La búsqueda de Jung de la Aurora consurgens – Aksel Haaning – Copenhague

AKSEL HAANING

 Aksel Haaning

Aksel Haaning, (1959 -), Magister en latín medieval de la Universidad de Copenhague (1992); Ph.D.; actualmente profesor asociado de Historia Intelectual y Estudios de Ciencias de la Universidad de Roskilde, Dinamarca. Su investigación se centra en la filosofía de la naturaleza, la Edad Media y la Edad Moderna, el movimiento religioso de la Edad Media y las posteriores tradiciones espirituales. Desde 2008 se ha especializado en estudios de Historia Junguiana, y Estudios Junguianos, y el Descubrimiento del inconsciente 1900-50. Está trabajando actualmente en una obra sobre cómo y por qué Jung decidió el estudio de la alquimia y la filosofía hermética. La siguiente es la conferencia plenaria que presentó el autor el 19 de agosto de 2013 en el XIX Congreso Internacional de Psicología Junguiana que se llevó a cabo del 18 al 23 de agosto de 2013, en la ciudad de Copenhague, Dinamarca. Corresponde a la traducción oficial de la IAAP al español, realizada por los miembros de ADEPAC Juan Carlos Alonso y Ana Rico de Alonso, y fue aprobada su publicación acá por el autor.

Presentación de la charla

Con la selección del Conferencista Principal, el Comité de Programa nos ha dado un regalo. Aksel Haaning es profesor en la Universidad de Roskilde, aquí en Dinamarca. Con formación académica en Latín Medieval, sus conferencias sobre Historia Intelectual y Ciencia, particularmente en el ámbito de la filosofía natural, han consolidado su reputación. Su interés especial es la historia temprana de la alquimia en Occidente desde ese momento en el siglo XII, cuando inmediatamente después de la primera traducción al Latín del Corán y habían aparecido los tratados en Derecho Arábigo, el primer libro Árabe sobre el “arte de la alquimia” fue traducido al Latín. La publicación más importante del Profesor Haaning hasta la fecha, es su trascendental historia de 1998, titulada La Luz de la Naturaleza: Filosofía Natural Occidental en la Alta Edad Media y en el Renacimiento 1250-1650 (Traducción del Danés).

El rescatado manuscrito medieval del Aurora Consurgens, un iluminado tratado al químico atribuido a Tomás de Aquino, que nos puede recordar El Libro Rojo, será el eje de las reflexiones del Profesor Haaning. Será interesante escuchar la evaluación del Profesor Haaning sobre la selección de Jung y el análisis de este trabajo, que Jung mismo localizó y le pidió a Marie Louise von Franz que hiciera la introducción y comentara el Volumen 3 de su culminante obra maestra de exégesis alquímica, Mysterium Coniunctionis.

El lado filológico de Jung, que cultivó después de asistir a la Universidad de Basilea, en donde Nietzsche seguía siendo una memoria viviente y Burckhardt una presencia sobreviviente, no ha recibido la atención que merece, ni el cuidado con el que Jung seleccionó los textos sobre los que realizó milagros hermenéuticos, que han esparcido reflexiones de las cuales nos seguimos beneficiando e incluso, practicando todos los días. Un precio que nuestro campo ha pagado por no prestar suficiente atención a algunas de las propias selecciones de textos de Jung, es el abandono relativo del Aurora Consurgens.

Le debemos a Jung nada menos que la recuperación de este texto una vez más para la Psicología Analítica, y darle la atención que Jung sintió que merecía. Espero que las reflexiones del Profesor Haaning hoy, nos ayuden a orientarnos y a inspirarnos hacia esa meta.

John Beebe

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1.         Presentación del texto escrito

Mi presentación en esta mañana está dividida en cuatro secciones. Cada sección consiste de un número de interrogantes sobre los cuales estoy trabajando en la actualidad. Quisiera compartir con ustedes algunos de estos interrogantes y mis esfuerzos por responderlos.  El eje estará en el fascinante texto de principio de finales del siglo XIII o comienzos del XIV, titulado Aurora consurgens. El texto data de la Edad Media europea, y está escrito en Latín Medieval, el lenguaje profesional usado en esa época. Es anterior a la invención de la imprenta, y por ello, la versión original del texto sólo existe en versiones escritas a mano. Hoy conocemos el texto porque Jung en algún momento durante los años 30, descubrió su existencia. De inmediato, como lo comentaré, él comprendió su posible significado para la cultura y la mentalidad modernas. Más aún, decidió que entre numerosos textos ignotos y aún no impresos, Aurora consurgens merecía ser editado. No queda duda que precisamente este texto significa algo especial para el trabajo profesional de Jung y que él estaba más que ansioso de sacarlo de la oscura Edad Media y traerlo a la moderna luz del día, por así decirlo. De esta manera, Jung quiere asegurarse que el pasado contribuya al presente  – no sólo como un modo anticuado sino potencialmente mejorando el presente. Los contenidos deben articularse – lo mismo que la música “vieja” necesita ser interpretada para hacerla real en el presente.

El texto de Aurora es el tercero y último volumen del último trabajo científico terminado de Jung, Mysterium Coniunctionis, publicado originalmente entre 1955 y 1957. En la carátula y en los títulos de las ediciones originales en alemán, se menciona que el trabajo se publica en colaboración con Marie-Louise von Franz. (En las Obras Completas desafortunadamente sólo se publicó como un Volumen adicional no numerado).

No obstante, Aurora no iba a ser un simple suplemento. Marie-Louise von Franz emprendió la crítica textual completa y la contextualización, con las que introduce el texto en los paradigmas del pensamiento de esa época. En el contexto de los primeros y sumamente originales trabajos publicados por Jung en la década del 50, la publicación efectiva de Aurora consurgens como un descubrimiento arqueológicamente intacto, marca el fin de muchos años de investigación exhaustiva de Jung en filosofía hermética, alquimia y filosofía de la naturaleza que caracteriza la alquimia, su principal centro de interés desde comienzos de la década del 30.

