El Proceso Analítico como un juego de perspectivas cambiantes en el Analista – Bovensiepen – Copenhague

GUSTAV BOVENSIEPEN

 Gustav

Gustav Bovensiepen, MD, Colonia, Alemania. Analista junguiano de adultos, niños y adolescentes, se formó en el Instituto Jung de Berlín. Co-editor de Analytische Psychologie. Autor de numerosos trabajos clínicos y premio ganador de dos premios analíticos y miembro activo en la formación de analistas de adultos y de niños. En los últimos años, su interés clínico principal se centra en los problemas de simbolización y en diferentes estados mentales del analista durante la situación analítica. La siguiente es la conferencia plenaria que presentó el autor el 19 de agosto de 2013 en el XIX Congreso Internacional de Psicología Junguiana que se llevó a cabo del 18 al 23 de agosto de 2013, en la ciudad de Copenhague, Dinamarca. Corresponde a la traducción oficial de la IAAP al español, realizada por los miembros de ADEPAC Juan Carlos Alonso y Ana Rico de Alonso, y su publicación fue autorizada por el autor.

 

Presentación de la charla

Me complace presentar a nuestro conferencista de hoy: Gustav Bovensiepen. Gustav es médico y psicoanalista Junguiano de adultos, niños y adolescentes. Vive y trabaja en Colonia, Alemania. Es supervisor y profesor en el Asociación Alemana de Psicología Analítica (DGAP). En el Instituto C.G.Jung de Berlín, y en el Instituto de Psicoanálisis y Psicoterapia en Renania EV.

Hace muchos años, cuando los adolescentes eran vistos como un grupo muy necesitado de terapia, Gustav, en ese momento médico jefe, junto con algunos colegas, creó una unidad para terapia con adolescentes. Es conocido, junto con otros, en especial con la muy conocida Mara Sidoli (RIP), por haber desarrollado conceptos importantes para terapia con jóvenes trastornados muy temprano.

Fue delegado al Comité Ejecutivo de la IAAP durante mi período como Vice-Presidente y Presidente de la IAAP. En este tiempo, condujo una encuesta entre los Institutos y Sociedades, comparando estándares de formación y tratando de encontrar lo que los Junguianos tienen en común. Un aspecto interesante incluso hoy en día.

Gustav fue por mucho tiempo el Jefe de Redacción de la revista alemana “Psicología Analítica”. Durante su gestión editorial se publicaron importantes trabajos clínicos. Es autor de diversos artículos relacionados con aspectos técnicos en psicoterapia y con ideas sobre el proceso analítico.

Una última pero no menos importante: Gustav es un bailarín de tango – y esta pasión parece influir incluso en este trabajo.

Gustav abordará el tema de: El Proceso Analítico como un Juego de Perspectivas Cambiantes en el Analista.

En la actualidad, hay un número suficiente de estudios que confirman que cada tipo de psicoterapia es efectiva; que es de ayuda para los seres humanos con problemas psicológicos; que la psicoterapia funciona. Sobre lo que sabemos mucho menos es acerca de la pregunta: ¿por qué funciona? En su ponencia, Gustav nos va a dar ideas sobre este tema. Comienza diciendo: La matriz intersubjetiva de la “pareja analítica” es un complejo espacio psíquico. Jugando con la metáfora del espacio, se pregunta sobre la accesibilidad de este espacio, la posibilidad de diferentes perspectivas y campos visuales: estos movimientos de percepción ofrecen acceso al inconsciente de la díada analítica y permiten nuevas experiencias, insights, y emociones: Es posible expresar lo “impensable”.

El contenido de una charla algunas veces requiere una forma específica de recepción. Éste parece ser el caso de esta charla. Para escucharla, recomiendo adaptar la actitud consciente (Bewusstseinshaltung) en la que Gustav experimenta la perspectiva en el espacio durante la sesión analítica: en sus palabras, se requiere una actitud lunar de la consciencia, Bewusstseinshaltung, una actitud de ensoñación, y una intuición que se vincula con la activación de las ideas.

¿Qué quiere decir esto?: No traten de entender demasiado – sigan a Gustav en sus movimientos de cambios de perspectivas, en su juego serio, en sus espacios – si el método que propone funciona, al final habrán tenido una nueva experiencia.

Verena Kast (SGAP, AGAP)

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Conferencia

1. Introducción

1.1  Cambio de mirada en diferentes “culturas”

Al intentar reflexionar hoy sobre el proceso analítico como un juego de perspectivas cambiantes, me enfocaré principalmente en la simultaneidad de formas y maneras muy diferentes de los procedimientos psíquicos que se manifiestan en la situación analítica actual. Considero que ésta es una simultaneidad altamente compleja que constituye la matriz que forma la pareja analítica. Esto significa que para una técnica moderna de tratamiento analítico en un mundo en el que la permeabilidad de diferentes “culturas” (en un sentido amplio) está cambiando a alta velocidad, nosotros como analistas tenemos que ser especialmente flexibles en la selección de nuestras perspectivas en la situación analítica. Un cambio flexible, un viraje o bien una inversión en la perspectiva del observador, un cambio de mirada sobre las varias “culturas” internas y externas que se encuentran en la pareja analítica, lo considero crucial. El término “cambio de mirada” se utiliza aquí por analogía con un método de la historia moderna del arte, esto es, la historia y la teoría de la mirada (Belting, 2008) que condujo a sorprendentes reflexiones cuando se aplicó al arte de diferentes culturas.

