Interpretación psicológica desde la perspectiva analítica de la leyenda del Dorado

AMPARO CÉSPEDES Y LAURY LÓPEZ

Lucila Amparo Céspedes G. Psicóloga de la Universidad de San Buenaventura, Especialista en Psicología Clínica de la Universidad del Norte de Barranquilla UNINORTE y miembro titular de ADEPAC. Dedicada a la práctica psicoterapéutica privada. e-mail:lucamparoc@hotmail.com

Laury López Q. Psicóloga de la Universidad de San Buenaventura, Especialista en Psicología Social Aplicada de la Universidad Pontificia Bolivariana y miembro adherente de ADEPAC. Dedicada a la práctica psicoterapéutica privada y a la intervención psicosocial. e-mail: laurylopez@une.net.co

Este artículo corresponde a la ponencia presentada en el Tercer Encuentro de Mitos y Cuentos Colombianos, realizado en la ciudad de Medellín, Colombia, el 14 de junio de 2009.

“La interpretación psicológica es la forma moderna de contar historias, ya que seguimos necesitándolas al igual que antes y seguimos aspirando a la renovación que comporta la comprensión de las imágenes arquetípicas”

(Von Franz, 1993)

Quizás en algún momento todos nos hayamos preguntado sobre el sentido que tiene traducir una leyenda al leguaje psicológico, si consideramos que al hacerlo se construirá una versión paralela al relato que ha ido pasando por la historia a través de la tradición oral y que aún sigue vigente. Pero hoy quisimos hacerlo basados en una teorización de la Analista Junguiana Maria Louise Von Franz, quien justifica la traducción diciendo que cada que se construye una nueva versión, se encuentra sentido a algo o se hace más consciente algún aspecto que antes no podíamos asimilarlo porque no había sido simbolizado.

Es así como el escrito que se presenta a continuación, se constituye en una apuesta más de comprensión, que intenta traspasar el marco de los prejuicios inconscientes para llevar al lenguaje psicológico analítico una leyenda que hace parte de la construcción colectiva de nuestros pueblos. Estamos haciendo intentos de mostrar a un nivel consciente las estructuras culturales y de base de la psique humana, aspirando a la vez, a tener una imagen más clara de las estructuras psíquicas.

Ahora bien, quienes realizamos el ejercicio, tenemos en cuenta que quedarán asuntos por descubrir, que toda interpretación es relativa y que sin duda, cobrará sentido de acuerdo al nivel de conciencia que como humanidad hayamos alcanzado.

Es momento ahora de recordar que en el “Segundo Encuentro de Mitos y Leyendas” realizado en la ciudad de Medellín, en el mes de abril de 2008 con la presencia de algunos miembros de ADEPAC de la ciudades Medellín y Bogotá, se presentó el análisis psicológico de la Leyenda “La Princesa de Guatavita”, que dio a su vez origen a la leyenda que hoy nos ocupa: “El Dorado”.

Recordemos.

La Princesa Guatavita era la esposa del Cacique (Zipa) quien fue sorprendida en flagrante adulterio y condenada a un inmundo e infame suplicio. Y, para que no olvidase nunca el pecado cometido, el Cacique ordenó que cantasen el delito los indios en sus borracheras y coros no solo en el cercado y casa del Cacique, a la vista y oídos de la mujer, sino en los de todos sus vasallos… para escarmiento de las demás mujeres y castigo de la adúltera. Desesperada, la cacica se lanzó con su hija a la laguna de Guatavita donde pereció ahogada.

Angustiado y lleno de remordimientos, el Cacique se abandonó a los consejos de los sacerdotes para expiar la muerte de su esposa y de su hija. Los sacerdotes le hicieron creer que su mujer vivía en un palacio en el fondo de la laguna y que debía honrarla con ofrendas de oro.

La resolución de la leyenda, permitió comprender la restitución del principio femenino a partir de la divinización de la princesa de Guatavita por parte de su pueblo. La Laguna de Guatavita, fue el lugar donde se hizo dicha restitución y dónde se origina la leyenda de “El Dorado”

EL DORADO

Dijo cierto rey, que, sin vestido, en balsas iba por una piscina a hacer oblación según el vido, ungido todo bien de trementina y encima gran cantidad de oro molido, desde los bajos pies hasta la frente, como el rayo de sol resplandeciente… Y afirmando ser cosas fidedignas: los soldados alegres y contentos entonces El Dorado le pusieron por infinitas vías derramado…

JUAN DE CASTELLANOS.