Marie-Louise von Franz fue una colaboradora importante casi desde el comienzo de la búsqueda alquímica de Jung. Sin exagerar, podría decirse que la publicación del Aurora consurgens es la coronación gloriosa del trabajo de Jung. En esta perspectiva, puede ser difícil entender por qué tan pocos investigadores en Estudios Junguianos, y también en el campo de Historia de la Filosofía y de las Ideas, se hayan interesado en el texto.

2. Estructura de la presentación

Como ya lo mencioné, tengo cuatro secciones, cuatro encabezamientos y cuatro preguntas. Las primeras son:

¿Cómo y cuándo descubrió Jung la existencia del texto?

¿Cómo encontró el documento manuscrito que contenía el texto?

Estas son las primeras preguntas. Más tarde daremos un vistazo a lo que en verdad es el texto del Aurora consurgens – y sobre todo, a lo que Jung encuentra en el texto – o cree encontrar en el texto. Con base en este conocimiento podremos ser capaces de responder a la pregunta de:

¿Cuándo y sobre todo, por qué se decide a publicar este texto?

Considero que las últimas dos preguntas, en particular, están estrechamente conectadas. Sus respuestas se complementan, como quisiera fundamentar en la sección final de mi presentación. De manera que si podemos comenzar respondiendo estas preguntas, de hecho bastante simples, podremos comenzar a entender lo que significa el texto y el sentido de las interpretaciones de von Franz y de Jung.

3. ¿Cómo y cuándo descubrió Jung el Aurora consurgens?

A finales de la década del 20, Jung entra en una fase crítica de su trabajo profesional. Había escrito dos grandes libros de “psicología moderna”, como él los llamaba; Psicología del Inconsciente en 1912 y Tipos Psicológicos en 1921, posiblemente el libro más leído y aplicado de Jung. Sus estudios y teorías psicológicas necesitaban que experimentara a Europa desde perspectivas externas para poder entender lo que él llamó en las décadas del 20 y del 30 “Europa, nuestro mayor problema”.

En ese momento del tiempo, sucedió algo que influyó en la dirección del trabajo de Jung – incluyendo su comprensión de los conceptos centrales del Self y del proceso de individuación. Muchos años después podemos ver los cambios que ocurrieron – de hecho, casi una fecha concreta– que divide la producción de Jung en una primera y una segunda parte. Me refiero obviamente al encuentro con Richard Wilhelm y con el texto Chino El Secreto de la Flor de Oro. La primera parte termina cuando Jung hace a un lado el trabajo en Liber Novus, así llamado el Libro Rojo, dejándolo incompleto en la página 189, y aparentemente abandona la posibilidad de publicar esta ambiciosa obra. La última imagen completa está en la página 163, y representa el bastión de un castillo con un centro amarillo, dibujado o pintado en 1928. La finalización de la primera parte de su obra tiene lugar entre 1928-1929, y es seguida inmediatamente por una nueva investigación que inaugura el comienzo de la segunda parte de su vida que concluirá 25 años más tarde.

4. Un paquete en la puerta de Jung

Es 1928. En un determinado momento llega un paquete a la puerta de Jung con un manuscrito, enviado por el sinólogo Richard Wilhelm, quien fuera profesor titular en Sinología en universidades de Alemania. Hoy existe un “Centro de Traducción Richard Wilhelm” en la Universidad de Bochum, Alemania. La razón es que Wilhelm había desarrollado una sensibilidad especial frente al proceso de traducción, esto eso, una habilidad para la empatía y la receptividad prácticas, seguida por la reproducción al propio idioma. En ese tiempo, este método era único y avanzado para la época, y hoy sirve como modelo para la práctica moderna de la traducción. La modalidad de Wilhelm se caracteriza por la actitud de considerar el diálogo igualitario como posible entre culturas – un enfoque radicalmente opuesto al trabajo tradicional de los misioneros Cristianos. Antes de trabajar para la Misión, Wilhelm había estudiado literatura y música, y estaba le preocupaba igualmente el estado de la cultura europea. Para Wilhelm, la solución no era una misión Cristiana tradicional sino un diálogo moderno entre culturas – particularmente un diálogo entre el conocimiento contemporáneo y el conocimiento pasado. ¿Puede la traducción hacer comprensible el pasado? Este es el problema que todas las culturas necesitan preguntarse y resolver. Ésta es la razón por la cual el método de aproximación de Wilhelm es moderno.

Unos años antes, Jung había conocido a Richard Wilhelm en la Schule der Weisheit[1] del Conde Hermann Alexander Keyserling (1880-1946) en Darmstadt, en donde ambos habían sido conferencistas. Para entonces, Jung se interesó en la traducción de Wilhelm del I Ching, el Libro de Cambios, y en la psicología de este trabajo. En esa época, Quingdao era una colonia alemana en el noreste de la costa Pacífica de China. A mediados de la década del 20, Wilhelm había entrado en posesión de un raro texto sobre la prolongación de la vida. El texto era de una escuela Daoísta de pensamiento, llamado “El secreto de la Flor de Oro”. Wilhelm había tenido acceso a una rara copia del texto, que había sido impresa en Shangai en 1920. El permiso le fue otorgado por un Lau Nai Süan, quien durante la revolución Xinhai (1911-13) había huido al interior y había llevado consigo los libros Daoístas. Cuando se hizo la traducción, el viejo chino Nai Süan, murió. Wilhelm la había traducido al alemán,  y ésta fue la traducción que llegó en un paquete a la casa de Jung en Küsnacht en 1928. Wilhelm le sugirió a Jung que escribiera un comentario psicológico. Éste se convirtió en “Un comentario europeo”, un texto definitivamente clave de autoría de Jung, escrito durante el invierno de 1928-1929, y publicado junto con el texto de la Flor de Oro, en noviembre de 1929. Al poco tiempo de la publicación, Wilhelm murió de una infección contraída muchos años antes. Sin embargo, la flor ya se había plantado en el suelo europeo, exactamente en medio de la Europa que Jung repetidamente llamaba “Europa… nuestro mayor problema”.

