas de ese modo. Si no se ve castigado con una neurosis, entonces significa que su condicionamiento moral está de acuerdo con su carácter, pero, si se le castiga con desasosiego, inquietud, etcétera, entonces se debe analizar si uno está viviendo como debería. Éstas constituyen actitudes extremas, a través de las cuales se pueden observar los dos polos. La mayoría de la gente vive entre los dos. Si algo es bloqueado en algún lado y si un ser espiritual desea algo puede soñar que un fantasma quiere entrar en otro cuerpo, reencarnarse en otro ser, en cuyo caso podemos dar por sentado que un contenido se encuentra activado de un lado de la escala y que quiere entrar en la esfera de lo humano.

Hay en China una historia sobre el espíritu del suicida. Algunos campesinos chinos tienen la creencia de que existe un espíritu del suicida y de que tal demonio, después de matar a una persona, busca la otra. Entre niños, o gente primitiva, si un niño o una persona se suicida, existe el peligro de la reacción en cadena y cientos de personas pueden contagiarse con la misma idea. Por lo tanto, los chinos hablan del demonio del suicidio que trata de inducir a la gente a la autodestrucción y que anda por allí con un lazo en la mano. La historia cuenta que un soldado, que caminaba sin rumbo, se asomó por una ventana y vio a una mujer muy triste sentada junto a una cuna en donde había un niño. La mujer parecía estar desesperada pero él no sabía cuál era la causa. Mira hacia arriba y ve en el techo al demonio del suicidio, columpiando una cuerda frente a la mujer. Observó cómo la mujer miraba hacia arriba y se dio cuenta de lo que iba a suceder. Por lo tanto entró y atacó al demonio, pero puesto que éste es un fantasma, el soldado se golpeó su propia nariz en lugar de la del demonio y perdió mucha sangre. De algún modo la sangre humana parecer ser el talismán, ya que en ese momento el demonio gritó y desapareció. El soldado descubrió entonces que la cuerda con la cual el demonio inducía a la gente a suicidarse se convirtió en una marca roja en la piel, alrededor de su brazo, es decir, que se convirtió en parte de su propia carne. El soldado fue recompensado entonces como un héroe.

Aquí sucede pues como si un impulso psicológico autónomo de la mente o del pensamiento, únicamente detiene su actividad destructiva cuando entra en contacto con el alma del ser humano, encarnándose a través de su sangre y de atar la cuerda alrededor de su brazo. Por supuesto, éste es un símbolo del sí mismo. La actividad destructiva del símbolo del sí mismo se detiene y se reemplaza por su calidad curativa.

Cuando alguna persona se encuentra enfrentada con un estado de ánimo suicida, proyecta en la muerte la realización del sí mismo y esta proyección le induce a suicidarse. Piensa que tendrá paz y saldrá de sus conflictos, etcétera, es decir,proyecta el sí mismo hacia la muerte. La idea suicida constituye un aspecto destructivo del símbolo mismo que en la pelea con el soldado se transformó, y se terminó finalmente su actividad destructiva.

Su actividad futura nacería de la realización del sí mismo y esto es por lo que el soldado se convierte en el gran héroe; porque detiene la destructividad de la cuerda. Esto corresponde al símbolo del círculo. Había sido activado en un nivel y quería entrar en la esfera de la relación humana. Si se resiste y se bloquea y se dice que no se cree en tales cosas, entonces la influencia destructiva envenena el efecto de loscontenidos arquetípicos activos, de una forma tan dañina como si, debido a ciertos prejuicios, se reprimiera un auténtico instinto.

Se preguntó a Jung, si no se podría dar mescalina a los comunistas, para que no pudiesen seguir negando la realidad de la experiencia espiritual. Su respuesta fue que si existe una invasión de contenidos inconscientes (cosa que sucede bajo el efecto de la mescalina), ésta no tiene efecto si no es comprendida la terapia. Por lo tanto, no deseamos que se lleve a cabo porque creemos que el inconsciente sabe cuánto le da a cada persona. Si los pacientes no tienen sueños arquetípicos manténganse alejados del inconsciente, pues esto demuestra que no cuentan con la capacidad para asimilarlos.

Yo diría que cualquier tipo de tratamiento físico es bienvenido a menos que cause daños. Los pacientes que han tenido un tratamiento a base de shock tienden a renunciar a la esperanza de poder hacer frente a su enfermedad ellos mismos; los desanima y piensan que no pueden hacer algo por ellos mismos por eso, después de este tipo de tratamiento tenemos que combatir esta actitud. Es necesario decir: «No, esta vez debe enfrentar y combatir usted mismo ese problema». En esos casos los pacientes se encuentran más desalentados que si se los hubiese tenido en terapia desde un principio.