En una bella laguna que aún existe, los indígenas celebraban una ceremonia singular, arraigada en su cultura desde los tiempos en que la princesa Guatavita se instaló como reina de las profundidades: el ritual de entronización del príncipe heredero, que empezaba en una cueva secreta y terminaba en la laguna sagrada.
Quien había de heredar el cacicazgo de su tío debía pasar seis meses de ayuno en una cueva especial, durante un periodo de seis años. No podía comer determinados alimentos, como ají, carne y sal, conocer mujeres ni ver la luz del Sol. Sus únicas salidas eran nocturnas, pues las rigurosas normas le permitían salir para ver la Luna y las estrellas, con la condición de que regresara al refugio antes del amanecer. Pasados los seis años, el heredero entraba en posesión del cacicazgo.

La primera ceremonia que el elegido debía realizar como cacique tenía lugar en la sagrada laguna de Guatavita. Para esta solemne ocasión se elaboraba una balsa de juncos, la cual era adornada ricamente y en cuya cubierta se ponían cuatro braseros con moque, trementina y deliciosos perfumes. El pueblo, ataviado con sus mejores galas y adornos de oro, copaba las orillas de la laguna. Cuando se encendían los braseros de la balsa, los asistentes a la ceremonia prendían hogueras.

El heredero era despojado de sus vestidos, cubierto con lodo pegajoso o trementina y oro en polvo, y conducido a la balsa. A sus pies se ponían esmeraldas y gran cantidad de objetos de oro, para que los presentara como ofrenda a la diosa de las aguas. También subían a la balsa cuatro caciques, igualmente desnudos, con suntuosos adornos de oro y sus respectivas ofrendas. Entonces, la balsa partía hacia el centro de la laguna, mientras en la orilla, los nativos cantaban y tocaban fotutos, flautas y otros instrumentos musicales, para acompañar la travesía. Pero cuando la balsa alcanzaba la mitad de la laguna todo era silencio.

“El indio dorado” como lo llamaron los cronistas, lanzaba a las aguas sus ofrendas de oro y esmeraldas, y lo mismo hacían sus acompañantes, en medio de gran solemnidad. Acto seguido, se zambullía en la laguna para darse un baño ritual, luego del cual regresaba a tierra, en medio de la algarabía y las aclamaciones de su pueblo, que a partir de ese momento lo reconocía como cacique. (Galindo Caballero, García López, & Valencia Cuellar, 2003)

CONTEXTUALIZACIÓN ACTUAL RESPECTO DE LA LAGUNA DE GUATAVITA

La Laguna de Guatavita está ubicada en el centro de Colombia, ha sido un lugar mítico porque se suponía tenía grandes reservas de oro. La riqueza de este lugar, motivó a los expedicionarios de la conquista a explorarlo.

En la actualidad es una reserva natural, asociada históricamente como asentamiento de la cultura Muisca que habitó en la sabana de Bogotá en la época de la conquista (1470). La laguna para los muiscas, fue un lugar sagrado que hacía las veces de santuario para venerar a los dioses. Es así como en la leyenda se habla de un ritual de entronización realizado en un lugar sagrado para el pueblo (la laguna) por el hecho de relacionarse con la divinidad que representaba para la Cultura Muisca la Princesa Guatavita.

INTERPRETACIÓN PSICOLÓGICA

La interpretación psicológica de la leyenda el Dorado, se realizará según la propuesta de la Analista Junguiana Maria Louise Von Franz.

Introducción

“En una bella laguna que aún existe, los indígenas celebraban una ceremonia singular, arraigada en su cultura desde los tiempos en que la princesa Guatavita se instaló como reina de las profundidades: el ritual de entronización del príncipe heredero, que empezaba una cueva secreta y terminaba en la laguna sagrada”. (Galindo Caballero, García López, & Valencia Cuellar, 2003).