Como ya se mencionó, el comentario de Jung divide cronológicamente su trabajo en una primera y en una segunda parte. Su primer libro es de 1902, y su último ensayo “Approaching the Unconscious”[2] fue finalizado en mayo de 1961. En la mitad, encontramos la traducción de Richard Wilhelm y “El comentario europeo”, publicado en el otoño de 1929, cuando Jung estaba en el proceso de dejar a un lado el Liber Novus. La postdata en 1959, escrita a mano separadamente, se dirige a un futuro lector ficticio: “Yo trabajé en este libro durante dieciséis años. Mi relación con la Alquimia en 1939 me alejó de éste.  El comienzo del fin llegó en 1928, cuando Wilhelm me envió el texto de “La Flor de Oro”, un tratado alquímico. Los contenidos de este libro encontraron su camino hacia la realidad y no pude continuar trabajando en él” (A Biography in Books[3] p. 129). Miremos ahora esta realidad.

5. Abriendo el libro cerrado: Artis Auriferae.

La publicación de El Secreto de la Flor Dorada y los Comentarios europeos de Jung, encienden el interés de Jung por la Alquimia. Esta publicación se inspira en la esperanza de hallar una flor dorada europea, que exista – como una “Aurora consurgens”, llamada también aurea hora; esto es, quizás no una flor dorada sino literalmente un “Surgimiento de la Hora Dorada”.

Cuando estaba en el proceso de escribir su Comentario europeo, Jung había pedido a un anticuario vendedor de libros en Múnich, que le enviara todo libro europeo sobre alquimia que encontrara. El primero que Jung recibió fue la colección Artis Aurifera e volumina duo, impreso en 1593. (El título significa “El Arte de Producir Oro”). De acuerdo con Jung, éste permaneció en su escritorio más o menos intocado, por dos años – muy probablemente de 1929 a 1931. Sin embargo, en el momento en que Jung decide abandonar el Liber Novus, El Libro Rojo, abre el Artis Auriferae. Éste consta exclusivamente de tratados alquímicos de la Edad Media – tratados Árabes traducidos al latín, y también textos en Latín. Durante el Renacimiento, era muy popular publicar estos textos de la Edad Media, en los que la impresión hubiera inspirado un interés renovado en el pasado. Quien publicaba era el impresor Conrad Waldkirch, un firme creyente en la fe reformada de Lutero, y que hacía comentarios breves en los libros que imprimía. Pronto Jung comenzó a prestar atención a estos cortos prefacios en cursiva. La revelación llega no en la página 189, la última de su Liber Novus, pero ¡casi! En la página 183 del Artis Auriferae, Waldkirch escribe que en el tratado manuscrito, impreso en las páginas siguientes, hay otro texto con el mismo título, o – Aurea hora – “la Hora de Oro”,  que él no iba a imprimir.

Como ustedes sabrán, yo no soy terapeuta. No obstante, uno no necesita serlo para entender que ese material, del que no se permite hablar ni imprimir, un material que, por así decirlo, debe permanecer en la oscura Edad Media en la que se originó, debe ser interesante, incluso importante y significativo. El interés de Jung no disminuyó cuando Waldkirch, el impresor, le explicó, o al menos le hizo una oscura insinuación sobre un aspecto específico que lo hizo tomar la decisión de no publicarlo. Afirma que el autor parece ser un hombre bastante piadoso. Sin embargo, el autor desconocido del texto en latín, compara el misterio de la piedra, con el misterio, la muerte y la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Más aún, dice que el secreto de la alquimia está escondido en las escrituras bíblicas, especialmente en los Salmos y en el Cantar de los Cantares.

¿Así que en lugar de la muerte y resurrección de Cristo, tenemos el misterio de la piedra? ¿Qué quiere decir esto? ¿Un paganismo disfrazado en el lenguaje de la Biblia? ¿Una comprensión más simbólica que literal? En este punto, el interés de Jung en la alquimia debió haberse enardecido. Desde el primer momento, por así decirlo, Conrad Waldkirch sin saberlo, pone en manos de Jung la clave de lo que catorce años más tarde se convertiría en el capítulo central de Psicología y Alquimia: el importante capítulo V “El paralelo Piedra-Cristo” (CW 12 §§ 447-515).

Por lo tanto, en este capítulo, en la interpretación de Jung, dos eras se encuentran: un tema que en la época de la Reforma se consideraba herético e inaceptable para las convicciones religiosas, se convierte en la modernidad en una parte importante de los fundamentos de una ciencia del alma. “Las cosas han cambiado”, del pasado al presente. Pero no es un regalo. Significa trabajo por hacer.

6. Un detective en Londres

Habiendo dejado de lado el Liber Novus y abierto el Artis Auriferae, Jung descubre que alguna vez existió un libro sobre este enigmático símbolo que se parece al lapis philosophorum de Cristo, y que la publicación de este libro no fue permitida. De otra parte, en algún momento existió. ¿Dónde se podría encontrar este manuscrito? ¿Por dónde empezar? Como en un cuento de hadas: ¡Mira en donde te encuentras! Justo, a unos pocos kilómetros, Jung investiga en la Biblioteca Central de Zúrich, en la que los bibliotecólogos del departamento de manuscritos le pudieron informar que en realidad allí estaba un manuscrito relativamente desconocido con el título de Aurora consurgens, llamado Codex Rhenovacensis 172. Es muy probable que el manuscrito sea del siglo XV y provenga de un monasterio en Rhinau. Sin embargo, desafortunadamente el texto está incompleto; le falta toda la primera sección. Pese a eso, la información es un comienzo. Muestra que existió una tradición de manuscrito, y esto despierta la esperanza de que un texto intacto con todo el contenido íntegro, pueda ser hallado.