1.2  La consciencia del juego como una perspectiva

El “juego” de perspectivas lo entiendo como una especie de “consciencia de jugar”, la cual como actitud analítica es parte esencial de mi postura simbólica y de gran importancia en mi trabajo como analista. Desde el “Homo Ludens” de Johan Huizinga  (1956), sabemos que jugar puede ser un proceso creativo que estimula la auto organización de la cultura. Creo que la consciencia de juego en la pareja analítica facilita la emergencia del significado psíquico. Con el término no analítico de perspectiva, quiero hacer énfasis en el carácter de espacio y ámbito de la matriz de la pareja analítica. El “objeto analítico” o lo que sucede en el análisis puede ser observado y explorado desde muy diferentes perspectivas. La perspectiva de transferencia/contratransferencia es muy importante pero no es la única. “Perspicere”, mirar a través de la abundancia del “material” que emerge en la sesión hacia un horizonte imaginario, puede permitirnos acceso al inconsciente de la pareja analítica. En tal caso, las cosas pueden hacerse tan visibles que las podemos explorar y  pensar.

1.3  El surgimiento de la función transcendente en «momentos fuertes del ser».

Encuentro la esencia de mi trabajo analítico primordialmente en aquellos momentos en los que lo indecible de repente se vuelve pronunciable, audible, visible, tangible o perceptible para nuestros sentidos, esto es cuando lo no-pensable (cf. Alvarez, 1998) o lo aún inaccesible o impensable, se torna accesible. En palabras de Ogden (2004), es una necesidad que ocurre en la situación analítica como un “momento de deseo vívido, de impulso o necesidad de expresar lo que todavía no se puede articular” (p. 15). O, como podría decirse de algunas situaciones analíticas: cuando algo muerto vuelve a la vida. En su autobiográfico “bosquejo del pasado”, Virginia Woolf (2002) habla de los “momentos fuertes del ser”. Éstos son “momentos esporádicos de experiencia repentina de percepción y presencia” (K. Reichert, 2012, p. XV) que están incluso incrustados en muchos más momentos de “no-ser en una especie de lana de algodón” (Woolf 2002, p. 83/84), como describía ella la lucha diaria, la rutina, sus obligaciones sociales y su trabajo.

Cuando la pareja analítica logra expresar lo no-pensable al experimentar “fuertes momentos del ser”, en mi opinión se ajusta con la experiencia inmediata de la función trascendente; la función trascendente está ocurriendo realmente en tales momentos.

En términos de la imaginería alquímica para el proceso analítico, voy a operar con una especie de consciencia lunar en mis reflexiones (cf. Jung, CW 14/I, §§ 149 ff.) – una actitud que intenta conectar la ensoñación y la intuición con el volver a darle vida a las  ideas.

2. Sitios del ser en el sueño – área de retraimiento o transición

2.1 El sueño del analista en presencia de Peter: «¿está usted durmiendo?»

Primero que todo quiero describirles una pequeña anécdota del trabajo con un niño de ocho años, a quien llamaré Peter. Es una escena de una fase bastante avanzada del tratamiento.

Peter era un muchacho inteligente que creció en un ambiente de carencia emocional, y llegó a mí debido a grandes problemas de contacto. En una sesión observé a Peter empujando cuidadosamente unas figuritas humanas que había hecho con plastilina, dentro de una casa construida con bloques de madera. Estaba embelesado con su juego, tratando paciente y cuidadosamente de acomodar las figuritas dentro de la casa. Yo me encontraba en una condición algo fatigada y relajada, sintiendo un vacío cómodo, sin pensamientos, mientras lo miraba. Peter murmuraba débilmente para sí mismo. Yo no entendía lo que estaba diciendo con una voz que se suavizaba cada vez más, cuando comencé a cabecear. Luego me oí decir en un sueño, “¡Este es mi cuarto, se supone que usted me debe preguntar cuando quiere pasar por aquí!”. Yo estaba  en mi cuarto, en la casa donde crecí. Estaba muy molesto con una de mis hermanas que en efecto tenía que pasar por mi cuarto para llegar al de ella. Esto había causado en ocasiones fuertes peleas sobre “el camino correcto”. Luego oí una voz curiosa y amigable que me preguntaba en el sueño, “¿Está usted durmiendo?”. Quedé muy despierto nuevamente; Peter levantó la mirada de su juego y repitió su pregunta con amabilidad y placidez, “¿Está usted durmiendo?”. Me sentí de alguna manera avergonzado y apaciblemente dije, “Si, creo que me dormí un poco y estaba pensando en mí.” Peter respondió con sequedad, “Está bien… usted sólo piense para usted y yo sigo aquí”.