La leyenda el Dorado, introduce un elemento que aporta para la psicología analítica la comprensión de uno de los tantos ritos de iniciación, en este caso el que implica asunción de una posición de mando. El ritual de entronización del cacique comienza en una cueva secreta y termina en la laguna sagrada, lo que quiere decir que el ritual no se hace en un solo momento, sino que es todo un proceso que requiere la preparación y el paso por diferentes pruebas, que como veremos en el análisis, son pruebas de orden lunar, pertenecientes al principio femenino. El tránsito termina en la laguna sagrada, denominada así, por ser el lugar donde se divinizó la princesa de Guatavita.

Dramatis personae

El Indio Dorado, es el personaje central de la historia, quien vivencia un proceso de iniciación que le permite convertirse en Cacique (1) y en el cual lo acompaña el pueblo, siendo de esta manera, testigo de la legitimación del poder y haciéndole el reconocimiento como la nueva figura de mando en el ritual de entronización.
Los cuatro caciques, atestiguan el reconocimiento de las funciones de poder; son anónimos y representan aspectos colectivos relacionados con las figuras de autoridad construidas por el pueblo. Acompañan al heredero durante todo el ritual, vistiéndolo y luego movilizando la balsa hacia el centro de la laguna donde se consagra como cacique.

Finalmente, existe un personaje que no se menciona literalmente en la leyenda pero que le da sentido al cuerpo de la misma; es la Princesa Guatavita, divinidad que como se interpretó en el análisis de la leyenda, representa para el pueblo Muisca la restitución del principio femenino. Ella habita en las profundidades de la laguna, donde el heredero realiza su ritual de entronización.

El escenario para ser Cacique dentro de la cultura Muisca

“Quien había de heredar el cacicazgo de su tío debía pasar seis meses de ayuno en una cueva especial, durante un periodo de seis años. No podía comer determinados alimentos, como ají, carne y sal, conocer mujeres ni ver la luz del Sol. Sus únicas salidas eran nocturnas, pues las rigurosas normas le permitían salir para ver la Luna y las estrellas, con la condición de que regresara al refugio antes del amanecer. Pasados los seis años, el heredero entraba en posesión del cacicazgo”. (Galindo Caballero, García López, & Valencia Cuellar, 2003)

Las familias Muiscas de este cacicazgo en particular, se consideraban descendientes de la Luna y constituían los cacicazgos como formas de gobierno sustentado en clanes familiares. El Zipa era el título de nobleza dado a los gobernantes cuyo trono era heredado siguiendo la línea materna; es decir, se designaba como sucesor a un sobrino quien era el hijo de la hermana mayor o de menor edad del gobernante (Biblioteca Virtual, 1990).

A diferencia de otras culturas, para conseguir el poder, el heredero tendría que cumplir el requisito de pasar un periodo de seis años en una cueva cumpliendo ciertas condiciones que eran de importancia para la cultura Muisca; a continuación tratemos de explicar el sentido que tiene cada elemento que constituye la preparación para ser cacique.

La preparación del heredero tiene un período de seis años con un ayuno de seis meses, tiempo en el que cumple con las pruebas establecidas por la tribu; El número 6, simbólicamente hablando puede representar la cercanía a lo heroico, o hacer parte de un proceso heroico (Sharman Burke & Greene, 1998). También el seis representa la fuerza divina, la constitución de un nuevo proceso, la condición de adquisición del poder, en este caso sobre el pueblo. Es un número espiritual por que permite desarrollar la meditación y la capacidad de conexión con los elementos naturales de la creación. El seis es un número representativo para una figura de mando como el cacique por que personifica la responsabilidad social, el servicio, el concejo, la creatividad y los poderes curativos.

Ahora bien, esos seis años debía pasarlos en una cueva, arquetipo de la matriz materna que figura en numerosos mitos de origen e iniciación de numerosos pueblos. (Chevalier & Gheerbrant, 1999) En dichos mitos, el rito comienza por el paso del impetrante de una cueva o una fosa como materialización del Regressus ad uterum (Eliade, 2000). La cueva se designa como lugar subterráneo con el techo abovedado, más o menos hundido en la tierra o en la montaña y más o menos oscuro. Este periodo que pasa el cacique en la oscuridad de la cueva podría simbolizar un paso por la muerte y por el inconsciente, teniendo de presente el contacto con la tierra madre siendo uno de los momentos que tendrá que pasar pasa ser iniciado.