Jung debe haber sido una especie de detective. Según la Memoria Biográfica de Bárbara Hannah, a él aparentemente le encantaba descansar con historias de detectives, precisamente porque no eran reales. No obstante, la pista del Aurora lo que menos hace es descansarlo. Por el contrario, se convierte en una especie de Sherlock Holmes, y puesto que ya está tras la huella leyendo el Artis Auriferae, su obsesión lo lleva pronto a Londres – no a la Calle Baker, pero sí al Museo Británico. Por tanto, en 1935, encontramos al detective en Londres, en la Biblioteca del Museo Británico. A finales de septiembre, Jung dicta las bien conocidas “Conferencias Tavistock”, publicadas en 1968 por E.A. Bennet. En la discusión posterior a la segunda conferencia, Jung explica cómo la interpretación de los sueños individuales puede aumentar la comprensión de los temas y motivos, al encontrar materiales complementarios en la historia de la filosofía y la religión. Esto es el así llamado método de amplificación de Jung, el cual intenta explicar– a juzgar por el  texto – a los un tanto conservadores psiquiatras británicos. Este es el contexto formal de la visita de Jung a Inglaterra y allí ofrece la crítica cultural que caracteriza su trabajo en la década del 30:

Nosotros los europeos no somos la única gente sobre la tierra. Somos sólo una península de Asia, y en ese continente hay antiguas civilizaciones en las que la gente ha entrenado su mente en psicología introspectiva por miles de años, mientras que nosotros comenzamos con nuestra psicología ni siquiera ayer sino esta mañana. Estos pueblos tienen un insight que es simplemente fabuloso, y yo tuve que estudiar cosas Orientales para entender algunos hechos del inconsciente. Tuve que volver a comprender el simbolismo Oriental… Tuve que estudiar no solamente literatura China e Hindú sino también Sánscrita, y manuscritos en Latín medieval, los cuales no son ni siquiera conocidos por los especialistas, así que uno debe ir al Museo Británico para encontrar referencias… (CW 18 § 139).

En el juego mental en el que Jung se enfrentó con los escépticos Británicos, el ejemplo de Jung es un golpe de genialidad: las fuentes están localizadas en el Museo Británico, en el corazón de la alta cultura Británica, pero ¿conocen ellos mejor su propio pasado? ¡Como psiquiatra, Jung tenía que mostrar a los Británicos aspectos de su propia cultura que eran incapaces de ver por si mismos! Las referencias de Jung a los manuscritos en latín medieval, desconocidos incluso por los especialistas, sólo pudo hacerlas una vez que cayó en cuenta que los filólogos responsables de las colecciones de manuscritos en Zúrich, no habían podido encontrar otras copias del Aurora consurgens – muy posiblemente porque no hacían parte de esas colecciones. Tuvo que hacer el trabajo él mismo, y hallar indicaciones de que existía un texto completo. Más aún, tuvo éxito en el hallazgo de una rara impresión en el Museo Británico. Allí encontró las primeras “referencias” que le suministraron señales de cómo y dónde continuar su búsqueda.

La que Jung encontró, es la única copia existente y tengo conocimiento que es de 1625. Está en el Museo Británico y Jung nunca logró adquirir el libro. Está publicado por Johannes Rhenanus y tiene un título muy largo en latín. Nuestra Aurora sive Aurea Hora [4], se halla en el Vol. II. Sin embargo, hay un problema considerable con el texto en esta edición particular. En términos de la correcta reconstrucción del texto, esta copia no puede usarse. La razón es que las muchas variaciones en la redacción del texto bíblico en la imprenta, fueron ajustadas a la Vulgata, la “correcta” citación de la versión Latina de la Biblia.

Estas pequeñas, aunque importantes, variaciones en muchas citas bíblicas del manuscrito, constituyen un aspecto significativo de la naturaleza específica del texto, y comprueban la experiencia cognitiva específica que describe. Sin embargo, una vez hallada la versión impresa, Jung puede identificar el llamado íncipit del tratado, esto es sus primeras palabras, universalmente utilizado para catalogar los textos antes del advenimiento de la imprenta. Teniendo el incipit de la imprenta: Venerunt mihi omnia bona[5] – ¡es posible comenzar a buscar los manuscritos en los catálogos!

7. 1937: Jung en la Universidad de Yale

Así que el comentario en las Conferencias Tavistock es la primera evidencia, aunque un poco indirecta, de que Jung está siguiendo el rastro y buscando específicamente los manuscritos del Aurora. Antes de pasar un año, él ya está en posesión de un manuscrito con el texto entero, manuscrito, claro y legible, del siglo XV. Está ubicado en la Biblioteca Nacional de París, que alberga una de las colecciones más grandes de manuscritos medievales del mundo.

La historia del Aurora consurgens – desde el prefacio de Konrad Waldkirch hasta los hallazgos en la Biblioteca Nacional – es contada por Jung en su primer esbozo de los estudios históricos en alquimia, en las conferencias de Eranos de agosto de 1936. En la versión original del Anuario de Eranos de 1936, Jung menciona que el Aurora no son sino diez instancias. Más aun, revela que un manuscrito completo existe en París. No obstante, éste no fue encontrado por Jung sino por su esposa, Emma Rauschenbach Jung. Mi conjetura es que la esposa de Jung buscó el Aurora, en el contexto de su trabajo sobre las fuentes históricas de las leyendas del Grial, varias de las cuales están en la Biblioteca Nacional de París. Le fue posible hacerlo porque Jung, con base en la edición de Londres, le pudo dar el incipit, las primeras palabras con las que el texto está registrado en los antiguos catálogos de manuscritos. Los estudios históricos de Emma Jung sobre las leyendas del Grial comienzan hacia 1939, al mismo tiempo que Jung inicia los estudios alquímicos. No obstante, el hecho de que el texto haya sido en realidad encontrado por Emma Jung, no es mencionado por el eficiente detective. Hasta donde tengo conocimiento, el Anuario de Eranos de 1936 es el único sitio en el que esto se menciona. En Psicología y Alquimia, que contiene la presentación de Eranos en una versión ligeramente ampliada, centrada en los contenidos, y Jung menciona solamente el prefacio de Waldkirch como el momento que inspiró su trabajo de detective.

Al año siguiente, Jung aplica los contenidos por primera vez. En las tres conferencias en la Universidad de Yale en 1937, sobre psicología y religión, publicadas más tarde con el mismo título, Jung cita el texto recién descubierto. Es en el contexto de la discusión sobre la capacidad de la conciencia moderna para distinguir entre lo que Jung llama los símbolos naturales y los dogmáticos, que Jung aborda la significación de la alquimia en relación con los símbolos de la filosofía natural de la antigüedad, y luego con los símbolos dominantes de la religión Cristiana. Jung reclama ahora – por primera vez en frente de un público totalmente académico – haber hecho el sorprendente descubrimiento que la filosofía alquímica, tal como se representa en cientos de olvidados y a menudo controvertidos textos e imágenes, es de hecho un depósito en el cual los símbolos religiosos de la antigüedad y los de la primera Cristiandad, literalmente viven y se desarrollan.