2.2 La accesibilidad del espacio psíquico

¿Qué pudo haber pasado? Peter era hijo único y con frecuencia lo molestaban y excluían los otros niños como un “profesor” sabelotodo. Se refugió en su casa y no tenía amigos. Es fácil suponer que revivió una escena familiar en esta escena, esto es, el retiro miedoso de otros niños a su hogar seguro, pero a costa de su aislamiento, así que no tenía problema en permitirse a sí mismo y a también a mí, un cuarto de retiro separado. Sin embargo, la condición relajada y paciente que mostró en el juego, no encajaba. Su miedo a otros niños, su agresividad y sus propios afectos agresivos, faltaban en la escena, distintos a la escena en mi sueño: yo estaba enfadado en el sueño y luchando por mi derecho soberano al tránsito. Me defendía de la intrusión de mi hermana pero no podía prevenirla puesto que yo vivía en al cuarto de tránsito. Esta escena contenía una experiencia que conocía muy bien: por tener muchos hermanos y hermanas, yo tenía que pelear por mi propio espacio. Pero ése no era el problema de Peter. Desde la perspectiva de transferencia / contratransferencia, se puede asumir que Peter tenía escindidos sus afectos guardados de miedo e ira, y me los pasó y desencadenó la escena de mi infancia. No obstante, esta forma de verlo no me convence clínicamente, así que cambié de perspectiva: Quizás la representación interna de mi situación de infancia fue disparada únicamente por la dirección del movimiento de las figuritas dentro de la casa. Peter, por contraste, presumiblemente representó su deseo de accesibilidad a la madre/terapeuta interna. Peter era un niño que escasamente había experimentado encontrar un sitio dentro de la psique de su madre; ella estaba psicológicamente fuera de su alcance. El terapeuta no estaba fuera de su alcance, sino en una condición de “desconsiderado vacío” y receptivo. Para Peter, la escena de juego no tenía el aspecto violento que a veces tienen las peleas de tránsito. Su casa, hecha de bloques de construcción, cumplió la función del tercero para la pareja analítica. Jugar en mi presencia lo hizo descubrir un espacio psíquico en el que él y yo podíamos fantasear. Durante la sesión comenzó a pensar en cómo podría invitar a sus compañeros de curso a su hogar – aunque esta idea y cómo podrían quedarse en su cuarto, le produjo mucho miedo. Comenzó entonces a enfrentarse con los pensamientos y fantasías que anteriormente le eran impensables.

Cuando comencé a hablar de los pensamientos no-pensables aún, quería expresar que pueden tratarse de cosas del futuro. Entiendo la tendencia de Jung de la prospectiva-final del inconsciente como el área en que estos pensamientos o fantasías aún-no-pensables, son almacenados, y nosotros como terapeutas podemos aspirar a actuar como obstetras que los traen a la vida y los hacen accesibles.

En este párrafo, la accesibilidad del espacio psíquico me ha conectado con lo que posibilita muchas perspectivas – según dónde “vivan” el ego y las partes del self, adentro o afuera, encerradas o sin llave, incluidas o excluidas, si el cuarto es un refugio o una prisión, una habitación llena de vida y tesoros o una habitación hostil a la vida, un claustro, etc.  La lucha por la accesibilidad del espacio interior domina a menudo, por largo tiempo, el proceso analítico.

3. Espacio psíquico sin horizonte: la desaparición del espacio por la abundancia de pensamientos.

3.1 La espacialización de los pensamientos: Bion

En su “Poética del Espacio”, el filósofo francés GastonBachelard (1987, p. 211), habla de la “espacialización de los pensamientos “– la cual, también, es una forma de visualización de lo impensable. ¿No nos enfrentamos permanentemente en los sueños, en nuestro consultorio, y en nuestros espacios de pensamiento, con fantasías y pensamientos errantes y perdidos? Como terapeutas tratamos de ser receptivos a esos “pensamientos”, pero no siempre lo logramos.

En los seminarios italianos, Bion recomendaba a los participantes, de manera juguetona y sencilla, una actitud receptiva hacia sus pacientes del día siguiente:

“Sugiero esta posición en la que ustedes son vulnerables a cualquier cosa que les digan los sentidos: en la medida en que van mirando, comienzan a reducir la mirada y luego se preguntan por qué están actuando de esa manera. Ya he hablado de esto antes, como una situación en la cual toda clase de pensamientos están volando alrededor— el paciente se libera de todos sus pensamientos, los que entonces, en mi imaginación pictórica, están revoloteando. Si puede estar muy abierto, entonces creo que hay una posibilidad de capturar algunos de esos pensamientos salvajes. Y si los deja alojarse en su mente no importa qué tan ridículos, tan estúpidos, tan fantásticos, entonces ahí puede haber una oportunidad de darles una mirada. El asunto es atreverse a tener tales pensamientos—sin importarle si los debe tener o no—y conservándolos el tiempo suficiente para poder formular lo que son.” (Bion 2005, The Italian Seminars, Roma, 13 de julio, 1977)