El tiempo en el que el heredero está en la cueva, podría significar un espacio para el discernimiento, el cual va acompañado del ayuno, entendido como un acto de renuncia a ciertas condiciones físicas y orgánicas que buscan la trascendencia del yo. El hecho de que no pudiera comer determinados alimentos y que pasara seis meses de ayuno, tiene sentido si se tiene en cuenta que los alimentos prohibidos, ají, carne y sal, son elementos de orden masculino, culturalmente podríamos verlo más claro si tomamos en cuenta que la carne ha sido asociada con la fuerza, la virilidad y la agresión, siendo esta la adquisición preciada de un proceso que sigue a la caza, actividad particularmente masculina. Además se constituye como elemento de ayuno en diversas culturas cuando se espera una limpieza espiritual y en otros casos, al ser elemento privilegiado, se asocia con la renuncia a elementos del mundo material. El ají y la sal en su cultura eran usados como condimentos, por lo cual modificaban el sabor natural de las comidas y si se esperaba que el futuro cacique tuviese contacto con lo más natural y primitivo en su etapa de preparación para el ritual de entronización, tendrían que ser omitidos durante el periodo de ayuno.

La abstinencia de dichos alimentos pone de manifiesto la renuncia como una manera de trascender el mundo material a través de la diferenciación del colectivo. El ayuno se puede relacionar por ejemplo, con el significado que tiene para la cultura judeo cristiana el tiempo de cuaresma, donde las personas creyentes renuncian a una manera de ser en el mundo a partir de dejar de lado simbólicamente cierto alimento, la carne, para purificarse y trascender. Es un tiempo además de preparación para vivir la muerte simbólica y la resurrección. En la leyenda, podríamos pensar que el paso por la cueva es el contacto con una muerte para lograr la purificación y el nuevo nacimiento con el rol social de Cacique; el renacimiento de un nuevo aspecto de lo masculino que requiere de fuerza, entrega y disciplina como esfera de mayor conciencia que posibilita la iniciación.

El hecho de que el futuro cacique no pudiera ver la luz del sol, tiene sentido si tomamos en cuenta que esto lo pondría en contacto con el principio masculino. Sus únicas salidas tenían que ser nocturnas, lo que lo hacía contactar con el principio femenino. Es así como la noche y la cueva, se convierten en elementos que simbolizan un estado del alma humana inconsciente; lo que se remite o equipara al útero femenino donde se da la germinación y la gestación.

Se hace entonces necesario este proceso de regreso al útero si se tiene en cuenta que el heredero tendría que vivir como parte del rito de paso, el proceso que ha vivido el colectivo de restitución de lo femenino a través de la Princesa de Guatavita. Sin la restitución de dicho principio, el hombre no podría asumir su rol de mando.

Peripateia

La primera ceremonia que el elegido debía realizar como cacique tenía lugar en la sagrada laguna de Guatavita. Para esta solemne ocasión se elaboraba una balsa de juncos, la cual era adornada ricamente y en cuya cubierta se ponían cuatro braseros con moque, trementina y deliciosos perfumes. El pueblo, ataviado con sus mejores galas y adornos de oro, copaba las orillas de la laguna. Cuando se encendían los braseros de la balsa, los asistentes a la ceremonia prendían hogueras. (Galindo Caballero, García López, & Valencia Cuellar, 2003).

El heredero era despojado de sus vestidos, cubierto con lodo pegajoso o trementina y oro en polvo, y conducido a la balsa. A sus pies se ponían esmeraldas y gran cantidad de objetos de oro, para que los presentara como ofrenda a la diosa de las aguas. También subían a la balsa cuatro caciques, igualmente desnudos, con suntuosos adornos de oro y sus respectivas ofrendas. Entonces, la balsa partía hacia el centro de la laguna, mientras en la orilla, los nativos cantaban y tocaban fotutos, flautas y otros instrumentos musicales, para acompañar la travesía. Pero cuando la balsa alcanzaba la mitad de la laguna todo era silencio. (Galindo Caballero, García López, & Valencia Cuellar, 2003)

El ritual, de entronización (2), donde se proclama de forma solemne el acceso del heredero al cacicazgo, que se lleva a cabo en la laguna, tiene una función de carácter de reconocimiento y exaltación al Cacique, quien al haber tenido contacto previo con el principio femenino, lo avala para asumir el poder solar de orden masculino. En este ritual, la comunidad lo legitima y le otorga una condición de figura de Poder que le da el rol social de Cacique y de esta manera, regir el destino de su pueblo.