En el contexto de la alquimia, Jung también aborda el Aurora consurgens en la segunda conferencia sobre “Dogmas y Símbolos Naturales”. Jung está en este punto obviamente muy familiarizado con el texto, al que llama “una vía Pseudo-Tomasiana del siglo XIII”, ¡expresamente fechada en el siglo de Tomás de Aquino! (CW 11 §§ 93-94).

Aquí está Jung como el mejor investigador en historia cultural, casi un arqueólogo y detective a la vez, siguiendo la huella y encontrando fuentes desconocidas del pasado. Sin embargo, el propósito, la intención y el impulso en este momento, es su profesión como médico que diagnostica enfermedades contemporáneas, buscando maneras de curar y aliviar los sufrimientos del hombre moderno y de la sociedad moderna.

8. Otros dos manuscritos

En 1937, unos meses más tarde, Jung visita Copenhague en su calidad de presidente del “Congreso Médico Internacional de Psicoterapia”, que se realizó del 2 al 4 de octubre. Jung continúa entusiasmado con la búsqueda de manuscritos que contengan los contenidos completos del texto. De hecho, estuvo más cerca de su meta de lo que pensó. En la colección de manuscritos en la Biblioteca Real de Copenhague, hay una versión completa del raro texto, en una copia escrita a mano, del siglo XV. ¡No había manera de que Jung lo pudiera saber, y su participación en el congreso no le dejó mucho tiempo para estar revisando viejos catálogos! Si hubiera tenido tiempo, y si lo hubiera buscado, sin duda habría encontrado el manuscrito que yo hallé a mediados de la década del 80. –

Este texto tiene casi los mismos años que la versión más antigua conocida, a la que Jung y von Franz tuvieron acceso, y su versión de los textos se ajusta a las otras. En general, podría decirse que el texto nos es entregado en condiciones relativamente estables. Así que el hallazgo no es tan sensacional como puede sonar al comienzo. Le escribí a Marie-Louise von Franz a finales de los 80, contándole sobre el descubrimiento, y ella estaba muy entusiasmada. Me pidió que le enviara una fotocopia, lo cual obviamente, hice. Parecía tener planes para una nueva edición, pero en sus últimos años, la enfermedad limitó su capacidad de trabajo. Esto nunca sucedió.

En relación con la cuestión de la autoría, el hallazgo de Copenhague no aporta nueva información. En términos de la relación del texto con Tomás de Aquino y su posible papel en la creación del texto, persiste una brecha de dos siglos. El manuscrito de Copenhague, al igual que el más antiguo, al que Jung y von Franz tuvieron acceso, se originó en el siglo XV. No obstante, hay algunas noticias para compartir. El hecho es que yo había identificado otra versión completa con el texto intacto en un manuscrito del siglo XIV. Es por lo menos 100 o quizás 150 años más antiguo que aquellos a los que tuvieron acceso Jung y von Franz. Se encuentra en Hannover, en la Biblioteca Wilhelm Leibniz en Alemania. Podría ser de la primera mitad del siglo XIV, y en ese caso, sólo la separarían 50-70 años de la época de Tomás de Aquino.

9. ¿Qué es “Aurora consurgens”?

Ahora, no nos olvidemos de lo más importante: ¿con qué clase de texto nos enfrentamos? Y, tenemos la pregunta que falta: ¿Cuándo y por qué este texto intriga a Jung y lo apresura a publicarlo? ¿Cuándo y por qué? Trataremos ahora de intentar responder estas preguntas.

Los términos actuales del título: “Aurora consurgens”, se originan en la llamada Vulgata, más específicamente en el Cantar de los Cantares, capítulo 6, versículo 9. El Cantar de los Cantares es un maravilloso himno sobre el amor tanto espiritual como físico, el deseo, y celebra también la unificación del cuerpo y el alma. Es un texto que explora el amor como símbolo y realidad; el deseo carnal como algo integral al deseo del alma, y espiritualmente como parte de la vida física y erótica; en otras palabras, la conjunctio como realidad, el verdadero amor, podríamos decir. Como texto bíblico ha estado sujeto a numerosas interpretaciones alegóricas, tanto judías como cristianas, y probablemente, también tradiciones musulmanas, y esto continúa vigente incluso hoy en día. En la Edad Media era un texto favorecido, y muchos de los teólogos medievales bien conocidos, habían publicado sus comentarios sobre él, incluyendo por cierto, a Tomás de Aquino. Sin embargo, el título es ambivalente. La razón es que Aurora, la diosa de la alborada, se remonta a la mitología y la filosofía de la antigüedad. Aurora es la diosa de la alborada, que se despierta y emerge de la oscuridad antes de que el sol muestre su cara. La alborada es tanto separación como unificación de la noche y el día, la luz y la oscuridad. Es así que podemos decir que se pensó que Aurora hiciera parte de un texto titulado Aurora consurgens, dado que el narrador en primera persona describe la unificación con la deidad en los niveles celestial y terrenal, así como en los planos divino y humano. El tratado termina con una descripción de esta coniunctio en la alborada inicial – tomada de, e insertada entre citas obvias del Cantar de los Cantares. Esta condición no es ni de luz total ni tampoco de oscuridad total; los encarna a ambos. Esto también quiere decir que como texto histórico, el Aurora consurgens es una mezcla de dos tradiciones diferentes: de una parte, el paradigma Gnóstico de la antigüedad, la espiritualidad pagana, y de otra, el paradigma Cristiano. El Aurora consurgens muestra cómo se mezclan estas dos tradiciones opuestas, o se experimentan en forma conectada. El autor busca expresar esta experiencia cognitiva sin consideración con los dogmáticos credos canónicos contemporáneos, e independiente de cualquier objeción que otros hayan hecho. En cierto sentido el texto expresa una realidad del alma y su experiencia numinosa, y el autor desea compartir sus reflexiones con sus contemporáneos. A través de los textos árabes sobre ciencias naturales y alquimia, el autor está evidentemente familiarizado con modos de pensamiento pre-cristianos, encontrados en la antigüedad.