3.2 La actitud de la atención disminuida

En el consultorio, con frecuencia nos rodea una multitud de sentimientos, fantasías, impulsos y acciones de nuestros pacientes, así como nuestros propios pensamientos, a menudo con una abundancia que confunde. Es difícil así encontrar una especie de orden o sentido, y mantener nuestra capacidad de pensar. El esfuerzo de crear conexiones significativas falla muchas veces. Prefiero concentrarme en adoptar una actitud consciente de atención disminuida y no tratar de retener o entender algo activamente. Por el contrario, permanezco muy pasivo como si la conversación de los pacientes fuera una música de fondo. Puedo entonces sentir un afecto, tener una imagen, notar una sensación física, o tan sólo captar una palabra o un pensamiento que se verbaliza, o una idea sobre la que comienzo a pensar. Lo más crucial parece ser que más allá de nuestras creencias teóricas, estamos abiertos también a pensamientos y perspectivas propias que nos acompañan en el tratamiento y nos pueden conectar con los pensamientos de nuestros analizados zumbando en el consultorio.

La analista infantil Anne Alvarez escribe sobre el poder psíquico de los “pensamientos”:

“Una mente es un vasto panorama de sentimientos-pensados y pensamientos-sentidos, los cuales están en permanente interacción mutua. Son dinámicos y energéticos”. (Alvarez 1998, p. 218 f.).

Yo adicionaría que este poder requiere, para aquietarse, un espacio psíquico definido, y a la vez, un espacio con horizonte.

4. Espacio psíquico con horizonte

4.1 Cómo las ideas se vuelven aprehensibles: observación infantil

Incluso las primeras experiencias sensoriales – intrauterinas – son acústicas y espaciales. Se supone que la experiencia espacial antecede a la experiencia de movimiento y sonidos. La experiencia espacial del infante en relación con los primeros objetos, depende de la forma en que la madre lo sostenga, como también de la perspectiva de la mirada del bebé a la madre, y la perspectiva de la mirada de la madre hacia el bebé.

Alvarez contribuye a esto: hay

“nociones tales como la disponibilidad del objeto, su accesibilidad, aprehensibilidad, proximidad, y seguimiento perceptual… Las condiciones bajo las cuales los bebés puedes alcanzar y agarrar objetos en un espacio tridimensional, pueden ser también relevantes a la pregunta de las condiciones bajo las cuales una idea puede volverse aprehensible”. (Alvarez 1992, p. 77 f.)

Para ilustrar el efecto de un cambio de perspectiva y de mirada entre la madre y el hijo, y la estructuración del espacio psíquico por el movimiento, quiero describir un corto episodio de una observación psicoanalítica de un infante[1].

Cuando se llevó a cabo la observación, Paul, el bebé, tenía seis semanas. Para ese momento, Paul y su madre no habían encontrado todavía un ritmo sincronizado entre ellos, y tenían dificultades con la lactancia materna. Durante la observación sucede la primera situación satisfactoria de amamantamiento. La observadora escribe:

“Cuando parecía que Paul había terminado y seguía chupando un poquito el pezón de su madre, de manera soñolienta y juguetona, con los ojos cerrados, la madre le retira el pecho y de forma estricta dice: “¡Así no!”. Lo levanta para sacarle los gases, palmeándole la espalda rápida y regularmente. Como no hay eructos, lo pone nuevamente al pecho. Paul vuelve a succionar un poco de nuevo pues no parece tener más hambre. Permanece allí sin moverse y mirando a la distancia. Saca la lengua repetidas veces. Parece hacer movimientos de succión. La madre se inclina, dentro del cambio visual de Paul y también le saca la lengua. Pareciera que ella quiere imitarle sus acciones, pero se ve torpe y tensa. Entonces levanta nuevamente a Paul y él finalmente eructa. Ahora ella lo sostiene calmadamente en sus brazos. Es la primera vez que experimento esta situación como relajada y plácida. Cuando estoy a punto de irme con una buena sensación en el estómago, Paul mira a su madre con una amplia sonrisa. Estoy sorprendida y a la vez, feliz y conmovida. La madre también parece bastante sorprendida. Es la segunda vez que él está sonriendo, dice ella feliz y emocionada. Yo también me emociono con esta bella imagen de ellos dos, y me despido feliz. Me estaba vistiendo en el pasillo y alistándome para salir del apartamento, cuando sale la madre una vez más con Paul en los brazos y dice ‘Gracias’. Me siento un poco confundida pero luego experimento una mezcla de alivio y alegría”.