Pienso que en una civilización cuyas principales dominantes son las religiones budista o judeocristiana, es probable que ciertos instintos se repriman a nivel animal, puesto que existe la tendencia a dejar de lado ciertos aspectos; así pues el ánima aparece como un animal porque no es aceptada. Existen historias que confirman esto. Tenemos la historia irlandesa sobre las sirenas, quienes antes de la llegada de los misioneros cristianos a Irlanda, eran seres humanos e hijas de un jefe pirata. Cuando los misioneros llegaron, decidió que sus hijas no serían sus esposas por lo que desaparecieron en el mar convertidas en sirenas y desde entonces seducen a los hombres conduciéndolos hacia el desastre. Aquí encontramos una clara regresión del ánima a la forma animal. Pero en contra de eso está el hecho de que en civilizaciones muy primitivas, en donde sabemos que no existen prejuicios en contra del cuerpo, también se encuentran los seres humanos que han sido embrujados y transformados en ranas o serpientes.

Este hecho suscitó dudas sobre mi teoría durante algún tiempo y tuve que preguntarme el porqué. Si estudiamos todo el escenario de estas situaciones primitivas, veremos que pueden caer en el mismo error que nosotros: por ejemplo interpretar algo como psicológico, cuando es físico o viceversa. Existen animales doctores y animales ordinarios y no están seguros de cuál es cuál. Esta incertidumbre en lo referente a lo sobrenatural, parece ser una condición general humana. Existe una posibilidad de error y de incertidumbre muy profunda en cuanto al nivel dentro del cual deben vivirse y clasificarse ciertos impulsos. Puede suceder que un cazador primitivo mate un oso y se encuentre después horrorizado al descubrir que mató al fantasma de uno de sus antepasados. No se dio cuenta, lo suficientemente rápido, de las implicaciones psíquicas. Creo que esto tiene que ver con el hecho de que no captamos conscientemente nuestro límite de reacciones instintivas; siempre tratamos de mantener dentro de nosotros reacciones como una pequeña duda o un pequeño impulso de no hacer algo. Si los impulsos no son muy fuertes nos inclinamos a dejarlos de lado de una manera unilateral y de esta forma herimos a un animal o a un espíritu existente dentro de nosotros. Esto lo hacemos continuamente, como aparentemente también lo hacen los primitivos cuando, en la pasión de la caza, se olvidan de esto. Después dicen que sabían de antemano que no deberían haber matado al animal pero que se olvidaron durante un minuto y esto, es de suponer, constituye un fenómeno general muy humano. El hombre está precondicionado a pasar por encima de sus instintos y sus impulsos espirituales arguyendo el pretexto de estar conscientes.

La última vez que tratamos el tema dejamos un punto sin resolver. Hablé sobre una persona embrujada y transformada en tigre y dije que de acuerdo al instinto humano, uno no se comporta como tigre. Por lo tanto, ¿qué significaría si apareciese un impulso en un sueño bajo forma de lobo o tigre? Podríamos decir que si erróneamente se arroja un contenido psicológico hacia el cuerpo, se le pervierte y se le transforma en algo que no es más tan típicamente humano.

Es un hecho que si un impulso surge de una u otra esfera y no es vivido plenamente, regresa hacia abajo, hacia el subconsciente, y tiende a desarrollar cualidades antihumanas. Lo que debió ser un impulso humano, se convirtió en un impulso tigresco. Tomemos el ejemplo de una persona que siente un impulso de decirle algo positivo a alguien, si en vez de vivir el impulso, lo bloquea a causa de alguna inhibición, entonces quizá sueñe que atropelló a un niño con su coche (tuvo un impulso espontáneo de sentimiento como un niño y su voluntad consciente lo atropelló). La parte humana todavía aparece en el sueño, pero como un niño herido, si esta misma persona continúa con este tipo de conducta durante cinco años, entonces ya no soñaría con un niño herido, sino con un zoológico lleno de animales furiosos salvajes enjaulados. Un impulso reprimido se carga de energía y se convierte en algo que no es humano. Este hecho, según Jung, demuestra que el inconsciente posee una existencia autónoma.