Un rasgo significativo del texto es que la eufórica celebración de eros en las páginas finales se inicia con un encuentro con lo inesperado. Naturalmente la curiosidad de Jung se despierta por la información de que existe un texto “suprimido”, como lo plantea el prefacio de Waldkirch. Sin embargo, solamente cuando está en posesión del texto completo es que Jung puede formarse una impresión de lo que realmente está en juego. En 1936, cuando se supone que Emma Jung regresó de la Biblioteca Nacional de París, trayendo una copia completa del manuscrito, es que Jung cae en cuenta que Waldkirch se ha quedado corto en la impresión. Las primeras líneas debieron despertar algo en Jung. El autor es obviamente un hombre de la iglesia. Se sabe de memoria la Vulgata (la Biblia Latina) y está también entusiasmado con los nuevos textos sobre la piedra filosofal y el “Gran Trabajo”, recién traducido del árabe. Los sabios árabes, como Senior y Morienus, están tan vivos y presentes como las figuras conocidas de Pablo y Juan, o los discípulos del Nuevo Testamento. Sin embargo, el autor está evidentemente obsesionado por comentar un nuevo descubrimiento, esto es, el hecho de que haya una correspondencia entre la alquimia árabe no cristiana, la filosofía de la ciencia, y las enseñanzas cristianas en los textos bíblicos; entre la maravillosa piedra, “la piedra que no engaña”, y Cristo, la piedra angular que los constructores rechazaron. El tono de voz del autor es, en este punto, también íntimo y está muy ansioso de contarnos sobre una experiencia, algo que le ha sucedido.

En Psicología y Alquimia, publicado inicialmente en 1944, Jung gasta 6-8 páginas discutiendo los temas centrales del texto, y la mayor parte de la introducción son sus comentarios y paralelos. (CW 12 §§ 464-479). El texto comienza con una presentación introductoria a la sabiduría bíblica, el pensamiento creativo de Dios, del cual se originaron el mundo o el cosmos, el sabio pensamiento que continuamente crea el cosmos y lo une, a la vez que constituye también el significado inherente a todas las cosas. El concepto del pensamiento sabio se conoce también en la filosofía de la antigüedad, pero aquí en el texto de Aurora, el foco se pone en un encuentro de la vida real, porque la figura se experimenta en un plano personal. Esto es una diferencia fundamental. De ser un pensamiento abstracto o una alegoría mitológica establecida, se convierte en una experiencia personal de la vida real, una conmovedora presencia atenta que afecta y por lo tanto cambia al narrador, el autor del texto. Este encuentro es, como si fuera el mensaje más importante del texto, una nueva comprensión o un tema que autor siente de manera muy profunda. Este es un diálogo con su alma. A nadie le hubiera preocupado si el autor hubiera titulado su libro sobre una realización profundamente individual o un modo de insight – un Liber Novus en lugar de Aurora consurgens.

10. Sabiduría en la tierra

Así que ¿qué es lo diferente de este texto específico? Muy pronto se hace evidente que la bíblica protagonista femenina habla como un ser viviente no sólo desde las esferas celestiales o desde el trono de Dios en las alturas, sino desde las profundidades del alma. En su primera parábola, esta figura de sabiduría dice: “¿Quién es el hombre que vive, conociendo y comprendiendo, liberando a mi alma de la mano del infierno? Aquellos que me lo expliquen tendrán vida eterna, y a él le daré a comer del árbol de la vida que está en el paraíso, y se sentará a mi lado en el trono de mi reino” (ed. von Franz, p. 59). Y, en la última parábola, antes de la última conjunción con el ser humano, la mujer dice a posteriori: “Había oscuridad sobre la tierra, porque me quedé en el fango de lo profundo y mi realidad no es revelada, desde las profundidades lloré… Llamé y nadie me respondió” (ibid., pp. 134-135). Ella es la reina del cielo y la voz de la profundidad – un ser divino que necesita una relación devota con el conocimiento y la reflexión de la humanidad. Simultáneamente reconocible, radicalmente diferente, y quizás incluso influenciada por los textos árabes, esta voz arquetípica de la sabiduría se dirige a la humanidad desde las profundidades de la tierra. Su propósito es que la realización mutua, su consenso, expresada en la frase “qué tan maravilloso es para dos personas que viven como una”, puedan las dos ser liberadas con el ímpetu del eros compartido y transformador, que de otra manera es extremadamente raro en la filosofía de la Edad Media, y parece tan ausente en la Teología concebida en el nombre de la Trinidad con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Esto es gnosis e insight casi más grande que la vida y expresado en el lenguaje de la Biblia y del Cantar de los Cantares! Jung tuvo que sentir que había encontrado el tesoro escondido. Su intención de publicar el texto probablemente surja de ese momento, cuando leyó el texto por primera vez.

11. ¿Cuándo se toma la decisión concreta?

¿Cuándo se toma la decisión concreta? La decisión tuvo que haberse tomado en el otoño o el invierno de 1941, a más tardar. En la primera edición de Psicología y Alquimia, publicada en 1944, el prefacio tiene fecha de enero 1943. En la página 510, una nota indica que el texto, preparado por “M.-L. von Franz, será publicado enteramente en el volumen 6 de las Disertaciones Psicológicas”. No obstante, tendrían que pasar 13 años antes de que fuera publicada. Este curso de los hechos hace evidente que la decisión de publicar el Aurora consurgens se tomó antes de enero de 1943.

Naturalmente que no podemos identificar el primer momento en que se tomó la decisión. Jung menciona la existencia del texto en el Anuario de Eranos de agosto de 1936, en Psicología y Religión hacia 1938, y brevemente en Paracelsica en 1941. En ninguna de estas publicaciones menciona que será publicada o que existen planes para una publicación completa del texto íntegro.