4.2 La Mirada imaginal

Durante la observación de esta escena, un vívido intercambio de miradas tuvo lugar por primera vez entre Paul y su madre. Tanto la pareja de madre-hijo como quien observaba, experimentaron una profunda emoción y un sentimiento de felicidad. La gratitud de la madre puede haberse dirigido inconscientemente a la observadora porque ella en el espacio de la madre, había asumido la función de contenedora para Paul, y puedo observarlo con una mirada “pensante”, “imaginal”. La madre no había entendido sus primeros intentos – jugar con el pezón cuando ya su hambre estaba satisfecha – establecer y explorar un espacio psíquico entre él y su madre. Solamente cuando sacó la lengua repetidas veces, pudo ella recibirlo e imitarlo. La observadora y el grupo del seminario pensaron primero que era una succión continuada (en un pecho imaginado); y quizás esto también fue cierto. Sin embargo hoy lo entiendo como una forma rudimentaria de un gesto mediante el cual Paul daba énfasis a su mirada y le daba una perspectiva al espacio “indefinido” entre él y su madre, moviéndose hacia ella. De esta forma, el espacio “indefinido” se convirtió en “definido” con la expresión facial atenta de la madre, como una definición de horizonte. Vladimir Nabokov comienza su autobiografía con la frase: “La cuna se mecía encima del abismo”.[2] Sólo cuando la madre sostiene al niño en la distancia “correcta”, el espacio indefinido se vuelve definido para que la imaginación pueda tener lugar. La ansiedad puede así reducirse. Virginia Woolf (2002) describe como puede ser de amenazadora la perspectiva del niño en un espacio aparentemente ilimitado:

“Me parece que un niño debe tener un foco curioso; ve una pelota de aire o una concha de manera muy diferenciada; todavía veo las pelotas, azules y púrpuras, y las rugosidades de las conchas; pero estos puntos están encerrados en vastos espacios vacíos. ¡Qué tan largo era por ejemplo el espacio debajo de la mesita del cuarto de los niños! Todavía lo veo como un gran espacio negro con el mantel colgando en pliegues en la distancia… El cuarto de niños de noche también era vasto. En invierno, me deslizaba frente a la cama para mirar el fuego. Me ponía muy ansiosa de ver que el fuego estaba bajo, porque me aterraba quemarme una vez estuviera en la cama. Le temía a esa llamita vacilante en las paredes…miraba y miraba y no podía dormir, y para poder tener compañía, decía ‘¿Qué dijiste, Nessa?’ aunque ella estuviera durmiendo, para despertarla y oír la voz de alguien” (p. 90/91).

La imaginación del niño se prende por la “llamita vacilante en las paredes”. Y esto produce miedo cuando el niño se siente solo con ellas en un cuarto inmenso, al que experimenta sin horizonte, sin contraparte humana.

5. El estado analítico de la consciencia como una mentalidad de juego y de inversión en la perspectiva.

5.1 Estado de juego de la consciencia del paciente

Winnicottexpresó la comprensión de la consciencia de la pareja analítica como una consciencia de juego, en su famosa afirmación:

«La psicoterapia tiene lugar en la superposición de las dos áreas de juego, la del paciente y la del terapeuta. La psicoterapia tiene que ver con dos personas que juegan juntas” (Winnicott 1971 p. 37).

El analista norteamericano Frankel describe (para el análisis de adultos) que según el grado de regresión del paciente y su confianza creciente, podemos referirnos a un estado de juego de la consciencia del paciente que puede ayudarle a amplificar hechos específicos de su experiencia (p. 1421). Sin entrar en detalles, podemos decir ahora que hay una gran similitud estructural entre la consciencia del juego y la consciencia del sueño – la forma en que el pensamiento inconsciente está organizado.

Si tomamos en serio el carácter intersubjetivo de la situación analítica, hay por analogía con el diálogo madre-hijo, condiciones invertidas de interpretación y significado: Yo, el terapeuta, soy el bebé que todavía no entiende el “lenguaje” del paciente, el significado de sus afirmaciones, pero que las tiene que aprender arduamente. Por tanto es muy tentador usar más bien nuestro “conocimiento”, incluso si no es aun concebible en imágenes y símbolos arquetípicos que denominen lo que no puede ser accesible, difícil de soportar o confuso. Esto puede conducir a interpretaciones prematuras o a la adaptación del analizando al lenguaje del analista. Una actitud analítica como la consciencia del juego podría ser protectora contra la dominación del conocimiento.

Un aspecto que resulta también de la mentalidad de juego de la pareja analítica es aquel de la capacidad de respuesta del terapeuta: ¿Qué derecho tenemos como terapeutas a ser activos, incluso expresivos, o distantes, en términos de la atención flotante para conservar una presencia emocional receptiva? Una mentalidad de juego también permite una mayor simetría en la actividad de los dos participantes de la pareja analítica. No pretendo negar la asimetría estructural de la situación analítica. Como terapeuta infantil estoy familiarizado con la necesidad de una mayor actividad e incluso iniciativa, por parte del terapeuta, y aunque de manera distinta, esto también aplica al trabajo analítico con adultos.

5.2 El analista (Junguiano) como «objeto animado»

Como terapeutas necesitamos un cierto grado de deleite jugando con objetos, pensamientos, fantasías. Es aquí donde yo ubico primordialmente el significado de amplificación e imaginación activa y otros métodos junguianos: En primer lugar, el contenido del “material” no es importante sino el hecho que nos mantenga el entusiasmo como analistas, que nuestros pacientes puedan experimentarnos como “seres pensantes”, es decir, asibles como “objetos animados” (Alvarez 2001), una experiencia que muchos de ellos no pudieron tener en su infancia. Esta perspectiva o actitud juguetona también la plantea el psicoanalista israelí Bitan (2012) quien considera que el carácter lúdico de la situación psicoanalítica que se da en las “psiques” del terapeuta y del paciente, puede darse en una especie de coexistencia pacífica.