Nadie ha visto nunca lo que es el inconsciente. Es un concepto, no es una realidad tangible en el espacio. Si algo procedente del inconsciente llega a mi mente, puede, un instante después, caer en lo más profundo del inconsciente. Por ejemplo, conociendo a esta persona Fulano de Tal, puedo un minuto después haber olvidado su nombre para recordarlo de nuevo momentos más tarde. Por lo tanto, podemos afirmar que es inconsciente todo aquello que no está relacionado con la conciencia del yo. Si observamos un contenido que desaparece por un corto espacio de tiempo en el inconsciente, veremos que cuando éste vuelve, no está alterado; pero si algo se olvida durante un largo período, no regresa igual. De forma automática, regresa a otro nivel y por ello podemos hablar del inconsciente como de un nivel o entidad por sí misma. Es realmente como un líquido donde se transforman los contenidos. Incluso podemos deducir cuánto tiempo ha estado reprimido analizando la nueva forma o aspecto con el que nos regresa.

Las represiones profundas pueden aparecer en un sueño como un cuerpo descompuesto en un cementerio, algo que debe ser desentrañado. Es señal de que algo ha sido reprimido durante mucho tiempo, durante el cual se ha desintegrado, mezclándose entre la tierra. Por consiguiente, se puede decir que la psique inconsciente es por sí misma una realidad. Si la piel de un tigre, un lobo o bien un oso cubren un contenido de la psique, el tipo de animal elegido expresa simplemente la forma en la que tiende a comportarse este contenido en vez de hacerlo de manera humana. Todo el tiempo que se siga soñando con el oso real, hay que tener paciencia, pero si el sueño de la misma persona, muestra a un animal hablar o actuar de forma humana es cuando hay que decirle: «Tienes que ser capaz de comportarte como un ser humano. Esto puede haber sido imposible hasta ahora, pero debes ser capaz de controlar tu rabia pues no es correcto que un ser humano se comporte como un oso». Al principio, el contenido aparece como un animal real y si en el sueño, el animal puede hablar o hacer cosas humanas, entonces el contenido puede ya ser asimilado a nivel humano.

El solo hecho de que en los cuentos de hadas se hable de una persona embrujada, nos muestra que su condición animal no es la legítima. Algunas personas, por ejemplo, hacen escenas histéricas y uno sabe que lo tiene que soportar porque están forzados a comportarse de esa forma, pero entonces, de repente, uno siente que el comportamiento ya no es auténtico, que ya se llegó a un punto en que tales escenas deben terminar. Con frecuencia la gente lo convierte en hábito y como el analista lo ha aceptado durante algún tiempo, continúan con la mala costumbre, pero entonces llega el momento en que se tiene que decir que ya es hora de quitarse la piel de animal, a pesar de que antes la tuvo que aceptar. Se trata, solamente, de una cuestión de tiempo; llegamos pues a uno de los problemas clave del motivo de redención: el problema del momento oportuno. Con el propósito de ser menos teórica, les contaré una versión resumida de un largo cuento de hadas ruso llamado La rana que era la hija del zar.

… En un lejano país… un zar ruso tiene tres hijos y cuando éstos crecen les dice que tomen un arco de plata y una flecha de cobre y que tiren lo más lejos que puedan y en donde se claven las flechas, allí encontrarán a sus novias. El hijo mayor consigue como novia a una hija de un zar y el segundo a una hija de duque, en cada caso el hijo se casa con la joven que regresa con la flecha de cobre. Cuando el hijo más joven dispara la flecha cae en un pantano y la rana que recoje la flecha insiste en casarse con el príncipe.

Entonces el viejo zar organiza un concurso y dice que todas sus nueras tienen que hacer pasteles. El hijo más joven va con la rana y llora, pero la rana cocina los mejores pasteles. Después tienen que tejer lino y gana de nuevo la rana. El tercer concurso es para mostrar cuál es la más hermosa. Entonces la rana le dice a su novio: «Vete a casa, llévame contigo y ten confianza en mí y espera. Cuando empiece a llover tienes que decir que tu novia se está bañando, y cuando truene y relampaguee dices que en ese momento que se está vistiendo». El joven cumple exactamente lo que le dice la rana y todos se burlan de él, pero entonces se abre la puerta y entra una hermosa joven, la más bella de todas.