Estimo que probablemente Jung tomó la decisión de publicar el manuscrito durante el primero o segundo año de la Segunda Guerra Mundial – esto es, entre 1939 y 1942. Éstos son los años más oscuros, quizás la hora más oscura del siglo XX; después de la caída de Francia, después de Dunkerque, el otoño de 1942, aún mucho antes del Día-D. Quizás justo antes, o simultáneo con la batalla de Estalingrado, la primera derrota del Nazismo, y la primera esperanza realista de una victoria de los Aliados en el futuro, una luz en las tinieblas.

12. ¿Por qué “Aurora”?

Ahora, veamos el momento crucial en el trabajo profesional de Jung hacia 1928-29, en el que recibió el Secreto de la Flor Dorada. Jung comenzó a descubrir la alquimia y la filosofía hermética – al menos con un nuevo significado. Hemos seguido la evolución. Ya es hora de retroceder a ese momento particular, y concluir esta presentación.

En este momento Jung aparentemente toma la decisión de no continuar con una posible publicación del Liber Novus, el Libro Rojo. Como ya se mencionó: Jung cierra el Libro Rojo alrededor de 1930, pero al mismo tiempo, abre el  Artis Auriferae, la colección de textos extraños que habían estado esperando un par de años en su escritorio. Ahí descubre el prefacio de Conrad Waldkirch, discutiendo la posible existencia del Aurora consurgens. A partir de este momento, trata de rastrearlo y, como ya sabemos, cinco años más tarde, lo encuentra de manera indirecta. Encuentra un texto sobre la sabiduría personificada, hablando e incluso gritando desde las profundidades de la tierra. Sin embargo, el libro que Jung cierra, el Liber Novus, se caracteriza por experiencias centrales y conversaciones imaginarias que se iniciaron antes de la Primera Guerra Mundial. Jung comenzó a hacer una copia aceptable de este libro en 1915, en la cúspide de la locura de la guerra. Si regresamos al comienzo del Libro Rojo, podemos encontrar perspectivas que informan y que pueden ayudarnos a responder la pregunta de ¿por qué – y cómo se puede conectar el Aurora consurgens con el cierre del trabajo de Jung?

La ambición por diagnosticar la sociedad contemporánea fue evidentemente inspirada por el trascendental trabajo de Friedrich Nietzsche Así hablaba Zarathustra (1885). En medio del Iluminismo y en el apogeo del positivismo, Nietzsche proclamaba la existencia de una profunda perspectiva pasada por alto en el mundo, en la existencia humana: Die Welt ist tief, “El Mundo es Profundo”, como se dice en el baile de media noche en la traducción de R. J. Hollingdale: “Ahora me despierto al final del sueño: / El mundo es profundo, / Y más profundo de lo que el día puede comprender. / Profunda es su aflicción”. Esta última frase puede significar que el alcance de lo inconsciente se extiende mucho más allá de lo que la consciencia diurna puede comprender –  y abarcar, que lo inconsciente de acuerdo con su propia lógica conceptual, trasciende la consciencia, como lo señala Jung. Ya en las primeras publicaciones de Jung hay referencias claras y sólidas a la obra de Nietzsche. Desde noviembre de 1914, Jung lee Zarathustra muy cuidadosamente, y el siguiente año, comienza a hacer una copia aceptable del Liber Novus. Luego cita a Isaías y a Pablo en la Biblia Latina, el primer motivo principal en el libro, de hecho, el inicio del texto central en el primer capítulo, se puede decir que un “nosotros” – esto es el ser humano europeo en los años que conducen a 1914 – vive en un tiempo que está influido por dos voces o más: vivimos en la voz de nuestro tiempo y esa voz es la que oímos. Es la voz de los tiempos o la voz contemporánea dominante, la consciencia que sabe y disfruta oyéndose. Sin embargo, al mismo tiempo, hay un presentimiento de otra voz que trata de hacerse oír. La primera es die Stimme der Zeit[7], y la otra es die Stimme der Tiefe, la voz de la profundidad. La identificación de las dos voces diferentes y su mutua relación o su falta de relación, realmente su explícita falta de consenso, es como se mencionó, el motivo introductorio del extraño libro.

En este “nuevo libro” experimental, el Liber Novus, Jung intenta a manera de introducción, escuchar la voz de la profundidad, y dejarla hablar. Evidentemente, esto implica una cierta modalidad profética en el comienzo del libro, pero la intención no es convertirse en un nuevo profeta o en el portavoz de un dios. Como nos lo recuerda el editor moderno Sonu Shamdasani: “Nietzsche proclamó que Dios estaba muerto, mientras que el Liber Novus describe el renacimiento de la divinidad en el alma” (A Biography in Books, p. 77). Más adelante en el libro Jung asume una mirada más íntima hacia las profundidades, o se deja arrastrar a las profundidades – probablemente también inspirado por la Divina Comedia de Dante. En estas profundidades no hay extáticos “gritos primarios” de alucinaciones hasta ahora no vistas. Lo que él encuentra aquí es una evocación vital de personajes y protagonistas bíblicos y clásicos, quienes, por así decirlo, salen de las representaciones de hallazgos arqueológicos descritos en las páginas de libros eruditos. “En estas profundidades, no encontramos experiencias puras como tales, ni ‘gritos primarios’, sino figuras bíblicas y clásicas”, como lo anota Shamdasani (ibid., p. 100).  Ilustraciones de personajes con nombres propios, con nombres presuntos, o incluso desconocidos, adquieren vida, encuentran una voz, expresan pensamientos independientes y entran en diálogos experimentales e impredecibles. El inconsciente no es explorado como una abstracción filosófica o teológica, sino en una manera de hablar como una memoria viva y una experiencia de la historia olvidada o ignorada. Es un intento tanto consciente como voluntario de articular esas profundidades cuyas dimensiones hasta entonces sólo las había explorado Nietzsche. Y las últimas palabras de Nietzsche – tienen el título de Aurora– a propósito. A estas conexiones es que pertenece el verdadero autor de Aurora consurgens.

13. De vuelta a la Edad Media – dentro de nosotros

Es en esta perspectiva que debemos intentar entender algo de lo que Jung intentó captar experimentalmente en su libro medieval. Como él mismo afirma: “Tengo que ponerme al día con un pedazo de la Edad Media – dentro de mí mismo. Tan sólo hemos terminado la Edad Media – de otros” (The Red Book, p. 330; A Biography in Books, p. 130).