Bitan escribe:

«Yo sugiero que la matriz intersubjetiva se basa en relaciones de juego entre opuestos que ya no pueden verse como contradictorios sino más bien como entrelazados. La situación terapéutica es explorada como un intento de crear un espacio de juego en el que el paciente y el terapeuta no son dos entidades distintas y exclusivas sino más bien “coexistiendo pacíficamente”(Bitan 2912, p. 30).

Esta relación de coexistencia juguetona es para mí una actitud muy atractiva por cuanto facilita el cambio de mirada cuando nuestro pensamiento junguiano está demasiado atrapado en una psicología de opuestos. La simetría juguetona de perspectivas se hace más evidente cuanto más nos concentremos en la corriente inconsciente de pensamientos,  en el pensamiento inconsciente.

6. La organización del pensamiento inconsciente.

6.1 Los bloques de construcción de Peter son objetos evocadores

Para mí, el pensamiento inconsciente es como el fluir de un río que altera las orillas y las márgenes de nuestra consciencia de manera que se convierte en movimientos permanentes, característicos de la orilla, la topografía, el “paisaje de complejos” (Kast 1990) por la fuerza del agua. El pensamiento inconsciente como una interpretación de nuestro mundo, ocurre en nosotros de manera permanente, y las posibilidades de diseño, de formas, son potencialmente infinitas. Esto es lo quiere decir Bollas cuando afirma que cualquiera de nosotros es secretamente un novelista, compositor, pintor, bailarín. Por medio del lenguaje, del sonido, de la imagen y el movimiento, componemos miles de pensamientos inconscientes sobre el mundo en el que vivimos (cf. Bollas 2009).

Cualquier objeto de nuestro mundo exterior se convierte en un “objeto evocador”, lo que significa que cualquier objeto corriente puede potencialmente desencadenar recuerdos y procesos inconscientes. Los bloques de construcción en mi consultorio (cf. El juego de Peter) son especialmente adecuados por su forma geométricamente clara y abstracta – “vacía” – para evocar, recibir y desarrollar los pensamientos inconscientes que se proyectan sobre el mundo exterior.

Con base en la evaluación científica de informes grabados de tratamientos psicoanalíticos (cf. ESGUT/IPA[3]), se puede demostrar cómo el inconsciente receptivo del terapeuta toma el inconsciente del paciente y organiza este material como pensamiento inconsciente.

6.2 Las muchas lógicas del pensamiento inconsciente

Freud asumió una lógica serial, una lógica de secuencia del pensamiento inconsciente que puede darle forma y significado a las incoherentes y volátiles asociaciones verbales. Yo considero que el pensamiento inconsciente no sigue exclusivamente una lógica serial. Probablemente hay muchos principios organizacionales diferentes del inconsciente de los cuales conocemos sólo una parte muy pequeña. El pensamiento inconsciente en imágenes, esto es, aquello que es tan importante para nosotros los junguianos, no sigue básicamente una lógica serial sino más bien una lógica espacial y una lógica de mirada a la cual haré referencia luego. La relación compensatoria del inconsciente con la consciencia no es tampoco una lógica serial, ni tampoco es el aspecto prospectivo final del inconsciente.

Cuando nos referimos al inconsciente del terapeuta, estoy seguro que las proyecciones del paciente en nuestra psique no sólo se organizan de la manera en que le ocurre al paciente sino también en la forma en que nuestros pensamientos y fantasías se organizan inconscientemente en nuestra propia psique. Mi sueño de la lucha por el cuarto de tránsito en la sesión con Peter, puede ser un ejemplo de esto. La metáfora del contenedor de la psique de Bion es plausible y útil clínicamente, pero sobrecarga el carácter receptivo y pasivo de la psique del analista. Es más bien una actitud analítica pero no un modelo organizacional del pensamiento inconsciente. Lo mismo aplica para la metáfora del “contagio” en “La psicología de la transferencia” de Jung (Jung CW 16). Más allá del ciclo de proyección o identificación proyectiva como un modo de comunicación inconsciente, reaccionamos como terapeutas – dentro del campo de la transferencia y contratransferencia – independientemente de nuestra propia manera de pensar y organizar los contenidos inconscientes. Ésta sería una perspectiva más amplia para alterar creativamente el conjunto intersubjetivo, el espacio psíquico de la pareja analítica.