Durante el banquete la ex rana introduce parte de la comida dentro de la manga de su vestido. Los demás lo encuentran gracioso y hacen lo mismo. Cuando la comida se cae de la manga de la princesarana, se convierte en un hermoso árbol sobre el cual se encuentra un gato macho negro enorme, que canta y cuenta cuentos de hadas. Los demás hacen lo mismo, pero entonces la comida sale volando hacia la cabeza del zar quien se pone furioso. El joven príncipe es feliz con la novia que siendo redimida, dejó de ser rana. Sube a su cuarto y viendo la piel de rana en el suelo, la recoje y la arroja al fuego. La novia entra y le dice que acaba de estropear todo el encanto y que debe irse, que quizá la encuentre de nuevo si es lo suficientemente listo. El joven acude a una bruja famosa —la Baba Yaga— quien le muestra el camino. Llega así al fin del mundo, más allá del gran océano y allí encuentra a su novia muy triste sentada en un palacio de cristal detrás de puertas de hierro, plata y oro. La rescata y escapan a las persecuciones del dragón dueño del palacio. La princesa había sido maldecida por su padre y obligada a servir al dragón, pero ahora ya ha sido redimida. Como pueden observar, la gran catástrofe es consecuencia de la quema de la piel de rana.

Otra historia italiana dice así: el rey de Inglaterra se casa con la reina de Hungría y tienen un hijo que se llama «Príncipe Puerco» porque nace con forma de cerdito. Tres hadas aparecen en la cuna: la primera lo llena de cualidades morales, la segunda le da belleza pero la tercera dice que tiene que vivir como un cerdo. Así pues, el príncipe vive la vida de un puerco. Cuando llega a los veinte años los padres le buscan una novia y acuden a la casa de una pobre lavandera que tiene tres hijas muy hermosas. La mayor piensa que recibirá mucho dinero si se casa con él y que al fin y al cabo puede matar al puerco, así que decide aceptar, pero el puerco ve el cuchillo y la mata primero. Lo mismo sucede con la segunda hija. La tercera hija es gentil y buena y también acepta casarse pero no piensa en matar al puerco. Es buena con él y cuando su suegra le pregunta si le gusta estar casada con un puerco, le contesta que uno debe amar lo que tiene. Durante la noche el puerco siempre se quita su piel y se convierte en un hermoso príncipe. Un día, los padres entran en la habitación y viendo la piel de puerco en el suelo, la arrojan al fuego. A partir de ese día el príncipe queda redimido. En este cuento la quema de la piel es el medio de redención, mientras que en el primero la quema de la piel estuvo a punto de terminar en una catástrofe. He tomado estos dos cuentos porque ilustran medios opuestos de redención, pero existen muchas historias como éstas que se contradicen entre sí.

Por lo tanto, debemos preguntarnos sobre el método correcto y el significado de la quema de la piel de un animal. ¿Se debe hacer o no? Sabemos que en un ser humano, tener que vivir cubierto con la piel de animal significa que recibió una maldición y que se encuentra en una situación equívoca. Si comparamos esto a nivel psicológico, podría significar que un cierto complejo que podría funcionar de un modo consciente es reprimido arbitrariamente y forzado a mostrarse y comportarse en forma pervertida, como animal. Por lo tanto podríamos decir que la piel de animal debe quemarse, pero en uno de los cuentos ésta no es la solución. En el primer cuento el príncipe no ha hecho nada y tiene que cumplir su parte con amor y devoción. En el cuento del puerco, la joven ya había hecho su parte y el acto final de la historia es la quema de la piel que le recubría.

Da la impresión de que no se trata únicamente de deshacerse de la piel, sino de que se requiere un importante esfuerzo de la conciencia a fin de permitir que el complejo continúe funcionando de manera humana. Yo diría que en fin de cuentas, depende de la madurez de la actitud consciente. Si esta última se encuentra preparada para integrar el contenido, se puede quemar la piel de animal, si no, no se puede. La maldición fue en realidad causada por un prejuicio que hasta entonces no había sido resuelto. Hasta que la actitud consciente no madura y cambia su conducta frente al complejo, la quema de la piel de animal por sí misma no sirve de nada.

Un cambio en la actitud consciente tiene siempre que trabajarse con esfuerzo y devoción humanas. La causa de la maldición no se elimina y puede siempre regresar; por ejemplo, el infantilismo de la personalidad consciente puede regresar de nuevo y crear una vez más una situación neurótica. No se trata únicamente de una terapia de los síntomas sino del desarrollo de toda la personalidad consciente, de otra forma puede aparecer otro síntoma; por lo tanto, no se trata sólo de atacar el síntoma sino de cambiar el prejuicio y la estrechez de la actitud consciente.

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