Aquí hay un “Yo – y un “nosotros”.  El Libro Rojo es, por cierto, también un trabajo literario, y Jung o el narrador en primera persona –– intenta conscientemente extraer y fijar algo que ha estado perdido en la Edad Media. Lo más probable es que su impulso estuviera basado en el supuesto de que la Edad Media se caracterizó por una filosofía y una psicología en las cuales el alma era percibida como una sustancia, algo real con existencia objetiva, al contrario de la voz de los tiempos que desarrollaron una “psicología sin alma”. La humanidad moderna sólo se ha removido de la Edad Media con el tiempo, y no se ha desarrollado acordemente. Por lo tanto, desde 1915 Jung escribe e ilumina el Liber Novus como un manuscrito medieval, un codex genuino. Imita las abreviaturas y en consideración al lector, da una visión general del sistema de abreviaturas previo al texto. Incluso, quita las mayúsculas a los nombres, como era la práctica de la Alemania medieval, antes de mediados del siglo XVI. En el esfuerzo por negociar un cierto “conocimiento” o ciencia del alma, de la historia de la cultura pasada y la psicología, algo hemos olvidado o eliminado. Esta es la tarea del experimento: escribir y experimentar los aspectos perdidos de la cultura. Al igual que los arqueólogos marinos contemporáneos en Roskilde – como algunos de ustedes podrán ir y ver mañana – reconstruyeron con sus propias manos barcos Vikingos al más mínimo detalle, porque la artesanía manual trae comprensión y experiencia sobre los métodos y enfoques del pasado, que ni el trabajo de escritorio ni la animación por computador, pueden replicar. De la misma manera, y por la misma razón, Jung quiere escribir un libro Medieval con sus propias manos, moldearlo físicamente para poder extraer y acercarse a la mentalidad del pasado, buscar y encontrar el conocimiento olvidado del alma, la voz ignorada de lo profundo, y permitir a la voz del inconsciente, de la naturaleza, hablar de nuevo en un liber novus. El “nuevo libro” es un “viejo” libro Medieval con un nuevo texto que recupera lo que se ha perdido y lo ubica en un contexto contemporáneo – esto es cierto para la ambición de Jung con el “Libro Rojo”, y esto es verdad para el autor de Aurora consurgens –  darle voz al pasado en el presente. Esto prácticamente conecta “El Libro Rojo” con la mente medieval, especialmente la del siglo XII más que la del escolástico siglo XIII, que es el siglo de Hildegard de Bingen, Bernardus Silvestris y Ioachim de Fiore, con su forma imaginativa de pensar.

14. Conclusión

Jung cerró el Liber Novus porque, como escribe en 1959, el descubrimiento de la alquimia actualizada, es el contenido encuentra su camino hacia el trabajo científico. La materialización ocurre por medio de las tradiciones alquímicas y herméticas en la historia europea, y por la significación que Jung les da. Sin embargo, también se convierte en realidad en el descubrimiento de un libro Medieval olvidado. Aparentemente Jung rechazó la idea de publicar El Libro Rojo o incluso de verlo como una obra de arte. En lugar de publicar el libro que terminaría con la Edad Media, privadamente como un artista, Jung tiene la oportunidad de publicar como científico un descubrimiento de la Edad Media que sintió como imperativo para ordenar y desarrollar en la cultura moderna. Fue a la vez una experiencia individual y colectiva. Jung deseaba expresar y amplificar su experiencia personal en el lenguaje científico de su tiempo – y ese impulso es el contexto de muchos de sus profundos y desafiantes textos sobre alquimia. Una ambición similar es la fuerza motora del autor de Aurora – quien quiera que sea. Desea expresar una profunda experiencia herética pero también un deseo de trasmitirla a sus contemporáneos en el lenguaje de su día y su edad. Este lenguaje está caracterizado por citas bíblicas y nuevas literaturas científicas que han sido traducidas recientemente del árabe y recibidas con entusiasmo por la mayoría.

Jung descubrió una luz en la oscuridad – la dejó brillar, y decidió publicarla en el momento más oscuro del siglo. Al hacerlo, Jung (y von Franz), no necesariamente prepararon diálogos culturales a lo ancho del globo, como la flor dorada que lo iniciaba todo, sino como una hora dorada para el diálogo que enfrentan todas las culturas como un desafío, una tarea: un diálogo entre el conocimiento del pasado y el conocimiento del presente. Estamos en constante peligro de perder el espíritu de las profundidades – una voz de la naturaleza, del inconsciente. En mi opinión, un gran desafío para la humanidad en el siglo XXI. Los estudios de Jung en alquimia, y la publicación de von Franz del Aurora consurgens, son, en ese sentido, una ayuda y una inspiración para todos nosotros, que no la hemos reconocido todavía.

Bibliografía:

C.G. Jung Speaking. Interviews and Encounters, ed. William McGurie and R.F.C. Hull, Thames & Hudson, London 1977

Werner Beierwaltes, Hans Urs von Balthasar, Alois M. Haas, Grundfragen der Mystik, Johannes Verlag, Einsiedeln, 1972; 2002, p. 77.

John Trinick, The Fire-Tried Stone (Signum atque signatum): An Enquiry into the Development of a Symbol, Wordens of Cornwall, London 1967,

Shamdasani, A Biography in Books, 2012.

H. Härtel og F. Ekowski, Handschriften der Niedersächsischen Landesbibliothek, Hannover, 2. Teil, Wiesbaden 1982.

Johannes Rhenanus, ed. Harmoniae inperscrutabilis chymico-philosophicae sive Philosophorum antiquorum consententium decades duae, Frankfurt 1625.

Notas de pié de página:


[1] Escuela de Sabiduría (N. del T.)

[2] “Acercamiento al inconsciente” (N. del T.)

[3] Una biografía en libros (N. del T.)

[4] El amanecer de la hora de Oro (N. de T.)

[5] Todas las cosas buenas vienen a mí (N. del T.)

[6] Biblioteca de Baja Sajonia (N. del T.)

[7] La voz del tiempo (N. del T.)

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