La simbología del oro es significativa para los Muiscas y esto queda claro en la leyenda porque es un elemento que acompaña todo el ritual de entronización, entendido como transformación de heredero a cacique. El oro es un material alquímico proveniente de la tierra, considerado como el metal más precioso y más perfecto, con un brillo solar, que es usado en diferentes culturas por todas las personas que ocupan un trono de sabiduría y de poder.

Lysis o resolución

“El indio dorado” como lo llamaron los cronistas, lanzaba a las aguas sus ofrendas de oro y esmeraldas, y lo mismo hacían sus acompañantes, en medio de gran solemnidad. Acto seguido, se zambullía en la laguna para darse un baño ritual, luego del cual regresaba a tierra, en medio de la algarabía y las aclamaciones de su pueblo, que a partir de ese momento lo reconocía como cacique”. (Galindo Caballero, García López, & Valencia Cuellar, 2003)

La resolución de la leyenda se da en un momento apoteósico que se hace a la luz del sol en presencia de su pueblo y otros cuatro caciques que lo van a acompañar en la balsa, lo adornan y hacen un ritual de investidura, todo esto sucede tras haber superado los seis meses y los seis días, se reconoce que el heredero logra cumplir las tareas que se le han asignado y eso le legitima el reconocimiento por parte del pueblo como el cacique. Psicológicamente hablando, podríamos decir que tras el tránsito por los elementos femeninos luna, cueva, oscuridad, sale a la luz del sol, elemento masculino en una ceremonia que invita a la integración de estos dos elementos de la psique humana.

INTERPRETACIÓN PSICOLÓGICA

Tras el análisis de los elementos psicológicos que nos muestra la leyenda podemos inferir que se trata básicamente de un rito de iniciación, entendido como un cambio básico en la condición existencial de el Heredero para convertirse en Zipa, celebrado de forma ritual y comunitaria, donde se da acceso al poder de un hombre a través de la restitución del principio femenino que se ha dado previamente a nivel colectivo. Recordemos que para esta cultura es relevante el hecho de la tragedia de Guatavita, que se sacrificó en un contexto del inicio del patriarcado (período Pre-Colombino, entre 1400 y 1500), en donde primaba el poder masculino sobre el femenino y donde las mujeres estaban subyugadas a los hombres en general, especialmente aquí, al doble poder que ostenta el Gran Cacique, primero como hombre y segundo como cacique. En el análisis psicológico de Guatavita pudimos ver que con ella se reintrodujo el principio femenino que se encontraba negado y que ahora quien va a ser cacique transita por experiencias simbólicamente de orden femenino. Generalmente los ritos de iniciación se han descrito como muertes simbólicas para renacer con una nueva identidad, en este caso como cacique. (Eliade, 2000)

En varias sociedades se llevan a cabo diversos ritos de iniciación, los más frecuentes se basan en el bautismo, en el paso de adolescencia a la adultez, otras se llevan a cabo habitualmente para ingresar a sectas, grupos ocultistas, sociedades secretas o religiones; pero el que hoy nos ocupa tiene que ver con la admisión de una figura de poder para la sociedad; sin embargo independiente al sentido de la leyenda, el iniciado siempre tendrá que pasar por una serie de pruebas que anteceden el rito de iniciación. El rito de la leyenda es para tomar el poder hacerse dueño de un lugar, representación de un aspecto de la comunidad, por eso participa el pueblo y es un acontecimiento colectivo.

El momento central de toda iniciación está representado en la ceremonia que simboliza la muerte y el retorno a la compañía de los vivos, regresando como un hombre nuevo, asumiendo otro modo de ser. (Eliade, 2000).