7. El sitio imaginal como el tercero: la mirada desde la ventana

7.1 Una historia de la mirada en el arte: La visualización de las imágenes mentales.

En una obra fascinante, el historiador del arte y científico cultural Hans Belting (2008), desarrolla la historia de la mirada occidente-oriente basada en el ejemplo del descubrimiento de la perspectiva del arte en el renacimiento. Muestra que “la perspectiva del arte [en el renacimiento], se basó en la teoría del origen árabe, la teoría matemática de las líneas de visión y la geometría de la luz” (p. 9) del matemático árabe Alhazen, quien vivió en el siglo XI y cuyos escritos sobre la óptica y la filosofía no fueron conocidos y valorados sino hasta la Alta Edad Media. Belting hace énfasis que “en la teoría árabe de la visión, se concedió un monopolio a la luz sin imágenes mientras que las imágenes fueron relegadas solamente al área mental” (p. 11), lo que significa que eran imágenes visualizadas que – por variadas razones – no eran expuestas. Esta teoría árabe de la visión se expresó en formas geométricas, basadas estrictamente en las matemáticas, esto es, de los muquarnas, y en las rejas de las ventanas del maschrabiyya. El espacio potencial para las imágenes mentales en esta práctica imaginal determinada culturalmente, abstracta, establecida matemática y geométricamente, parece ser indefinidamente vasta.

La alteración de la práctica imaginal, el “salto cuántico [del renacimiento],  fue el que trajo la mirada y con ella, al sujeto que mira a la imagen. Es históricamente fascinante en arte que una teoría árabe de la mirada con sus abstracciones geométricas, fuera concebida en el pensamiento occidental, contra su sentido original, en una teoría imaginal que hace la mirada humana el centro de cualquier percepción y la registre en imágenes” (Belting2008 p. 12). Esta mirada le da al sujeto una posición en el espacio, y la perspectiva desde la cual vemos una imagen, determina nuestra relación con la imagen y viceversa: Una imagen nos mira o no nos miraRecuerdo al bebé Paul a quien ya me referí y la importancia de la perspectiva desde la cual el infante ve a su madre y se posiciona frente a ella. Con la invención de la perspectiva en arte, la mirada hacia afuera desde la ventana, las llamadas ventanas para ver, y la significación del horizonte, adquieren una gran importancia en la pintura del arte occidental y continúan siendo populares hasta el comienzo del siglo XIX. La metáfora de la ventana en el arte de la pintura abrió la mirada del sujeto hacia el afuera, en un mundo que de hecho ofrece y visualiza de manera imaginativa una visión del interior. La metáfora de la ventana que abre una mirada hacia el alma humana, se origina desde el momento en que se descubrió la perspectiva.

Voy a presentar ahora una anécdota en la que también nos referimos a la visión de las ventanas que nos conduce a la emergencia del “tercero” en la situación analítica y con ello, a la animación de mi propio espacio psíquico.

7.2 Viviendo en un mundo interno cerrado (claustrum)

El Sr. W., un ingeniero exitoso profesionalmente, a comienzo de sus cincuenta años, sufría principalmente por experimentar unos retraimientos psíquicos debido a conflictos o por estados de total aislamiento en los que no podía pensar, sentir ni hablar. El Sr. W. estaba plenamente convencido que era incapaz de dar amor. Cuando pensaba que lo criticaban, como él expresó, se sentía “aniquilado”. Inconscientemente parecía tener miedo de que yo pudiera descubrir qué tan tramposo, farsante y destructivo era en realidad, que alguien pudiera de hecho entrar en su espacio de retraimiento. De una parte, experimentaba este espacio como una prisión de la cual no podía escapar; de otra, se sentía seguro en ella. Al inicio del análisis, me dijo una vez que la situación más cómoda y más segura para él era cuando iba manejando su carro con las ventanas cerradas, emitiendo ventosidades y sintiéndose increíblemente bien con su propio hedor. Este sentimiento agradable aumentaba incluso cuando miraba a otros conductores en sus carros, que no estaban tan bien y no tenían idea de lo cómodo que él iba en su carro. En una visión post Kleiniana, podríamos reconocer fácilmente esta fantasía como una variación de la “vida en el claustrum” (Meltzer 1992), la identificación inconsciente de una parte de la personalidad con el espacio anal interno de la madre. En términos de Erich Neumann (1974), los arquetipos femeninos del inconsciente de este paciente, vivían aprisionados en la identificación con un aspecto hostil-a-la-vida del carácter negativo fundamental de la Gran Madre.

Por mucho tiempo, el Sr. W. usó el análisis para quejarse de los conflictos con su esposa y en especial, para hablar de su actividad profesional. Muy rara vez sentí que podía penetrar directamente a su mundo interno y a sus sentimientos. Algunas veces, comunicaba muy brevemente fragmentos sádico-agresivos o fragmentos de fantasías sexuales que yo no podía entender desde el contexto de la sesión y de los que no podíamos entonces hablar. Experimenté estos fragmentos de fantasías como piezas violentas que estallaban desde otro mundo. Ambos tendíamos inconscientemente a “hacerlos difusos” de inmediato y en consecuencia, no podíamos tener acceso a ellos. El paciente no podía fantasear ni contar ningún sueño. A menudo permanecía allí en un silencio duradero y parecía estar fuera de mi alcance; cuando yo lo abordaba al respecto, decía que estaba ocupado pensando en un problema técnico que tenía en el trabajo. Yo caía en cuenta que entonces me había distraído en mi propio mundo o me iba a la deriva en un estado de resignación. Luego yo fijaba mi mirada en un árbol muy lindo que tenía frente a la ventanaDisfrutaba el fuerte contraste de las ramas, el juego de la luz en las hojas en distintos momentos del día, las estructuras y colores que cambiaban con las estaciones o el ajetreo y bullicio de una familia de ardillas que vivían en el árbol.