La muerte iniciática en esta leyenda, simbolizada por la matriz (el paso por la cueva) la oscuridad, la noche son imágenes que expresan la regresión a un estado preformal, significa una diferenciación del inconsciente colectivo por que se le da lugar a un sujeto que será diferenciado de su comunidad. Para ello hay un regreso al comienzo, al momento de germinación, a la cueva donde entra en contacto con el útero femenino, como una regresión simbólica para poder ser iniciado.

Todo el ritual se desarrolla en la laguna, lugar de gran significado para el pueblo, porque es allí, en lo profundo donde se encuentra la princesa Guatavita. El ingreso al mundo de las aguas requiere una preparación espiritual que el príncipe ya ha cumplido durante seis años y seis meses en la cueva, podría decirse entonces que el entra en contacto con ella al zambullirse.

El baño en los ritos de iniciación tiene un sentido de purificación y regeneración. Según Pitágoras, todo rito de iniciación comienza con una Oblusión, porque según él la purificación del cuerpo alcanza el alma. (Chevalier & Gheerbrant, 1999)

Pero no solo el cacique se zambulle, también arrojan a la laguna objetos de gran valor para la comunidad, objetos de oro, lo que para ellos son ofrendas a la princesa y lo que indica de acuerdo a la interpretación de Guatavita, hay un reconocimiento de esa cultura del principio femenino.

Se da acceso al poder de un hombre a través de la restitución de lo femenino; para ello, el masculino debe hacer este tránsito de prueba por unos elementos femeninos. Es la representación de un aspecto de la comunidad, como el real, el gran mandatario.

El rito de iniciación llamado por Joseph Campbell, la Aventura del Héroe, comprende tres momentos, cada uno de los cuales contienen diferentes etapas. Algunas de estas aplican en el rito de iniciación analizado en la leyenda, las cuales relacionaremos a continuación.

1. LA PARTIDA

La llamada de la aventura

La llamada entendida como el despertar del yo se da en el Cacique por vía del destino al ser el heredero por línea materna, se podría decir que la psique está lista para su transformación porque ya “los viejos conceptos, ideales y patrones le dejan der útiles a este sujeto y ha llegado el momento de pasar el umbral” (Campbell, 1997), de asumir el mando de su pueblo.

La ayuda sobrenatural

La ayuda sobrenatural en este caso en particular no se da como en otros mitos, cuentos y leyendas donde aparecen personificadas en fantasmas, en protectores, oráculos, ancianas que dan pistas, acompañan y en algunos casos dirigen. El caso del Dorado no personifica, pero podemos inferir que la convivencia con la vida de la naturaleza le proporciona la guía para su proceso y las normas que existen pues él tiene que cumplir con unas condiciones establecidas por su tribu.

El vientre de la ballena:

El heredero acude a una cueva al lado de su pueblo. Simbolismo iniciático de regreso al útero materno; hallamos de esta misma forma un gran número de mitos y ritos iniciáticos. La entrada en el útero de la gran madre (madre tierra, es homologable a la entrada en el cuerpo de un monstruo marino o de una ballena o de una bestia salvaje, en algunos está implicado un cierto elemento de peligro y en otras, el regreso implica riesgos de ser despedazado por las mandíbulas del monstruo. En la leyenda del Dorado no existe el riego evidente de morir, acá por el contrario hay un tránsito por elementos pertenecientes al principio femenino que se hace en soledad.

El elemento característico de las iniciaciones en América es el retiro en soledad, lo que lleva implícita una ruptura con la comunidad de los vivos, como una experiencia religiosa para la inmersión en la vida del cosmos. Generalmente se dan ayunos lo que implica la purificación del alma.

Según Joseph Campbell, “la idea de que el paso por el umbral mágico es un tránsito a una esfera de renacimiento queda simbolizada en la imagen mundial del vientre, el vientre de la ballena” que en este caso es la cueva. (Campbell, 1997).

2. LA INICIACIÓN

El camino de las pruebas

Las pruebas establecidas por la comunidad permitían al heredero desarrollar la fuerza y enfrentarse simbólicamente con situaciones que tenía que afrontar para asumir su rol de cacique. Las pruebas en la leyenda estaban contenidas en un periodo de tiempo de seis meses y seis días en las cuales no podía ver mujeres., comer carne ni ají y mucho menos ver la luz del sol.

El encuentro con la diosa

Las presencias femeninas juegan un papel muy importante en las aventuras heroicas y se hacen protagonistas en las iniciaciones de lo masculino. El heredero al sumergirse al agua va al encuentro con la Diosa Guatavita, lo que se representa como un matrimonio místico y lo que permite la integración del masculino y el femenino. El descenso al encuentro con lo femenino se hace justo en el centro de la laguna, como símbolo de unificación de los contrarios. En este momento de encuentro hay una reafirmación y confirmación de que el pueblo hace una restitución porque a Guatavita, se le adora como una diosa, y en lo personal el cacique cumple su prueba final para ganar su rol de mando.

La reconciliación con el padre

Esta etapa, sugerida por Joseph Campbell, no es muy explícita en la leyenda, si tenemos en cuenta que el indio dorado hereda por el tío materno y no se nombra el padre en ningún momento, sin embargo podríamos pensar en los cuatro caciques que lo visten y lo acompañan en la balsa, es significativo que sean figuras de de autoridad lo que nos remite al rol paterno. Este aspecto no explícito en la leyenda puede mostrarnos también un elemento atípico dentro de lo que se considera un proceso de iniciación en la aventura del Héroe.

Apoteosis

Es el momento más poderoso del ritual de entronización, pues luego del baño ritual, y el contacto con el femenino, el cacique regresa a la tierra en medio de la algarabía y aclamaciones de su pueblo, que a partir de ese momento lo reconocía como cacique. En términos psicológicos podemos decir que se da fin al rito de paso y que ya la condición humana ha cambiado para enfrentar otra situación y ejercer otro rol que es avalado por la comunidad.

Después del momento de la apoteosis, el cacique o la persona deben reintegrarse a la sociedad, a esto Campbell, lo llamó el “regreso” que está descrito como un regreso de esa zona alejada. Sin embargo dice Campbell “esta es la gran clave para la comprensión del mito y del símbolo, los dos reinados son en realidad uno. El reino de los dioses es una dimensión olvidada del mundo que conocemos. Y la exploración de esa dimensión, ya sea en forma voluntaria encierra todo el sentido del héroe” (Campbell, 1997)

El regreso entonces es indispensable para la circulación continua de la energía espiritual dentro del mundo, y que desde el punto de vista de la comunidad, es la justificación del largo retiro del iniciado. Es un momento que se ha considerado difícil porque es devolverle a la sociedad un proceso que se ha hecho en el orden personal. Como diría Jung, es una obligación moral.

Muchas gracias.

CITAS DE PIE DE PÁGINA

(1) El término cacique, palabra de etimología taína (parcialidad de la etnia arawak) significa: «El Señor responsable o autoridad de los hombres». Su desglosado en ideogramas monosilabicos la describe así: Ka-Chi-Ka con el uso repetido del monosílabo «Ka» de gran impotencia para las lenguas Taino-Caribes que significa indistintamente: Hombre como, Género humano o Señor como, Dignidad, su uso prehispánico no distinguía género y se aplicaba a los dos sexos. Chi – Ka (zipa que quiere decir en su lengua la suprema cabeza)

(2) Entronizar es colocar en el trono, proclamar de forma solemne al acceso de un príncipe heredero a la realeza (Espasa, 2002).

REFERENCIAS

Biblioteca Virtual. (s.f.). Recuperado el 26 de mayo de 2009, de Vol 26: www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/bolmuseo

Campbell, J. (1997). El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito. Mexico: Fondo de cultura económica.

Chevalier, J., & Gheerbrant, A. (1999). Diccionario de Simbolos. Barcelona: Herder.

Eliade, M. (2000). Nacimiento y renacimiento el significado de la iniciación en la cultura humana. Kairós.

Galindo Caballero, M., García López, C., & Valencia Cuellar, J. (2003). Mitos y Leyendas de Colombia tradición oral indígena y campesina. Bogotá: Intermedio.
Quijano, M. P. (8 de junio de 2009). Asesoría. Medellin.

Sharman Burke, J., & Greene, L. (1998). El Tarot Mítico. Madrid: Edaf.

Von Franz, M. L. (1993). Erase una vez… una interpretación psicológica. Barcelona: Luciérnaga.

 

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