7.3 El árbol frente a mi ventana como el tercero imaginario (mundus imaginalis)

En el tercer año del tratamiento ocasionalmente ocurría que mientras el Sr. W. estaba silencioso acostado en el sofá y yo trataba de contactarme con él, mencionaba  que estaba ocupado percibiendo (era invierno) figuras geométricas en las ramas del árbol, y a menudo veía especialmente triángulos isóscelesYo le decía entonces que quizás estaba geometrizando sus pensamientos y fantasías para hacerlas más aprehensibles pero a la vez, le explicaba que yo entendía esto como una resistencia, como una evasión del espacio analítico, como una evasión de sus fantasías y sentimientos para evitar así hablar de ellas. Y yo pensaba, sin decirlo: ahora incluso él comienza a medir el inmenso árbol en su pensamiento. Él reconocía mi término “geometrización” de los pensamientos, y lo aprobaba, sin comentarios. Después, el Sr. W. hablaba del árbol una y otra vez, describiendo cómo comenzaba a cambiar con la primavera – era como estar hablando con un viejo amigo; cuando al comienzo del otoño las hojas habían crecido completamente, lamentó que las ramas ya no pudieran verse y por tanto, ya no pudiera “geometrizar” sus fantasías. Entre estos comentarios sobre el árbol, el Sr. W. dormitaba de manera repetida. En esas situaciones, comenzó a tener sueños y tuvo “una cantidad de fantasías”, las cuales desafortunadamente no podía verbalizar, y sin embargo, comenzaron a despertarle un gran interés. Con base en esta condición de somnolencia en el análisis, pudo ver más allá de su prisión anal interna, mirarla como si fuera una ventana enrejada, el maschrabiyya, y descubrir el mundo dentro de sí mismo, escondido, aún incomprensible y sin embargo, lleno de vida. Al igual que partes de él estaban encerradas en el claustrum anal, él se sentía a la vez dejado por fuera de su mundo vivo. Tanto su mirada como la mía tenían un punto de vista casi idéntico (yo me sentaba cerca, detrás del sofá), pero estas miradas se encontraban con diferentes perspectivas psíquicas acerca de  las ramas de los árboles: El claustrum proyectado en el árbol en forma de fantasías geometrizadas del Sr. W., y mis esfuerzos por permanecer psíquicamente vivo, se encontraban en el árbol. De esta manera, el árbol se convirtió en el lugar del encuentro intersubjetivo en términos del mundus imaginalis (H. Corbin). Se volvió el sitio imaginal, en la función del tercero en el sentido de hacer posible un cambio o una inversión de perspectiva. Cuando yo estoy encerrado en mí mismo, a la vez estoy cerrado al afuera. Posibilitar una y otra vez un cambio de mirada para obtener un cambio de perspectiva, es parte de nuestro trabajo analítico.

Al igual que las asombrosamente bellas muquarnas, y las rejas de las ventanas del maschrabiyya, la forma pura, la estructura de las ramas del árbol con y sin hojas, tienen un gran poder imaginativo. De la misma manera, la simple construcción abstracta de bloques ha tenido siempre un gran poder imaginativo como objetos evocativos tanto para mí como para muchos de mis pacientes pequeños. Pienso que las formas “ vacías” o el juego de luces y sombras, activan las más tempranas experiencias de percepción visual, y además, es muy probable que otras modalidades como la voz y el movimiento,  desempeñen una parte central en las primeras pre-concepciones del pensar y del fantasear.

8. Conclusión

Si tomamos seriamente la idea de la matriz intersubjetiva como un espacio psíquico completo, el trabajo analítico nos exige estar dispuestos a cambiar nuestra mirada, estar dispuestos a jugar de manera flexible con diferentes perspectivas. He intentado mostrar varias perspectivas, más allá de las bien conocidas como consciente/inconsciente, y sobre todo, me he centrado en el concepto de espacio psíquico: su accesibilidad/inaccesibilidad, su finitud/infinitud, la perspectiva contraria como una expresión de la mentalidad de juego de la pareja psíquica, la organización no lineal del pensamiento inconsciente y, finalmente, la mirada hacia el exterior del consultorio como un lugar imaginal en la función del tercero, para la pareja analítica. Yo creo que cuanto más capaces seamos de un cambio sorpresivo de mirada o de perspectiva, más se facilitará el desarrollode la función trascendente.

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Notas de pie de página


[1]Agradezco a mi colega, Sra. Julia Hillen, el  permitirme citar de su informe de observación infantil.

[2] Esta bella sugerencia se la debo a AngelicaLöwe.

[3]ESGUT: European Study Group for Unconscious Thinking (IPV/IPA). Grupo de Estudio Europeo sobre el Pensamiento Inconsciente (IPV/IPA) (N. de T.)

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